Reseñado por 0017
Ficha técnica
Título original: Boyhood
Año:
Director: Richard Linklater (Antes del amanecer, Antes del atardecer, A Scanner Darkly)
Guión: Richard Linklater
Música: Megan Currier, Randall Poster
Fotografía: Lee Daniel, Shane F. Kelly
Reparto
- Ellar Coltrane
- Ethan Hawke
- Patricia Arquette
- Lorelei Linklater
En 2002 Richard Linklater reunió a un grupo de actores (incluyendo un niño de siete años elegido en un casting entre varios cientos) para realizar uno de los experimentos cinematográficos más especiales que haya podido alumbrar el séptimo arte. Durante doce años, juntaría a todos los actores una semana para rodar unas pocas escenas de una película que fuese mostrando el paso del tiempo y el cambio físico que supone ver crecer al mismo personaje sin maquillaje ni actores distintos para cada época. No sé si habréis visto el video en Internet de un chico que se hizo una foto al día durante varios años y luego las montó juntas resultando un video de pocos minutos espectacular; o seguro que tenéis en mente cualquier serie de TV de éxito que dure varias temporadas, en las que vemos el crecimiento físico de los actores infantiles año tras año. Pues bien, aquí tenemos el mismo efecto conseguido en formato película con su argumento, su montaje y su puesta en escena. El resultado es que el rodaje de esta película se ha prolongado de 2002 a 2014, y es ahora cuando se estrena esta crónica del paso de la infancia a la juventud rodada en tiempo real, y donde asistimos con asombroso pasmo a un viaje iniciático de los protagonistas al mundo de su propio crecimiento (o envejecimiento, según se mire).
Mason es un niño de siete años hijo de divorciados. Tanto él como su hermana mayor fueron errores de juventud de sus padres, quienes intentan proseguir con sus vidas mientras les intentan criar lo mejor que pueden. El padre, buscavidas sin oficio ni beneficio, con un coche deportivo americano de los años 70, les inculca lo mejor de la vida los ocasionales momentos que pasa con ellos. La madre, más responsable y madura, se dedica a acabar sus estudios universitarios mientras intenta rehacer su vida con nuevos y fallidos amores. Desde los años de escuela de Mason hasta su entrada en la universidad, seremos testigos mudos de sus cambios de ciudad, de los diferentes amigos que pasarán por su vida, de los distintos hogares en los que parará su madre, y de sus primeros amores así como decepciones amorosas. Todo ello a base de pequeños retazos, de momentos y escenas puntuales, de un costumbrismo inusitado que no se centra en acontecimientos centrales sino en las conversaciones cotidianas que podemos tener en cualquier momento pero que son las que nos van forjando nuestras personalidades poco a poco sin saberlo.
Richard Linklater ya nos tenía acostumbrados a sus experimentos centrados a festejar la cotidianeidad del paso del tiempo en el cine. Suya es esa curiosa trilogía de un amor que se va encontrando cada nueve años de manera casual: “Antes del amanecer”, “Antes del atardecer” y “Antes del anochecer” y protagonizada por el mismo Ethan Hawke de aquí. De una inicial película etérea y platónica que nos narra la relación soñadora de dos desconocidos que deciden pasar una impulsiva noche en Viena, se nos obsequia con sendas secuelas con los mismos personajes que nos muestra la evolución en su madurez y en la de los propios actores y el director; para dar paso al triunfo de la realidad sobre lo pasional en una reflexión contada tras 20 años de intervalo temporal.
Pero es que en Boyhood ha ido más allá, y este proyecto personalísimo supone casi tres horas de apabullantes imágenes cuya mera sucesión sin apenas aspavientos dramáticos logra conmover tan solo con los cambios físicos de los protagonistas. Al igual que en la trilogía “Antes del…”, no esperéis grandes momentos argumentales en la trama. Salvo alguna escena concreta relacionada con los nuevos amoríos de la madre, la grandeza de esta cinta está en el encadenamiento de conversaciones fluidas, reflexiones que tienen los protagonistas entre ellos, momentos cotidianos sin deriva dramática. No vemos el momento en que se divorcian los padres, ni sabemos los motivos; no vemos el primer beso ni el primer encuentro sexual del protagonista; no vemos en qué momentos los padres rehacen sus vidas con nuevas personas, ni cuándo ni porqué cambian de trabajo. A modo de documental, se nos presentan las situaciones conforme pasan los años, y vamos aprendiendo de ellas por los datos al azar que se desprenden de charlas casuales. Una compañera que da un paseo al salir de clase con el protagonista, una acampada con su padre, unas cervezas con un grupo de amigos: cualquier situación que no se salga de lo corriente sirve para apreciar la evolución que se produce en el viaje iniciático de cualquier persona que busque su lugar en el mundo en el difícil tránsito de la niñez a la madurez.
Es posible que en algún momento esto se vuelva pesado para el que busque una narración convencional de una película más al uso (con el planteamiento de sus conflictos y sus resoluciones); y es que lo que es “acción”, hay poca (en el sentido de que pasan pocas cosas), pero es que el mero hecho de encadenar años de una vida aporta una carga de significado contextualizado que es el que le da la coherencia a la película. El tono es el mismo al empezar el rodaje que cuando finaliza doce años después (una de las cosas que tenía claro el director desde el principio era cuál iba a ser la última escena de la cinta). Al no enfatizar las desgracias de los momentos más ásperos, “Boyhood” presenta una humildad inusitada para la grandeza de este proyecto, y ése es de hecho el punto fuerte de esta pequeña joya. Al igual que con los cortes de pelo de los personajes, también el espectador va creciendo en madurez con los cambios que se describen. Valga como ejemplo los distintos videojuegos a los que juega el protagonista, la ropa, el cine (Star Wars o el fenómeno de Harry Potter), la política (Bush u Obama) o la música, todo un viaje por la sociedad de estos últimos años donde se nos muestra que también nosotros envejecemos y evolucionamos, al igual que Mason. Y que la suma de los pequeños momentos también nos impactan en nuestro moldeo como personas.
La acertada elección del niño protagonista, su hermana y la solvencia de los protagonistas adultos (Ethan Hawke y Patricia Arquette) ayudan a la grandeza del proyecto grandioso pero a la vez humilde que es “Boyhood”. Quizás no sea una cinta del agrado de todos, puesto que el espectador impetuoso la encontrará algo lenta en su desarrollo; por otro lado, la crítica especializada la está encumbrando a los altares de las obras maestras. Si nos posicionamos en un punto medio, podemos decir que es una gran película que merece ser descubierta, sólo por lo innovador de su propuesta.
Calificación: Muy buena
Lo Mejor: La belleza está en los pequeños momentos.
Lo Peor: Que el espectador convencional hambriento de acontecimientos no sepa entenderla.
La vería de nuevo: Puede
La Recomiendo: Sí, por lo menos merece ser vista por su planteamiento innovador.
Películas similares: Antes del amanecer, Antes del atardecer, Antes de anochecer
Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1065073/fullcredits
Tráiler en You Tube (español):
La trilogía «Before» fue una maravilla: no me espero menos de esta.