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Película – El apartamento (revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: The Apartment

Año: 1960

Director: Billy Wilder (El crepúsculo de los dioses, Sabrina, La tentación vive arriba, Con faldas y a lo loco, Irma la dulce, En bandeja de plata, Primera plana)

Guión: Billy Wilder, I. A. L. Diamond, Doane Harrison

Música: Adloph Deutsch

Fotografía: Joseph LaShelle

Reparto

  • Jack Lemmon
  • Shirley MacLaine
  • Fred MacMurray
  • Ray Walston
  • Jack Kruschen

Hace poco tuve ocasión de ver en pantalla grande una reposición de esta obra maestra del cine llamada “El Apartamento”. Una ocasión única para sentir la emoción en una sala de cine de ver una de las mejores comedias de la historia, rodada en la plenitud creativa de un genio llamado Billy Wilder, y durante la era dorada de un Hollywood en su madurez creativa como corriente artística, siendo a partes iguales capaz de emocionarnos, y de ser fiel testimonio de su época. Y es que en esta etapa las obras maestras se creaban a velocidad de crucero, y (si obviamos sus grandes dramas como “El crepúcusculo de los dioses”) así es como este maestro llamado Billy Wilder se coronó como rey absoluto de la comedia ligera, con títulos tan famosos como “Con faldas y a lo loco”, “La tentación vive arriba”, o “En bandeja de plata”. Películas que tenían a unos intérpretes en estado de gracia, desarrollaban un guión perfecto sin fisuras que hacía avanzar él solito la trama, y provocaban carcajadas entre el público como pocos realizadores podían lograr; aparte de tener siempre un puntito de ternura que dejaban un regusto dulce en el espectador (sin necesidad de tirar de humor grueso o chabacano como ocurre con el humor actual), pero sobre todo, sin resultar películas ñoñas o demasiado inocentonas. Todos recordamos las vicisitudes de Lemmon travistiéndose mientras a su pareja masculina no le importaba que fuera hombre en “Con faldas y a lo loco”, la profesión de Shirley McClane en “Irma, la dulce”, o la subtrama de esta “El apartamento” con la infidelidad machista típica en los cincuenta, donde era normal que los hombres tuvieran sus queridas para divertirse después del trabajo. Desde luego que las comedias de Wilder son atemporales y han marcado un camino a seguir en el género. Y la relevancia de esta película y ase hizo patente en el momento de su estreno. Ganó cinco Oscar, al mejor director, al mejor montaje, a la mejor película, a la mejor dirección de arte y al mejor guión original. De hecho, su importancia es tal, que la cinta está preservada en el archivo de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.

C.C. Baxter es un humilde trabajador de una gran compañía de seguros con sede en el centro de Nueva York. Por las mañanas miles de personas entran y salen de unas oficinas superpobladas con el ánimo de prosperar en su trabajo y conseguir un ascenso. Ése es el propósito de Baxter, y para ello se vale de su reclamado apartamento en el centro de Manhattan. Un preciado pisito de alquiler ni demasiado grande ni demasiado pequeño, del que hacen uso de manera abusiva sus superiores para tener un lugar donde dar rienda suelta a sus prohibidos escarceos amorosos. En efecto, la llave de su piso va de mano en mano por la planta de los ejecutivos y las molestias que esto le causa al pobre Baxter son a menudo tragicómicas, desde tenga que pasar la noche en un parque por no tener acceso a su propia vivienda, hasta que sus vecinos le confundan con un vividor rompecorazones sin escrúpulos. Pero la suerte de C.C. Baxter está a punto de cambiar, y el hecho de que uno de los principales ejecutivos del área de Recursos Humanos se entere de las prácticas poco honrosas de sus empleados puede dar un vuelco a esta situación; y para complicarlo todo, a la vez conoce a una de las jóvenes ascensoristas del edificio. Una chica guapa, agradable y simpática, por la que todas las miserias de la vida se compensan y hace que todo sea más llevadero.

“El apartamento” es una película deliciosa, con grandes momentos para hacer reír al espectador y también con su puntito de drama. En efecto, las situaciones por las que pasa el personaje de Lemmon son en ocasiones para echarse a llorar, puesto que encarna al clásico pobrecillo envuelto en problemas sin merecerlo. Pero todo ello queda tamizado por su interpretación, una de las mejores de su carrera, donde su repertorio cómico es inacabable y que lleva el guión (también co-escrito por el propio Wilder), a límites del género nunca vistos, y que merece situarse a la misma altura de los grandes del cine (Charlot, Buster Keaton). Su cabeza moviéndose a la vez que la máquina de escribir, las infinitas llamadas para cambiar la cita de uno de los usuarios del piso, el baile de Nochevieja en el bar con un ligue, la raqueta de tenis usada como improvisado escurridor de espaguetis,… Hay tantos momentos mágicos en esta película que es difícil quedarse con uno solo. Su contrapunto perfecto es una agradable Shirley MacLaine, nunca tan guapa como aquí y su personaje perfectamente perfilado, con sus preocupaciones y sus motivaciones. La trama da tantas vueltas y hay tantos giros de guión, que cada situación es una pirueta interpretativa más de los protagonistas, diseñadas para tocar en el momento adecuado la fibra en el espectador.

De hecho, la película funciona perfectamente como radiografía de la sociedad del momento, con ese machismo heredado de décadas anteriores donde los hombres tenían vidas paralelas en función de la familia o de las amantes del trabajo. Igual que lo mostrado en la serie Mad Men, pero sin la distancia crítica de la mirada actual (lo cual es más difícil y meritorio). Ya se encarga Wilder de atizar ese reprobable comportamiento infiel mediante las odiosas decisiones del personaje de Fred MacMurray, por ejemplo. Y el retrato costumbrista de la sociedad neoyorkina de los sesenta es certero y punzante, y de hecho vemos sus fiestas, su trabajo, sus casas… La ciudad (y no digamos ya el propio apartamento) es un protagonista más, y es de esas películas (junto con Desayuno con Diamantes, por ejemplo) en las que Nueva York nunca estuvo tan bien dibujada (antes de la era Woody Allen).

Pero si me tengo que quedar con algo, es el final. Rápido, precipitado, con una sombra de drama dibujado segundos antes, para alegrarnos acto seguido el alma con un final feliz nada previsible, con esa partida de cartas inacabada. Unos minutos antes, (por si en algún momento pensábamos que era un trepa sólo interesado en el ascenso), el personaje de Lemmon ya se ha dignificado de manera absoluta con el juego de llaves de su apartamento, jugando con el espectador, y dejando que por un breve leve instante malinterprete la situación. Toda una jugada que muestra una labor de guión perfecta, y el digno final a una película que durante todo el argumento ha captado la atención del espectador, marcando el ritmo sin que le dé tiempo a aburrirse. Una película perfecta de principio a fin por sus actores, su guión, su fotografía en blanco y negro, su música, su mezcla de drama y comedia, su trama y temática subyacente (la del intento de prosperar a toda costa en una sociedad ultra competitiva), su crítica social, los decorados donde está rodada, y la ciudad que sirve de escenario. Una obra maestra de un genio que difícilmente veremos repetir.

Calificación: Obra maestra.

Lo Mejor: Todo, es la confluencia perfecta de circunstancias en una época que daba grandes películas cada poco tiempo.

Lo Peor: Que ya no se hagan películas así.

La vería de nuevo: Siempre

La Recomiendo: Por supuesto.

Películas similares: Cualquiera de las grandes comedias de Billy Wilder.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0053604/

Tráiler en You Tube (español):

 

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Película – Wall Street (revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Wall Street

Año: 1987

Director: Oliver Stone (Platoon, Nacido el 4 de julio, JFK (caso abierto), Alejandro Magno, World Trade Center)

Guión: Stanley Weiser, Oliver Stone

Basado en el libro de

Música: Stewart Copeland

Fotografía: Robert Richardson

Reparto

  • Charlie Sheen
  • Michael Douglas
  • Martin Sheen
  • Daryl Hannah
  • Sean Young

Ante nosotros tenemos una de las películas más influyentes de los últimos 30 años, probablemente la que mejor ha reflejado el mundo de las finanzas y el de la bolsa. Y es que Oliver Stone dio en el clavo con esta historia que retrataba la codicia de un mundillo fiel reflejo de la cúspide del capitalismo. El propio padre del realizador fue corredor de bolsa en Wall Street, y la película le rinde homenaje en forma de dedicatoria. Oliver Stone venía de dirigir Platoon un año antes, con la que desgranó el declive moral de una guerra y un país de manera bastante acertada. Y lo cierto es que la calidad de su cine cayó rápidamente en picado después de estas obras, sin volver a tener una película tan redonda como estos ejemplos que he puesto aquí. No sabemos si por sus tendencias políticas que dejaron de ser sutiles o porque perdió el carisma para contar historias, el caso es que podríamos que Wall Street fue la cima de su obra, y donde la crítica a un país y a un sistema económico nunca estuvo tan bien explicada.

Bud Fox es un joven y ambicioso broker de Wall Street, que lucha por abrirse camino en la agencia de valores en la que trabaja como gestor de cuentas, buscando clientes y ofreciéndoles oportunidades de inversión. Estamos en 1985, y el centro financiero de Nueva York, en pleno Manhattan, es un hervidero de yuppies tratando de hacer dinero fácil en la década de los 80, en la que los excesos y el buen clima económico marcaban la tónica general. Pero Fox apunta alto, y consigue unirse al genio de las finanzas Gordon Gekko, multimillonario experto en todo tipo de inversiones que carece de escrúpulos a la hora de hacer dinero fácil en el complicado y saturado mundo de la bolsa. Los dilemas éticos y morales que le surgirán a Fox por la manera de enriquecerse, junto con el modo de vida por todo lo alto que supone ser uno de los amos de Wall Street, contrastarán con los principios sobre el trabajo y la honradez que el padre de Bud, Carl Fox, le ha inculcado desde siempre.

Para los que hemos estudiado o trabajamos en el sector financiero, Wall Street resulta sencillamente perfecta en su descripción de este mundillo, tanto por la manera de mostrar las distintas operaciones, como por la forma en que capta el ambiente mezcla de caos y ambición que pueblan el mercado de valores y las agencias de bolsa. Y aunque en todas las grandes capitales hay mercados financieros, el centro de Nueva York es la meca profesional y financiera de todas las transacciones a nivel mundial. La manera en que se nos muestra la ciudad desde los créditos iniciales es insuperable, de tal manera que ya forma parte del imaginario colectivo del cine junto a otros iconos como Woody Allen o Audrey Hepburn. Ha habido después muchas otras (la segunda parte con la que intentó repetir éxito de manera descarada es infumable), siendo la última muestra de grandeza “El lobo de Wall Street”: Martin Scorsese dio en el clavo con esta descacharrante cinta de un tono menos grave y más ligero, pero tampoco exenta de mala leche. Sin embargo, la grandeza de Wall Street es la crítica al sistema sin caer en la visión maniqueísta de estos últimos años azotados por crisis económicas de distintos tipos, denunciando sobre todo los excesos de la década de los ochenta donde todo valía. Se rodó en 1987, justo el año de uno de los cracks bursátiles más importantes de la época, y también en un momento en que surgió el escándalo del Insider Trading (operar en bolsa con información privilegiada, uno de los ejes del argumento de la película), pero se ambientó en 1985 para evitar que se asociara con hechos reales.

El gran tema de la cinta es la codicia y la ambición, y su contraposición con el trabajo duro y el esfuerzo a la hora de ganar dinero en el país más capitalista del mundo. No es una crítica al sistema en sí, más bien pone en tela de juicio la falta de ética y la moral a la hora de triunfar. Y de hecho, el final tiene una moraleja bien clara en este sentido, al conocer el destino último estilo tragedia griega de los personajes principales (la segunda parte ya se encarga de fastidiar esta situación en la escena del cameo de un ya pasado de tuerca Charlie Sheen, pero yo me quedo con el final de ésta). Cada uno de los diferentes personajes es definitorio en este sentido, y reflejan distintos arquetipos de personalidad que pueden presentar el sistema: tenemos al jefe trepa e hipócrita, al compañero impulsivo pero generoso, al trabajador veterano e íntegro, al padre sindicalista y de grandes principios,… y por supuesto a los grandes protagonistas. Uno, el joven novato y ambicioso, listo y con hambre para prosperar, que se da cuenta que como él hay millones, y que se enfrenta a los grandes dilemas de la cinta. Un papel que podía haber sido para Tom Cruise pero que cazó antes Charlie Sheen (repitiendo con Stone tras Platoon), y que muestra un gran hacer por su parte antes de que se volviera estúpido entero por las drogas y las fiestas (fiel reflejo del personaje de su serie “Dos hombres y medio”). A través de sus ojos vemos la dureza de levantarse cuando todavía no ha amanecido, el que no llegues nunca a final de mes a pesar de ganar un buen sueldo, el creer que tienes un buen traje pero resultar ser barato a ojos de las grandes fortunas… todo lo cual hace más creíble la situación al alcanzar la cima del éxito y empezar a vivir el verdadero lujo. Pero el verdadero protagonista de la función, villano de lujo en esta cinta tan ambivalente, es el tiburón de las finanzas Gordon Gekko, ejemplo de triunfador sin escrúpulos y dueño y señor de Wall Street. Suyos son los mejores discursos de la película, como ése que dice en una junta de accionistas que “la codicia, a falta de una palabra mejor, es buena”. Michael Douglas hizo suyo al personaje y le hizo pasar a la historia de manera instantánea, ganando un Óscar por el camino y diversos premios más. Bordó un personaje tan carismático de tal manera, que muchos brokers desde entonces le ha parado por la calle para decirle que su papel fue una inspiración para trabajar en la bolsa (cuando realmente su personaje es un alegato para lo contrario).

A pesar de lo que puedan decir algunas críticas, Wall Street es una película que ha envejecido muy bien, sin perjuicio de la tecnología de la época. Sí, es posible que los primeros teléfonos móviles gigantes, los ordenadores con monitores de cotizaciones verde monocromo o las camisas con tirantes causen cierta sonrisa en el espectador actual, pero el ambiente y la descripción de personajes han permanecido inalterables desde entonces, así como los conflictos que plantea el filme. Y los recursos narrativos que emplea Oliver Stone encajan perfectamente en la trama sin abusar (momentos en que divide la pantalla en varias más pequeñas mientras hay una fiebre compradora en el mercado, o cuando Gekko toma una decisión y la cámara le enfoca fundiendo su figura a negro y resaltando el escenario de atrás). Que luego haya usado los mismos trucos en la secuela y resulten pueriles y absurdos no hacen sino confirmar que fue aquí cuando alcanzó la madurez creativa de su obra. Por todo ello, es una cinta clave en los 80, fundamental para entender una estética y una manera de pensar que todavía perdura en la actualidad.

 Calificación: Imprescindible.

Lo Mejor: Todo: el ritmo, el ambiente, la ciudad de NY, los personajes, la trama, la temática,…

Lo Peor: Que luego Stone lo estropeara todo con la secuela y su infame tratamiento de los personajes.

La vería de nuevo: Sí, es una película para ver mil veces sin cansarte.

La Recomiendo: Absolutamente, fue la película definitiva acerca del mundo de la bolsa.

Películas similares: Wall Street 2: el dinero nunca duerme; Margin Call; El lobo de Wall Street, El gran farol

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0094291/combined

Tráiler en You Tube (versión original):

 

 

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El color de la magia – Terry Pratchet

Reseñado por Bitterblink

El Color de la Magia - Terry Pratchet

El Color de la Magia – Terry Pratchet

Tras el fallecimiento del maestro Terry Pratchet tras años luchando contra el Alzheimer (de hecho publicó algunos manuscritos ya afectado por la enfermedad), no hemos dudado desde aquí en homenajear a la saga del Mundodisco. Terence David John Pratchet fue un grandísimo escritor británico de ciencia ficción y fantasía. Con 40 millones de libros vendidos es el autor británico que más libros ha vendido tras perder el trono en favor de JK Rowling.

Tras una serie de incursiones de no mucho éxito en el mundo editorial se dedicó a ser responsable de relaciones públicas de una central nuclear. Fue en esta época en la que escribió esta novela, la primera de la serie MundoDisco. Tras la publicación de la segunda parte es cuando se decidió a dedicarse a tiempo completo a escribir y adoptó su característico sombrero negro que utilizará en sus apariciones públicas.

Nombrado caballero de la Orden del Imperio Británico y varias veces Doctor Honoris Causa por varias universidades británicas, Pratchet es uno de los escritores de fantasía más prolíficos y también uno de los mejores. Hay varias películas sobre Mundodisco, al final de la reseña veréis la película que recoge en parte este primer libro.

Sinopsis

El Mundodisco es un mundo plano con forma de disco que se asienta sobre el lomo de cuatro elefantes que a su vez tienen las patas sobre el caparazón de una gigantesca tortuga que vuela por el espacio infinito… o eso es lo que dicen las leyendas.

Dosflores es un personaje singular, acompañado por El Equipaje (un baul con patas y semoviente) es el primer turista del MundoDisco. A su llegada a Ankh-Morpork le es asignado un guía (involuntariamente), nada más y nada menos que el sombrio y algo inepto mago Rincewind, que le acompañará en su periplo. Así el inocente y optimista Dosflores inicia su viaje por Mundodisco ignorante de que su periplo está controlado en realidad por los Dioses jugando a un juego de tablero (referencia a los juegos de AD&D). La Dama juega por Rincewind y Dosflores y sus oponentes son Céfiro el Dios del viento y Offler el Dios Cocodrilo y supervisado por el Dios Ciego (llamese Thor, Zeus o etc. el Dios principal). No se si esto ya os recuerda a la película original de Furia de Titanes.

Tras varias peripecias en las que Rincewind escapa por los pelos y Dosflores escapa alegremente contra los adversarios invocados por los dioses se une a ellos Hrun el Bárbaro que ofrece protección de sus enemigos a cambio de que Dosflores le haga fotos mágicas de sus épicas aventuras con su caja mágica de retratos (otro chiste sobre turistas y cámaras de fotos).

Mundodisco

Mundodisco

Así los dos incómodos compañeros siguen viviendo aventuras siendo atrapados por los jinetes de dragón de Wyrmberg (parodia de Los Jinetes de dragón de Pern), son separados y tienen que huir y en ocasiones salvarse a su pesar, para llegar al final al borde mismo del Mundodisco.

Opinión Personal

Hay que entender el sentido de esta novela, que en origen no era otro que el de satirizar la creciente ola de libros tipo dragones y mazmorras y en general el género fantástico y de ciencia ficción en base al humor inteligente y a la fina ironía del autor. Es a la fantasía lo que Douglas Adams a la ciencia ficción pero para mi gusto Pratchet es incluso superior porque satirizará desde Tolkien a Lovecraft pasando por muchos autores «serios» como Moorcock con la misma alegría desde el principio. En una entrevista declara que intenta hacer con el género épico-fantástico lo que hizo la comedia satírica Blazing Saddles (Sillas de Montar Calientes en España) por el western.

Durante la novela irá haciendo todo tipo de chistes más bien inocentes pero inteligentes. Es decir, es un libro para todos los públicos pero solamente le encontrarás la gracia si has leído un poco o un mucho. Es un libro que gana cuantas más referencias vayas entendiendo, sea Tolkien, Lovecraft, Margaret Weiss etc.

Los divertidos personajes son un gran complemento, aunque no hay ninguno que sea realmente listo y apto y con el que te puedas identificar realmente, aunque Dosflores puede llegar a cansarte tiene momentos memorables, pero mi preferido siempre fue Rincewind cuyos razonamientos cobardes siempre me parecían los más lógicos.

La historia gira en argumentos imposibles y escenas satirizadas de otros escritores convirtiéndose en un totum revolutum de lo más entretenido. Si no has leído fantasía heróica probablemente no le encontrarás la gracia, si no has jugado a un juego de rol no entenderas sus chistes, si no conoces a los Primigenios de Lovecraft a veces te sentirás perdido en el libro pero si dices que si a estas preguntas ¿a qué esperas para leer a Pratchet?.

Lo único que puedo achacarle es que contiene pocas referencias modernas a películas o videojuegos. Pratchet es un lector que escribe para otros lectores y eso se nota. Pero si cumples los requisitos no hay libros más graciosos pese a que hay que dejarle cierto espacio: Leer mucho Pratchet seguido puede ser muy cansado, mejor alternar.

En definitiva, la saga de fantasía más divertida por uno de los mejores escritores que ha dado la pérfida Albión y que en paz descanse. Personajes descacharrantes y situaciones delirantes te acompañarán si te atreves con esta aventura. Anímate a leer.

Calificación: Imprescindible

Lo Mejor: El humor

Lo Peor: En ocasiones puede ser demasiado absurdo, pero se le perdona

Lo Releería: Una y mil veces

Lo Recomiendo: Si y solo si has leído unos cuantos clásicos de fantasía heróica.

Si quieres comprar el libro

El color de la magia (Mundodisco 1)

Otros libros que podrían gustarte

Guía del autoestopista galáctico – Douglas Adams

Bonsutrack

Trailer con subtítulos de la película «The colour of Magic»

Bitterblink

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Película – El club de la lucha (revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Fight Club

Año: 1999

Director: David Fincher (Seven, Zodiac, El curioso caso de Benjamin Button, La red social, Millenium)

Guión: Jim Uhls

Basado en el libro El Club de la lucha, de Chuck Palahniuk

Música: Dust Brothers

Fotografía: Jeff Cronenweth

Reparto

  • Brad Pitt
  • Edward Norton
  • Helena Bonham Carter
  • Jared Leto

Está siendo un verano flojo de estrenos en la cartelera, lo sé. Ésta es la razón por la que estoy revisionando viejos clásico modernos. Hoy le toca el turno a una obra maestra que convirtió a David Fincher en el director de culto que es hoy, gracias a una cinta que rompió moldes e incomodó a crítica, público y todo orden social establecido. Se podría decir que es la película más anarquista de la historia (al menos que yo haya visto), mucho más que la influencia de “V de vendetta” y sus máscaras antisistemas de Guy Fawkes. Se estrenó en 1999 y dejó a la gente sin saber por donde coger el argumento de peleas callejeras voluntarias entre gente normal de a pie y el personaje de Brad Pitt en contra de todos los clichés sociales establecidos. Y es que quizás tengamos a Tyler Durden como uno de los personajes más carismáticos y complejos del cine de los últimos años, siendo El club de la lucha es una de las películas definitorias de la extraña sociedad de finales del siglo XX. Una sociedad que necesita la violencia para sentirse viva, donde la publicidad nos hace tener gustos y aspiraciones que nos obliga a tener trabajos que no queremos, y que busca en catálogos de Ikea objetos que encajen con nuestra personalidad. Y que el final sorpresa nos desvele el origen de tan estrambótico personaje no hace sino mejorar la visión de toda la película y darle un nuevo sentido a todo lo que hemos visto anteriormente; con lo que esta cinta, a pesar de su pobre acogida en taquilla en su día, fue ganando adeptos sobre todo con su estreno en DVD para ir adquiriendo la etiqueta de película de culto. Y aunque ya se desmarcó del cine convencional con Seven, aquí Fincher dio un puñetazo en la mesa del cine actual para posicionarse como uno de los cineastas más originales y solventes de la industria, capaz de dar la vuelta a cualquier proyecto e imprimirle un sello personal para que destaque entre el resto de producciones.

El protagonista es un joven con una vida aburrida y gris, trabajador de una compañía de seguros que recorre el país en avión por asuntos de trabajo. Como consecuencia del cambio continuo de hora tiene insomnio crónico, y su médico es incapaz de recetarle ninguna solución. Encuentra en los grupos de autoayuda de enfermedades terminales la respuesta al problema, pero pronto conoce a una chica bastante peculiar llamada Marla especialista en echarle morro a la vida y que también asiste a estos grupos sin padecer ninguna enfermedad. Pronto empieza a sentir una mezcla de odio y fascinación hacia ella. En un viaje en avión también conoce a otro estrambótico personaje llamado Tyler Durden, vendedor de jabones que también lleva una vida bastante desestructurada y anárquica. Tras quedarse sin casa por una explosión de gas, el protagonista le pide ayuda a Tyler y éste le ofrece alojamiento a cambio de que le golpee en un aparcamiento. La casa de Tyler es un caserón en ruinas en un antiguo polígono abandonado, y pronto dejará de echar de menos las comodidades del mundo real. Tyler y nuestro protagonista se harán amigos y continuarán con sus peleas clandestinas, a las que se unirán más personas como ellos ávidos de emociones fuertes y ganas de sentir dolor. Lo llamarán “El Club de la Lucha”, y tendrá varias reglas*. Gracias al club de la lucha, los problemas en el trabajo no tendrán tanta relevancia, y Tyler empezará a seguir un plan trazado de antemano para hacer despertar las conciencias del mundo moderno, combinando las gamberradas con actos vandálicos cada vez más serios.

La verdad es que El Club de la Lucha es una película incómoda. Es difícil de entender la primera vez, con escenas y situaciones que no tienen mucho sentido. Incluso hasta el final es sorprendente y que te deja algo perplejo. Sin embargo, con cada posterior visionado la cinta gana enteros. Al igual que el del protagonista, empiezas a entender el plan marcado por el director cuyo objetivo no es otro que el de sacudir conciencias. A ello ayudan los diálogos, auténticas perlas de la subversión; y el guión, basado en la novela de Chuck Palahniuk y que también destila la misma mala leche. La cinta entera es un alegato en contra de la sociedad consumista y alienante de nuestros días. El toque Fincher en la realización, como esa espectacular introducción que recorre el interior de Edward Norton con el cañón de una pistola metido en la boca, ya se está convirtiendo en marca de la casa (recordemos la espectacular secuencia de créditos de Millenium). Y ya que hablamos de Norton, agradecer su presencia en un papel que borda el estereotipo de oficinista inane, gris e insomne, prototipo de todos los que vendrán después (estoy pensando en el James McAvoy de “Wanted”). La transformación que realiza su personaje con el devenir de la trama está al alcance de pocos actores. Y luego tenemos a Brad Pitt, con una interpretación atronadora que fue toda una declaración de intenciones acerca del tipo de carrera actoral que deseaba tener. En “El club de la lucha”, va derivando de guaperas chulesco a perturbado mental sin casi que nos demos cuenta de la transformación.

Con una nota que ronda el sobresaliente, lo bueno de esta cinta es el paso del tiempo, lo bien que está envejeciendo para los cambios sociales que llevan ocurriendo en estos últimos quince años. Internet, las redes sociales,… no hay nada de esto en la película (y de seguro que habría habido reflexión acerca de esta nueva forma de relacionarnos) y sin embargo no hace falta para entender el nuevo siglo al que se enfrentaba en el momento de su estreno. La frustración de seguir los consejos de nuestros padres para acabar sin conseguir lo que deseamos, la publicidad y la televisión, los trabajos alienantes,… Al final, como dicen en una escena, “en el club de la lucha luchas contra todas las cosas que odias en esta vida”.

Calificación: Muy buena/Imprescindible

Lo Mejor: El toque Fincher y la contribución de Pitt y Norton a una película clave para entender la época que nos ha tocado vivir.

Lo Peor: Demasiado áspera para entenderla en el primer visionado.

La vería de nuevo: Sí, en esto consiste su gracia.

La Recomiendo: Sí, pero no apta para todos los estómagos ni para los que solo vean un manifiesto anarquista antisistema.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0137523/combined

Tráiler en You Tube (español):

* Os incluyo las bizarras reglas del club de la lucha:

  1. La primera regla del Club de la Lucha es: Nadie habla sobre el Club de la Lucha.
  2. La segunda regla del Club de la Lucha es: Ningún miembro habla sobre el club de la Lucha.
  3. La tercera regla del Club de la Lucha es: La pelea termina cuando uno de los contendientes grita «basta», desfallece o hace una señal.
  4. La cuarta regla del Club de la Lucha es: Solo dos hombres por pelea.
  5. La quinta regla del Club de la Lucha es: Solo una pelea cada vez.
  6. La sexta regla del Club de la Lucha es: Se peleará sin camisa y sin zapatos.
  7. La séptima regla del Club de la Lucha es: Cada pelea durará el tiempo que sea necesario.
  8. La octava regla del Club de la Lucha es: Si esta es tu primera noche en El Club de la Lucha… TIENES que pelear.

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Película – Licencia para matar (revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Licence to Kill

Año: 1989

Director: John Glen (Sólo para sus ojos, Octopussy, Panorama para matar, Alta Tensión)

Guión: Richard Maibaum, Michael G. Wilson

Basado en el personaje de Ian Fleming (parte de la trama de los libros “The Hildebrand Rarity” y “Vive y deja morir”)

Música: Michael Kamen

Fotografía: Alec Mills

Reparto

  • Timothy Dalton
  • Carey Lowell
  • Robert Davi
  • Talisa Soto
  • Benicio del Toro
  • David Hedison
  • Desmond Lewelyn
  • Robert Brown
  • Caroline Bliss

Como homenaje al 25 aniversario del estreno de 007 : Licencia para matar, he aquí mi acercamiento crítico y reivindicativo del título. Caí en la cuenta el otro día que leí un artículo de online de la revista Squire, que hablaba de “The most underrated Bond movie” como una de las películas más infravaloradas de la franquicia 007, algo en lo que no puedo estar más de acuerdo. Como fan acérrimo del personaje de Fleming, veo en la segunda incursión de la interpretación de Dalton una de las mejores historias jamás rodadas del agente secreto. Irónicamente, la cinta estuvo a punto de acabar con la franquicia más longeva del cine, puesto que a la fría acogida que tuvo en la taquilla se le unieron los postreros problemas legales entre United Artist y Metro Goldwyn Mayer, lo que hizo que expirara la posibilidad de que Dalton consolidase la visión del personaje en una tercera entrega mientras transcurrió el período más largo desde 1962 sin una cinta de 007 (de 1989 a 1995), antes de que Brosnan relanzara la saga con Goldeneye.

En mi línea de defender posturas marginales, he de decir que Dalton es mi 007 favorito de todos los tiempos. No digo que Connery sea malo ni que Craig esté haciendo un mal papel (para nada, no hay más que revisitar mi reseña de Skyfall). Pero esta visión de un 007 duro y vengativo, con problemas sentimentales y humanos detrás de ese frío cinismo que le convierte en la máquina perfecta de matar, ya se abordó con esta cinta mucho antes de Casino Royale (2006) y siguientes. La fina ironía y el humor caricaturesco de las décadas anteriores ya estaba en declive y el cine de acción en los 80 demandaba un cambio de modelo. Dalton quiso volver al Bond de las novelas, más terrenal y menos fantasioso. Su tipología de actor supuso que en Alta Tensión (1987) le tuvieran que readaptar los diálogos que estaban originalmente escritos para el humor autoparódico y socarrón de un Roger Moore que ya estaba en las lonas, muy envejecido para un personaje que exige gran vigor físico. Aún así, dicha primera incursión de Dalton resultó demasiado amable para el lado oscuro que quería resaltar para el oficio de agente secreto, que necesita de cierta tortura psicológica para justificar una profesión tan poco común y políticamente incorrectísima. Sin embargo, aquí en “Licencia para matar” (título que comparte en español con la película de Clint Eastwood de 1975 “The Eiger Sanction”) se hizo un Bond tan oscuro que la película fue clasificada con la clasificación PG-13 en USA por el uso de algunas escenas violentas, lo que seguro lastró su carrera comercial.

De hecho, al igual que otro de los títulos de culto de la franquicia “Al servicio secreto de su majestad”, uno de los puntos fuertes es el argumento que se sale de la clásica estructura del canon, donde no hay villano que quiera dominar el mundo ni una misión al uso. Lo que tenemos es una historia de venganza personal, con un 007 que se enfrenta su jefe y la consecuencia directa de que su licencia para matar es revocada por primera vez. La cinta comienza con Bond dirigiéndose a la boda de su antiguo colega de la CIA y amigo, Félix Leiter, de la que es padrino. En el camino se enteran de que un narcotraficante llamado Franz Sánchez del que llevan mucho tiempo detrás de él, ha cruzado la frontera y es la ocasión perfecta para atraparle, cosa que hacen antes de hacer una entrada triunfal en la iglesia y llegar con un leve retraso. El problema es que Sánchez logra escapar gracias a sobornos y lo primero que hace es tomar represalias contra Leiter y su mujer, a quien dejan gravemente malherido. Ante la pasividad de los compañeros de Leiter, Bond decide tomarse la justicia por su mano y es cuando su jefe le prohíbe ir detrás de Sánchez y le anula la licencia para matar. Perseguido por su propio gobierno, 007 se hará pasar por matón a sueldo en busca de trabajo y se intentará infiltrar en la organización de Sánchez para vengar a su amigo, en una de las misiones más peligrosas a la que se haya enfrentado.

La verdad es que “Licencia para matar” es un Bond serio y adulto, lo que probablemente impactó al espectador de 1989 (recordemos que en la taquilla de ese año teníamos a Indy, Arma Letal y Batman). Pasa algo similar a la escena final de “Al servicio secreto de su majestad” rodada 20 años antes, donde el público de la época no se esperaba un cambio de registro tan brutal. Es paradigmático pensar que precisamente el éxito del Bond actual de Craig tenga sus raíces en el de Dalton, solo que quizás el público de finales de los 90 no estaba todavía preparado. El registro interpretativo de Timothy Dalton, forjado en interpretaciones de personajes de Shakespeare, intentó sin éxito aproximarse al Bond de las novelas originales de Fleming, más terrenal y mundano, que es en lo que ha triunfado Craig. Una de las cosas que más me gustan de Dalton es que algunas veces como 007 da miedo, por la frialdad de su mirada no sabes lo que va a hacer ni lo que está pensando, aunque te puedes temer lo peor. Ejemplos en esta cinta lo tenemos cuando un personaje le da un puñetazo cariñoso en el brazo y le dice “tú debes de ser Bond”, lo cual suponemos que no le gusta; o el diálogo con el villano en el que éste le pregunta a qué se dedica y Bond le contesta que “elimina problemas”. Tampoco se anda con medias tintas en la manera que tiene de ir eliminando a los malos de la función, más directa y cruel que de costumbre. La idea de jugar con el miedo de Sánchez a que le traicionen y su manera de recompensar la lealtad hace novedosa la manera en que Bond menoscaba su organización. Y por primera vez el villano da realmente miedo, porque le crees capaz de las muertes más horribles. Y sobre todo, es un villano real, sacado de la época y de las mismas portadas de la prensa, con su plan de extender su imperio de la droga por todo el continente. Y además, el joven ayudante de Sánchez era un debutante Benicio del Toro, más mortífero si cabe que su propio jefe.

Las escenas de acción son muchas y variadas, y corresponden a la manera de hacer cine del momento, con lo que la franquicia se actualiza y se pone un poco al día frente a los principales competidores de la década (con quienes había perdido terreno, si tenemos en cuenta que Bond fue el padre fundador del género de evasión en los sesenta y setenta). La escena de los camiones cisterna llenos de gasolina nos retrotrae a las persecuciones de “En busca del arca perdida” y tienen su toque de fantasmada propio de Bond, pero totalmente creíble (más o menos…). Al igual que la mezcla de escenas aéreas y acuáticas, en las que la franquicia es especialista, y que están perfectamente insertadas en la trama; como ese momento en el que arponea lleno de furia a un secuaz para acto seguido lanzarse al agua y hacer esquí acuático con un hidroavión en marcha… vamos, Bond en estado puro, sólo que esta vez realmente furioso. Y la banda sonora acompaña magistralmente estas escenas, con una variación del clásico “James Bond Theme” que para muchos no alcanzó el nivel de las suites de John Barry, pero que para mí le dio un toque genial con ese aire hispano que pegaba con la ambientación de la película en una imaginaria república bananera sudamericana.

Otra razón por la que la cinta pasó sin pena ni gloria fue que las chicas Bond escogidas para la ocasión no alcanzaron la notoriedad típica de otras películas, como Ursula Andress o Barbara Bach. Y tremendamente injusto en mi opinión, puesto que Carey Lowell y Talisa Soto están magníficas aquí, alejadas del estereotipo machista de chicas tontas de otros títulos, y anticipando al estilo de chica Bond guerrera y peleona que vendrá años después, sobre todo el papel de piloto de la CIA de Lowell (Talisa Soto hace un papel de novia florero de Sánchez decorativo pero esencial en la trama, con ese toque de latina ardiente y temperamental). Además, las chispas que saltarán entre ellas por llevarse a 007 al huerto serán antológicas…

Pero no todo iba a ser nuevo y extraño en esta entrega, y de hecho tenemos otra vez al familiar personaje de Q interpretado por el incombustible Desmond Llewellyn. En una trama en la que Bond actúa por su cuenta, Q aparece por sorpresa y tendrá un papel un poco más extenso que de costumbre, lo cual siempre es de agradecer y le da un toque novedoso a la franquicia, donde los secundarios siempre han estado relegados al mismo tipo de escenas.

Por todas estas cosas, he de acabar mi reseña señalando a “Licencia para matar” como una de las tres mejores cintas de Bond; no es para los puristas de la saga, desde luego (a ellos les recomiendo mejor “Desde Rusia con amor” o “Goldfinger”), para los que adoran el humor socarrón de Moore (“La espía que me amó” u “Octopussy” son buenos títulos) o para los que prefieren la moderna visión de Craig (“Skyfall” les gustará más), pero desde luego que, junto con la ya mencionada “Al servicio secreto de su majestad” o “Casino Royale”, componen un acercamiento al personaje bastante atípico que merecen la pena por lo arriesgado de su propuesta de salirse de la estructura establecida de la época.

Calificación: Para mí, imprescindible. Una del top 3 de la saga Bond. Es posible que si fuera algo objetivo, hubiera algunas por encima de ésta.

Lo Mejor: Nunca hubo un Bond tan duro como el de Timothy Dalton, ni siquiera Craig. Las escenas de acción intercaladas con la versión musical del tema de 007 de esta película son de las mejores de la saga.

Lo Peor: Algunos momentos de la trama cogidos por los pelos. Que la cinta no tuviera una buena vida comercial y que por los problemas legales de la productora Dalton no hiciera una tercera entrega de 007.

La vería de nuevo: Sí.

La Recomiendo: No es un 007 para todos los gustos, por su dureza y por alejarse de la estructura habitual de la saga. No la recomiendo si eres de los que piensan que Connery sigue siendo el mejor.

Películas similares:

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0097742/combined

Tráiler en You Tube (inglés):

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Película – Rebeca (revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Rebecca

Año: 1940

Director: Alfred Hitchcock (Encadenados, La Ventana Indiscreta, Con la Muerte en los Talones, Vertigo, Psicosis, Los Pájaros)

Producción: David O. Selznick

Guión: Philip MacDonald, Michael Hogan

Basado en el libro de Daphne Du Maurier

Enlace a la reseña de Malosa

Música: Franz Waxman

Fotografía: George Barnes

Reparto

  • Laurence Olivier
  • Jean Fontaine
  • George Sanders
  • Judith Anderson
  • Gladys Cooper
  • Nigel Bruce
  • Reginald Denny

Ya iba siendo hora de que me atreviera con los clásicos, y nada mejor que un Hitchcock para ir abriendo boca. Aunque “Rebeca” se trata de una de sus obras menores, rezuma clasicismo por los cuatro costados, no en vano es fruto del inicio de la época no dorada, si no más bien sagrada de Hollywood; es decir, la cinta data de 1940 y el productor es David O. Selznick, quien venía de rodar un año antes otro clásico imperecedero “Lo que el viento se llevó” (la escena del logo de precréditos de la productora es el mismo). Y Hitchcock comenzaba su exitosa aventura americana con esta cinta que todavía tiene un poso británico por los actores y ambientación ingleses. El realizador todavía no había empezado a dirigir sus inmortales obras maestras pero ya empezaba a coger velocidad de crucero para rodar grandes historias con unas técnicas magistrales de rodaje y, sobre todo, incorporando ese suspense a cualquier escena que pudiera acelerar el rimo cardíaco del espectador. Pero por encima de sus géneros cinematográficos (espionaje, terror, alguna comedia ocasional,…) tenemos siempre las grandes historias de amor, verdaderos mcguffins de sus tramas en las que la relación tormentosa de los protagonistas se antepone (sin saberlo muchas veces) al desarrollo de un enrevesado argumento con giros de guión durante o al final del metraje. Y ése es el gran legado del realizador británico.

“Anoche soñé con que volvía a Manderley” … y así empieza esta historia en modo de flashback en la que una protagonista sin nombre trabaja como ayudante de una ricachona y algo déspota mujer en la Costa Azul monegasca. Allí conoce a Maximilian de Winter, un desgraciado aristócrata inglés recientemente viudo dueño de una fabulosa mansión en el sur de Inglaterra conocida como Manderley. Pronto se enamoran y, ante la súbita partida hacia Nueva York por parte de la mujer, deciden casarse y dar a nuestra protagonista una nueva oportunidad de ser feliz. Pero cuando llegan a Manderley para que asuma el papel de la nueva señora de Winter, pronto descubrirá la alargada sombra de la fallecida Rebeca en los muros y las estancias de la mansión. Sus iniciales en todos sus objetos, sus vestidos o el recuerdo de su persona en los integrantes del servicio y familiares supondrán una pesada losa para nuestra nueva señora de Winter. Pero sobre todo la odiosa ama de llaves, la señora Danvers, quien con su sola presencia es capaz de aterrorizar y despertar todos los miedos y complejos de inferioridad. Las sombras y misterios que se arrojan sobre la mansión, la ama de llaves y la propia Rebeca irán in crescendo hasta alcanzar un punto álgido en la cadena de acontecimientos en Manderley, y descubriremos el mayor secreto que esconde el lugar…

“Rebeca” es una historia de amor, como casi todas las cintas de Hitchcock, aunque nos dé la impresión de que es una historia de suspense e intriga. Y desde luego que estos ingredientes están presentes en la trama, con ese inicio tenebroso que se asemeja a una historia gótica de fantasmas. No en vano tenemos el espíritu de una persona que no está físicamente entre los protagonistas pero su recuerdo y su presencia perduran continuamente en la trama. La verdad es que no hay una película que trate mejor el tema del recuerdo del misterioso ausente: ese predecesor al que nunca se llegará a estar a la altura, todos mantendrán su recuerdo imborrable y no sabremos cómo era o qué hacía más que a base de retazos y pinceladas sueltas que el protagonista irá encajando para unir las piezas de un puzzle mitificador per se. El blanco y negro irá de perlas a esta cinta que aporta tantas luces y sombras en los decorados y paisajes como en los personajes y la psicología.

Porque de entre tantos puntos fuertes de esta película tenemos sobre todo la fotografía y la realización. Las transparencias, como en tantas cintas de la época, se notan pero no molestan ni interrumpen la trama. Sabemos que están ahí y lo asumimos como parte del juego. Igual que las maquetas que reproducen el decorado de la mansión, las cuales no dejan de fascinarnos por mucho que el cine actual haya superado estos trucos. Ya le gustaría a la inmensa mayoría de títulos tener la calidad artística que destila este cine. Pero cuando pasamos a los interiores y vemos a la iluminación jugar con los intérpretes y los rostros, las estancias y los pasillos, sabemos que nos están contando otra historia por medio de la maestría visual y de las imágenes que sugieren antes de que se diga una sola palabra. ¿Y qué decir de esos primeros planos de objetos, notas, y cartas? A destacar también los movimientos de cámara y planos del bueno de Sir Alfred, donde podemos percibir grandeza simplemente con que la protagonista gire la cabeza hacia la cámara mientras el otro personaje queda en plano pero desenfocado.

¿Más puntos fuertes? La intensidad de la trama que va cogiendo carrerilla conforme avanza el metraje. De unas soleadas escenas al inicio en Montecarlo donde todo parece idílico hasta la atmósfera opresora y agobiante de la mansión en la que los celos, las pasiones y los nuevos personajes soberbiamente introducidos que se van incorporando a la historia hacen que la intriga se convierta en desasosegante e insoportable. No, no es una historia de espías a lo “Con la muerte en los talones” o “Encadenados”, ni tampoco es terror como “Psicosis” o “Los Pájaros”, pero las sorpresas y los giros estarán a la orden del día, para servirnos un final en bandeja digno de sus mejores filmes o de las obras de Agatha Christie.

La protagonista, Jean Fontaine, hermana de Olivia de Havilland y enemistada durante décadas con ella, ganó un Óscar en 1941 por la siguiente cinta de Hitchcock, “Sospecha”. Aquí, e igual que en la novela, está insoportable y abofeteable, una de las peores heroínas de la historia del cine. Su indolencia ante los acontecimientos que la superan y la anulan pone de los nervios al espectador actual, quienes nos sentimos indignados por las injusticias a las que se ve sometido semejante personaje ante las circunstancias que se le presentan. Fruto del machismo de la época y de la supeditación femenina al marido, encontró su réplica en el misógino Hitchcock y las jugarretas a las que sometía a sus protagonistas femeninas. El propio director ayudó a crear el rumor del odio que destilaba el equipo de rodaje hacia Fontaine, lo que vino de perlas para bordar la interpretación desvalida del personaje. Como resultado, tenemos justamente lo que se necesita de la historia: una chica que no hace más que dar pasos en falso y equivocarse en todas las acciones que comete, con una actitud tímida y reservada fruto de la actitud del resto de personajes hacia ella.

Laurence Olivier está a la altura del papel que se le presenta aquí, ganándose la fama de uno de los mejores intérpretes de la historia. Su personaje tiene tantos matices y está tan atormentado, que lo fácil hubiera sido caer en algún cliché. A ratos duro, a ratos tierno, se comporta como el gran galán que era; y su interpretación está barnizada de un gran desdén que impregna toda la cinta y hace que estemos deseosos de conocer los profundos secretos que esconde su personaje. Al igual que el papel de la señora Danvers, Judith Anderson, que desde su primera irrupción en pantalla (su aparición no puede llevarse otro nombre) nos inquieta y hace que sintamos escalofríos por los tejemanejes que se destilan en esa mansión. Y por supuesto, no quiero desvelar nada, pero el papel que desempeñará en la trama será esencial…

Poco más que decir de este gran clásico del que se han escrito ríos de tinta, salvo que espero haber despertado un poco la curiosidad para acercarse a esta cinta y añorar la época clásica de un cine que ya no volverá.

 

Calificación: Imprescindible obra maestra, no encuadrada en el top cinco del cineasta pero sí un gran clásico de todas maneras.

Lo Mejor: La trama, el final, Laurence Olivier, Judith Anderson, Manderley, la fotografía, los planos, las luces, las sombras…

Lo Peor: El personaje (que no la interpretación) de Joan Fontaine.

La vería de nuevo: Por supuesto.

La Recomiendo: Por supuesto

Películas similares: Sospecha, Encadenados, Recuerda, Stoker.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0032976/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – El caso Bourne (Revisión)

El caso Bourne Poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: The Bourne Identity

Año: 2002

Director: Doug Liman (Sr .y Sra. Smith, Al filo del mañana)

Guión: Tony Gilroy, William Blake

Basado en el libro de Robert Ludlum

Música: John Powell

Fotografía: Oliver Wood

Reparto

  • Matt Damon
  • Franka Potente
  • Chris Cooper
  • Clive Owen
  • Brian Cox
  • Julia Stiles

Con el estreno la pasada semana de “Al filo del mañana”, he aprovechado para revisitar uno de los primeros éxitos de Doug Liman que fue El Caso Bourne. La cinta de 2002 supuso un punto y aparte en el género de espionaje por combinar lo mejor del género heredado de los años 60 y 70 con una puesta al día de las escenas de acción basadas en artes marciales y persecuciones adrenalíticas. El buen hacer de Liman y su solvencia a la hora de presentarnos la trama y rodar las grandes escenas tiene su contrapunto en las dos secuelas que dirigió Paul Greengrass (El Mito de Bourne y el Ultimátum de Bourne); también de igual o mayor éxito que esta primera aunque para mí peores por intentar ofrecernos más de lo mismo y cambiarnos a un estilo de rodaje y fotografía más agresivo y movido. Greengrass tiene un estilo de rodar “cámara en mano” nervioso e inquieto que personalmente no me ha acabado nunca de gustar. Hay una cuarta secuela de Bourne ya sin Damon, Liman ni Greengrass (El Legado de Bourne) que intentaba seguir la trama de manera paralela con nuevos agentes secretos y que Jeremy Renner se encargó de capitanear en el papel principal pero la buena es la primera, por el soplo de aire fresco que supuso en el género y lo bien rodada que resultó.

La historia está basada en los libros de Robert Ludlum, quien murió un año antes de que estrenara la película y, por lo tanto, no llegó a presenciar el éxito de su personaje. También hay una película anterior protagonizada por Richard Chamberlain pero que, evidentemente, no llegó a cuajar ni a tener la acogida que supuso la recreación de Damon del personaje.

Un barco pesquero marsellés rescata en mitad de una tormenta en el Mediterráneo a un hombre joven inconsciente y con varias heridas de bala. El médico del barco después de curarle descubre que tiene implantado un microchip con un número de cuenta de un banco suizo. Tras recuperar la consciencia el hombre no recuerda nada de su vida ni de su pasado, ni tan siquiera su nombre. Sin embargo, sabe hablar varios idiomas y domina la lucha cuerpo a cuerpo. Después de varios días a bordo desembarca en tierra firme y decide dirigirse a la sede suiza del banco donde tiene la cuenta para descubrir que tiene una caja de seguridad a su nombre. Dentro de la misma hay dinero, una pistola, pasaportes con su foto y distintas identidades. Una de ellas, la del pasaporte americano, está a nombre de Jason Bourne, y también descubre que tiene su domicilio en París. Decide visitar la embajada americana al día siguiente, pero antes se enfrenta a dos policías urbanos a los que deja fuera de combate sin pretenderlo, dándose cuenta de que es más letal de lo que había pensado en un momento. Al día siguiente, en la embajada, es detectado por los servicios de inteligencia y se da orden a todos los operativos del edificio de detenerle e impedir que escape. De nuevo deja fuera de combate a varios guardias y en su huida conoce a una chica alemana llamada Marie, a quien la ofrece dinero a cambio de que le ayude a llegar a París en su modesto Mini rojo. Durante el camino decide confiar plenamente en la chica y le cuenta toda su historia, y Marie ayudará a Bourne en su empeño para conocer su identidad y la de quien le persigue; y a partir de este momento se verán envueltos en un peligroso juego a través del continente donde asesinos profesionales intentarán darles caza y evitar que conozcan la verdad.

La verdad es que “El Caso Bourne” es una delicia para los amantes del género de espías, heredado directamente de la fundacional “Con la muerte en los talones” de Hitchcock y su continua huida hacia adelante argumental. Es decir, la historia es el punto fuerte de una trama que nos presenta un misterio que resolver acerca de la enigmática identidad de un hombre que no tiene más que interrogantes a los que responder, y que en un determinado momento activa todas las alertas del Servicio Secreto para comenzar una persecución a través de los escenarios clásicos del género. Suiza, Marsella, Francia, estaciones de tren, consignas de un banco, pisos francos,…

En un momento del rodaje, a Damon le preocupó el intentar enfocar de manera realista y científico el tema de la amnesia parcial (no saber nada de tu pasado pero recordar idiomas y destrezas varias relacionadas con la peligrosa profesión anterior) pero rápidamente Liman le sugirió que no se preocupase de ello, puesto que no se trataba de realizar un tratado médico sobre la enfermedad sino de usar un recurso narrativo para que la trama avanzase como una mera excusa argumental. Y en eso consiste esta cinta, en no dar un minuto de respiro al espectador y sorprender en sus giros narrativos. Además, el personaje resulta atractivo desde el punto de vista físico (es igual de bueno que el resto de asesinos entrenados para capturarle, verdaderas máquinas de matar en las que la gente de a pie no tienen ninguna opción contra ellos) y moral (tiene remordimientos y conciencia, y aunque era uno de los mejores en su antiguo trabajo, al perder los recuerdos decide resetear de nuevo y llevar una vida normal). Matt Damon resultó ideal para el papel, dando ese aspecto de americano perdido por Europa, desvalido al principio pero de armas tomar al final, conforme va experimentando una transformación moral durante la trama y conforme nuevas piezas de información se van desvelando. Y el contrapunto perfecto lo aporta Franka Potente, ya que no es una belleza al uso como podríamos esperar en una cinta similar de gran presupuesto y actrices despampanantes. La actriz alemana, famosa por la experimental “Corre, Lola, Corre”, aporta ese toque de normalidad que podríamos encontrar en cualquier chica europea que viaje de Interrail, y la relación que mantendrán ambos personajes es totalmente definitoria sobre la clase de persona en la que el personaje de Damon se convierte y desea llegar a ser.

Pero actores semidesconocidos europeos (también tenemos a un excelente Clive Owen que ya empezaba a despuntar por la época) no significa que sea una cinta barata. De hecho parece que el presupuesto no se lo gastaron en grandes deportivos que luego destrozan en persecuciones, sino en las persecuciones en sí mismas. Me refiero, está claro, a la icónica escena del Mini rojo por las calles de París, conduciendo por escaleras peatonales y avenidas en dirección prohibida, mientras la gendarmería francesa y la Interpol tiene a todas las patrullas detrás de los huidizos personajes. Gracias a “El Caso Bourne” y su gran éxito, se cambió en parte la manera de rodar este tipo de cine en Hollywood. De hecho, las peleas y escenas de lucha cuerpo a cuerpo incorporaron un novedoso arte marcial rápido y coreografiado que luego personajes como 007 y Batman no dudaron en usar para sus propias franquicias.

En definitiva, todo un clásico instantáneo del género que lo actualizó y lo puso al día. Se agradece que la trama se desarrollara por Europa dándole ese aire de clasicismo y vieja decadencia, pero con el toque del mejor cine de evasión actual. Totalmente recomendable.

Calificación: Imprescindible, fue un clásico instantáneo del género en su día y vuelta a ver no pierde ni un ápice de su frescura.

Lo Mejor: La factura con la que está rodada y la manera con la que se integra la acción con la trama de espionaje. Revisita los clichés clásicos del género de manera afortunada.

Lo Peor: Que Liman no continuara con posteriores películas de la saga y se encargara Paul Greengrass

La vería de nuevo: Sí.

La Recomiendo: Como película de espionaje es una de las mejores que he visto.

Películas similares: Ronin, Los últimos días del cóndor, Con la muerte en los talones

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0258463/combined

Tráiler en You Tube (inglés):

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Película – El lobo de Wall Street

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

The Wolf of Wall Street

Año: 2013

Director: Martin Scorsese (Taxi Driver, Malas Calles, Uno de los nuestros, Casino, Gangs of New York, Shutter Island, Infiltrados)

Guión: Terence Winter

Basado en el libro de Jordan Belfort

Música: Howard Shore

Fotografía: Rodrigo Prieto

Reparto

  • Leonardo DiCaprio
  • Jonah Hill
  • Margot Robbie
  • Matthew McConaughey
  • Kyle Chandler
  • Jean Dujardin
  • Jon Favreau

Definitivamente, 2013 ha sido el año de Leonardo DiCaprio, tras ser villano de lujo de Tarantino en Django Desencadenado, y protagonista de la función en El Gran Gatsby.  Y todavía le quedaba pendiente de estreno esta sátira alocada y excesiva sobre el mundo de las altas finanzas, basada en una historia real que llevaba varios años empeñado en adaptarla y con la que ha conseguido sacar del retiro al mismísimo Martin Scorsese, quien ha asegurado que se trata de la última película que rodará. Desde luego que el director de Uno de los nuestros y Casino ha llevado a cabo la evolución lógica de los personajes centrales de su filmografía, la quinta colaboración con DiCaprio y convirtiéndole en su musa en toda regla. Si en otras ocasiones mafiosos y matones eran el hilo conductor de la particular visión de América según Scorsese, ahora tenemos a la misma tipología de personajes en el ámbito de las grandes finanzas pero conservando el hálito perdedor y de degradación moral que implica una vorágine autodestructiva de drogas y dinero fácil. Los mafiosos de los casinos se transmutan ahora en engominados agentes de bolsa, pero el transfondo será el mismo. No hay mucha diferencia entre el Robert de Niro de Casino y este DiCaprio de las altas finanzas, con drogas, dinero y rubias fatales de por medio. La novedad ahora es el tono cómico que le ha dado Scorsese, realmente acertado sin caer en ningún tipo de situación forzada ni sin que nos resulte extraño el género en el que nos propone este viaje lisérgico.

La película está basada en las memorias escritas por Jordan Belfort, un joven y ambicioso broker de los noventa que llegó a Wall Street dispuesto a ganarse la vida en los mercados de valores. Empezando desde cero y sin licencia bursátil en una firma de intermediación, ahí conoce a su mentor Mark Hanna, y pronto le enseña los dos grandes secretos del mundillo: que no importan nada las ganancias de los clientes sino las comisiones que se les cobran, y la cocaína como método para tener la mente lúcida y poder aguantar el frenético ritmo que supone trabajar en la bolsa. Sin embargo, al poco de obtener la licencia los cimientos del sistema temblaron con el crack bursátil de 1987, y se vio en la calle buscando otra empresa donde desarrollar la actividad financiera. Con el apoyo de su esposa empieza en una menos glamorosa sociedad de inversiones de baja capitalización, donde todo es más cutre pero las comisiones son mayores y es entonces cuando es consciente del filón para ganar dinero de verdad. Reúne a un grupo de inadaptados sociales a los que enseña el arte de vender por teléfono instrumentos financieros, incluyendo al que será a partir de entonces su más fiel amigo, Donnie Azoff. Donnie no sólo será el contrapunto cómico que evolucionará con Jordan en su desarrollo profesional y económico; también le acompañará en su descenso a los infiernos (o paraíso, según se mire) de fiestas y bacanales con sexo y drogas por doquier, donde el dinero será despilfarrado sin miramientos conforme vaya prosperando la agencia de valores creada desde cero. Los desaforados discursos motivacionales a sus empleados, la locura en que se convertían las oficinas con cada nueva ocurrencia, las nuevas mujeres que iban llegando a su vida, los grandes cochazos deportivos, las mansiones y los yates, hicieron que la revista FORBES le calificara como “el lobo de Wall Street” y le convirtió en el foco de las investigaciones del FBI. La acusación de estafa financiera a sus clientes y blanqueo de dinero planeará sobre Jordan y desde entonces el tira y afloja entre Belfort y la justicia será patente en ese descenso a los infiernos moral y laboral.

Lo que ha hecho Scorsese al adaptar esta historia ha sido alejarse de la visión chulesca y cínica que alcanzó Oliver Stone con la obra maestra de las películas bursátiles, Wall Street, estando más cerca de “Entre pillos anda el juego” (“Trading Places”, 1983), con Eddie Murphy y Dan Aykroyd. En este sentido, vemos como una serie de inadaptados sociales convertidos en alto ejecutivos hacen de la picaresca su modo de vida. A base de hacer a los protagonistas simpáticos y para nada estirados, el director se garantiza que el público simpatice con estos gañanes más parecidos a los matones de Casino que a los sofisticados brokers de Wall Street. Resulta hilarante, por ejemplo, que uno de los corredores que forman parte del equipo de DiCaprio sea Ethan Suplee, el hermano grandote, tontorrón y con pocas luces de la serie “Me llamo Earl”, en un papel que no tiene ni una sola frase pero que no hace más que permanecer en segundo plano continuamente y desviando la atención en todo momento.

En general la cinta rinde a unos niveles muy altos de calidad. Es por esto que tiene tres fallos que considero que resalten más. En primer lugar, su excesiva duración. Son tres horas de metraje que para mucha gente pasan rápidamente, pero que a mí me resultaron excesivas. Quizás con media hora ó 40 minutos menos hubiera sido perfecta, quitando algunas escenas que no aportan nada a la resolución del argumento (pero que aportan grandes carcajadas, eso sí).

El segundo defecto que le veo es el exceso de drogas, puteríos e infidelidades que nos brinda la película. Sabemos que Scorsese no se caracteriza por mostrarnos el lado tierno y melindroso de la vida, y que él mismo no ha sido un monje de clausura. Pero llega un momento que ya aburre ver esnifar cocaína encima de mujeres desnudas; así como también cansa la desastrosa vida amorosa del protagonista consecuencia de una falta total de moralidad, que a mí personalmente hace que no sienta lástima por el final al que se enfrenta. Será que yo soy un idealista, pero creo firmemente que se puede llevar una vida exitosa en lo profesional sin traicionar tus principios, ni dejarte vender por el dinero fácil (lo que no quita que se pueda ganar dinero).

Lo que me lleva al tercer defecto principal de la película, algo habitual en el cine de hoy en día en el que la realidad actual se ha visto golpeada por la crisis financiera global en la que nos hemos sumergido. De hecho, la relectura de los “malvados mercados” como causantes de la crisis actual me irrita tremendamente por lo demagógico de la totalidad de las propuestas actuales; desde el subgénero creado con propuestas como “Margin Call”, “Inside Job” o “Wall Street: el dinero nunca duerme”, hasta películas aparentemente ajenas al tema como “Millenium” o “Los juegos del hambre”, donde los malos de la función son financieros o ricachones causantes de la pobreza actual mientras ellos se lucran aún más. Para los entendidos en finanzas, las operaciones y situaciones presentadas en “El lobo de Wall Street” están vagamente descritas y hace uso continuo del recurso fácil del narrador de despachar las explicaciones farragosas aduciendo que el espectador no entenderá nada de OPVs y demás. En ningún momento se explica en qué consisten los fraudes que comenten (aunque el DiCaprio narrador nos deja claro que engañan a los clientes continuamente). Básicamente usa la técnica contraria a Margin Call y el resto de películas arriba mencionadas: la descripción minimalista del ambiente bursátil, frente al exceso de tecnicismos abigarrados que dejan al espectador confundido y perplejo (y que no tiene más intención que confundir al oído experto). En este sentido, Wall Street (1987) sigue siendo la reina en retratar el mundillo con pinceladas fugaces y a la vez certeras y verosímiles.

Pero si obviamos estos tres defectos y vemos a la cinta con la adecuada distancia moral (y no como un dogma de actuación vital, como hay que hacer con el resto de la filmografía de Scorsese) nos encontraremos con una de las mejores películas de los últimos meses, con un DiCaprio inmenso como actor que confirma su plenitud artística (algo de lo que ya hablé en Diamante de Sangre o El Gran Gatsby) y su capacidad para destacar frente a sus rivales en el olimpo actoral (sobre todo frente a Tom Cruise y Brad Pitt, los otros dos grandes divos atractivos con los que se lleva batiendo el cobre las últimas dos décadas de taquillazas). Aquí está mucho más gracioso que en “Atrápame si puedes”, y más físico que nunca: salta, grita, se enfada, da discursos, baila, se arrastra, gatea,… Y todo ello sin perder la compostura ni la dignidad (algo de lo que, por ejemplo, Ben Stiller no podrá hacer jamás, como comenté en mi anterior reseña). Los puntazos cómicos que nos ofrece la película son innumerables; y en el saco también hay que meter a Jonah Hill, auténtico gran descubrimiento de la cinta y sin el que la mitad de las escenas en las que nos tronchamos no tendrían tanta gracia (el momento en que conoce a la rubia Naomi en la fiesta es brutal, y así tenemos una docena de situaciones). Hasta Matthew McConaughey está increíblemente brillante, con su personaje pasado de vueltas que solo sale en los diez primeros minutos; o el otro descubrimiento de la película, Margot Robbie (vista hace poco en un pequeño papel en “Una Cuestión de tiempo”), actriz que está en boca de todo el mundo (y no es de extrañar viendo las sugerentes escenas que nos ofrece).

En definitiva, Scorsese nos presenta una excesiva e hilarante historia que retrata la adicción que produce la mayor de las drogas: el dinero (con el que se pueden comprar otras drogas y el resto de las cosas como coches, yates, sexo y amigos). Es excesiva a todos los niveles, pero lo bueno que tiene es que después de esbozar las triquiñuelas de la bolsa y la degradación moral de sus trabajadores, nos señala que nadie esta exento de caer en las mismas trampas que la codicia sin límite nos impone. Da igual que sean millonarios de buena familia o gente de a pie, todos se ven corrompidos ante la perspectiva de ganar dinero aunque sea a costa del engaño ajeno. Y en este sentido, la escena final con que se cierra “El lobo de Wall Street” es totalmente reveladora de este aspecto, y sintetiza de manera genial todo lo que hemos visto durante los anteriores 178 minutos de la película. Recomiendo verla.

Calificación: Muy buena/Excelente

Lo Mejor: DiCaprio está inmenso en su papel cómico; los puntazos de comedia se cuentan a pares, gracias también a Jonah Hill.

Lo Peor: La duración puede resultar excesiva al divagar en determinados momentos centrales de la cinta. La apología de las drogas y las infidelidades resultan tan excesivas como moralmente reprobables, y en ningún momento nos da una lección sobre lo inadecuado de estas conductas.

La vería de nuevo: Sí.

La Recomiendo: Sin duda.

Películas similares: Wall Street, El gran farol, Casino, Atrápame si puedes, Entre pillos anda el juego.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0993846/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Mary Poppins (revisión)

mary poppins poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Año: 1964

Director: Robert Stevenson (Los hijos del capitán Grant, Ahí va ese Bólido, La Bruja Novata)

Guión: Bill Walsh, Don Da Gradi

Música: Richard y Robert Sherman

Basada en los libros de P.L. Travers

Reparto

  • Julie Andrews
  • Dick Van Dyke
  • Karen Dotrice
  • Matthew Garber
  • David Tomlinson

Llevaba tiempo dando vueltas sobre qué película clásica reseñar fuera del mundo de la cartelera actual. Probablemente sea más difícil reseñar una película clásica que una contemporánea, puesto que con las primeras normalmente ya se hayan escrito ríos de tinta. La respuesta me la ha dado la programación navideña de la TV en estas fiestas, puesto que Mary Poppins  es una película que hemos visto en reposiciones catódicas miles de veces, se ha alzado a la categoría de clásico instantáneo, pero nunca nos vendría a la mente como ejemplo en una lista de las mejores películas de la Disney. Y sin embargo, ha envejecido maravillosamente y se ha convertido en una película deliciosa; genial cuando la vimos de niños, perfecta para que nuestros hijos la vuelvan a ver sin preocuparnos de la carga temática, espléndida para revisitarla de adultos.

Pertenece a la etapa álgida de la Disney en los 60. Tras consolidarse con clásicos animados como Blancanieves o Cenicienta, y antes del resurgimiento de los 90 con La Sirenita o El Rey León, el declive del siglo XXI con Hércules y Mulan, y el renacimiento de Pixar en los últimos tiempos. Era una época en la que se atrevieron con películas de actores reales, teniendo mayor o menor fortuna, siendo ésta la joya de la corona. Además, impresionó en la época por mezclar dibujos animados en determinadas secuencias, y los efectos especiales no resultan demasiado sonrojantes para lo que estamos acostumbrados hoy en día (esas transparencias cuando se ordena la habitación con un chasquido de dedos). E incluso, los decorados parecen en algunos momentos sacados de una escenografía teatral.

Pero todo eso da igual. Jamás hemos visto Londres de una manera tan hermosa y poética. No es Dickens, dado que no nos muestra pobreza ni niños esclavizados en una triste ciudad decimonónica, ni falta que hace.  Nos enseña la clase más acomodada de la época, con sus manías y extravagancias, y con una mirada ligeramente irónica sobre el siglo que acababa de comenzar en aquella época (la mujer entusiasmada con su grupo feminista pero sometida al marido; la cuasi-quiebra del Banco de Inglaterra por culpa del malentendido de los dos chiquillos; el vecino retirado de la marina de guerra que no puede adaptarse a la vida civil).

Éstos y algún otro son detalles que los adultos no suelen pasar por alto pero los niños sí, con lo cual la doble mirada típica del cine de Disney que nunca deja de ser entrañable pero también divierte a padres convierte a la factoría de sueños en una marca registrada que garantiza siempre el mejor divertimento y a la vez la mejor educación. Quizás algunas veces la carga de moralina esté excesivamente edulcorada, o se base en el mensaje buenrrollista que cae en el tópico más manido; pero francamente, viendo el mundillo del entretenimiento infantil actual, se agradece este tipo de películas hechas año tras otro y que conserven su vigencia desde 1964, que es el caso que nos ocupa.

Por si hay alguien que no sepa su argumento (lo dudo), lo expongo a continuación. Mary Poppins es la historia de dos niños revoltosos en el seno de una familia acomodada del Londres de principios de siglo. Tras su última travesura -perderse detrás de su cometa y alarmar a su familia- la niñera abandona y proceden a buscar una nueva. El padre, un respetable banquero con todos los tópicos del lord inglés, hace caso omiso de los deseos de los niños sobre su próxima niñera, sin saber que éstos serán oídos punto por punto. La nueva nanny, que responde al nombre que da título a la película, les enseñará a los niños responsabilidad sin perder su esencia soñadora. Con ayuda del divertido Bert, un buscavidas urbano que lo mismo limpia chimeneas que se convierte en hombre orquesta, las aventuras se sucederán en mundos increíbles que van desde la (no) caza del zorro en caballitos de feria, hasta un paseo por los tejados de la ciudad. Un malentendido en una visita al trabajo de su padre, hará que los niños provoquen involuntariamente un caos y el consiguiente despido de su padre.

Todo esto lo que hace es que tanto los niños como su aburrido padre acaben viendo la belleza en la mujer que alimenta las palomas cerca de la catedral (comprendiendo el valor de sólo dos peniques), riéndose del chiste más tonto pero que es capaz de hacernos volar de risa contagiosa, aprendiendo la palabra más larga y difícil que nunca nadie haya inventado (pero que cambiará nuestra forma de visionar los problemas), y disfrutando haciendo volar una cometa en compañía de la familia.

Julie Andrews nunca estuvo tan magnífica interpretando a esta institutriz, ni siquiera con las posteriores Sonrisas y Lágrimas y Cortina Rasgada. Una profesión (niñera británica decimonónica) que normalmente evoca desagrado (incluso pienso en la dentuda Emma Thomson de la reciente La Niñera Mágica) hace Andrews que se eleve a la categoría de mito. No hay más que ver la parte de la ceremonia de apertura de los últimos Juegos Olímpicos de Londres 2012 que homenajeaba a la literatura infantil inglesa con una lluvia de mujeres volando con sus paraguas. Y de hecho, todo aquello que se parodie en Los Simpsons supone que forma parte importante de la cultura popular (y tenemos un episodio enterito dedicado a “Shelly Bobbins”). A la actriz la rechazaron para el papel protagonista de My Fair Lady, que ella bordaba al haber protagonizado el musical, en detrimento de Audrey Herpburn (quien fue doblada en los números musicales). Como compensación Andrews ganó el Óscar ese año mientras que la versión de Pigmalion no fue ni siquiera nominada.

Y nunca he visto una película en la que los números musicales estén tan bien encajados en la trama (que incluso algunas veces podría pecar de inconexa), dándole a ésta consistencia y continuidad. La banda sonora es preciosa sin desdeñar ninguna de las piezas, y la verdad es que Dick Van Dyke ayuda mucho a hacer inolvidables el resto de melodías en las que no participa Julie Andrews. Otro actor que también estaba en el apogeo de su carrera.

El resultado de todo esto es una fábula sobre la esencia de la felicidad, y una crítica hacia la rigidez de la educación severa. Un clásico que todos los niños deberían ver varias veces en su vida, y pasar de generación en generación como si de una receta mágica se tratase.

Calificación: Musical imprescindible

Lo Mejor: El Londres que se ve en esta película no se volverá a ver nunca. Las canciones imperecederas, que aúnan la química de los actores. Es un clásico infantil.

Lo Peor: Nada

La vería de nuevo: Por lo menos una vez al año.

La Recomiendo: Sí. Tenerla cerca para aquellos padres que, de vez en cuando, se harten de los programas infantiles de la televisión.

0017

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0058331/

Tráiler en You Tube:

Películas similares: Peter Pan, La Bruja Novata, Sonrisas y Lágrimas, La Niñera Mágica, Matilda

Libros similares: Este carácter está basado en la obra de P.L. Travers, en concreto: Mary Poppins, Mary Poppins Comes Back, Mary Poppins Opens the Door, Mary Poppins in the Park, Mary Poppins from A-Z.

También: El Jardín Secreto (Frances Hodgson Burnett), Peter Pan (James Matthew Barrie), la serie de libros en los que se basa “La Niñera Mágica”, Nurse Matilda (Christianna Brands)

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Película – Looper

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Año: 2012

Director: Rian Johnson (Brick, The Brothers Bloom)

Guión: Rian Johnson

Música: Nathan Johnson

Reparto

  • Joseph Gordon-Levitt
  • Bruce Willis
  • Emily Blunt
  • Noah Segan
  • Piper Perabo
  • Jeff Daniels

Looper es una película que me atrajo poderosamente tras leer un poco acerca de ella. Me encantó su planteamiento, y tras ver el tráiler decidí ir a verla al cine lo antes posible. No defraudó. Es un tipo de película que me gusta especialmente. No es un blockbuster de Hollywood con presupuesto estratosférico y publicidad machacona que luego se desinfla porque resulta sonrojante o floja. No nos engañemos, tampoco es cine ucraniano de autor subtitulado. Es ciencia ficción, con disparos y viajes en el tiempo, y que mezcla géneros, pero que no toma al espectador por imbécil. Te da una rica gominola que mientras la disfrutas se convierte en un caramelo duro más difícil de masticar de lo que creías.

Estamos en el año 2040. Joe (Joseph Gordon-Levitt) es un joven y ambicioso looper, una clase de asesinos a sueldo que se encargan de matar a gente del futuro. Todavía no se han inventado los viajes en el tiempo, pero esto sí ocurrirá en el año 2070, época en la que cometer asesinatos será tremendamente complicado. Cuando las mafias del futuro quieren deshacerse de alguien, lo mandan atado y amordazado al pasado para que el Looper acabe el trabajo. La remuneración la obtienen en forma de lingotes de plata que viajan junto a  la víctima.

Sólo hay una regla fundamental que un Looper debe cumplir: no dejes que tu víctima escape… aunque se trate de ti mismo.
**********OJO, (MINI) SPOILER*********Porque lo más importante de un looper es la forma de rescisión de su contrato laboral: para cerrar el bucle (de ahí el término loop) buscan a su yo del futuro 30 años después y, si está vivo, lo envían al pasado para que se eliminen ellos mismos, como último trabajo (y con un cuantioso finiquito).*********FIN DEL (MINI) SPOILER*********

Como podéis imaginar, cuando al joven Joe (Joseph Gordon-Levitt) le ponen enfrente a Bruce Willis, no tardará ni unas milésimas de segundo en comprender que se trata de él mismo… pero ya es tarde. El viejo Joe se ha dado a la fuga y el caos se ha creado. La vida de ambos está en peligro y el tiempo corre en su contra. De la ciudad al campo, el viejo Joe tendrá que hacer una última cosa para arreglar las cosas y salvar su vida, mientras el joven Joe le persigue para que sus jefes no tomen represalias.

Estamos ante una inteligente premisa argumental que funciona como un reloj (igual que el que Joe muestra en sus manos de vez en cuando, y que nos sirve de nexo para entender al mismo personaje separado por treinta años). Nos mete en una montaña rusa con continuos loopings argumentales (valga la expresión) que va desarrollando la acción. En una elipsis narrativa de lo mejor que se ha rodado en los últimos años, condensa en pocos minutos el devenir de los siguientes 30 años del protagonista, solapando las dos formas de ser del mismo personaje. Llegados a ese punto, la película te fascina y ya te ha enganchado, para que llegue el segundo tercio de la película y se produzca un parón narrativo que frena la trama, pasando a ser una cinta intimista algo desconcertante para haber empezado como un thriller futurista, y que no todos los espectadores sabrán entender. Lo que hace aquí el director y guionista Rian Johnson, es básicamente un ejercicio magistral de cambio de género y de registro, que va del cine negro futurista, al drama emocional íntimo con toques de western. Gracias a este parón empezamos a entender y casi justificar las decisiones morales de los personajes. E inteligentemente, desarrolla una trama de telequinéticos brevemente explicada al principio.

La película funciona a varios niveles, con muchas lecturas e interpretaciones de la misma. ¿Qué le dirías a tu yo del pasado si os encontráis frente a frente? ¿Cúal de los dos Joe tiene mayores motivaciones éticas y morales para hacer lo que cada uno tiene que hacer? En este sentido, la escena del encuentro de ambos en la cafetería es clave y fundamental. Supone una especie de metáfora del esperpento valleinclanesco, dos héroes clásicos deformados reflejados cada uno en el espejo cóncavo del otro. Resulta inevitable pensar en Willis con sus reminiscencias de John McLane, con sus palabrotas en medio de un tiroteo, pero sin embargo la profundidad y hondura emocional del personaje que interpreta van más allá de un matón redimido.

Joseph Gordon-Levitt le va bastante a la zaga, llevando casi todo el peso argumental de la cinta y reivindicándose cada vez más como un actor fundamental en el cine moderno (Origen, The Dark Night Rises… quién lo iba a decir cuando salía en Cosas de Marcianos). Con una labor de maquillaje que imperceptiblemente le asemeja a Bruce Willis, y tras dedicarse a estudiar diálogos de éste para que resultara creible su semejanza con él, desarrolla un personaje con muchos matices y claroscuros. Es joven, listo y ambicioso. Tiene la cordura necesaria como para conducir un Mazda clásico, aprender francés, y ahorrar lo suficiente; pero a la vez es un drogata futurista de cuidado, buscador de la redención de sus actos profesionales en la figura materna de una prostituta. Igual que lo incoherente del planteamiento que para él resulta el usar un arma para tontos (por el alcance del mismo, en palabras de uno de los personajes, quien usa en contraposición un revólver, que es más para listos).

Sobre los secundarios, destacar a Emily Blunt, fantástica en su papel de madre soltera de armas tomar, que aparece tras el giro narrativo que lleva la trama a la granja en el campo. También aparece un sorprendente Jeff Daniels, que abandona su registro cómico habitual para hacer un inesperado papel de jefe mafioso (tan inesperado que estuve dudando un buen rato si se trataba de él) que sabe a poco y te deja con ganas de disfrutarle más.

No conocía a Rian Johnson ni a sus dos obras anteriores, pero desde luego que es alguien a quien seguirle la pista después de Looper. Con un presupuesto exiguo, no gasta mucho en la ambientación futurista ni en grandilocuentes escenas de acción. Sabe manejar el ritmo del guión y realizar un sabio uso de la fotografía de la película como contraste argumental entre las distintas partes, presentando tonos fríos en la opresiva y decadente ciudad, mientras que el campo lo vemos en tonos cálidos y en grandes espacios abiertos. Un guión como Looper se podría haber malogrado fácilmente, y acabar siendo una mala película de acción. Lo que logra Johnson es que se sitúe al mismo nivel de Doce Monos, con la que comparte protagonista y temas similares.

El resultado de esta golosina es una película sobresaliente que coge el testigo de las mejores obras de ciencia ficción de Philip K. Dick y que da como resultado uno de los mejores sleepers del año, sorprendiendo en su planteamiento y en sus sucesivas vueltas de tuerca argumentales, con un buen final que no defrauda, y una trama a la que seguirás dando vueltas días después de salir del cine.

Calificación: Imprescindible

Lo Mejor: La elispsis temporal que narra en pocos minutos lo que ocurre al protagonista y nos muestra su evolución en los siguientes treinta años.

Lo Peor: El decaimiento de la trama en su sector central, por el cambio de tono que no te esperas.

La vería de nuevo: Sí, como en toda buena película de viajes en el tiempo, para captar y profundizar en los hilos argumentales y detalles que se han pasado por alto, y percibir las distintas lecturas que nos sugiere y que se dejan entrever.

La Recomiendo: Totalmente, para toda clase de espectadores que les guste el cine de evasión, pero sobre todo los amantes de la ciencia ficción, aunque siempre teniendo en cuenta ese bajón reflexivo en el ritmo.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1276104/

Tráiler en You Tube (español):

Películas similares: 12 Monos, The Terminator, Minority Report, Paycheck, Repo Men, In Time

Libros similares: Cualquiera de las historias futuristas de Phillip K. Dick

– El Sonido del Trueno – Ray Bradbury

– Algo para nosotros, Temponautas – Phillip K. Dick

– Minority Report – Phillip K. Dick

– Time Riders – Alex Scarrow

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