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Película – Ocho apellidos catalanes

ocho apellidos catalanes poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original:

Año: 2015

Director: Emilio Martínez Lázaro (Los peores años de nuestra vida, Carreteras Secundarias, El otro lado de la cama, Las 13 Rosas, Ocho apellidos vascos)

Guión: Borja Cobeaga, Diego San José

Música: Roque Baños

Reparto

  • Dani Rovira
  • Clara Lago
  • Karra Elejalde
  • Carmen Machi
  • Berto Romero
  • Rosa María Sardá
  • Belén Cuesta

Tras posicionarse como una de las comedias más rompedoras de 2014, logrando auténtica cifras astronómicas en lo que a taquilla se refiere, era de esperar que “Ocho apellidos vascos” tuviera su secuela. El maltrecho cine español, siempre necesitado de taquillazos que le den lustre a base esporádicos aciertos que arrastren al público a las salas por millares, ha encontrado comunión perfecta con el grupo audiovisual español Mediaset. La productora de Telecinco y Cuatro está decidida a rentabilizar las obligatorias inversiones en cine impuestas por ley a base de apostar por posibles bombazos e inundar la parrilla televisiva de publicidad encubierta de sus películas. De esta forma, un telediario de cualquiera de ambas cadenas estira durante semanas noticias chorras relacionadas con la película a promocionar, de tal manera que el bombardeo es continuo pero eficaz, amplificando el boca – oreja habitual hasta límites insultantes. Lo hizo con “Lo imposible”, lo hizo con “Ocho apellidos vascos” y lo está volviendo a hacer con esta secuela suya, “Ocho apellidos catalanes”. Dejando a un lado esta desigualdad de condiciones con el resto de la cartelera, nuestro cine siempre se ha caracterizado por no copiar ninguna de las cualidades de otras cinematografías más exitosas, pero sí todos sus defectos como el de hacer secuelas innecesarias como ésta que nos presentan. La primera parte pudo tener cierta frescura mezclando tópicos regionales con la comedia de enredo de toda la vida (ésa que en la que Martínez Lázaro es experto). Pero esta secuela resulta totalmente forzada e innecesaria, un intento de repetir situaciones que en la primera parte estaban cogidas por los pelos (y que funcionaban, a pesar de todo) y llevarlas al extremo para sacar la carcajada del espectador, no teniendo tanta suerte esta vez para acabar perpetrando un subproducto tontorrón y absurdo a partes iguales.

Rafa no ha conseguido superar la ruptura con Amaia. A pesar de que hizo lo imposible para hacerse con su amor viajando de Sevilla al País Vasco, no fue capaz de aguantar mucho tan lejos de su Andalucía y su relación acabó fracasando. Pero ahora Amaia se va a casar con Pau, catalán de pura cepa, y el padre de Amaia, Koldo, recurre a Rafa para que viaje a Cataluña para convencerla de que no es una buena idea y la conquiste de nuevo. Sin que Koldo sepa las verdaderas razones por las que Rafa dejó a Amaia, y sin que esté pasando la relación de Koldo con Merche por su mejor momento, ambos se presentan en la boda para poner en práctica un plan que haga que Amaia se replantee todo. Mientras tanto, conoceremos a Pau y sus tendencias hipsters, a su abuela Roser y su independentismo atroz, y a la wedding planner con alguna inclinación oculta, propiciando el enredo de situaciones cómicas con reivindicaciones territoriales…

Pocas virtudes se pueden sacar de esta cinta, fallando en todo aquello en lo que acertaba su antecesora. Los actores están forzadísimos en su repetición de estereotipos regionales, sin lógica argumental en el diseño de sus personajes (por mucha comedia que sea). Dani Rovira puede que esté más reposado y menos cómico que en la primera parte, lo cual no tiene porqué ser necesariamente malo, pero el guión no le acompaña a la hora de explorar sus capacidades dramáticas fuera de la comedia. Descontextualizado de su entorno vasco, Karra Elejalde no provoca tantas carcajadas, y Clara Lago está totalmente anulada como personaje en esta entrega, dejándose llevar por la historia sin aportar nada a la trama. Pero es que los nuevos fichajes no compensan esta falta de carisma de los antiguos; y así, el personaje cargante de pintor bohemio al que da vida Berto Romero tiene una cierta chispa al principio, pero al final repite tanto sus clichés y las mismas bromas que aburre. Otro tanto ocurre con Rosa María Sardá, para algunos la gran estrella de la función; pero para los que nunca nos ha parecido graciosa, resulta tanto o más cargante que el personaje de su nieto, aportando más que brillantez, estupidez a una trama que se vuelve absurda por momentos. Y si no, que alguien explique qué pintan los personajes de la Guardia Civil del final, salvo algún recorte de guión del que no nos hayamos enterado. O el personaje de Belén Cuesta, tan predecible desde el principio, que nos indica cómo va a acabar la cinta desde el momento en que aparece en pantalla.

Porque las lagunas en su argumento es el gran defecto de la película, tan preocupado en repetir los clichés de la primera entrega y en forzar situaciones que den lugar al humor socarrón, que no se preocupa ni un ápice en la credibilidad o en la construcción de personajes. Un ritmo caótico y un final no por previsible menos forzado, son puntos que restan a la nota final de una película que en ningún momento levanta el vuelo, y donde el humor gamberro se ha cambiado por grandes dosis de melosidad que no hace sino acentuar la falta de química de los personajes. Un intento de hacer “Cuatro bodas y un funeral” pero a la española, y que acaba naufragando lo mires por donde lo mires.

Calificación: Mala

Lo Mejor: Momentos puntuales al inicio de la película. A partir de los 45 minutos de metraje, todo se enreda y pierde la gracia.

Lo Peor: El argumento, los personajes, el intentar repetir el éxito de la predecesora, el bombardeo publicitario al que nos vemos sometidos, y, sobre todo, Rosa María Sardá.

La vería de nuevo: No.

La Recomiendo: No.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt3626742/

Tráiler en You Tube (español):

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Película – 50 sombras de Grey

50 sombras de Grey poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Fifty Shades of Grey

Año: 2015

Director: Sam Taylor-Wood (Nowhere Boy)

Guión: Kelly Marcel, Patrick Marber y Mark Bomback

Basado en el libro de E.L. James, 50 Sombras de Grey (enlace a la reseña de Malosa)

Música: Danny Elfman

Fotografía: Seamus McGarvey

Reparto

  • Jamie Dornan
  • Dakota Johnson
  • Jennifer Ehle
  • Eloise Mumford

Y como era de esperar, el mayor fenómeno editorial de los últimos años ha tenido su esperada adaptación a la gran pantalla. Las majors de Hollywood, ávidas de ideas para nuevas historias, personajes y conceptos argumentales que den pie a sagas que arrasen taquillas, pronto hacen suyo cualquier fenómeno que se convierta en viral en esta época en la que a los espectadores pocas cosas nos sorprenden en la gran pantalla. Y hay que reconocerlo, el sexo vende, así que una historia picante que confronte romanticismo femenino frente a rudeza masculina era la película perfecta para empaquetarla y venderla en San Valentín. Y aquí tenemos el resultado; de momento, la expectación que ha levantado la película en todo el mundo está batiendo récords de taquilla y de preventa de entradas. Las grandes preguntas que surgen son: ¿está justificado todo este revuelo? ¿Superará el éxito de la versión cinematográfica al del propio libro? ¿Tendremos más películas que continúen la historia del liberal señor Grey y la recatada señorita Steel? ¿Merece la pena la historia que Sam Taylor-Wood ha adaptado de la novela de E.L. James?

Anastasia Steele es una joven universitaria que tiene que hacer una entrevista a Christian Grey, joven magnate dueño de un imperio empresarial que lo tiene todo: es elegante, rico y atractivo. A pesar de su imagen intimidante,  fría y distante está claro desde el primer momento que hay atracción entre ambos y la recatada Anastasia, poco iniciada en las artes amatorias, se irá sintiendo cada vez más atraída por la autoridad y la confianza en sí mismo que emana del enigmático millonario. El contrato de confidencialidad que le hará firmar Grey para tener una relación esconderá grandes secretos consecuencia de los poco convencionales gustos de éste, y Anastasia se irá sumergiendo en un mundo de perversiones sexuales y parafilias propias del bondage y el sadomasoquismo; mientras intenta acceder a los sentimientos del Sr. Grey y conocer la parte oscura de su personalidad.

La reseña a esta película era casi obligada dada la naturaleza de este blog y el análisis de estos últimos años centrado en una buena parte de la narrativa erótica contemporánea, surgida al abrigo de esta saga literaria que tantos tabúes ha roto así como polémicas ha creado. Y tras ver “50 Sombras de Grey”, la película, no puedo menos que sentir que estamos ante el mayor insulto a la inteligencia que hemos tenido en los últimos años, el mayor timo que un fenómeno de masas haya podido crear desde la nada. Puedo entender que el libro haya levantado pasiones entre las lectoras femeninas consecuencia de lo novedoso del argumento que supone explorar el mundo del sadomasoquismo, combinado con un romanticismo propio de novelas para adolescentes con las hormonas en ebullición. Puedo entender que la prosa fácil excite las bajas pasiones femeninas de la misma manera que los estímulos visuales de imágenes sugerentes (hablo de porno) levante el ánimo al sexo masculino, por aquello de que las mujeres responden a otro nivel de estimulación diferente. Pero que un personaje como Christian Grey se convierta en el protohombre de fantasías femeninas de las mujeres actuales me parece retroceder siglos de evolución social en unos pocos meses. Y es que E.L. James ha sabido dar en la diana al crear una fantasía a la imagen y semejanza de lo que su más profundo subconsciente podría nunca imaginar, pero que de darse en la realidad sería algo abominable. Y solo por el mero hecho de convertirlo en protagonista sobre el papel me parece de una irresponsabilidad manifiesta. El personaje encarnado por Jamie Dornan es un trastornado posesivo y celoso que tiene un claro desorden sexual. Por supuesto que este desorden sexual no trascendería más si sólo lo restringiese a su círculo íntimo de practicantes, cada cual es libre de practicar lo que quiera en su cama, el problema viene cuando se encapricha de la virginal protagonista y la intenta introducir en su mundo. E intentar justificar con traumas de infancia no ya desviaciones sexuales, sino una posesividad manifiesta y un control absoluto de tu pareja es lo que te convierte en un monstruo. Lo más flagrante no es que este monstruo se vista con trajes caros, coches deportivos y modales exquisitos, sino que sirva como justificación para que miles de mujeres se autoengañen disfrazándolo de fantasía sexual reprimida. Lo abominable no es que le gusten las pulseras de cuero y las varas de azotar, lo terrible es que le haga firmar un contrato a la protagonista acerca del ginecólogo al que asistirá, las prácticas sexuales a las que se someterá, o le prohíba ser infiel sin que se mencione nada de lo que le ataña a él. O que sea tan posesivo y celoso que aparezca en una noche en la que ella está borracha de fiesta, exigiéndola volver a casa y apartándola de uno de sus mejores amigos que pretendía sobrepasarse (y encima disfrazar la escena de galantería caballeresca a ojos de ella).

Porque lo peor de todo no es que 50 Sombras de Grey haya construido un protagonista masculino atormentado y oscuro, con gustos y lujos que compensen sus desvaríos y con secretos ocultos que justifiquen sus trastornos. Lo peor de todo es haber creado la heroína más estúpida de la historia del cine, que está a años luz de la Scarlett O’hara de “Lo que el viento se llevó”. Una chica que va de virginal y casta (algo perfectamente entendible, de la misma forma que entiendo al que practique el sado aunque no lo comparta) a la vez que presume de carácter y personalidad pero que, llegado el momento, se deja arrastrar por una cara bonita y un mundo de lujos a una relación autodestructiva y sin compensaciones sentimentales. La atracción del hombre malote y dominante, que no hace más que usar el truco del palo y la zanahoria para conseguir el último juguete del que se ha encaprichado (ella), no tendría mayores consecuencias de no ser porque ella decide jugar y caer continuamente en su trampa, a pesar de que se deja claro desde el principio de que será una relación basada en el sexo duro y el BDSM. Y el problema es que esta estupidez se hace patente en todos los guiños premeditados a la novela, como cada vez que se muerde el labio en un gesto tan obvio como descarado y pueril. La chica se hace odiar desde la primera escena hasta la última; y por más que Dakota Johnson intente remontar con su interpretación un personaje tan insulso como insultante, el resultado final es una historia con poca moraleja para llevarse a la boca. Quizás se podría hablar de una historia de amor no correspondido, pero luego uno piensa todas las estupideces que realiza su personaje y resulta difícil sentir empatía por ella. Que Jamie Dornan se pase media película vistiendo trajes caros y la otra media enseñando su torso desnudo, no hace sino confirmar que su personaje apunta directamente a las bajas pasiones del público femenino como manera de justificar los sentimientos desmedidos de ella. Su nivel interpretativo se limita a poner cara de cabreado continuamente, y su registro es tan limitado que ni siquiera es capaz de dar el pego vistiendo de traje con elegancia. Es una lástima que, salvo un par de papeles haya pocas interpretaciones más, y la película se reduzca solo a los dos protagonistas y a sus desvaríos sentimentales y sexuales.

Si a todo esto le unimos una manera de rodar aséptica y neutral, de un estilo “porno chic” que abruma (a pesar de la carga erótica del argumento y de las escenas que muestran la carne de los protagonistas, el nivel de piel mostrada en pantalla está más que estudiado para que la cinta no rebase el nivel de edades recomendado), tenemos una película que no funciona ni siquiera como competidora de las películas clásicas del erotismo (El imperio de los sentidos, El último tango en París, La vida de Ádele, Ninphomaniac). Y lo peor de todo es que, al igual que la saga literaria se alargó innecesariamente para hacer caja por el último bombazo editorial, los resultados en taquilla prevén próximas entregas de esta saga erótica cuya calidad  literaria disminuyó en sus continuaciones.

Calificación: Muy mala.

Lo Mejor: Nada. Hasta la ciudad en que se desarrolla la trama (Seattle) resulta poco cinematográfica.

Lo Peor: Que nos torturen con nuevas entregas.

La vería de nuevo: No.

La Recomiendo: No.

Películas similares: El imperio de los sentidos, El último tango en París, La vida de Ádele, Ninphomaniac

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2322441/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Dios Mío, ¿pero qué te hemos hecho?

Dios mío pero qué te hemos hecho - poster

 

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Qu’est-ce qu’on a fait au Bon Dieu ?

Año: 2014

Director: Philippe de Chauveron

Guión: Philippe de Chauveron, Guy Laurent

Música: Marc Chouarain

Fotografía: Vincent Mathias

Reparto

  • Christian Clavier
  • Chantal Lauby
  • Émilie Caen
  • Frédéric Chau
  • Frédérique Bel
  • Élodie Fontan

Taquillazo del cine francés en 2014, ante nosotros tenemos una de esas películas revelación que traspasa las fronteras que inicialmente estaban reservadas para el mercado doméstico de su país de origen. Al estilo de la reciente y patria “Ocho apellidos vascos” (con la que comparte el humor fino de los estereotipos culturales basados en la denominación de origen de los personajes), mezcla situaciones y gags que recuerdan a la británica “Cuatro bodas y un funeral” (cuatro bodas hay, desde luego). Desde luego que su éxito ha merecido que se exporte al país vecino, y más en estas fechas navideñas que entre las finalizaciones de las sagas de “Los Juegos del Hambre” y “El Hobbit” ha permitido que este título se colara en la cartelera.

Su argumento mezcla tanto situaciones ya vistas anteriormente, como originalidad a partes iguales. El matrimonio Verneuil, una madura pareja con cuatro hijas adultas, ve como cada una de las tres primeras se va casando con hombres de distintas razas y religiones. Un musulmán, un judío y un chino se convierten sucesivamente en yernos de los Verneuil. El padre es el clásico hombre de provincias francés con cierta tendencia al conservadurismo, por lo que no es de extrañar que estos matrimonios le produzcan cierto escozor, a pesar de la conocida tolerancia francesa en temas de inmigración y prejuicios. Como las comidas familiares resultan un fracaso ante la imposibilidad de realizar comentarios sin evitar las típicas susceptibilidades raciales, para la siguiente reunión se decide hacer una comida navideña que entierre el hacha de guerra entre todos. Sin embargo, cuando todo parece más o menos encauzado, la hija menor anuncia su compromiso con su novio católico… pero que es de raza negra, de Costa de Marfil. El revuelo que ocasionará que la última hija en casarse no cumpla con las expectativas de traer un yerno “normal” a la familia revolucionará a padres, hermanas y yernos… mientras se realizan los preparativos de la boda y los padres de la novia tienen que conocer a los padres del novio.

Como se puede comprobar, la clásica comedia ligera basada en amoríos y bodas que nos recuerda a “Los padres de ella” y sucesivas, con un toque de moraleja que se mueve entre un intento de crítica sin cristalizar a la conocida tolerancia francesa interracial (que se esfuma cuando la mezcla racial amenaza la familia propia) y el humor fino que intenta no pasarse de la línea gamberra en ningún momento. La película es muy, pero que muy francesa; no ya por escenas y personajes, sino por situaciones y diálogos que transitan rápido, con esa agilidad que proporciona el idioma. Su mayor punto fuerte es el de hacer reír; a veces levemente, a veces a carcajadas. El punto álgido de la trama (el momento de la presentación del último novio) llega a mitad de metraje y no es una sorpresa argumental, sino que es un gag cómico más de la cinta. En algún momento pierde su identidad pero rápidamente vuelve a la senda de la previsibilidad para que triunfe el amor por encima de las barreras sociales.

No sé si seré yo pero me temo que la comedia no es mi género favorito, siendo muy difícil innovar en un género en el que los mayores revolucionarios en Hollywood son los Coen (puaj) o los Farrelly (escatología pura). Es por eso que esta película ni destaca por arriba ni por abajo, como sí hicieron por ejemplo “Tres solteros y un biberón” o “Mon pére, ce héros” (sendos ejemplos que llamaron la atención de la industria americana para convertirse en versiones remakeadas). En este caso, su anodino realizador (Chauveron) consigue un inexplicable éxito en su país de origen, que sólo gracias a la labor de Christian Clavier remonta el vuelo por momentos. Resulta curioso ver cómo se puede llegar a añorar anteriores trabajos del actor como sus papeles de Ásterix o “Los Visitantes”. El resto de intérpretes se limitan a cumplir su papel de comparsas de la función, con estereotipos como la hija depresiva, el cura pasota y cachondo, o el consuegro más racista y reaccionario si cabe.

En definitiva, una película aceptable, a la que se le puede perdonar sus carencias por el esfuerzo a la hora de hacer reír, a pesar de unas situaciones más que mil veces vista y a la que su crítica social se queda a un palmo de traspasar las puertas de lo políticamente correcto.

Calificación: Entretenida

Lo Mejor: Determinados gags por los que se esfuerza la cinta en hacernos reír.

Lo Peor: Un tanto repetitiva.

La vería de nuevo: No.

La Recomiendo: Sí, para pasar un buen rato y olvidarnos de nuestras penas.

Películas similares: Los padres de ella, Los padres de él, Cuatro bodas y un funeral, Ocho apellidos vascos.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2800240/combined

Tráiler en You Tube (español):

 

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Película – Amigos de más

Amigos de más poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: What if

Año: 2014

Director: Michael Dowse (Goon, Llévame a casa nena)

Guión: T. J. Dawe, Elan Mastai, Michael Rinaldi

Basado en la obra de T. J. Dawe y Michael Rinaldi, Cigars and Toothpaste

Fotografía: Rogier Stoffers

Reparto

  • Daniel Radcliffe
  • Zoe Kazan
  • Megan Park
  • Adam Driver
  • Mackenzie Davis

De vez en cuando ocurren estas cosas. Vas al cine dispuesto a ver determinada película pero resulta que la han quitado, y te toca elegir precipitadamente otra para no perder la tarde. Por regla general no tengo problemas en las elecciones porque tengo una idea global de lo que hay en cada momento en cartelera, pero hay veces en que escoges a ciegas y la película, en vez de suponer el descubrimiento de alguna pequeña joya inadvertida, resulta ser un fiasco harto decepcionante. Ésta es la reseña de uno de estos casos.

A priori lo que inicialmente se ofrece es una producción canadiense con el reclamo de Daniel Radcliffe, el joven intérprete de Harry Potter, buscando desencasillarse en una carrera artística alejada de los circuitos del Hollywood más comercial. Para ello se nos vende como una cinta estrenada en el Festival de Toronto, una comedia romántica al uso, y la mejor de su categoría desde “500 días juntos” Sin embargo, me temo que sus bondades no van tan lejos y al final lo que tenemos no es tan brillante como nos quieren hacer ver, con mejores opciones para visualizar a pesar de lo trillado del género y lo previsible de sus tramas.

Wallace es un chico tímido y soñador que vive en Toronto y está recuperándose de la ruptura con su novia ocurrida meses atrás. Desde el tejado de su casa en la que vive con su hermana soltera y su hijo, se recrea en su infelicidad mientras lleva una vida decididamente asocial. Una noche, en una fiesta con su compañero de piso, conoce a una chica llamada Chantry y ambos conectan rápidamente tras tener una conversación animada. Chantry tiene novio pero Wallace le cae simpático desde el principio, y tras coincidir en más ocasiones deciden hacerse amigos a pesar de la irresistible atracción mutua combinada con el recelo típico por sobrellevar esta situación. La lucha interna de ambos por no dejarse llevar por lo que parece inevitable reforzará aún más su amistad. Chantry tiene claro que quiere a su novio Ben, a pesar del traslado de éste a Irlanda por un período temporal. La relación idílica e insana a partes iguales que llevará de manera paralela el compañero de piso de Wallace, junto con el interés de la hermana de Chantry por Wallace ante la perspectiva de superar un desengaño amoroso, supondrán trabas para que ambos amigos aclaren su situación de una vez por todas.

Vaya por delante que a mi chica le encantó, y es que pasa como con todas las comedias románticas: están diseñadas para arrastrar a las féminas al cine mientras el público masculino se queda receloso pensando en el mensaje oculto tras la pantalla. La historia, el Toronto que nos muestra la película, los arquetipos protagonistas, los diálogos, los fondos animados de caricaturas de los personajes, el conflicto sentimental… Todo está diseñado para cumplir con las directrices del género y, sin embargo, naufraga en su propuesta. Quizás porque intenta demostrar que no es una cinta cursi ni repelente, que va de moderna en sintonía con la manera en que la juventud percibe el amor y el sexo hoy en día (el compañero de piso y su alocada novia son paradigmas de esto); pero al final es tan almibarada y edulcorada como el bocadillo del que hablan los protagonistas desde el principio y que sirve un poco de leit motiv de la película (según se dice, Elvis Presley era adicto a una enorme barra de pan untada con mantequilla por fuera y rellena de mermelada y bacon por dentro… ¡puag!).

Como trasfondo del planteamiento, tenemos el eterno conflicto de si es posible la amistad entre hombres y mujeres sin que tengan nada más que amistad, complicando el asunto con la posibilidad de que uno de los dos tenga pareja. Además, desde el principio se nos deja claro que hay química entre los dos, que los diálogos son chispeantes y ocurrentes y que los encuentros son casuales y no forzados. Todo es tan previsible desde el primer momento que el final es forzado y se ve venir a la legua. Que el novio oficial de Chantry no se ocupe de ella por acción u omisión no hace más que añadir previsibilidad a la trama.

Me temo que Daniel Radcliffe va por el mal camino si elige este tipo de producciones independientes para crear una carrera artística auténtica. Tiene muy pocas dotes para la comedia y su registro actoral es bastante limitado, con su media sonrisa con la que no sabemos si está feliz o triste. Debería ser un tipo que nos inspire confianza en vez de aparentar ser un nerd que se mueve entre lo hipster y lo formal (perdón por los anglicismos). Y en esta película demuestra tener muy poca gracia para las situaciones cómicas, tanto que en algún momento llegué a echar de menos las carcajadas que me produjeron la española “Ocho apellidos vascos”. Su compañera, Zoe Kazan, está algo mejor pero no por mucho. Demuestra ser una Scarlett Johansson de segunda fila, una suplente para cuando el presupuesto no dé para contratarla. A ratos está encantadora, en otros momentos se la puede llegar a coger manía.

Como conclusión, decir que “Amigos de más” es una película pasable, que llega al aprobado raspado aunque en algunos momentos se merezca el suspenso. Aprueba por lo que he dicho al principio, que al público femenino le puede llegar a entusiasmar la propuesta y, sobre todo, el final feliz que estaba descrito de antemano.

 

 

Calificación: Pasable/mala

Lo Mejor: Que intente plantear un conflicto amoroso universal.

Lo Peor: El tono general de la película, entre lo canadiense y lo moderno. Daniel Radcliffe no enfoca bien su carrera.

La vería de nuevo: No.

La Recomiendo: Sólo para ver en pareja.

Películas similares: 500 días juntos, Ocho apellidos vascos

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1486834/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Rebeca (revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Rebecca

Año: 1940

Director: Alfred Hitchcock (Encadenados, La Ventana Indiscreta, Con la Muerte en los Talones, Vertigo, Psicosis, Los Pájaros)

Producción: David O. Selznick

Guión: Philip MacDonald, Michael Hogan

Basado en el libro de Daphne Du Maurier

Enlace a la reseña de Malosa

Música: Franz Waxman

Fotografía: George Barnes

Reparto

  • Laurence Olivier
  • Jean Fontaine
  • George Sanders
  • Judith Anderson
  • Gladys Cooper
  • Nigel Bruce
  • Reginald Denny

Ya iba siendo hora de que me atreviera con los clásicos, y nada mejor que un Hitchcock para ir abriendo boca. Aunque “Rebeca” se trata de una de sus obras menores, rezuma clasicismo por los cuatro costados, no en vano es fruto del inicio de la época no dorada, si no más bien sagrada de Hollywood; es decir, la cinta data de 1940 y el productor es David O. Selznick, quien venía de rodar un año antes otro clásico imperecedero “Lo que el viento se llevó” (la escena del logo de precréditos de la productora es el mismo). Y Hitchcock comenzaba su exitosa aventura americana con esta cinta que todavía tiene un poso británico por los actores y ambientación ingleses. El realizador todavía no había empezado a dirigir sus inmortales obras maestras pero ya empezaba a coger velocidad de crucero para rodar grandes historias con unas técnicas magistrales de rodaje y, sobre todo, incorporando ese suspense a cualquier escena que pudiera acelerar el rimo cardíaco del espectador. Pero por encima de sus géneros cinematográficos (espionaje, terror, alguna comedia ocasional,…) tenemos siempre las grandes historias de amor, verdaderos mcguffins de sus tramas en las que la relación tormentosa de los protagonistas se antepone (sin saberlo muchas veces) al desarrollo de un enrevesado argumento con giros de guión durante o al final del metraje. Y ése es el gran legado del realizador británico.

“Anoche soñé con que volvía a Manderley” … y así empieza esta historia en modo de flashback en la que una protagonista sin nombre trabaja como ayudante de una ricachona y algo déspota mujer en la Costa Azul monegasca. Allí conoce a Maximilian de Winter, un desgraciado aristócrata inglés recientemente viudo dueño de una fabulosa mansión en el sur de Inglaterra conocida como Manderley. Pronto se enamoran y, ante la súbita partida hacia Nueva York por parte de la mujer, deciden casarse y dar a nuestra protagonista una nueva oportunidad de ser feliz. Pero cuando llegan a Manderley para que asuma el papel de la nueva señora de Winter, pronto descubrirá la alargada sombra de la fallecida Rebeca en los muros y las estancias de la mansión. Sus iniciales en todos sus objetos, sus vestidos o el recuerdo de su persona en los integrantes del servicio y familiares supondrán una pesada losa para nuestra nueva señora de Winter. Pero sobre todo la odiosa ama de llaves, la señora Danvers, quien con su sola presencia es capaz de aterrorizar y despertar todos los miedos y complejos de inferioridad. Las sombras y misterios que se arrojan sobre la mansión, la ama de llaves y la propia Rebeca irán in crescendo hasta alcanzar un punto álgido en la cadena de acontecimientos en Manderley, y descubriremos el mayor secreto que esconde el lugar…

“Rebeca” es una historia de amor, como casi todas las cintas de Hitchcock, aunque nos dé la impresión de que es una historia de suspense e intriga. Y desde luego que estos ingredientes están presentes en la trama, con ese inicio tenebroso que se asemeja a una historia gótica de fantasmas. No en vano tenemos el espíritu de una persona que no está físicamente entre los protagonistas pero su recuerdo y su presencia perduran continuamente en la trama. La verdad es que no hay una película que trate mejor el tema del recuerdo del misterioso ausente: ese predecesor al que nunca se llegará a estar a la altura, todos mantendrán su recuerdo imborrable y no sabremos cómo era o qué hacía más que a base de retazos y pinceladas sueltas que el protagonista irá encajando para unir las piezas de un puzzle mitificador per se. El blanco y negro irá de perlas a esta cinta que aporta tantas luces y sombras en los decorados y paisajes como en los personajes y la psicología.

Porque de entre tantos puntos fuertes de esta película tenemos sobre todo la fotografía y la realización. Las transparencias, como en tantas cintas de la época, se notan pero no molestan ni interrumpen la trama. Sabemos que están ahí y lo asumimos como parte del juego. Igual que las maquetas que reproducen el decorado de la mansión, las cuales no dejan de fascinarnos por mucho que el cine actual haya superado estos trucos. Ya le gustaría a la inmensa mayoría de títulos tener la calidad artística que destila este cine. Pero cuando pasamos a los interiores y vemos a la iluminación jugar con los intérpretes y los rostros, las estancias y los pasillos, sabemos que nos están contando otra historia por medio de la maestría visual y de las imágenes que sugieren antes de que se diga una sola palabra. ¿Y qué decir de esos primeros planos de objetos, notas, y cartas? A destacar también los movimientos de cámara y planos del bueno de Sir Alfred, donde podemos percibir grandeza simplemente con que la protagonista gire la cabeza hacia la cámara mientras el otro personaje queda en plano pero desenfocado.

¿Más puntos fuertes? La intensidad de la trama que va cogiendo carrerilla conforme avanza el metraje. De unas soleadas escenas al inicio en Montecarlo donde todo parece idílico hasta la atmósfera opresora y agobiante de la mansión en la que los celos, las pasiones y los nuevos personajes soberbiamente introducidos que se van incorporando a la historia hacen que la intriga se convierta en desasosegante e insoportable. No, no es una historia de espías a lo “Con la muerte en los talones” o “Encadenados”, ni tampoco es terror como “Psicosis” o “Los Pájaros”, pero las sorpresas y los giros estarán a la orden del día, para servirnos un final en bandeja digno de sus mejores filmes o de las obras de Agatha Christie.

La protagonista, Jean Fontaine, hermana de Olivia de Havilland y enemistada durante décadas con ella, ganó un Óscar en 1941 por la siguiente cinta de Hitchcock, “Sospecha”. Aquí, e igual que en la novela, está insoportable y abofeteable, una de las peores heroínas de la historia del cine. Su indolencia ante los acontecimientos que la superan y la anulan pone de los nervios al espectador actual, quienes nos sentimos indignados por las injusticias a las que se ve sometido semejante personaje ante las circunstancias que se le presentan. Fruto del machismo de la época y de la supeditación femenina al marido, encontró su réplica en el misógino Hitchcock y las jugarretas a las que sometía a sus protagonistas femeninas. El propio director ayudó a crear el rumor del odio que destilaba el equipo de rodaje hacia Fontaine, lo que vino de perlas para bordar la interpretación desvalida del personaje. Como resultado, tenemos justamente lo que se necesita de la historia: una chica que no hace más que dar pasos en falso y equivocarse en todas las acciones que comete, con una actitud tímida y reservada fruto de la actitud del resto de personajes hacia ella.

Laurence Olivier está a la altura del papel que se le presenta aquí, ganándose la fama de uno de los mejores intérpretes de la historia. Su personaje tiene tantos matices y está tan atormentado, que lo fácil hubiera sido caer en algún cliché. A ratos duro, a ratos tierno, se comporta como el gran galán que era; y su interpretación está barnizada de un gran desdén que impregna toda la cinta y hace que estemos deseosos de conocer los profundos secretos que esconde su personaje. Al igual que el papel de la señora Danvers, Judith Anderson, que desde su primera irrupción en pantalla (su aparición no puede llevarse otro nombre) nos inquieta y hace que sintamos escalofríos por los tejemanejes que se destilan en esa mansión. Y por supuesto, no quiero desvelar nada, pero el papel que desempeñará en la trama será esencial…

Poco más que decir de este gran clásico del que se han escrito ríos de tinta, salvo que espero haber despertado un poco la curiosidad para acercarse a esta cinta y añorar la época clásica de un cine que ya no volverá.

 

Calificación: Imprescindible obra maestra, no encuadrada en el top cinco del cineasta pero sí un gran clásico de todas maneras.

Lo Mejor: La trama, el final, Laurence Olivier, Judith Anderson, Manderley, la fotografía, los planos, las luces, las sombras…

Lo Peor: El personaje (que no la interpretación) de Joan Fontaine.

La vería de nuevo: Por supuesto.

La Recomiendo: Por supuesto

Películas similares: Sospecha, Encadenados, Recuerda, Stoker.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0032976/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Los juegos del hambre: en llamas

Los juegos del hambre - en llamas poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

The Hunger Games: Catching Fire

Año: 2013

Director: Francis Lawrence (Constantine, Soy leyenda, Agua para elefantes)

Guión: Simon Beaufoy, Michael Arndt

Basado en el libro En llamas, de Suzanne Collins

Música: James Newton Howard

Fotografía: Jo Willems

Reparto

  • Jennifer Lawrence
  • Josh Hutcherson
  • Liam Hemsworth
  • Woody Harrelson
  • Elizabeth Banks
  • Lenny Kravitz
  • Philip Seymour Hoffman
  • Jeffrey Wright
  • Stanley Tucci
  • Donald Sutherland

Hace pocos días hemos tenido la triste noticia del fallecimiento del actor de 46 años Philip Seymour Hoffman, victima de una sobredosis en su propio apartamento de Nueva York. La casualidad hace que tuviera pensado reseñar esta semana uno de sus últimos trabajos estrenados recientemente, la adaptación de la segunda parte de la trilogía de Suzanne Collins, Los juegos del hambre – En llamas. A pesar de que al fallecido actor le quedan un par de filmes por estrenar este 2014, se tiene pensado desdoblar el último título de esta saga (Sinsajo, o Mockingjay en el original), en dos partes (para 2014 y 2015). Y estaba tan adelantado el proyecto, que Seymour Hoffman tenía rodadas la práctica totalidad de las escenas de la primera parte, y sólo le quedaba una semana de rodaje de la segunda. Esto hace que, a diferencia de otros casos fílmicos en los que la prematura muerte de uno de los actores principales obligaba a los responsables a agudizar el ingenio (el caso de Brandon Lee en “El Cuervo” o Heath Ledger en “El imaginario del doctor Parnasus”), aquí no vaya a haber grandes problemas para continuar esta saga que mezcla circo, reality show y opresión gubernamental a partes iguales.

El malogrado actor interpreta a Plutarch Heavensbee, el relevo de Seneca Crane (el personaje de Wes Bentley en la anterior entrega) como la mano ejecutora del malvado presidente Snow (Donald Sutherland), el organizador de los Juegos del Hambre que se dedica a controlar el desarrollo de los mismos. Ha pasado un año desde que Katniss Everdeen y su compañero del Distrito 12, Peeta Mellark, ganaron contra todo pronóstico la 74ª edición de los Juegos del Hambre, una herramienta del Capitolio (la capital de un país futurista conocido como Panam construido sobre lo que una vez fueron los Estados Unidos) usada para controlar las revueltas de la población del país y recordar a sus habitantes el aplastamiento de una insurrección años atrás. Ahora se dedican a ir de gira por el resto de distritos  mientras ven la realidad de las zonas más pobres del país. La insatisfacción cada vez es mayor en la población, y Katniss es vista como una heroína del pueblo para muchos, lo que irrita al presidente Snow porque crea inestabilidad y descontento social. De hecho, es lo que piensa el amor frustrado de Katniss, Gale, que la revolución cada vez está más cerca, y que ella debería jugar un papel activo en la misma. Para que esto no ocurra, Snow y Heavensbee idean que para conmemorar el 75 aniversario de los Juegos del Hambre, se realizará el Vasallaje de los 25: una edición especial en el que participarán ganadores de ediciones pasadas y en el que nuestros protagonistas del Distrito 12 se enfrentarán a todo tipo de contrincantes y asesinos especializados. El triángulo amoroso en el que se verá envuelta de nuevo Katniss (simulando un amor que no siente por Peeta como medio para sobrevivir), y la delicada situación social en que se encuentran los Distritos contrastará con la brutalidad del Capitolio para aplacar sus problemas. ¿Serán capaces nuestros protagonistas de volver a salir indemnes de esta edición de los Juegos del Hambre?

En esta ocasión se ha cambiado al director de la primera entrega Gary Ross, por Francis Lawrence, ya conocido por la mediocre Soy Leyenda, quien se hará cargo de las siguientes entregas que cierren esta saga, alargada innecesariamente en su tomo final mediante el recurso actual de dividir en dos algo que en libros se contaba de una vez. Veremos si ocurre como siempre en estos casos y resulta un error, de momento la sensación de deja vu en esta cinta es total. Hemos cambiado el estilo caótico de Ross por un mayor presupuesto y una fotografía más oscura (hay escenas rodadas de noche en las que no se aprecia nada de lo que ocurre en pantalla), pero el esquema de la primera parte es el mismo: una parte inicial sobre la vida en las zonas pobres, que intenta recordar en las formas totalitarias de control de la población a la obra maestra de Orwell, 1984; un interludio en el que volvemos a ver al personaje de Woody Harrelson y el resto de aliados mientras les instruyen para el combate y las pasarelas como medio de caer bien a la audiencia y sobrevivir a cualquier medio; y por último, las escenas finales en la Arena, con los combates muerte a muerte entre los protagonistas y las distintas alianzas que se forman. Salvo el final de la película (lo único sorprendente y realmente diferente a la anterior entrega), el resto del metraje es un calco y no aporta nada nuevo, ni siquiera el interés por ver cómo evolucionará el argumento. El exceso de secundarios de lujo son incapaces de darle calidad a la cinta, solo el ya mencionado Seymour Hoffman hace un papel algo reposado y para nada excéntrico, lo que se agradece viendo las tonterías en las que caen Stanley Tucci o hasta un inverosímil Jeffrey Wright. Y por supuesto, Jennifer Lawrence, auténtico descubrimiento y acierto de la saga, que se va haciendo una gran carrera con títulos como “El lado bueno de las cosas” o la reciente “La gran estafa americana”.

Lawrence es, junto con Seymour Hoffman, la única que le da cierto empaque emocional y profundidad a la historia, que repite los problemas de la primera parte. Es decir, la película es un subproducto para adolescentes con el toque Crepúsculo (triángulos amorosos imposibles, en esta ocasión el planteamiento de lo que le ocurre a la protagonista parece existencialista), aderezado con una crítica social estilo orwelliano que no llega ni a la altura de la obra maestra crítica con los totalitarismos. Y el estilismo de los personajes sigue rayando el ridículo. Como resultado, tenemos una película que a mí me resultó tremendamente aburrida y carente de interés, y no dejo de pensar lo que se podría haber hecho si se hubiera destinado el dinero de la producción a otros proyectos. Es lo que tiene que los responsables de esta industria estén buscando continuamente la gallina de los huevos de oro.

Calificación: Mala

Lo Mejor: El final, que nos da esperanzas acerca de un cambio de rumbo en los títulos que cerrarán la saga. Jennifer Lawrence sigue haciendo el buen trabajo con el que sorprendió en la primera entrega.

Lo Peor: Que es más de lo mismo

La vería de nuevo: No

La Recomiendo: Sólo si sois fans de la saga literaria.

Películas similares: Los Juegos del Hambre; Battle Royale

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1951264/combined

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Película – La Vida Secreta de Walter Mitty

The Secret Life of Walter Mitty (2013)

Reseñado por 0017

Ficha técnica

The Secret Life of Walter Mitty

Año: 2013

Director: Ben Stiller (Reality Bites, Zoolander, Tropic Thunder)

Guión: Steve Conrad

Basado en el libro de James Thurber

Música: Theodore Shapiro

Fotografía: Stuart Dryburgh

Reparto

  • Ben Stiller
  • Kristen Wiig
  • Sean Penn
  • Adam Scott
  • Shirley McLaine
  • Patton Oswalt

“La vida secreta de Walter Mitty” es una de las incursiones de Ben Stiller en la dirección, tarea en la que no resulta principiante dado que ya en 1994 nos obsequió con la radiografía de la llamada Generación X en “Bocados de Realidad”; cinta que reflejaba la decepción vitales de aquellos nacidos a finales de los setenta que se encontraron con un jarro de agua fría al pasar a la madurez, y chocarse contra el muro que la sociedad impone para convertirse en adultos responsables. Stiller tenía reservado un papel secundario pero fundamental en la trama, cómico a ratos pero comedido dentro de lo que es su histrionismo. Sus siguientes incursiones en la dirección incluyeron la descerebrada Zoolander (soberana ida de olla pseudo-intelectual que critica la superficialidad de la moda, pero elevada a la categoría de culto por un gran número de seguidores), y Tropic Thunder (otra locura crítica esta vez con el mundo del cine y los grandes egos interpretativos, con algo más de tino a la hora de desarrollar la trama). Si en la primera nos encontramos a un Stiller desbocado y sin control a la hora de actuar y ser crítico con el sistema, en la segunda le vemos más tranquilo y cediendo protagonismo al resto de secundarios, pero con una mala leche igual o peor. Es por ello por lo que uno afronta “La vida secreta de Walter Mitty” con cierto recelo, ya que los que no somos admiradores del cómico nos temíamos un festival de situaciones ostensiblemente diseñadas para hacer reír, mientras se va haciendo poco a poco más detestable. Afortunadamente esto no es así, y si bien la cinta no rinde a un nivel brillante, sí que nos presenta a un protagonista más relajado y no demasiado repelente, con grandes momentos bien rodados y con un planteamiento visual que parece a ratos sacado del mundo de la publicidad, rozando el pasteleo sentimental.

Inicialmente esta historia fue concebida como un relato corto publicado en 1939 por James Thurber, y la esencia de la narración era que un protagonista que tendía a soñar despierto con vidas y aventuras que se escapaban a la realidad de su rutina. De hecho, en su momento dio lugar a la creación de la palabra en inglés “Mittyesque”, para referirse a esas situaciones en las que se presta más atención a la fantasía que a la realidad. En 1947 se realizó una primera adaptación de dicho libro, con Danny Kaye como protagonista de la cinta, y desde hace unos cuantos años Samuel Goldwyn Jr, el sucesor del productor original, venía buscando rodar un remake de la cinta, sonando nombres como Jim Carrey, Owen Wilson, Mike Myers y Sacha Baron Cohen para el papel principal.

Walter Mitty es un anodino trabajador del departamento de fotografía de la revista LIFE. Se ocupa de escoger las mejores fotos que irán en la portada de la revista. Como contrapartida a su gris vida, suele fantasear despierto imaginando que vive aventuras emocionantes que nunca ha tenido, o que cruza unas palabras con la guapa chica nueva de la oficina. Pero el mundo digital llega a la empresa, y una nueva gerencia amenaza con despidos masivos de la plantilla. El fotógrafo estrella de la revista, Sean O’Connell, envía una remesa con las mejores fotografías que haya hecho nunca para el último número en papel de la revista, a la atención de Mitty. Pero la mejor fotografía de todas, el negativo número 25, no está donde debería estar y Mitty deberá buscarla por todas partes dado que su empleo estará en juego. De hecho, emprenderá un repentino e inusual viaje, saliendo de su rutina carente de emociones, y donde la fantasía se mezclará con la realidad para encontrar de una vez el negativo número 25. En este viaje, Walter Mitty descubrirá no solo a personas o lugares extraordinarios, también se descubrirá a sí mismo y comprenderá la esencia de la vida real, que es más importante y ofrece más aventuras que cualquier tipo de ensoñación.

Decía que una de las cosas que se agradecía de esta película es que Ben Stiller no hace demasiado de sí mismo, con lo que tiene la delicadeza de no obsequiarnos con su habitual recital de histrionismo gafe y perdedor. Básicamente se limita a estar en pantalla para ofrecernos un relato de autoayuda sobre la necesidad de no encerrarnos en nosotros mismos y dedicarnos a vivir cada momento de la vida como si fuera el último, enmarcado en una época de crisis empresarial en la que son más importantes las nuevas tecnologías que el capital humano, con lección moralista incluida. Cayendo en ocasiones en un pasteleo propio del lenguaje publicitario, la cinta nos ofrece grandes momentos visuales y poéticos, con el recurso estilístico de mostrar letras sobreimpresas en pantalla que nos va llevando a lo largo de la narración. Es precisamente este exceso de sensiblería lo mejor y lo peor de la cinta, perfecta para la época navideña en la que se ha estrenado, rozando el espíritu de las películas de Fran Capra en ocasiones. Es decir, al principio nos dejamos subyugar por lo correcto e impresionante de algunas escenas rodadas con buen hacer; sin embargo, a lo largo del metraje se va dejando de lado el juego de combinar ficción con realidad, para ofrecernos por momentos escenas inverosímiles a cada cual más increíble. Finalmente, tanto lirismo bien rodado hace que el relato se torne más vacuo y el mensaje pierda efectividad. Al final, sólo nos quedamos con un buen rato sin más, salimos del cine con una dulce sensación de momentos bien rodados que caen con facilidad en el olvido al cabo de las horas. Entre medias, tenemos a Shirley McLane, Sean Penn, y un juego de buscar el fotograma perdido por medio mundo en una historia iniciática de descubrimiento personal. Francamente, no pasa nada por ir a verla, no se hace lenta y deja buen sabor de boca. Pero frente a otras opciones en cartelera, recomiendo no dar prioridad a Walter Mitty ya que poco más nos aportará después de casi dos horas de película.

Calificación: Pasable

Lo Mejor: El espectáculo visual que nos ofrece. Un Ben Stiller más comedido de lo habitual.

Lo Peor: Exceso de sensiblería que poco aporta después del mensaje inicial.

La vería de nuevo: No.

La Recomiendo: Sólo si no tenemos más opciones en cartel.

Películas similares: Forrest Gump, El Show de Truman

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0359950/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Frozen

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Frozen

Enlace al DVD en Amazon.es
Enlace al Blue-Ray en Amazon.es
Enlace a las canciones en MP3 de la banda sonora en Amazon.es

Año: 2013

Director: Chris Buck, Jennifer Lee

Guión: Jennifer Lee

Basado en el cuento de Hans Christian Andersen, La Reina de las Nieves (aquí lo tenéis en versión Kindle)

Música: Christophe Beck

Montaje: Jeff Draheim

Reparto (voces en el original)

  • Kristen Bell
  • Idina Menzel
  • Jonathan Groff
  • Josh Gad
  • Alan Tudyk

Estrenada en las navidades de 2013, y con más de un año en las carteleras mundiales, Frozen se ha convertido en la película de animación más taquillera de todos los tiempos, llegando a superar a Toy Story 3 y siendo la segunda película de la factoría Disney de mayor recaudación. Se trata de la quinta película más taquillera de la historia, sólo superada por Avatar, Titanic, Los Vengadores y Harry Potter y las Reliquias de la Muerte Parte 2. Una idea de su éxito lo da el abultado merchandising que tenemos a nuestra disposición en la red, y  la ristra de premios que ha cosechado durante todo el año 2014 (Globos de Oro, BAFTA, y sendos Óscar a la mejor película de animación y a la mejor canción –Let it Go-). Con la división de animación Pixar centrada en otras épocas del año y proyectos artísticos, el testigo de los cuentos de hadas tradicionales lo recogen este tipo de cintas en los que la esencia de Cenicienta, la Sirenita o la Bella y la Bestia se unen con las técnicas más modernas de animación para ofrecernos un producto al estilo de la anterior Enredados (2010): es decir, personajes estilizados, repasados por CGI (animación digital), y con gran expresividad en los trazos. La historia está basada en uno de los cuentos de hadas de Hans Christian Andersen que todavía quedaban sin adaptar por Disney, La Reina de las Nieves, el cual llevaba varios años esperando para ser llevado a la pantalla. Este material original se nota en el argumento, que nos retrotrae a la época clásica de la compañía de dibujos, con castillos, reinos nórdicos y princesas con hechizos, valientes contrapuntos masculinos y secundarios basados en animales y otras criaturas parlantes que le dan el toque cómico.

Elsa y Anna son dos jóvenes princesas del reino nórdico de Arendelle. Elsa posee desde su nacimiento un cada vez más incontrolable hechizo que le proporciona la capacidad de cubrir de hielo todo lo que le rodea con el único poder de sus manos. Siendo niñas, Anna y Elsa se ponen a jugar una noche con los poderes mágicos de ésta y empiezan a inundar de nieve el palacio donde viven. Con el entusiasmo infantil, su poder se descontrola y lanza accidentalmente a Anna un rayo de hielo a la cabeza, quien queda inconsciente en el acto. Los padres, asustados, deciden pedir ayuda a los trolls del bosque quienes logran sanarla al no haber congelado ninguna parte de su corazón, lo que hubiera sido irreversible para ella. El único problema es que, salvo los mejores momentos de su relación con su hermana, Anna no podrá recordar nada de lo sucedido. Para evitar más accidentes, a partir de entonces Elsa pasará a tener una relación más distante y le ocultará sus poderes, dejando de jugar con ella y evitando la convivencia diaria, siendo Anna ignorante de las auténticas razones. Tras pasar unos años y convertirse en la heredera al trono de Arendelle, a Elsa le llega el día de su coronación como reina. La relación sigue tan distante como siempre, pero Anna consigue cruzar unas pocas palabras con su hermana antes de enamorarse perdidamente del príncipe Hans. Tras pedir la bendición para un impulsivo matrimonio, Elsa se niega argumentando que es muy precipitado al no conocerse entre ellos, lo que acaba en una discusión entre las dos hermanas y los poderes de la mayor expuestos a todo el mundo. En vista del descontrol producido, Elsa decide autoexiliarse no para evitar males mayores, pero en su huida cubre al reino de Arendelle de nieves y hielo, sumiéndolo en un invierno eterno. Ante el desconcierto general de todos los súdbitos, Anna decide ir tras su hermana y convencerla de que elimine el hechizo de las nieves sobre el reino; en su camino se encontrará con un vendedor de hielo llamado Kristoff (y su reno Sven). A ellos se unirá un muñeco de nieve viviente llamado Olaf, construido por su hermana cuando eran niñas y revivido de manera inconsciente por Elsa, quien se ha construido un palacio de hielo para vivir sola. La ayuda de su hermana será fundamental para que aprenda la manera de revertir sus poderes, pero ambas se encontrarán con otros oscuros intereses que pondrán en peligro el reino de Arendelle y la propia vida de su hermana, en un viaje donde aprenderán el verdadero significado del amor.

“Frozen, el Reino de Hielo”, está planteada como un musical que recuerda directamente al título también adaptado de Andersen, La Sirenita, (que hizo resurgir de la época oscura a Disney) así como también posee el espíritu de la cinta que siguió a aquélla, La Bella y la Bestia. Aquí tenemos la tradicional fórmula con nuevas variaciones (no en vano ya han pasado más de veinte años) con no una sino dos princesas jóvenes, y dos posibles candidatos a copar el corazón de la protagonista soñadora. Con sorprendentes giros de guión que solucionan esta dicotomía amorosa (y algún planchazo argumental totalmente inesperado), el ritmo de la cinta decae en los números musicales. Y es que es este aspecto lo más difícil de superar en los grandes títulos de las épocas doradas de la animación (sobre todo la de los noventa). Las canciones ya no son lo que eran, a pesar de que cada vez duran menos e interfieren lo menos posible en el ritmo.

Por suerte, hay otros detalles en los que Disney cada vez se supera más, y se trata de los fabulosos secundarios que roban escenas y proporcionan carcajadas y ternura a partes iguales. En este caso, como contrapunto a un reno que no destaca mucho (salvo en su manía de pegar lametones y comer zanahorias), tenemos al muñeco de nieve Olaf, auténtico protagonista de la función. Tierno, locuaz, gracioso y despistado; es uno de los grandes hallazgos y con los que la película avanza a pasos agigantados con su presencia en pantalla. De los protagonistas masculinos, destacar que cada uno tiene su propio carácter y personalidad, tal es el nivel de grandeza con el que están perfilados. Kristoff es valiente y poco sofisticado, con lo que la química con Anna será genial; mientras que Hans será el perfecto contrapunto y príncipe de cuento de hadas de manual. Las princesas de la función, las hermanas Elsa y Anna, son la evolución natural de las heroínas de Disney: una soñadora y alocada, y la otra más gélida y terrenal. El conflicto fraternal sobre el que está construido el argumento servirá perfectamente de hilo conductor en esta puesta al día del clásico cuento de hadas demostrando que, paralelamente a las grandes obras de Pixar, la división tradicional de Disney tiene todavía buen músculo creativo en sus esfuerzos por salir de la época oscurantista en la que se metió en los años 2000, y de la que Lasseter se esforzó por salir.

Calificación: Muy Buena

Lo Mejor: Sin duda, el muñeco de nieve Olaf y la excelente química que muestran todos los personajes.

Lo Peor: Los números musicales, que ya no son lo que eran y no han logrado que encajen del todo bien en el argumento.

La vería de nuevo: Sí.

La Recomiendo: Es perfecta para todos los públicos, si bien reconozco que está más orientada al público infantil que otros títulos con más trasfondo para los padres. También he decir que la vi en plenas vacaciones de navidad, en la sesión de las seis de la tarde; con lo que es posible que esté más influenciado por el griterío y alboroto de los niños que se respiraba en la sala.

Películas similares: La Bella Durmiente, La Sirenita, La Bella y la Bestia, Enredados

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2294629/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Los Juegos del Hambre

Los Juegos del Hambre - Poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

The Hunger Games

Año: 2012

Director: Gary Ross (Pleasantville, Seabiscuit)

Guión: Gary Ross, Suzanne Collins, Billy Ray

Basado en el libro de Suzanne Collins (enlace a la reseña)

Música: James Newton Howard

Fotografía: Tom Stern

Reparto

  • Jennifer Lawrence
  • Joss Hutcherson
  • Liam Hemsworth
  • Woody Harrelson
  • Donald Sutherland
  • Elisabeth Banks
  • Stanley Tucci
  • Lenny Kravitz

No suelo aficionarme a las franquicias cinematográficas creadas desde las sagas literarias (refiriéndome siempre al boom del género que ha estallado en los últimos años), por tratarse de obras prefabricadas con el único objetivo de dar con la gallina de los huevos de oro y explotar la misma fórmula una y otra vez. La franquicia de J.K. Rowling supo dar en el clavo al crear a Harry Potter sin tener idea del éxito que éste iba a tener en la gran pantalla entre el público infantil y adolescente (y la evolución de los mismos durante el paso de los años, paralela a la de los personajes y los actores que los interpretaron). Sin embargo, toda la procesión de Narnias y Crepúsculos que han venido luego han resultado películas nefastas, rodadas de manera atropellada y muchas veces sin la coherencia argumental que una trilogía o saga exige tanto por separado y como en conjunto global.

Es lo que yo llamo el síndrome Matrix: la primera película de los Wachowski fue genial por funcionar perfectamente por separado al rodarse sin expectativas de posteriores secuelas. Tenía un final lo suficientemente abierto para dar pie a interpretaciones varias, pero a la vez todo lo planteado en el metraje encajaba perfectamente como un mecanismo de relojería y se cerraba en su momento. Pero la pifiaron al hacer las continuaciones como dos obras complementarias entre sí, donde el tempo narrativo se alargaba de manera considerable con la consiguiente pérdida de interés del espectador. Algo parecido a lo que hizo Peter Jackson -de manera exitosa con la primera, más pesado y repetitivo con la segunda- en sus trilogías de la Tierra Media (El Señor de los Anillos y El Hobbit, respectivamente).

Por este motivo es por lo que, animado por una compañera de trabajo, me acerco con cierto recelo a estos Los Juegos del Hambre, poseedor de una etiqueta teen que le otorga un parecido sospechoso a las tramas sentimentales de Crepúsculo que tantas histerias han desatado entre el público adolescente. Decidido a darle una oportunidad, y con curiosidad acerca del argumento (¿una especie de Battle Royale para adolescentes?), esta primera entrega tiene algún acierto aislado pero su calificación final no pasa del aprobado raspado.

La protagonista es Katniss Everdeen, una joven que vive en el Distrito 12 con su madre y su hermana pequeña. El Distrito 12 es uno de los distintos territorios en que se divide Panem, un futuro país resultante de lo que queda de unos EEUU post-apocalípticos. En el pasado, uno de los Distritos suburbiales que dependen de la capital del país, El Capitolio, provocó una insurrección que fue aplacada y, para recordar este acontecimiento y mantener el orden preestablecido en el país, cada año se realiza La Cosecha, para participar en Los Juegos del Hambre. Se trata de seleccionar a una pareja de jóvenes de cada distrito y ofrecerlos a modo de sacrificio para que peleen entre sí en una competición que está a medio camino del reality show y el control gubernamental de la población (sobre todo la parte más deprimida y paupérrima de ella, como son los distritos más alejados, de mayoría obrera). La vida de Katniss se ve truncada cuando su hermana pequeña es elegida como tributo, y en ese momento se ofrece ella misma voluntaria para salvarla de una muerte segura. Katniss es elegida junto a otro joven, Peeta Mellark, y ambos son llevados al Capitolio para recibir entrenamiento y participar en una nueva edición de los juegos. Allí conocerán a personajes cada cual más extravagante, como su mentor y entrenador particular, Haymitch Abernathy, único ganador de los juegos de su distrito en los últimos años, y con graves problemas de alcoholismo y motivación de funciones. Haymitch se ocupará de darles valiosas lecciones de supervivencia y explicarles la mecánica de los juegos, así como del valor reputacional de caer bien a la audiencia para obtener patrocinadores (gente con elevado poder adquisitivo que pueden financiar ayudas para los jugadores en medio del espectáculo). Otros colaboradores serán los estilistas Cinna y Portia, que tratarán de darles una imagen sofisticada para atraer patrocinadores. La tarea para Katniss de sobrevivir a los juegos se antojará difícil, teniendo en cuenta que los jóvenes rivales de otros distritos están preparados desde su infancia para luchar a muerte en esta competición; y también se enfrentará a la estrategia de Peeta por sobrevivir, que es la de confesar su amor en público por Katniss y ganarse así prestigio frente a los patrocinadores. El drama humano y sentimental está servido… ¿quién ganará la 74ª edición de los Juegos del Hambre de este año?

Ante este planteamiento que a todo el mundo le recuerda a Battle Royale (película que Suzanne Collins prometió no tener constancia de ella, pero sin la crueldad y su mala leche), mezclado con las dosis de telerealidad extrema de películas como El Show de Truman (la gente pegada a la pantalla maravillándose por la vida real ajena), Perseguido (el bueno de Schwarzenegger obligado a pelear por su vida con las cámaras pegadas a la espalda) y Rollerball (un futuro de deportes extremos y sangrientos); se le une el toque de quebraderos de cabeza sentimentales y triángulos amorosos adolescentes de Crepúsculo; y se le corona con la crítica orwelliana de 1984 y Farenheit, para describir el control y la manipulación de las altas esferas del poder frente a una mayoría oprimida y con carencias materiales.

Supongo que será efecto de la crisis de los últimos años y esa lucha de clases subyacente en el cine reciente (me vienen a la cabeza la ya reseñada aquí Un amor entre dos mundos, y Elysium, con esa dicotomía totalmente diferenciada entre sociedades de ricos y pobres), pero aquí viene el primer punto débil de esta cinta: ya no cuela. No sé la novela, pero que se manipule así a la audiencia (y más si entendemos que el público target al que está dirigida es el de los más jóvenes) es bastante irresponsable. Manipuladoramente irresponsable, porque la narración se centra en los protagonistas pobres en todo momento, les vemos sufrir en su mundo gris con esa ambientación sacada de Gran Depresión americana (y a pesar de ello felices en su pobreza). Mientras que la única visión que tenemos de los estamentos privilegiados es la de los maléficos responsables de la estructura social (Sutherland y Bentley), la del estrambótico presentador de los juegos (un Stanley Tucci totalmente pasado de vueltas, y centrado en el morbo fácil), y la de las masas enfervorecidas preocupadas únicamente en el ámbito recreacional de los personajes y del espectáculo, sin ninguna motivación aparente (¿a qué se dedica la gente del Capitolio? ¿Cómo son sus vidas?). Se nos presenta una sociedad estrafalaria, excéntrica y extravagante, y aquí viene el segundo punto débil de la película: el futuro distópico que propone Suzanne Collins sobre el papel y plasma en imágenes Gary Ross no tiene ningún hallazgo visual aparte de las horteradas estéticas de sus personajes, que caen en el ridículo también a nivel moral.

A pesar de contar con un reparto de secundarios conocidos para que salven el nivel medio de la cinta (y que no consiguen, aparte de los citados Sutherland, Tucci y Bentley, un Woody Harrelson con un personaje totalmente desaprovechado del que ganaríamos más si nos explican algo del pasado que se deja entrever) hay alguna sorpresa más que no sé si es buena o mala (me refiero a Lenny Kravitz con ese papel de estilista amanerado a más no poder). Los chicos protagonistas están al mediocre nivel de hormonas masculinas adolescentes que necesita la cinta, pero la sorpresa grata de Los Juegos del Hambre fue ver la consagración de Jenifer Lawrence llevando todo el peso ella sola de la trama, y que confirma que su Óscar de 2013 por El lado bueno de las cosas fue un merecido premio que mostró la confianza del sector por un tímido relevo generacional que de vez en cuando gusta de producirse. La película gana enteros cuando se muestran los conflictos humanos por los que atraviesa (la incertidumbre que muestra acerca de quién será sus aliados; su rabia por la muerte de una compañera; el momento en qué está desorientada por la picadura de las avispas; la química -o ausencia de ella- con su compañero de distrito) aunque los pierde cuando volvemos al lado recreacional de la cinta y el guión/novela nos ofrece soluciones para que avance la trama (no me acaba de convencer los ítems que se van dejando como ayuda para los concursantes).

Si a ello le añadimos una pobre labor por parte del director con las imágenes rodadas con estilo cámara en mano, el resultado final es una película que pretende ser la inauguración de una trilogía con más sombras que luces, con un éxito de taquilla que tuvo el año pasado que le otorga licencia para tener más secuelas (como la que se acaba de estrenar hace poco). Le reconozco lo positivo que supone el toque de originalidad referido a su planteamiento conceptual, así como un ritmo que hace funcionar correctamente el metraje. Pero la cinta no aporta mucho más, aparte de ver por donde van a intentar que la secuela avance. Veremos.

Calificación: Pasable

Lo Mejor: La facilidad con la que Jenifer Lawrence se hace con los planos cada vez que aparece en pantalla.

Lo Peor: El estilismo hortero-futurista de las clases pudientes; la lectura social que hace.

La vería de nuevo: No.

La Recomiendo: Para los jovencitos huérfanos de vampiros y hombres-lobo, hasta que llegue la nueva franquicia palomitera.

Películas similares: Battle Royale, El Show de Truman, Crepúsculo, Rollerball, The Running Man, Death Race, La Isla, 1984

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1392170/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Una cuestión de tiempo

Una cuestió de tiempo - poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

About Time

Año: 2013

Director: Richard Curtis (Radio Encubierta, Love Actually)

Guión: Richard Curtis

Música: Nick Laird-Clowes

Fotografía: John Guleserian

Reparto

  • Domhnall Gleeson
  • Rachel McAdams
  • Bill Nighy
  • Lydia Wilson
  • Lindsay Duncan
  • Tom Hollander

Cuando hablamos de comedia romántica británica nos viene a la mente Cuatro Bodas y un Funeral o Notting Hill. Son películas con un desarrollo que se aleja de la previsibilidad del género norteamericano para introducir un toque bizarro tan típico del humor inglés que las caracterizan por completo. En este caso Richard Curtis no es ajeno a dicha fórmula y vuelve a realizar una nueva vuelta de tuerca sobre este planteamiento en el que ya tiene experiencia como director o guionista. El humor inglés está muy presente y las bromas elaboradas sin caer en el mal gusto sobrevuelan continuamente la cinta.

El planteamiento argumental no puede ser más original (y a la vez más manido): nuestro protagonista es un chico tímido y pelirrojo que se llama Tim, vive en el sur de Inglaterra y cuando cumple 21 años su padre le desvela un secreto familiar. Todos los varones de la familia tienen la capacidad de viajar en el tiempo, para cambiar situaciones pasadas en su vida; sólo basta con entrar en un armario o habitación oscura y concentrarse. Semejante sorpresa argumental se desvela en los primeros compases de la película y nos da pie a todo tipo de elucubraciones acerca de la manera en que se van a usar estos poderes y los derroteros caóticos por los que se va a mover la cinta. Pero para nuestra sorpresa la trama se va a dirigir hacia terrenos menos previsibles, y seremos testigos del devenir del protagonista conforme pasan los años y cómo evoluciona su relación con su familia y con el amor de su vida, Mary. Como en toda trama sobre viajes en el tiempo, veremos situaciones que se modifican teniendo consecuencias no deseadas en otros momentos temporales;  y como comedia romántica, tendremos la clásica estructura chico-se-enamora-de-chica, con gags y malentendidos varios, y con una historia en la que triunfa el amor como trasfondo.

La verdad es que a “Una cuestión de tiempo” no se le puede negar una capacidad innovadora sobre un género tan trillado. Lo primero que hace es sorprender con el planteamiento, y, cuando estamos a punto de imaginarnos una versión british del Día de la Marmota (clásico instantáneo en que se convirtió “Atrapado en el tiempo”) la cinta se pasa a un género más costumbrista sin perder por ello un ápice de interés. Se dejan de lado posibles sorpresas de guión y la cinta pasa a ser una reflexión bien pertrechada sobre la naturaleza de cotidianidad y el disfrute de los pequeños momentos diarios.

Precisamente eso fue lo que más me gustó de la cinta de Curtis, el buen rollo que transmite continuamente. A pesar de los pequeños dramas y sinsabores que salpican la trama, la película es como una guía para vivir y disfrutar de la vida. El protagonista parece abocado a ser el típico perdedor pringado (y encima pelirrojo) pero, en vez de eso, tiene una fantástica relación con su padre y toma las decisiones correctas en la vida. En ningún momento hace ninguna estupidez que ponga en peligro su relación con la chica, más bien al contrario (a diferencia de otras películas del género, donde parece que si no hay malentendidos amorosos no hay trama ni guión). Ante diferentes situaciones, se dedica a ayudar a encauzar la descarriada vida de su hermana o, si el momento lo requiere, echar un cable profesional al neurótico compañero de piso. Y las escenas que transcurren con su padre son toda una lección de Carpe diem, enseñándonos a disfrutar de las pequeñas alegrías que nos ofrece la vida. La lectura moral de la película, sin caer en la ñoñería, es muy elevada en mi opinión.

Otro de los aciertos es el amplio desfile de personajes que desfilan por la pantalla, con el sello Curtis en todos ellos. Desde el protagonista normal con el que cualquier espectador puede identificarse, a la chica ideal, perfecta en su sencillez, sin sofisticaciones adicionales. Aquí McAdams encaja de manera idónea, haciendo un gran trabajo. También tenemos a los personajes estrambóticos y chiflados: el compañero de piso dramaturgo, al que se le va la olla continuamente; la hermana disfuncional pero tremendamente cariñosa; el tío raro pero encantador; un madre “que se parece a Andy Warhol”; el compañero de trabajo más pringado y fracasado si cabe que el protagonista;… Y por encima de todos ellos, tenemos a Bill Nighy que destaca sobre el resto con una interpretación algo histriónica (como es habitual en él) pero que es pieza fundamental en el transcurrir de la cinta, guiando a su hijo para que haga buen uso del don familiar.

Es decir, que “Una cuestión de tiempo” no defraudará a los que se acerquen a verla, resulta una original propuesta y nos hará ver la vida de otra manera al salir del cine. Algo que no se puede decir de la mayoría de comedias a las que tenemos acceso de manera habitual.

Calificación: Muy buena

Lo Mejor: La lectura moral y la alegría que transmite

Lo Peor: Que se pueda prejuzgar por los primeros minutos de metraje.

La vería de nuevo: Sí.

La Recomiendo: Sí.

Películas similares: Atrapado en el tiempo, Dos vidas en un instante, Cuatro Bodas y un Funeral, Love Actually, Notting Hill

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2194499/combined

Tráiler en You Tube (español):

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