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Película – El puente de los espías

el puente de los espías poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: The Bridge of the spies

Año: 2015

Director: Steven Spielberg (La Lista de Schindler, Salvar al soldado Ryan, Minority Report, Atrápame si puedes, Munich, Lincoln)

Guión: Matt Charman, Joel y Ethan Coen

Música: Thomas Newman

Fotografía: Janusz Kaminski

Reparto

  • Toma Hanks
  • Amy Ryan
  • Alan Alda
  • Eve Hewson
  • Mark Rylance

De lo mejorcito que hemos tenido en este año marcado por el estreno de todas clases de cine de espionaje (Bond, Misión Imposible, Operación Uncle, Kingsman, Pierce Brosnan), el broche de oro no lo podía poner otro que no fuera el mejor Spielberg que hemos tenido en años. Con un guión de los hermanos Coen que deja al lado la habitual excentricidad de los directores de Fargo y El Gran Lebowsky, Spielberg hace un drama histórico con uno de sus actores fetiche que mejora con los años, poniendo a Tom Hanks a la altura del James Stewart más clásico, bonachón e íntegro (o el Atticus Finch interpretado por Gregrory Peck de “Matar a un Ruiseñor”). Con uno de los escenarios clásicos del género como es el Berlín dividido de los años 60, en plena construcción del muro que separaría el éxodo de ciudadanos en busca de la libertad y la prosperidad, “El puente de los espías” (el puente Glienicke) toma el nombre de la zona tranquila de la ciudad alejada de miradas indiscretas que servía como lugar de encuentro e intercambio de espías prisioneros entre los dos bandos. Con este leitmotiv, Spielberg fabrica un peliculón con dos actos diferenciados que le sirve para plasmar una historia como las que le gustan, de héroes cercanos y familiares cuya mayor virtud es la honradez y la escala de valores inquebrantable.

A finales de la década de los cincuenta el espía soviético Rudolf Abel es capturado en suelo americano ejerciendo actividades conspiratorias en contra de los Estados Unidos. La guerra fría está en su apogeo y la paranoia occidental acerca del peligro atómico sobrevuela la sociedad. Para dar la sensación de que se le proporciona un juicio justo basado en los pilares democráticos americanos, el gobierno contrata al abogado privado James Donovan para que lleve su defensa. Abel es un buen hombre, de edad algo avanzada y alejado del prototipo de espía malvado mostrado por la propaganda, y su forma de ser cautiva a Donovan quien empieza a tomarse su trabajo más en serio de lo que esperaba la opinión pública. Coacciones, amenazas, y poca justicia en el tratamiento legal hacen que el íntegro abogado se tome el asunto como algo personal y defienda con pasión a su cliente, lo que incluso llega a poner en peligro a su familia. La posibilidad de usar el espía soviético para ser intercambiado por prisioneros estadounidenses que estén en la misma situación en territorio ruso es usada como argumento en la defensa, y cobra su sentido cuando poco tiempo después el piloto Gary Powers es derribado con un avión espía en la Unión Soviética. Donovan será el designado para viajar al Berlín más tenso desde la II guerra mundial, en pleno momento de la construcción del muro, y negociar la liberación del prisionero americano, dando muestras de la integridad de un hombre que hace lo que su honor y su decencia le dicta.

Una delicia para disfrutar durante casi dos horas y media, cumpliendo el principal requisito de toda película sobresaliente, que es el que el tiempo pase volando sin que se haga pesada ni nos haga mirar el reloj continuamente. Sus dos partes están claramente diferenciadas, en la que el segundo acto cambia el tono y los derroteros argumentales de lo que parecía inicialmente un drama judicial, lo que le sienta estupendamente bien al ritmo del metraje. Desde la escena inicial nos cautiva la intriga argumental que humaniza al espía enemigo, saliéndose del canon habitual en este tipo de historias. El espía Rudolf Abel es un hombre de a pie, corriente, que en ningún momento reniega de su condición ni traiciona a su totalitario país. Spielberg sabe como no caer en el maniqueísmo fácil, y por momentos pone a los USA y su opinión pública en contra del espectador. Aunque también hay que decir que el contraste occidente-comunismo está polarizado, claro (no es cuestión de mostrar que los rusos eran hermanitas de la caridad). Pero por lo menos se deja claro la posición de integridad del protagonista, lo único sin claroscuros del filme.

Dejando a un lado las lecturas morales y políticas de la película, decir que sobresale la labor de casting realizada, con actores semidesconocidos en alto porcentaje del reparto. Tom Hanks está fabuloso, sí; pero del resto de los actores no se puede decir que nos suenen sus caras, favoreciendo este semi desconocimiento el impacto que sus interpretaciones nos deja. La anodina mujer de Donovan (interpretada por Amy Ryan) la hemos visto en Birdman, pero su look de mujer abnegada en plenos años cincuenta nos deja entrever el papel de mujeres florero de la época, descontenta con las labores que hace su marido pero con poco margen de maniobra para actuar o quejarse. A Mark Rylance le pasa lo mismo: es un actor veterano con un rostro poco prodigado en películas conocidas pero que le viene a Spielberg como anillo al dedo para reforzar el carácter anodino del espía soviético, humanizándolo como pocos harían.

Todo ello aúpa a una cinta que es de lo mejor de Spielberg en los últimos años (claramente superior a War Horse y Lincoln, por ejemplo), demostrando que está en plena forma esforzándose por hacer un cine que resulte novedoso y que no caiga en sus viejos clichés de antaño. Sin resultar espectacular en acción o set pieces, la iconografía que deja después de 141 minutos demuestra que todavía es capaz de dar grandes hallazgos visuales en sus cintas. Sirva como ejemplo la escena final del puente, con una magistral dirección de fotografía, en tonos azules, que logra capturar el momento de la madrugada donde se desarrollaban este tipo de operaciones, con niebla o heladas, digna de todo un John Lecarré (desde luego que Tom Hanks es todo un espía que surgió del frío). Y teniendo ya una visión de lo que ha sido este 2015, podemos decir que es de las grandes cintas del año; oscarizable, dramática, con grandes momentos para el recuerdo, y con ese buen sabor de boca que nos deja el saber que hemos asistido a una nueva lección de cine de uno de los grandes.

Calificación: Muy buena

Lo Mejor: El ritmo, la historia, los escenarios, los actores y Tom Hanks en su búsqueda de la integridad.

Lo Peor: El dibujo polarizado del enfrentamiento de los bloques americanos y comunistas.

La vería de nuevo: Sí

La Recomiendo: Totalmente

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt3682448/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Spectre

Spectre poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Spectre

Año: 2015

Director: Sam Mendes (American Beauty, Camino a la perdición, Skyfall)

Guión: Neal Purvis, Robert Wade, John Logan, Jez Butterworth

Música: Thomas Newman

Fotografía: Hoyte van Hoytema

Reparto

  • Daniel Craig
  • Christoph Waltz
  • Léa Seydoux
  • Ralph Fiennes
  • Ben Wishaw
  • Naomi Harris
  • Dave Bautista
  • Monica Bellucci

Definitivamente 2015 ha sido el gran año del espionaje en el cine, de las que he dado buena cuenta en reseñas anteriores. Queda todavía por ver el estreno de Spielberg y Tom Hanks “El puente de los espías”, pero  ya todos los platos fuertes se han servido. Y después del la experiencia de Sam Mendes en la franquicia de Bond con Skyfall, que batió todos los récords posibles de la saga tanto en taquilla como en calidad y críticas, Spectre era larga esperada. No sólo por esperar más atisbos de calidad por parte de Mendes, también por el propio título elegido que evoca a uno de los archienemigos más clásicos del agente secreto y su organización criminal, ausente de la franquicia desde los años setenta por problemas de copyright. Y es que esta etapa de la franquicia protagonizada por Daniel Craig se caracteriza por un reinicio del personaje en toda regla, desde la primera misión que vimos en Casino Royale. Esto ha permitido a la productora explorar más facetas del personaje, tal como sus inicios, el proceso para refinarse desde una brutalidad inicial, detalles del pasado no incluidos expresamente en los libros de Fleming (Skyfall como mansión familiar donde se crió), los amoríos desafortunados que han marcado su personalidad o la presentación de todo tipo de personajes secundarios que le han acompañado desde sus orígenes (si hasta la última escena de Skyfall era un guiño al despacho clásico del jefe en las películas de Connery y Moore, cerrando el círculo de alguna manera con el resto de actores). Todo esto lo ha sabido ver Sam Mendes para quedarse con lo que más le importa de una película (aunque sea de acción), que es la profundidad emocional y las cicatrices no necesariamente físicas de su personaje.

Un mensaje del pasado lleva al agente 007 a México para enfrentarse a un criminal con conexiones con una misteriosa organización. Mientras, en Londres, un cambio en la estructura jerárquica hace que M ya no sea el superior del Servicio Secreto; una fusión del MI5 y del MI6 pone al frente  a un nuevo superior, Denbigh (o “C”, como Bond se empeña en llamarle). Una de las aspiraciones de C es unificar los sistemas de vigilancia de nueve estados miembros, con lo que la sección doble cero dejaría de tener sentido y la podría cerrar. Bond viaja primero a Roma, donde se infiltra en una misteriosa y siniestra reunión; y después a Austria, para sonsacar información a un viejo conocido. Todo para descubrir a Spectre, una sociedad criminal secreta con tentáculos en todo el mundo, y más conexiones con el pasado de Bond de lo que él pensaba.

Muy alto estaba el listón de Skyfall, tanto que al final Spectre pierde por comparación con su sucesora. Ya pasó con la trilogía de Batman de Nolan: “El caballero oscuro” fue tan magistral que el cierre de la trilogía con “El caballero oscuro renace” quedó algo descafeinado teniendo en cuenta lo que habíamos visto antes. Es decir, no es que Spectre sea mala (de hecho funcionaría de manera autónoma dando igual cuando se hiciera), pero cae en errores que en Skyfall eran genialidad absoluta (al igual que pasó con “Quantum of Solace” pretendiendo emular las virtudes de su predecesora “Casino Royale” -por ahora la mejor de la era Craig y en el top 5 de la franquicia- pero que se quedó en una torpe y atropellada versión de ésta).

Desde luego que la escena inicial en México es un prodigio de plano secuencia (no la considero como la mejor de la saga como afirman muchos por ahí, pero sí que es de un grandísimo nivel). Y la interacción de los secundarios en la trama aporta dinamismo a la fórmula clásica de Bond. La primera hora de película es brillante, sobre todo la reunión en Roma y posterior persecución en coches, donde los esfuerzos de Mendes por no caer en los clichés típicos de la saga le aporta un humor brillante (007 afanándose por pulsar botones a ver cuál de todos le ayuda en la persecución) mientras mezcla un tono sombrío en la presentación de los villanos. El problema es que a partir de aquí la trama se ralentiza y a la cinta le cuesta ir al grano. Más de dos horas y media resulta excesiva para esta película, un fallo que no cometió Casino Royale por la propia estructura de la cinta (basada en un gran material literario, la primera novela del espía). Las sorpresas argumentales del último tercio le daban ritmo a la trama, algo que por desgracia no tiene Spectre. A partir de las escenas en Austria y, sobre todo en Marruecos, se va perdiendo paulatinamente el interés (recobrado súbitamente en la escena del tren). Y sobre todo, uno de los mayores defectos es la manera en que se dibujan las motivaciones del villano principal, interpretado por Christopher Waltz. Usando un remedo del pasado de Bond sobre un personaje de una historia corta de Fleming (Octopussy), se hilvana torpemente un nexo de unión con los villanos de las películas precedentes, intentando cerrar así un círculo que no necesitaba cerrarse. Waltz, en comparación con el malo que interpretó Bardem en Skyfall, languidece, y las persecuciones finales no mejoran la credibilidad ni el ritmo de una trama que debería haberse acortado media hora. La relación de Craig con Léa Seadoux aporta poco, dicho sea de paso, a pesar de los esfuerzos de ésta por estar a la altura en un papel que exige demasiado de ella. Es como si todo lo que supuso Eva Green en Casino Royale no hubiera valido para nada. Por el contrario, la excelente Monica Belucci está algo desperdiciada por el poco tiempo que sale en pantalla, pudiendo haber sido una gran aportación a la historia por la significancia que supone ser la chica Bond de mayor edad en la franquicia. La elegancia que imprime casa perfectamente con el Bond que ha desarrollado Craig todos estos años, menos preocupado en jovencitas y más en femme fatales.

Para colmo de males, los grandes aciertos de Mendes en Skyfall no aparecen aquí, tal como la labor de fotografía que desempeñó (no hay esa paleta cromática que enfatizaba escenas claves, como el incendio de la mansión en Skyfall o los neones en la lucha en el rascacielos). La canción de Sam Smith y sus falsetes no están a la altura de la potente voz de Adéle, (igual que Alicia Keys no estuvo a la altura de Chris Cornell) por el mismo defecto de toda la película, que es el de copiar los grandes aciertos de la cinta precedente y careciendo de personalidad propia. Por lo menos, la banda sonora de Thomas Newman ha mejorado algo respecto a la anterior entrega, teniendo más protagonismo el “James Bond Theme” en el metraje.

Todo esto no hace de Spectre un Bond superior, pero nos devuelve la esencia del personaje en cada plano y se sitúa en los lugares medios del ránking de películas de la franquicia. Todo esto hace esperar una nueva entrega de una de las sagas más longevas y exitosas de la historia del cine.

Calificación: Buena

Lo Mejor: La primera mitad de la cinta, con las escenas de México, Roma  y el tren de Marruecos entre lo mejor.

Lo Peor: Que la segunda mitad de la cinta es algo lenta e incapaz de rematar la trama.

La vería de nuevo: Sí.

La Recomiendo: Sí.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2379713/

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Misión Imposible: Nación secreta

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Mission Impossible: Rogue Nation

Año: 2015

Director: Christophe McQuarrie (Jack Reacher)

Guión: Drew Pearce, Will Staples

Música: Joe Kraemer

Fotografía: Robert Elswit

Reparto

  • Tom Cruise
  • Jeremy Renner
  • Simon Pegg
  • Ving Rhames
  • Rebecca Fergusson
  • Sean Harris
  • Alec Baldwin

Prosigue esta incombustible saga que demuestra el gran ojo para los negocios y el sentido del espectáculo que tiene Tom Cruise. En 1996 se convirtió en productor y la estrella principal de un guión que llevaba dando vueltas por Hollywood varios años, el de la adaptación de una de las series icónicas de los 60. Dando la vuelta a todo el cine de espías que se había hecho hasta entonces, la primera entrega de Misión Imposible fue un festival de adrenalina, traiciones, agentes dobles, persecuciones, discos robados, escenarios clásicos de la guerra fría e incursiones al límite en zonas prohibidas. Brian de Palma le dio un sello único e inconfundible a la cinta y fue la semilla para que el género se reinventara con las siguientes películas de Bourne y Bond a lo largo de la década siguiente. La lástima fue que la secuela dirigida por John Woo lo estropeara todo y demostrara lo fácil que es pasar al extremo contrario, y con los mismos ingredientes hacer una película de acción descerebrada y sin sentido, por mucho que las escenas de riesgo fueran extremas (grandes coreografías en moto), que incluyera el toque romántico que da un personaje femenino (en la primera parte no hay romance entre los personajes, salvo una leve referencia con el personaje de la chica), que las incursiones y acrobacias imposibles sean todavía más imposibles, que el villano diera más miedo todavía en esta continuación, y que todo esté impregnado del típico toque poético de Woo en medio de los tiroteos (palomas volando mientras se ralentizan las imágenes). Contra todo pronóstico, todo se arregló en la tercera parte, con ese resucitador de franquicias que es J. J. Abrams y su toque mágico para contar historias dando la vuelta de tuerca que uno nunca se espera, y demostrando por qué Cruise tiene tan buena mano no sólo para elegir los papeles protagonistas, sino también los directores de esta franquicia millonaria. Después de la excelente primera parte, Misión Imposible 3 es la mejor entrega de esta saga, con el mejor villano, un gran argumento, una gran subtrama romántica (la relación con su chica es totalmente creíble y está integrada en el argumento de manera impecable), y una manera de contar la historia a base de flashbacks que quita el aliento. Luego vino la cuarta entrega de la franquicia y supo mantener el tipo, aunque en mi opinión el pico de calidad ya se ha dado repetidamente y, por mucho que Brad Bird, el director elegido, tuviese buena mano, ya resulta cada vez más difícil innovar en esta saga sin caer en los clichés ni que el “más difícil todavía” no sonroje al espectador. Y sin embargo, esta quinta parte que se nos presenta, hace lo imposible y sorprende por darle un nuevo aire a la franquicia a la vez que los guiños a entregas pasadas nos hacen recordar grandes momentos y olvidar las arrugas que le salen a Cruise con cada año que pasa. Asume grandes riesgos y en algún momento asusta por parecer algo repetitiva en relación a todo lo que se ha visto años atrás, pero en general sale airosa y nos aporta grandes escenas para el recuerdo, que ya forman parte de la iconografía de esta franquicia.

Tras su última misión en Ucrania, el agente especial Ethan Hunt descubre que una organización secreta a la que lleva siguiendo la pista desde hace bastante tiempo, el Sindicato, está más infiltrada en los servicios secretos de todo el mundo de lo que había pensado. Mientras en el congreso americano se debate que la IMF a la que pertenece Hunt cese sus operaciones encubiertas y se integre en la CIA, éste es buscado por medio mundo mientras se niega a entregarse al gobierno y exponerse a que el Sindicato le localice. Con todos sus antiguos compañeros localizados, interrogados y neutralizados, unos le buscarán y otros le ayudarán a enfrentarse a esta organización; mientras intenta conocer el papel que desempeña Ilsa, una misteriosa mujer que no sabe si está de su lado o en su contra, para demostrar que la amenaza del Sindicato es real y puede desestabilizar el equilibrio de los servicios de inteligencia de todo el mundo.

El arranque de esta entrega no puede ser más espectacular, y lo es por la tan cacareada escena del avión sin dobles que la resuelve en los primeros cinco minutos de la película. Siendo honestos, uno pensaba que iba a formar parte del clímax en los últimos compases de la cinta, pero la manera de presentarnos la situación, los personajes y el conflicto, sorprende de puro simple que es. En dos minutos ya están todas las cartas repartidas, y sin darnos cuenta la banda sonora épica de Lalo Schifrin está en pantalla con los créditos iniciales recordándonos más que nunca esa primera parte que pensábamos que ya no íbamos a volver a rememorar, salvo tirando de hemeroteca. Pero la vuelta a los escenarios clásicos del género de espionaje (Londres, Viena) ilusiona tanto a los fans de toda la vida como al espectador ocasional, y tras el juego típico de traiciones, persecuciones y desautorizaciones, Christopher McQuarrie nos cuela una noche en la ópera que es puro Hitchcock a la antigua usanza. Usando el clásico Turandot de Puccini, uno ya se espera el que el momento álgido de la aria se use para algo espectacular, y no decepciona. Con semejantes cartas mostradas, la cinta ya nos ha ganado por su vitalidad y ritmo, y solo ha pasado la mitad del metraje. Es por ello que, aunque luego haya algún recital de escenas ya vistas en otras ocasiones (la persecución en moto, la inmersión en la piscina), la cinta ya ha logrado su objetivo, que no es otro que el de desmarcarse del resto de entregas a base de alguna escena diferenciadora.

Con un grupo de personajes que rescatan a todos los viejos aliados de otras entregas, en esta ocasión los junta y los mezcla dejando que interaccionen creando conflicto entre ellos (Ving Rhames y Jeremy Renner colaborando juntos), mientras que el contrapunto cómico que es Simon Pegg está más integrado que nunca. Hasta Rebeca Fergusson recuerda en su físico al mejor personaje femenino de la saga (Michelle Monaghan, hábilmente sacada de los guiones en posteriores entregas), aunque el mayor defecto de la película sea precisamente la poca credibilidad de su personaje con el villano de turno (sin desvelar parte de la trama, decir que a ratos resultan inverosímil los tejemanejes que se traen). Por lo menos cumple su función de personaje misterioso y enigmático. Pero como siempre, Cruise es la verdadera estrella de la función, dejando que todo orbite a su alrededor lo justo, y sembrando de dudas el relevo de Renner como futuro eje de la franquicia (al estilo de Bourne).

Desde luego que a McQuarrie no se le puede negar brío en su cine. Siendo guionista de “Sospechosos Habituales” y “Al filo del mañana”, o director en “Jack Reacher”, se caracteriza por salvar los muebles en un cine que cada vez necesita reinventarse más, so riesgo de caer en el olvido más inmediato, y para ello sabe rodearse de astros consolidados en el sector (léase el propio Cruise). Y desde luego que con esta “Misión Imposible: nación secreta”, no cabe duda de que ha conseguido más de lo que se esperaba de él. Una película que, sobre todo, es entretenida y ágil, que deja a la franquicia en muy buena posición para futuras entregas y más viva que nunca, y que la salva de la quema de los olvidables blockbusters veraniegos que pasan sin pena ni gloria. No es una obra maestra pero hace que el género esté revitalizado.

Calificación: Bastante buena

Lo Mejor: La primera escena es pura adrenalina, y contrasta perfectamente con la escena de Viena que es pura intriga y tensión. Y recuerda mucho a la primera entrega de la franquicia, lo cual también es una gran ventaja.

Lo Peor: Que algunos retazos de la trama y del villano estén cogidos con pinzas.

La vería de nuevo: Sí.

La Recomiendo: Sí.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2381249/

Tráiler en You Tube (español):

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Película – La conspiración de noviembre

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: The November Man

Año: 2014

Director: Roger Donalson (Cocktail, Species, Un pueblo llamado Dante’s Peak, Trece Días, La Prueba)

Guión: Michael Finch, Karl Gajdusek

Basado en el libro de Bill Granger “There Are No Spies

Música: Marco Beltrami

Fotografía: Romain Lacourbas

Reparto

  • Pierce Brosnan
  • Luke Bracey
  • Olga Kurylenko
  • Eliza Taylor

Seguimos con el cine de espionaje en este 2015 que vislumbra grandes aportaciones al género. Si la semana pasada con Kingsman: Servicio Secreto teníamos una nueva vuelta de tuerca resultando un actioner gamberro y alocado, con esta The November Man volvemos a la visión seria y dura del mundo de los espías. Y para ello nada como un viejo especialista del género tirando de canas y experiencia, un Pierce Brosnan al que la sombra de 007 le perseguirá siempre (ya sea como Thomas Crown, como “El sastre de Panamá”, o en “Matador”), pero que en este título nos recuerda más al frío antagonista de “El cuarto Protocolo” más que al jovial espía británico. Y es que esta cinta retoma los oscuros derroteros marcados por la narrativa de Frederick Forsyth o John Lecarré, para hacer un thriller sobrio y sin grandes aspavientos de presupuesto o escenas, centrándose en una trama retorcida e intrincada y con frecuentes giros de guión, más del estilo de la saga Bourne. Con tan pocas aspiraciones nace esta cinta, que de hecho se estrenó en agosto de 2014 y no ha sido hasta marzo de 2015 que en España se han decidido a distribuirla, como si la desgana se hubiera apoderado de los distribuidores.

Peter Deveraux es un veterano operativo de la CIA ya retirado. Con un pequeño negocio en Suiza, no ve la necesidad de retomar su antiguo trabajo cuando su antiguo jefe le hace una visita para pedirle que vuelva. Un asesino a sueldo está eliminando a antiguos compañeros suyos relacionados con el nuevo hombre fuerte de Rusia, Fedorov, un antiguo militar metido a político con fuertes expectativas de ser el próximo presidente del país. Tras saber que puede estar en peligro una antigua compañera suya, la cosa cambia y decide volver una vez más al terreno de juego para intentar sacarla del país y ponerla a salvo. Pero la misión fracasa, y los propios agentes de la CIA intentan matar a Deveraux sin saber que están frente a uno de los hombres más peligrosos que hayan sido entrenados por la agencia. Precisamente a quién ponen en su búsqueda es a David Mason, joven agente que fue el alumno y protegido de Deveraux en el pasado, a quien enseñó todo y que es igual de mortífero o más que su ex-profesor. Entre ellos se pone en marcha un peligroso juego del gato y el ratón, y mientras Mason trata de cazar a Deveraux, éste intenta buscar a una chica llamada Mira Filipova, con conexiones con el pasado de Fedorov, y la clave de toda la operación de la CIA. Traiciones, relaciones rotas y las cloacas del sistema serán las constantes en esta oscura trama, en la que se demuestra que hay profesiones que nunca se pueden dejar atrás.

Dirigida por Roger Donalson, se puede decir que ya tiene cierta experiencia en el género, tras ser el responsable en 2003 de una de las mejores muestras del género, La Prueba (The Recruit), donde teníamos a un Colin Farrell intentando saber qué era real y qué mentira en un proceso de reclutamiento de la CIA. Siguiendo con el juego de referencias, la película de Tony Scott “Spy Game” es también fundamental en la construcción de la trama, con el espía veterano dando lecciones al espía joven e impulsivo. Aunque por momentos esta cinta juega más en la liga de “Tres días para matar” o “La fría luz del día” (grandes repartos en títulos que no consiguieron transcender la gloria), no nos engañemos: la sombra de Jason Bourne es alargada, y el intento de mezclar su brutalidad amnésica con la elegancia bondiana que Brosnan le imprime a todos sus papeles desde que dejó la franquicia da como resultado esta cinta; donde lo mismo se dispara a sangre fría, que se bebe un licor con elegancia. La violencia está justificada por los vínculos emocionales que se le atribuyen al protagonista, dando como resultado un personaje atrayente y poco convencional. Al igual que en otros títulos del género, las cloacas del sistema salen a la luz, y tenemos una trama donde se ven los oscuros tejemanejes de la CIA en la Rusia postsoviética y moderna, y donde resulta difícil saber quien está en contra y quien es aliado. La puesta al día de la profesión es patente en un mundo de móviles, cámaras en cada esquina y drones aéreos.

Al final lo que tenemos es un producto divertido sin complicaciones, aunque la trama se haga enrevesada por momentos. Las sorpresas en el argumento funcionan, y los secundarios que rondan le van a la zaga y hacen bien sus papeles. Olga Kurylenko no sólo aporta una cara bonita, y Luke Bracey es el contrapunto perfecto de juventud frente a la experiencia de Brosnan. El ritmo de la trama es adecuado y la cinta no dura mucho (algo más de hora y media) con lo que no llega a aburrir en ningún momento. Y las escenas de acción y persecuciones no tienen sus dosis de fantasía propias de la industria, cosa que es de agradecer para que no se nos atragante ninguna secuencia. Digamos que esta “The November Man” pasa el examen con buena nota, es correcta para las aspiraciones que traía, y no comete errores de bulto, aunque tampoco arriesga más de lo debido. Para el género en el que se mueve, es una buena muestra del mismo.

Calificación: Buena.

Lo Mejor: Brosnan siempre imprime carácter y buen gusto a sus papeles, aunque tenga tics interpretativos difíciles de quitar ya a su edad.

Lo Peor: Algún momento de vuelta de tuerca en una trama ya de por sí enrevesada.

La vería de nuevo: Sí.

La Recomiendo: Sí, es espionaje en estado puro, y se deja ver.

Películas similares: La Prueba, Spy Game, La fría luz del día, Tres días para matar

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2402157/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Kingsman: Servicio Secreto

Kingsman Servicio Secreto poster

 

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Kingsman: The Secret Service

Año: 2014

Director: Mathew Vaughn (Layer Cake, Crimen Organizado; Kick Ass; X-Men: Primera Generación)

Guión: Jane Goldman, Matthew Vaughn

Basado en el cómic de Dave Gibbons y Mark Millar

Música: Henry Jackman, Matthew Margeson

Fotografía: George Richmond

Reparto

  • Colin Firth
  • Taron Egerton
  • Samuel L. Jackson
  • Mark Strong
  • Michael Caine
  • Mark Hamill

Basada en un cómic de Dave Gibbons y Mark Millar, Kingsman es el último gran estreno basado en grandes fanfarrias de fuegos artificiales y peleas espectaculares que nos brinda la cartelera. Y yo, amante purista del género de espionaje, he de reconocer que al principio me asomé con una mezcla de incredulidad e indiferencia a esta nueva vuelta de tuerca al mundo de las agencias secretas, ya visto en innumerables ocasiones. Mezcla confesa de “La Prueba” (The Recruit”, con Colin Farrell y Al Pacino) con “Los Vengadores” (la serie de los 60 llevada al cine por Ralph Fiennes y Uma Thurman en 1998), tenemos al aprendiz recibiendo lecciones del mentor mientras la elegancia y la flema británica se lleva al extremo. El estilo comiquero de la cinta es patente desde el mismo trailer, donde se puede entrever acción a raudales, junto con la historia iniciática de un aprendiz a espía de origen callejero y look rapero, pugnando por superar distintas pruebas no sólo físicas sino de modales y buen gusto. Como se bromea en el afortunado guiño de una escena, ésta es una versión de Pigmalión adaptada al sofisticado mundo de los espías popularizados por 007. Y es una mezcla de géneros tan disparatada, que podemos definir a Kingsman, Servicio Secreto como una comedia de acción y espionaje con toques de violencia de cómic adulto.

Eggsy es un joven londinense descarriado y macarra, pero de espíritu noble y preocupado por su madre. Su padre perteneció a una agencia ultrasecreta de inteligencia y cuando murió en combate, su compañero y mentor Harry Hart prometió ocuparse de su familia. Harry le dejó un medallón con un número grabado al que llamar cuando estuviese en problemas, y Eggsy decide usarlo tras un altercado con unos matones del barrio y acabar encerrado en los calabozos de la comisaría de policía. Harry ve potencial en el joven delincuente y le sugiere la posibilidad de que se una a la agencia de espías a la que perteneció su padre, llamada Kingsman, y cuya tapadera es una sastrería en Savile Row, el barrio más elegante de Londres. Los Kingsmans son agentes secretos refinados, elegantes y mortíferos, expertos en todo tipo de lucha, tanto con armas como cuerpo a cuerpo. El proceso de entrenamiento y selección será duro, teniendo Eggsy que competir contra otros jóvenes candidatos procedentes de orígenes menos humildes y más adinerados. Mientras recibe su instrucción, Harry investiga a un millonario y falso filántropo llamado Richmond Valentine, que parece estar detrás de la desaparición de grandes personalidades a nivel mundial. Sólo Eggsy y Harry serán capaces de descubrir qué maléficos planes están detrás de las maquinaciones de Valentine, y como siempre, la salvación del mundo estará en manos de nuestros protagonistas.

Con un argumento tan manido y usado, es fácil que un título como Kingsman caiga en la repetición de clichés mil veces vistos. En su lugar, Matthew Vaughn usa el cómic original para hacer una película gamberra y descarada, más cercana al tono burlesco y satírico de Kick-Ass (con sus buenas dosis de violencia incluidas), que al recto e íntegro de X-Men: Primera Generación. Las bromas al agente secreto por antonomasia son inevitables pero necesarias para no tomarse en serio a sí misma, así como las reflexiones acerca de los clichés propios del género (enfrentamiento protagonista – villano) y de las imaginativas e inesperadas soluciones que se dan para no caer en las repeticiones inevitables. Vaughn consigue escapar del tono de parodia por poco, y para eso usa herramientas de Tarantino tales como una violencia controladamente explícita. En algunos momentos a la cinta se le va la olla, literalmente; como con las peleas coreografiadas, que uno se espera herencia de los Wachowski pero que en ocasiones se pasan de frenada (la escena de la iglesia es, sencillamente, brutal). Éstos momentos violentos son en mi opinión, los puntos débiles de la cinta (aunque ya sabéis que yo tolero poco la sangre), pero que tienen su contrapunto irónico en el personaje de Valentine, quien tampoco soporta la sangre a pesar de todas sus contradicciones como villano de la función y sus poco íntegros planes. Y toda esta ironía de puntadas gruesas plaga toda la película, con lo que al final se compensan los desvaríos del realizador al estar todos y cada uno de los minutos del metraje justificados.

Entre medias, tenemos una buena historia de lealtad y nobleza. Un guiño a los tiempos convulsos que traen nuevos cambios y a la regeneración desde dentro de las instituciones. Una reflexión acerca de si la educación, la distinción y los modales nacen o se hacen, con humor británico inundando toda la cinta. Al final Kingsman es tremendamente divertida y dinámica, al mezclar sabiamente varias líneas argumentales ya vistas anteriormente a lo largo del planteamiento, nudo y desenlace, de manera que el tiempo pasa que da gusto sin que apenas uno mire el reloj. Quizás mis gustos en relación al género del espionaje sean más ortodoxos y no tan gamberros, pero hay que reconocer que los hallazgos visuales de la cinta hacen que deseemos que el protagonista se quite la gorra de rapero y se ponga las gafas y el traje marca de la casa de los Kingsman. Esta película tiene variados aciertos y por ello merece ser recomendada antes que otras opciones de la cartelera.

 Calificación: Buena

Lo Mejor: El ritmo endiablado de la película hará que el tiempo pase volando sin darte cuenta.

Lo Peor: Que a Vaughn se le va la pinza con la violencia.

La vería de nuevo: Sí.

La Recomiendo: Sí.

Películas similares: Los Vengadores, La Prueba.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2802144/combined

Tráiler en You Tube (español):

4 comentarios

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Película – Descifrando Enigma

Descifrando Enigma poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: The Imitation Game

Año: 2014

Director: Morten Tyldum

Guión: Graham Moore

Basado en el libro de Andrew Hodges “Alan Turing: The Enigma”

Música: Alexandre Desplat

Fotografía: Oscar Faura

Reparto

  • Benedict Cumberbatch
  • Keira Knightley
  • Mathew Goode
  • Mark Strong
  • Rory Kinnear
  • Charles Dance

The Imitation Game es una de esas películas oscarizables desde la base misma de su creación. Partiendo del hecho de que quedan pocas semanas para la ceremonia de 2015, y que esta película lleva unas cuantas nominaciones en el bolsillo (mejor película, actor, director, actriz, guión, banda sonora, etc), no es de extrañar que pueda convertirse en la película del año (que no la mejor). Además, se trata de un biopic histórico sobre un momento heroico de la II Guerra Mundial, es una historia de superación sobre el conflicto interno de un hombre por superar sus hándicaps mientras lidia con el defecto de ser un genio, combina la emoción de una historia de espionaje al más alto nivel con la de una intriga policiaca convencional, para acabar hablando de cómo puede haber totalitarismos en el país teóricamente más civilizado del mundo (mientras su mensaje nos inunda de corrección política por todos lados).

A través de diversos flashbacks, se nos narra los momentos más importantes en la vida de Alan Turing, joven matemático que ingresó en el servicio secreto inglés durante la guerra para ayudar a descifrar las comunicaciones enemigas. Los alemanes llevaban años usando la máquina descodificadora Enigma, con la que diariamente se encriptan las claves que usan en todo tipo de mensajes, desde la posición de la flota o los ejércitos, hasta las órdenes de ataque en los diversos frentes. El MI6 está reclutando a todo tipo de criptógrafos y lingüistas para romper el código en una carrera contrarreloj diaria, pero Turing es más ambicioso en sus planes y sueña con construir la máquina definitiva que se convierta en el antecesor de lo que hoy conocemos como computadora. Su inteligencia desmesurada, combinada con su prepotencia y su evidente incapacidad para la interacción social creará continuos conflictos con sus superiores y sus propios compañeros criptógrafos, y reviviendo su infancia y juventud en la escuela comprenderemos donde puede estar la raíz de todos sus problemas; a la vez que un policía en una investigación años después de la guerra intentará descifrar el enigma con el que este extraordinario personaje se muestra de cara al mundo y a la puritana sociedad británica de mediados del siglo XX.

Con una trama que deja cierta sensación de dejá-vu (en 2001 Michael Apted ya trató el tema de la maquinita de códigos en “Enigma”), hay que decir que “The Imitation Game” es deudora sobre todo de la cinta de Ron Howard “Una mente maravillosa” (por no resaltar las más que también evidentes similitudes de la recién estrenada “La Teoría del todo”, sobre la vida de Stephen Hawkings y que reseñaré en breve). En efecto, tenemos puntos en común con el biopic del Nobel de Economía, y se tocan tangencialmente temas similares en ambos filmes. No es de extrañar teniendo en cuenta que la cinta de Howard triunfó en los Óscar de 2001, lo que justifica el repetir los ingredientes de la receta para conseguir similares resultados. La vida tortuosa y torturada de un genio de las matemáticas; una época caracterizada por el romanticismo propio de la guerra; la enfermedad que acecha a un genio ensimismado en su propio caparazón antisocial; el daño a los más cercanos que provoca su anormalidad; la posibilidad de hacer grandes cosas con la mente allá donde las armas no tienen efecto (es decir, descifrando códigos, ya saben, “la pluma es más fuerte que la espada”); un espíritu de superación encomiable ante la adversidad,… En ambas cintas tenemos papelones de sus protagonistas, y si bien Rusell Crowe tenía que luchar contra su propia imagen para dar el pego como matemático esquizofrénico, aquí tenemos a un Benedict Cumberbatch que se sale desde el principio, demostrando por qué es el actor de moda. Su papel hereda matices de su Sherlock televisivo, sobre todo en lo que a carácter antisocial se refiere, para ir derivando conforme avanza la trama hacia un personaje más torturado de lo que parecía en un principio, y logrando conmover al final de la cinta. Los inteligentes flashbacks pueden despistar en algún momento, pero no cabe duda de que pocas veces son tan clarificadores como para justificar la extravagante personalidad del protagonista en cuestión. Sobre todo la película gana enteros con el juego metáforico y dramático del enigma que supone descifrar la personalidad de Turing, aunque en algún momento se nos dé la respuesta. Y un consejo: para disfrutar al 100% de la experiencia de este joven actor, hay que escucharle en versión original con su propia voz, uno de sus puntos fuertes actorales (como hacía en “Los pingüinos de Madagascar” o como dragón Smaug en las dos últimas entregas de “El Hobbit”).

Más desafortunada resulta una Keira Knitghley que no la acabo de ver en todos los papeles que aborda, más allá que como presencia femenina en la saga de Piratas del Caribe. Le ocurre lo que ya comenté en la reseña de “Jack Ryan: Operación Sombra”: demasiado estática y falta de pasión en sus personajes. Para ser el único personaje femenino de la trama no está a la altura y no es creíble en su papel de cara bonita con una gran inteligencia. Hacen un mejor papel sus otros compañeros secundarios, como el siempre excelente Mathew Goode (desde Watchmen y sobre Stoker, el chico llena la pantalla con su sola presencia mejor que muchos actores protagonistas) o Mark Strong. Y un reparto tan británico siempre es de agradecer en una cinta que combina las nacionalidades americanas e inglesas en su firma. La verdad es que la recreación de la campiña inglesa de los años 40 y 50 es bastante evocador, con lo cual tenemos otro punto a favor.

Es por todas estas cosas por las que The Imitation Game deja un sabor agridulce. La película plantea un amplio espectro dramático de temas y dilemas que van saliendo poco a poco. Lo hace tan sutilmente al principio que corre el riesgo de que pase inadvertido al espectador, para hacernos descubrir ante nuestra sorpresa, que en el último tercio la cinta ha derivado hacia otros temas sin darnos cuenta. Y éste puede que sea su mayor punto débil, el no conseguir enganchar al espectador desde el principio, quien en su ingenuidad puede pensar que va a presenciar una película de espionaje convencional aderezada con tonos dramáticos propios en el género. Lo que no quita que sea una de las favoritas para los próximos Óscar, veremos que pasa a finales de febrero. Sin ánimo de menospreciarla, es una gran cinta y merecedora de fama y fortuna, aunque en mi opinión se queda a un par de pasos de ser una gran obra.

Calificación: Buena/Muy buena

Lo Mejor: Sin duda, Benedict Cumberbatch, el actor del momento.

Lo Peor: El poco peso específico que le da Keira Knightley, cada vez más sosa en sus papeles. Una deriva dramática que no esperábamos en ningún momento.

La vería de nuevo: Sí, está plagada de guiños en todo el metraje y de vuelcos argumentales.

La Recomiendo: Sí.

Películas similares: Una mente maravillosa

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2084970/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Venganza (revisión)

Venganza poster2

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Taken

Año: 2008

Director: Pierre Morel

Guión: Luc Besson, Robert Mark Kamen

Música: Nathaniel Mechaly

Fotografía: Michel Abramowicz

Reparto

  • Liam Nesson
  • Famke Janssen
  • Maggie Grace

Aprovechando el recorrido comercial de esta saga de serie B, que aparca ahora en las carteleras con la tercera y ¿definitiva? entrega de este ex-agente de la CIA en la piel de un hombre normal obligado a retomar sus antiguas habilidades para defender a su familia, aprovecho para revisitar la primera parte de esta serie que me impresionó en su día por el ritmo y el estilo que se le impregnó a la historia ya varias veces contada de la persona que se toma la justicia por su mano y se enfrenta a criminales profesionales por motivos personales. Ya lo hemos visto en multitud de cintas, cualquier héroe de acción (Harry el Sucio, Arma Letal, Jungla de Cristal) se puede volver un vengador personal en mitad del argumento de una película en el momento en que el tipo malo de la función se guarda un as en la manga y toma represalias contra algún familiar del protagonista. En los 80, Charles Bronson fue el maestro del género en el que entronca este personaje encarnado por Liam Nesson, dado el nivel de violencia sin miramientos que despliega desde el principio. Y también recuerda a la cinta menor de Schwarzenegger, “Comando”, en el que la hija de un antiguo militar de las fuerzas especiales USA es raptada y vemos al protagonista tomar las riendas en una situación que parecía inicialmente en la que estaba atado de pies y manos.

Bryan Mills es un agente de la CIA retirado. Mientras su hija está de vacaciones en Francia, y en mitad de una llamada de teléfono rutinaria para comentarle qué tal ha ido el viaje, es secuestrada por una red albanesa de trata de blancas y él lo oye todo de primera mano. A partir de entonces, y en una carrera contrarreloj en la que las primeras 96 horas son cruciales para no perder la pista antes de que la obliguen a prostituirse en cualquier rincón del mundo, Mills viaja a Paris empezando a usar sus antiguos contactos de espía y sus habilidades de combate personal para abrirse paso en una misión personal para evitar la tragedia en su familia. Los miembros de esta mafia todavía no son conscientes de que se han metido con la persona equivocada…

Lo primero que llamó la atención de Venganza allá en la fecha de su estreno en 2008 fue ver las capacidades de Liam Nesson como héroe de acción ya maduro, sobre todo por no tenernos acostumbrados a este tipo de papeles tan vigorosos. Y esta elección de casting fue el mayor acierto de la cinta, pues la credibilidad de verle como padre de familia que en un momento de la trama se revela como experimentado agente de la CIA experto en artes marciales es total. No cuesta imaginárnoslo algunos años más joven en mitad de operaciones encubiertas repartiendo a diestro y siniestro, de la misma forma que le hemos visto en papeles dramáticos sufrir igual que aquí sufre por su hija al principio de la cinta. Y a partir del planteamiento inicial de la trama, angustioso por lo real que puede ser la trata de blancas en occidente por parte de mafias organizadas (cuya punta del iceberg hemos visto más de una vez en las páginas interiores de los periódicos), tenemos una situación límite en la que cualquiera de nosotros no tendría la menor posibilidad de éxito; y sin embargo es ahí donde comienza una carrera adrenalítica que nos hace simpatizar con los poco ortodoxos métodos del protagonista para que dé caza a los inquietantes malvados (que no presentan un rostro visible al que focalizar las iras del público, más bien son mafias anodinas como sabemos que son en la realidad). La rapidez con la que avance la trama a base de ágiles y breves escenas de lucha y tiroteos será otro punto a favor del filme. Aquí no tendremos espectaculares explosiones ni media ciudad destruida mientras el protagonista sale indemne. Más bien tendremos prostíbulos en pisos y zonas de construcción, con excavadoras y coches europeos implicados en las persecuciones. Es decir, se pretendió hacer una cinta a lo Jason Bourne, sin más aspiraciones que las que la serie B proporcionaba.

Dirigida por un poco prodigado Pierre Morel (de las siguientes entregas se encargará Olivier Megaton), una de las cosas que más llama la atención de “Taken” es que esta cinta lleva el sello de Luc Besson en el guión y la producción, al igual que la también estimulante “Transporter”. Digo que llama la atención porque, a pesar de ser cintas con menos presupuesto y pretensiones, son superiores en calidad a las que le da por dirigir al realizador francés, ya sea la futurista “El quinto elemento”, o la ridícula “Lucy” (que ya reseñé anteriormente, y con un último tercio final que da risa a la vez que sonroja). Es decir, que es éste es un caso en el que el subproducto es de mayor calidad que el producto en el que se basa. Es como para decirle a Monsieur Besson que se olvide de la realización de cintas, que se le dan mejor las tareas de producción, visto el resultado.

En definitiva, y a pesar de que las secuelas es posible que sean efectivas aunque innecesarias, con “Taken” tenemos una excelente muestra de cine de género que le da unas cuantas vueltas de tuerca al espionaje y a la acción frenética. Su mayor virtud es su falta de pretensiones cuidando a la vez el casting (además del peso argumental que lleva Liam Nesson él solito, tenemos a una Famke Janssen vista en Goldeneye o en X-Men) y la credibilidad en la trama. Además, el toque europeo siempre es bienvenido, con lo que hace que esta cinta sea una buena elección para una tarde de lluvia.

Calificación: Buena, sin más.

Lo Mejor: Liam Nesson y el ritmo trepidante que le insufla el ser un ex-agente de la CIA en busca de su hija secuestrada por la mafia albanesa en Francia.

Lo Peor: Sus secuelas probablemente innecesarias.

La vería de nuevo: Con el paso del tiempo.

La Recomiendo: Para amantes de la acción que busquen aires nuevos fuera de los Blockbuster habituales.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0936501/combined

Tráiler en You Tube (español):

 

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Película – Los tres días del cóndor (revisión)

los tres dias del condor2 poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Three days of the condor

Año: 1975

Director: Sydney Pollack (Tootsie, Memorias de África, La tapadera, La intérprete)

Guión: Lorenzo Semple Jr, David Rayfiel

Basado en el libro ‘Six Days of the Condor”, de James Grady

Música: Dave Grusin

Fotografía: Owen Roizman

Reparto

  • Robert Redford
  • Faye Dunaway
  • Cliff Robertson
  • Max Von Sydow

De vez en cuando no está de más echar la vista atrás y analizar clásicos modernos, películas que fueron rompedoras en su momento y de las cuales la influencia en el género de las actuales está todavía patente. Y para el aficionado al género de espías, tras las cintas de Hitchcock en la época dorada del cine, y las de 007 a partir de los 60, tenemos el cine conspiranoico que se inauguró en los 70 con “Los tres días del cóndor”. De hecho hoy en día tenemos todo un subgénero donde el argumento no es un superespía que trabaja solo conquistando mujeres y salvando al mundo de maneras inverosímiles, sino que se nos muestran las cloacas del sistema, las operaciones encubiertas y los tejemanejes de los gobiernos occidentales para mantener el status quo de primeras potencias. Ya sea mostrando el lado lúdico como las cintas de Bourne, o el lado serio y realista (Syriana, Red de mentiras, Argo, Zero Dark Thirty). Pero todo esto empezó con la cinta de Sydney Pollack que trajo las conspiraciones propias de los 70 (el escándalo Watergate estaba en su punto álgido) suponiendo el fin de la inocencia de la sociedad americana. Los malos ya no eran tan malos y los buenos podían ser tan malos como los que más, y el enemigo podía estar dentro de la casa. La crisis energética del petróleo había demostrado un nuevo tipo de crisis económica y social, y esto añadía un nuevo prisma a la complejidad de las relaciones internacionales.

Joseph Turner es un analista de la CIA que trabaja en un piso franco de Nueva York con varios compañeros más. Su trabajo consiste en leer todo tipo de libros y publicaciones para descifrar conspiraciones ocultas y tramas inverosímiles que se podrían aplicar a las operaciones encubiertas de la agencia. Su labor, por tanto, se limita a la de simple rata de biblioteca sin ninguna experiencia militar o de combate como agente de campo. Pero un día vuelve del almuerzo y se encuentra a todos sus compañeros asesinados. Tras este golpe de suerte que le salva la vida, se pone en contacto con sus superiores de Washington para informarles del trágico suceso y que le pongan a salvo. Sin embargo, tras ser víctima de nuevos intentos de asesinato se da cuenta que los responsables están más infiltrados en su propia organización de lo que creía, y el peligro de una conspiración dentro de la CIA hará que Turner agudice el ingenio para sobrevivir como simple aficionado en un mundo de sicarios y asesinos a sueldo profesionales.

Reconozco que como aficionado al género no tenía muy localizada esta película, tal vez porque siempre la confundía con “Todos los hombres del presidente”, también con Robert Redford y de la misma época y estética, aunque en vez de espías y CIA tenemos periodistas y Watergate. Pero resulta que esta película es clave en el género desde hace 40 años por ser un punto y aparte, y sentando a la vez lo que fueron las nuevas bases del espionaje a partir de ese momento. Es fundacional y a la vez continuadora del cine de Hitchcock, y tiene un toque setentero que resultó bastante innovador para la época. La música distorsionada con sintetizadores, los peinados a base de litros de laca y los pantalones acampanados, y una tecnología que hoy nos hace sonreír pero que el espectador del momento tuvo que frotarse los ojos (atentos al escáner automático de libros y los ordenadores que codifican la información). Los más superficiales considerarán que esta película ha envejecido mal por estas razones (los mismos que puedan decir que Ridley Scott erró al considerar que en 2019 tendríamos coches voladores tal como aparecen en “Blade Runner”) pero si obviamos la estética lo que nos queda es una cinta con muy mala leche, con un final agridulce y abierto, y toda una crítica al gobierno que maneja los destinos de occidente desde hace casi un siglo. Es cierto que peca de cierta inocencia e infantilidad en algunos momentos: la relación de Redford con Faye Dunaway está metida con calzador y su papel es de mujer florero clarísimo. Eran los 70 y la revolución femenina no había hecho más que comenzar, todavía quedaba mucho camino para que los papeles de mujeres en el cine superasen el ser meras comparsas decorativas en la trama. O por ejemplo la adaptabilidad de Robert Redford para pasar de mero ratón de biblioteca a hombre de recursos frente a asesinos y espías experimentados (el momento en que cruza las llamadas de teléfonos es poco creíble).

Pero si contextualizamos la película en su época adecuada, podremos disfrutar de un Nueva York que hoy en día ya no se puede ver (esa sucursal de la CIA en las torres gemelas) y que es un personaje más, con sus alcantarillas humeantes y sus callejones con cubos de la basura metálicos (donde puede ocurrir cualquier trapicheo a punta de pistola), sus puentes conectando Manhattan con el resto de barrios,… También tenemos alguna pelea memorable sin necesidad de los artificios de explosiones y persecuciones habituales, y Pollack no tiene necesidad de ser excesivamente explícito con la violencia mostrada en pantalla. Los fallecimientos de algunos personajes impresionan sin más florituras, y dan ese toque a la cinta para que nos la tomemos en serio.

Por el contrario, a pesar que Dunaway luce bien en pantalla, resulta muy forzado su personaje y las interacciones con el de Redford, digamos que es lo más débil de la cinta y lo que le resta enteros a su nota final. Gracias a ella avanza la trama y nos tomamos un respiro gracias al giro argumental de tener que explicarla la situación, pero podría haber sido de un modo más fluido. Redford está genial, como siempre; llenando la pantalla con su sola presencia e interactuando con el resto de secundarios como Cliff Robertson (famoso por ser años mas tarde el famoso tío Ben de Peter Parker en “Spiderman”) o un sobresaliente Max Von Sydow, con unos diálogos finales con Redford impresionantes. Y aunque la escena del ascensor se sostiene con palillos (tiene poco sentido), por lo menos crea la tensión necesaria en una cinta de estas características.

En resumen, cinta muy recomendable para el público en general e imprescindible para el amante del género en particular, fundamental para entenderlo de aquí en adelante. Muy superior a la posterior cinta de Pollack “La intérprete”, donde los defectos que aquí se vislumbran pero se pasan por alto, allí se acentúan y lastran la cinta protagonizada por Nicole Kidman.

 Calificación: Muy buena

Lo Mejor: El planteamiento de la trama resulta fundacional en el género.

Lo Peor: El personaje de Dunaway es poco creíble con los cánones de hoy en día

La vería de nuevo: Sí.

La Recomiendo: Sí

Películas similares: Todos los hombres del presidente, La intérprete, El caso Bourne, Misión Imposible, Syriana, Red de mentiras, Argo, Zero Dark Thirty

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0073802/combined

Tráiler en You Tube (inglés):

[http://youtu.be/hq_NjOePAC4]

 

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Película – Licencia para matar (revisión)

Licence to Kill poster1

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Licence to Kill

Año: 1989

Director: John Glen (Sólo para sus ojos, Octopussy, Panorama para matar, Alta Tensión)

Guión: Richard Maibaum, Michael G. Wilson

Basado en el personaje de Ian Fleming (parte de la trama de los libros “The Hildebrand Rarity” y “Vive y deja morir”)

Música: Michael Kamen

Fotografía: Alec Mills

Reparto

  • Timothy Dalton
  • Carey Lowell
  • Robert Davi
  • Talisa Soto
  • Benicio del Toro
  • David Hedison
  • Desmond Lewelyn
  • Robert Brown
  • Caroline Bliss

Como homenaje al 25 aniversario del estreno de 007 : Licencia para matar, he aquí mi acercamiento crítico y reivindicativo del título. Caí en la cuenta el otro día que leí un artículo de online de la revista Squire, que hablaba de “The most underrated Bond movie” como una de las películas más infravaloradas de la franquicia 007, algo en lo que no puedo estar más de acuerdo. Como fan acérrimo del personaje de Fleming, veo en la segunda incursión de la interpretación de Dalton una de las mejores historias jamás rodadas del agente secreto. Irónicamente, la cinta estuvo a punto de acabar con la franquicia más longeva del cine, puesto que a la fría acogida que tuvo en la taquilla se le unieron los postreros problemas legales entre United Artist y Metro Goldwyn Mayer, lo que hizo que expirara la posibilidad de que Dalton consolidase la visión del personaje en una tercera entrega mientras transcurrió el período más largo desde 1962 sin una cinta de 007 (de 1989 a 1995), antes de que Brosnan relanzara la saga con Goldeneye.

En mi línea de defender posturas marginales, he de decir que Dalton es mi 007 favorito de todos los tiempos. No digo que Connery sea malo ni que Craig esté haciendo un mal papel (para nada, no hay más que revisitar mi reseña de Skyfall). Pero esta visión de un 007 duro y vengativo, con problemas sentimentales y humanos detrás de ese frío cinismo que le convierte en la máquina perfecta de matar, ya se abordó con esta cinta mucho antes de Casino Royale (2006) y siguientes. La fina ironía y el humor caricaturesco de las décadas anteriores ya estaba en declive y el cine de acción en los 80 demandaba un cambio de modelo. Dalton quiso volver al Bond de las novelas, más terrenal y menos fantasioso. Su tipología de actor supuso que en Alta Tensión (1987) le tuvieran que readaptar los diálogos que estaban originalmente escritos para el humor autoparódico y socarrón de un Roger Moore que ya estaba en las lonas, muy envejecido para un personaje que exige gran vigor físico. Aún así, dicha primera incursión de Dalton resultó demasiado amable para el lado oscuro que quería resaltar para el oficio de agente secreto, que necesita de cierta tortura psicológica para justificar una profesión tan poco común y políticamente incorrectísima. Sin embargo, aquí en “Licencia para matar” (título que comparte en español con la película de Clint Eastwood de 1975 “The Eiger Sanction”) se hizo un Bond tan oscuro que la película fue clasificada con la clasificación PG-13 en USA por el uso de algunas escenas violentas, lo que seguro lastró su carrera comercial.

De hecho, al igual que otro de los títulos de culto de la franquicia “Al servicio secreto de su majestad”, uno de los puntos fuertes es el argumento que se sale de la clásica estructura del canon, donde no hay villano que quiera dominar el mundo ni una misión al uso. Lo que tenemos es una historia de venganza personal, con un 007 que se enfrenta su jefe y la consecuencia directa de que su licencia para matar es revocada por primera vez. La cinta comienza con Bond dirigiéndose a la boda de su antiguo colega de la CIA y amigo, Félix Leiter, de la que es padrino. En el camino se enteran de que un narcotraficante llamado Franz Sánchez del que llevan mucho tiempo detrás de él, ha cruzado la frontera y es la ocasión perfecta para atraparle, cosa que hacen antes de hacer una entrada triunfal en la iglesia y llegar con un leve retraso. El problema es que Sánchez logra escapar gracias a sobornos y lo primero que hace es tomar represalias contra Leiter y su mujer, a quien dejan gravemente malherido. Ante la pasividad de los compañeros de Leiter, Bond decide tomarse la justicia por su mano y es cuando su jefe le prohíbe ir detrás de Sánchez y le anula la licencia para matar. Perseguido por su propio gobierno, 007 se hará pasar por matón a sueldo en busca de trabajo y se intentará infiltrar en la organización de Sánchez para vengar a su amigo, en una de las misiones más peligrosas a la que se haya enfrentado.

La verdad es que “Licencia para matar” es un Bond serio y adulto, lo que probablemente impactó al espectador de 1989 (recordemos que en la taquilla de ese año teníamos a Indy, Arma Letal y Batman). Pasa algo similar a la escena final de “Al servicio secreto de su majestad” rodada 20 años antes, donde el público de la época no se esperaba un cambio de registro tan brutal. Es paradigmático pensar que precisamente el éxito del Bond actual de Craig tenga sus raíces en el de Dalton, solo que quizás el público de finales de los 90 no estaba todavía preparado. El registro interpretativo de Timothy Dalton, forjado en interpretaciones de personajes de Shakespeare, intentó sin éxito aproximarse al Bond de las novelas originales de Fleming, más terrenal y mundano, que es en lo que ha triunfado Craig. Una de las cosas que más me gustan de Dalton es que algunas veces como 007 da miedo, por la frialdad de su mirada no sabes lo que va a hacer ni lo que está pensando, aunque te puedes temer lo peor. Ejemplos en esta cinta lo tenemos cuando un personaje le da un puñetazo cariñoso en el brazo y le dice “tú debes de ser Bond”, lo cual suponemos que no le gusta; o el diálogo con el villano en el que éste le pregunta a qué se dedica y Bond le contesta que “elimina problemas”. Tampoco se anda con medias tintas en la manera que tiene de ir eliminando a los malos de la función, más directa y cruel que de costumbre. La idea de jugar con el miedo de Sánchez a que le traicionen y su manera de recompensar la lealtad hace novedosa la manera en que Bond menoscaba su organización. Y por primera vez el villano da realmente miedo, porque le crees capaz de las muertes más horribles. Y sobre todo, es un villano real, sacado de la época y de las mismas portadas de la prensa, con su plan de extender su imperio de la droga por todo el continente. Y además, el joven ayudante de Sánchez era un debutante Benicio del Toro, más mortífero si cabe que su propio jefe.

Las escenas de acción son muchas y variadas, y corresponden a la manera de hacer cine del momento, con lo que la franquicia se actualiza y se pone un poco al día frente a los principales competidores de la década (con quienes había perdido terreno, si tenemos en cuenta que Bond fue el padre fundador del género de evasión en los sesenta y setenta). La escena de los camiones cisterna llenos de gasolina nos retrotrae a las persecuciones de “En busca del arca perdida” y tienen su toque de fantasmada propio de Bond, pero totalmente creíble (más o menos…). Al igual que la mezcla de escenas aéreas y acuáticas, en las que la franquicia es especialista, y que están perfectamente insertadas en la trama; como ese momento en el que arponea lleno de furia a un secuaz para acto seguido lanzarse al agua y hacer esquí acuático con un hidroavión en marcha… vamos, Bond en estado puro, sólo que esta vez realmente furioso. Y la banda sonora acompaña magistralmente estas escenas, con una variación del clásico “James Bond Theme” que para muchos no alcanzó el nivel de las suites de John Barry, pero que para mí le dio un toque genial con ese aire hispano que pegaba con la ambientación de la película en una imaginaria república bananera sudamericana.

Otra razón por la que la cinta pasó sin pena ni gloria fue que las chicas Bond escogidas para la ocasión no alcanzaron la notoriedad típica de otras películas, como Ursula Andress o Barbara Bach. Y tremendamente injusto en mi opinión, puesto que Carey Lowell y Talisa Soto están magníficas aquí, alejadas del estereotipo machista de chicas tontas de otros títulos, y anticipando al estilo de chica Bond guerrera y peleona que vendrá años después, sobre todo el papel de piloto de la CIA de Lowell (Talisa Soto hace un papel de novia florero de Sánchez decorativo pero esencial en la trama, con ese toque de latina ardiente y temperamental). Además, las chispas que saltarán entre ellas por llevarse a 007 al huerto serán antológicas…

Pero no todo iba a ser nuevo y extraño en esta entrega, y de hecho tenemos otra vez al familiar personaje de Q interpretado por el incombustible Desmond Llewellyn. En una trama en la que Bond actúa por su cuenta, Q aparece por sorpresa y tendrá un papel un poco más extenso que de costumbre, lo cual siempre es de agradecer y le da un toque novedoso a la franquicia, donde los secundarios siempre han estado relegados al mismo tipo de escenas.

Por todas estas cosas, he de acabar mi reseña señalando a “Licencia para matar” como una de las tres mejores cintas de Bond; no es para los puristas de la saga, desde luego (a ellos les recomiendo mejor “Desde Rusia con amor” o “Goldfinger”), para los que adoran el humor socarrón de Moore (“La espía que me amó” u “Octopussy” son buenos títulos) o para los que prefieren la moderna visión de Craig (“Skyfall” les gustará más), pero desde luego que, junto con la ya mencionada “Al servicio secreto de su majestad” o “Casino Royale”, componen un acercamiento al personaje bastante atípico que merecen la pena por lo arriesgado de su propuesta de salirse de la estructura establecida de la época.

Calificación: Para mí, imprescindible. Una del top 3 de la saga Bond. Es posible que si fuera algo objetivo, hubiera algunas por encima de ésta.

Lo Mejor: Nunca hubo un Bond tan duro como el de Timothy Dalton, ni siquiera Craig. Las escenas de acción intercaladas con la versión musical del tema de 007 de esta película son de las mejores de la saga.

Lo Peor: Algunos momentos de la trama cogidos por los pelos. Que la cinta no tuviera una buena vida comercial y que por los problemas legales de la productora Dalton no hiciera una tercera entrega de 007.

La vería de nuevo: Sí.

La Recomiendo: No es un 007 para todos los gustos, por su dureza y por alejarse de la estructura habitual de la saga. No la recomiendo si eres de los que piensan que Connery sigue siendo el mejor.

Películas similares:

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0097742/combined

Tráiler en You Tube (inglés):

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Película: X-Men, Primera Generación (revisión)

X Men primera generación póster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: X-men: First Class

Año: 2011

Director: Matthew Vaughn (Layer Cake; Kick-Ass)

Guión: Ashley Miller, Zack Stentz, Jane Goldman, Matthew Vaughn

Música: Henry Jackman

Fotografía: John Mathieson

Reparto

  • James McAvoy
  • Michael Fassbender
  • Jennifer Lawrence
  • Kevin Bacon
  • Rose Byrne
  • Nicholas Hoult
  • January Jones

La idea esta semana era reseñar X-Men: Días del futuro pasado, por ser la única película atrayente de la cartelera, pero problemas de agenda me lo han impedido. En su lugar, me pondré en antecedentes con la predecesora X-Men: Primera generación. El problema con esta saga es que entre secuelas, reboots, y spin-offs uno acaba por perder la cuenta no de la línea argumental de cada cinta, sino más bien de los personajes que aparecen y desaparecen de la trama y su relación entre ellos. Y la gracia que tiene un reboot es que se pueden redefinir y explicar estas relaciones desde el inicio, mientras los guiños argumentales al espectador sobre el futuro de la trama son continuos. Uno de los aciertos de esta cinta fue el aire sesentero que desprendía en cada fotograma y su tono a lo cinta de James Bond que consiguió, con una trama que mezclaba los superhéroes mutantes (y los problemas de personalidad, autoconfianza y superación personal que eso generaba) con los espías y los supervillanos en mitad de una crisis nuclear en plena guerra fría.

Antes de que los más importantes mutantes se convirtieran en Magneto y el Profesor Xavier (líder de los X-Men), ellos eran simplemente Erik y Charles. Estamos en 1944, en un campo de concentración para judíos en Polonia durante la segunda guerra mundial. Un joven es sometido a un experimento y para ello su madre es cruelmente asesinada delante de él. El joven en cuestión se llama Erik Lehnsherr y descubre en ese momento que tiene una extraña mutación genética por la que puede mover o manipular el metal a distancia como si de un poder magnético se tratase. El responsable es el doctor Klaus Schmidt e intentará aprovecharse de este don. A la vez, en una lujosa mansión de Nueva York un niño llamado Charles Xavier descubre una intrusa en su casa con la habilidad para transformarse en cualquier persona. Se trata de una niña llamada Raven y su estado natural es con la piel azul. El joven Xavier tiene poderes psíquicos con los que leer las mentes, comunicarse e influir en los pensamientos de la gente. Decide acoger a Raven en su casa al descubrir con alegría alguien más con una extraña mutación genética como la suya. Al pasar los años y adentrarnos en la década de los sesenta, el joven Xavier está a punto de presentar su tesis acerca de la evolución y mutaciones genéticas de la humanidad y graduarse en Oxford, mientras que Erik está obsesionado con la búsqueda del asesino de su madre, el doctor Klaus. Sus caminos se cruzan y deciden aunar fuerzas para colaborar en la creación de la “División X”, una sección ultrasecreta de la CIA formada por individuos que presentan mutaciones genéticas y diversos poderes sobrehumanos, para luchar contra otros mutantes que supongan una amenaza para la humanidad. Gracias a los poderes de Xavier pueden buscar por todo el mundo mutantes que no encajen en su entorno social para ofrecerles un modo de ganarse la vida. Pero Erik seguirá obsesionado con la venganza y no cesará en su empeño de encontrar a Klaus Schmidt, ahora convertido en Sebastian Shaw, quién también tiene su grupo de mutantes para unos fines menos pacíficos. La guerra fría está en su apogeo y las tensiones entre los USA y la URSS alcanzarán su punto álgido con la crisis de los misiles en Cuba. Y estando Shaw y demás mutantes invencibles detrás de la escalada militar, la única salvación será este extraño grupo de superhéroes mutados a los que ni el resto de los humanos verán con buenos ojos por suponerlos una amenaza contra su existencia. La ambigüedad moral acerca del uso de los poderes mutantes para el bien o para el mal estará servida…

El principal punto fuerte de “X-Men: Primera Generación” fue su originalidad al hacer un reinicio de franquicia ambientado en los años 60. El diseño de producción está muy logrado y le da un tono agradable a la cinta, lo cual le permite diferenciarse claramente del resto de secuelas, algunas de las cuales no eran poseedoras de una elevada calidad. Y además, el argumento de espionaje también encaja muy bien en la época retratada. Entre medias, tenemos los orígenes de estos personajes cada uno con entidad y personalidad propia, sus propias motivaciones y su explicación acerca de los caminos que tomarán en un futuro.

Lo que entronca con el segundo punto fuerte de la cinta, las interpretaciones de McAvoy pero sobre todo de Fassbender, quien despuntó levemente en “Malditos Bastardos” pero que aquí se coronó como uno de los actores más prometedores de los últimos años. El tono cínico y cruel que le da a su tempranero Magneto se engarzará perfectamente con el que Ian McKellen ha interpretado previamente con más edad. Sólo que aquí le vemos sufrir y comprenderemos los orígenes de dicho sufrimiento, será más vulnerable y el espectador empatizará más con él, en esa tendencia del cine actual de hacer a los villanos más creíbles y justificables.

Quizás por el nivel demostrado por Fassbender es por lo que McAvoy no brilla tanto en esta cinta. De su papel en Trance maduro y serio pasa a éste rol más infantil y diseñado para caer bien al adolescente hormonalmente revuelto, en la línea de la mamarrachada de Wanted. McAvoy se empeña en presentar la parte jovial y ligona de un Profesor Xavier que después se convertirá en un adulto responsable, reposado y cerebral atado a su silla de ruedas. Es posible que una minusvalía haga que la personalidad de alguien se vuelva más amargada, pero no cuela demasiado para mi gusto. Aunque nadie puede culpar a McAvoy de intentarlo, eso está claro; y el resto de engranajes de la cinta encajan tan bien que se le puede perdonar a su interpretación exagerada.

El resto de actores engalanan esta cinta tal como por ejemplo el villano trasnochado de Kevin Bacon, o la chica de moda que es Jennifer Lawrence y su versión de Mística que nos hace olvidar a Rebeca Romijn. Además, tal como ocurría en la tercera parte de X-Men, la película no está dulcificada y vemos personajes que fallecen justificados por el guión, y la moralina típica del cine USA no empaña las actuaciones de algunos de los personajes, encajando con su perfil perfilado en el argumento.

Película de reparto multicoral y aroma sesentero, las lecturas entre líneas y las referencias a los personajes en que se convertirán en un futuro son continuas. Se trata de una cinta fundamental -y fundacional- para entender los capítulos anteriores de la saga y las motivaciones de los personajes. El juego de referencias funciona e incluso algunas veces no será fácil percibir la fina ironía de determinadas situaciones que luego serán claves para entender la personalidad y la manera de actuar de personajes clave en la saga. Por supuesto que el fan purista detectará algunos fallos de continuidad entre el canon original de los cómics y las películas originales, pero como compensación tenemos un cameo inimitable de Hugh Jackman como Lobezno mandando a paseo a nuestros dos protagonistas, y eso es compensa hasta los fallos de racord*, si los hubiera.

Y lo que verdaderamente importa, para el fan ocasional que no se haya asomado antes a ninguna de las aproximaciones a este mundo, tanto cinematográficas como impresas, su disfrute no se resentirá ni se agobiará por una carencia de conocimientos de esta parte del Universo Marvel. Vamos, que esta entrega funciona de manera autónoma y el desarrollo de la trama no se ve entorpecido por la ausencia o exceso de referencias cruzadas de los personajes, épocas o situaciones. Es por esta razón por la que esta “X-Men: Primera Generación” se lleva una buena nota y merece que preste mi atención a su secuela que lleva más lejos el reparto, expande el universo de estos personajes, y enlaza con las anteriores trilogías.

Calificación: Muy buena.

Lo Mejor: Fassbender y su personaje que nos muestra cómo era Magneto antes de ser Magneto. La ambientación de los 60 está muy conseguida y le da un buen toque a la cinta.

Lo Peor: Algún detalle en la caracterización del personaje de McAvoy hace que se pase un poco de frenada al versionar a Xavier de joven.

La vería de nuevo: Sí, sus más de dos horas no se hacen pesadas y dosifica muy bien la trama e incluso el largo clímax.

La Recomiendo: Sí, es una digna adaptación del cine de superhéroes.

Películas similares: Los Increíbles, saga de X-Men,

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1270798/combined

Tráiler en You Tube (español):

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