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Película – Zodiac (revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Zodiac

Año: 2007

Director: David Fincher (Seven, The Game, El Club de la lucha, La Red Social, Millenium, Perdida)

Guión: James Vanderbilt

Basado en el libro Zodiac, de Robert Graysmith

Música: David Shire

Fotografía: Harry Savides

Reparto

  • Jake Gyllenhaal
  • Mark Ruffalo
  • Robert Downey Jr.
  • Anthony Edwards
  • Chloë Sevigny
  • Brian Cox
  • Elias Koteas

Tras el último estreno de David Fincher, uno siente la necesidad de volver sobre los propios pasos y revisitar otras cintas del genial cineasta. Entre otras cosas porque “Perdida” es una película desconcertante que en algún momento hace que uno se pregunte si no estará bajando la calidad de su cine, ya que por momentos tiene demasiados giros inexplicables. Como antecedentes del género de intriga con personajes excéntricos y trama con misterio para resolver incluido, Fincher dirigió en 2007 Zodiac, película basada en hechos reales sobre el conocido como asesino del Zodíaco que atemorizó en la década de los 60 y 70 a la población de San Francisco. Un asesino en serie cuya identidad nunca se pudo desvelar y que fue la inspiración para películas como las del personaje de Clint Eastwood Harry el Sucio. Todavía hoy en día no se sabe quién puedo haber sido el autor material siete personas, aunque el hecho diferencial de este psicokiller era que enviaba cartas a los periódicos afirmando que había asesinado a unos 37 hombres y mujeres, junto con símbolos zodiacales que codificaban los mensajes y una gran vanidad para que publicaran su carta y sembrara el pánico en la ciudad. Casi cincuenta años después la investigación se ha ido reabriendo intermitentemente, con nuevas pruebas que no conducían a nada y con la labor de un caricaturista del San Francisco Chronicle que se obsesionó con el caso y fue reuniendo todas las pruebas dispersas por distintas jurisdicciones policiales para escribir un libro en 1986 que ayudara a su detención. Esta película está basada en la historia de este dibujante, Robert Graysmith, y de cómo fue recopilando las pruebas de este misterio personaje para intentar dar un par de sospechosos como posibles autores de los crímenes.

Estamos en 1968, una pareja tiene estacionado su coche en las afueras de San Francisco. Un hombre se acerca y dispara a los jóvenes con una pistola. Unos meses después, otra pareja también sufre el ataque de un misterioso hombre cerca de donde se produjo el primer ataque. A las redacciones de varios periódicos llegan las cartas de alguien que confiesa ser el autor material de los crímenes junto con varios símbolos criptográficos; se le pone el nombre de “Zodiac” por este motivo. En las cartas, Zodiac amenaza con matar a nuevas personas si su carta no es publicada en primera plana. Para sembrar más el caos, llega incluso a decir que puede disparar contra un autobús escolar de algún colegio indeterminado de San Francisco si no se atienden sus peticiones y se le toma en serio. En el periódico San Francisco Chronicle, las cartas llegan hasta las manos del dibujante Robert Graysmith, un chico algo peculiar y reservado que rápidamente se obsesiona con el caso y empieza a seguir la investigación con el periodista a cargo, Paul Avery. También ofrece su ayuda a los inspectores de policía David Toschi y William Armstrong, aunque en principio no la necesitan de un investigador amateur como Graysmith. Varias personas más son atacadas e incluso se llega a un intento de secuestro. Pero pasan los años y el caso no avanza; los ciudadanos prosiguen sus vidas y nadie es arrestado. Graysmith decide entonces juntar todas las pruebas reunidas durante años de investigación en un libro para facilitar la investigación del caso, y tanto Avery como Toschi han dejado de lado este misterio de un asesino que nunca fue capturado, a pesar de lo mediático de la investigación.

La historia de este asesino que copó las primeras planas de los periódicos de la época y que buscó la publicidad fácil por medio de cartas codificadas con el consiguiente riesgo para que le atraparan, es comparable a la obsesión del protagonista por desvelar el misterio a pesar de no ser el policía encargado del caso. Como resultado tenemos una película asfixiante en todos los sentidos, ante la proliferación de pruebas y datos que no llevan a ningún sitio, tal y como ocurrió con el caso real. En efecto, al contrario que en “Perdida”, se echa en falta algún giro argumental o golpe de efecto que nos dé algo de acción para que el espectador se lo lleve a la boca. Y éste es el principal fallo de la cinta, en la que la sensación de que la trama no nos lleva a ningún sitio es continua. A lo largo de sus dos horas y media el espectador espera una resolución del caso que nunca llega, mientras se esfuerza por seguir todos los datos de la trama un tanto inconexa. Quizá es por sus anteriores trabajos, como Seven o The Game, donde la resolución argumental que sorprendía al espectador estaba totalmente a la altura de las tramas emocionantes y sorprendentes. Pero lo cierto es que las expectativas eran muy altas y al final no se puede dejar de decir que Zodiac defrauda un poco. Pero es que esta es la grandeza de Fincher, precisamente: su capacidad para cambiar de registro y renegar de trabajos anteriores que le puedan encasillar como un realizador que busca la sorpresa fácil y el golpe de efecto.

En Zodiac tenemos una película con exceso de datos e información pero también de creación de personajes. La evolución del dibujante protagonista a lo largo de varios estamentos en su vida es notable, pero también vemos cómo el caso degrada al resto de secundarios; como el personaje interpretado por Robert Downey Jr, que es victima de su propio éxito profesional. O el policía interpretado por Mark Ruffalo, a veces obsesionado, a veces desbordado por el caso. En todos los casos se pueden decir que las interpretaciones están a la altura y no desmerecen la labor de Fincher, quien también ha cuidado bastante el diseño de producción al recrear la ambientación de la época. Los lugares icónicos de la ciudad de San Francisco son recreados minuciosamente, y en algunos momentos nos da la impresión de que la gente está desprotegida en una ciudad tan grande. Desde luego que nos da qué pensar el hecho de que cualquier loco pueda coger un arma y sembrar el pánico, y a ello contribuyen los grandiosos planos cenitales que nos sirve Fincher en determinados momentos.

Desde luego que tanto Zodiac como Perdida no son de sus mejores películas, a pesar de que ambas rinden a un gran nivel y son buenos ejemplos de la grandeza de un director que no busca el taquillazo fácil. Y es por eso por lo que esperamos sus nuevos estrenos con emoción.

Calificación: Buena/entretenida

Lo Mejor: La recreación minuciosa del San Francisco de la época, con la psicosis que sembró el asesino del Zodiaco entre la población incluida.

Lo Peor: Un exceso de información que algunas veces puede llegar a aturullar.

La vería de nuevo: Sí.

La Recomiendo: Sí, por ser de Fincher ya merece un visionado.

Películas similares: Seven, The Game, Perdida

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0443706/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Perdida

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Gone Girl

Año: 2014

Director: David Fincher (Seven, El club de la lucha, La Red Social, El curioso caso de Benjamin Buton, Millenium)

Guión: Gillian Flynn

Basado en el libro Gone Girl, de Gillian Flynn

Música: Trent Reznor, Atticus Ross

Fotografía: Jeff Cronenweth

Reparto

  • Ben Affleck
  • Rosamund Pike
  • Neil Patrick Harris
  • Tyler Perry
  • Carrie Coon
  • Kim Dickens
  • Sela Ward

Ante nosotros tenemos la última película de David Fincher, convertido en realizador de culto por sus sobresalientes y personalísimas películas, y uno de mis favoritos del panorama actual. Ya he reseñado varias de sus películas aquí y la verdad es que algunas de ellas han alcanzado la categoría de obras maestras instantáneas (La Red Social), otras han supuesto la demostración de la maestría en el género suspense-policíaco (Los hombres que no amaban a las mujeres) y otras han levantado tanto perplejidad como admiración en su estreno (El club de la lucha). También hay algunas películas de Fincher que te dejan con un sabor de boca agridulce, por la complejidad de la trama o del planteamiento narrativo como por su resolución, dejándote sin saber que pensar una vez se encienden las luces de la sala y siendo necesario reposar lo visto por lo menos un par de días. Pasó con Zodiac (2007) y pasa también con ésta, cintas en las que a primera vista no hay demasiada complejidad argumental pero que conforme avanza el metraje, los detalles se acumulan y los matices pueden llegar a pasar inadvertidos, mientras nos esforzamos por asimilar la información que nos ofrece el realizador.

En este caso, David Fincher ha optado por adaptar la sorprendente novela de Gillian Flynn sin modificar el planteamiento principal y la estructura argumental de la misma. Para poder trasvasar los giros argumentales al lenguaje cinematográfico, ha sido la misma escritora la que se ha reservado las funciones de guionista de la cinta, con lo que nos garantizamos de esta forma que la película no traicionará los principios del libro, a diferencia de lo que suele ocurrir en la mayoría de los casos.

Es el día en que se cumple el quinto aniversario de boda de Nick y Amy Dune. Al llegar a casa Nick ve que hay muebles rotos pero ni rastro de su mujer, lo que supone indicios de secuestro. Inmediatamente notifica a la policía el asunto y en las pesquisas iniciales los inspectores observan una actitud poco usual en el marido, así como escaso conocimiento sobre la vida social de su mujer. A través de flashbacks empezamos a ver que no se trataba de un matrimonio modélico y que los problemas financieros y de confianza acechaban a la pareja, y pronto el asunto se convierte en dominio público. Las distintas televisiones, los programas de entrevistas, las redes sociales y los foros de Internet se convierten en el sitio propicio para que la opinión pública diseccione a la aparentemente feliz pareja y juzgue a Nick como el posible culpable de la desaparición de su esposa. Pronto empezará a sobrevolar la acusación de homicidio sobre el marido mientras los giros argumentales se suceden uno tras otro para llevarnos a un final sorprendente e inesperado.

Comentaba que la cinta te deja un sabor agridulce al salir del cine, y es que uno no sabe que pensar una vez acabada la proyección. Lo que durante buena parte de la trama se nos presenta como una película de intriga y suspense al más puro estilo Hitchcock, con un protagonista que oscila a los ojos del espectador entre la culpabilidad y la inocencia absoluta, en un determinado momento el argumento da varios giros inesperados para cambiar el tono de misterio y hacerlo más inverosímil si cabe. Éste es para mí el mayor defecto de la película: la sorpresa de guión se hace demasiado pronto y con bastante metraje por desarrollar. Si en la obra maestra de Hitchcock, Vértigo, el personaje de Kim Novak optaba por explicar por carta la gran sorpresa de la película (en un monólogo interior que sólo servía como guiño y aclaración al espectador), esta revelación argumental se hacía en el último tercio de la película y a partir de ahí todo iba cuesta abajo y sin frenos. Sin embargo, aquí Fincher nos revela el gran secreto demasiado pronto, en la mitad de la trama. Hecho con la intención de no desviar la atención en los giros argumentales y centrarnos más en las reflexiones acerca del matrimonio y del nivel de conocimiento que tenemos de nuestra pareja; o en las disquisiciones acerca del poder de la opinión pública, y de la capacidad de juicio que tenemos las personas de a pie basada el bombardeo de información y confusión que suponen las redes sociales en nuestras vidas. El poder que tiene un programa de televisión que da opinión sesgada de las noticias, una sonrisa nerviosa captada en un pequeño instante de bombardeo fotográfico, o un selfie en un momento poco apropiado, son elementos que confunden a las masas e inducen a la formación de opiniones erróneas (y alimentado con nuestra insana costumbre de prejuzgar sin conocimiento).

El problema es que llega un momento en que todas las sorpresas de guión pecan de inverosímiles conforme va pasando el metraje y no se resuelve la trama. Mostrándonos un exhaustivo nivel de detalle en la investigación policial de la esposa desaparecida, cuesta creer luego todo lo que ocurre sin que queden flecos sueltos en el argumento, por el citado interés de Fincher de centrarse en otras reflexiones. Es decir, que a la cinta le sobran minutos y le falta capacidad de resolución. Si se centrara un poco en su tono, quizá funcionaría mejor como cinta de thiller en vez de perderse en el melodrama. Y ni la hierática pose de Ben Afleck, que le servía para el papel que hacía en Argo, le ayuda aquí a remontar la película en un papel de marido abrumado por las circunstancias. Al menos se salva la banda sonora, que desborda de intriga momentos puntuales (demasiados) de la cinta.

Calificación: Entretenida/pasable

Lo Mejor: La sorpresa argumental de la cinta

Lo Peor: Que esa sorpresa ocurre demasiado pronto

La vería de nuevo: Sí, pero sólo para ver si mi impresión inicial estaba equivocada.

La Recomiendo: Sí

Películas similares: Zodiac, Lo que la verdad esconde

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2267998/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – El club de la lucha (revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Fight Club

Año: 1999

Director: David Fincher (Seven, Zodiac, El curioso caso de Benjamin Button, La red social, Millenium)

Guión: Jim Uhls

Basado en el libro El Club de la lucha, de Chuck Palahniuk

Música: Dust Brothers

Fotografía: Jeff Cronenweth

Reparto

  • Brad Pitt
  • Edward Norton
  • Helena Bonham Carter
  • Jared Leto

Está siendo un verano flojo de estrenos en la cartelera, lo sé. Ésta es la razón por la que estoy revisionando viejos clásico modernos. Hoy le toca el turno a una obra maestra que convirtió a David Fincher en el director de culto que es hoy, gracias a una cinta que rompió moldes e incomodó a crítica, público y todo orden social establecido. Se podría decir que es la película más anarquista de la historia (al menos que yo haya visto), mucho más que la influencia de “V de vendetta” y sus máscaras antisistemas de Guy Fawkes. Se estrenó en 1999 y dejó a la gente sin saber por donde coger el argumento de peleas callejeras voluntarias entre gente normal de a pie y el personaje de Brad Pitt en contra de todos los clichés sociales establecidos. Y es que quizás tengamos a Tyler Durden como uno de los personajes más carismáticos y complejos del cine de los últimos años, siendo El club de la lucha es una de las películas definitorias de la extraña sociedad de finales del siglo XX. Una sociedad que necesita la violencia para sentirse viva, donde la publicidad nos hace tener gustos y aspiraciones que nos obliga a tener trabajos que no queremos, y que busca en catálogos de Ikea objetos que encajen con nuestra personalidad. Y que el final sorpresa nos desvele el origen de tan estrambótico personaje no hace sino mejorar la visión de toda la película y darle un nuevo sentido a todo lo que hemos visto anteriormente; con lo que esta cinta, a pesar de su pobre acogida en taquilla en su día, fue ganando adeptos sobre todo con su estreno en DVD para ir adquiriendo la etiqueta de película de culto. Y aunque ya se desmarcó del cine convencional con Seven, aquí Fincher dio un puñetazo en la mesa del cine actual para posicionarse como uno de los cineastas más originales y solventes de la industria, capaz de dar la vuelta a cualquier proyecto e imprimirle un sello personal para que destaque entre el resto de producciones.

El protagonista es un joven con una vida aburrida y gris, trabajador de una compañía de seguros que recorre el país en avión por asuntos de trabajo. Como consecuencia del cambio continuo de hora tiene insomnio crónico, y su médico es incapaz de recetarle ninguna solución. Encuentra en los grupos de autoayuda de enfermedades terminales la respuesta al problema, pero pronto conoce a una chica bastante peculiar llamada Marla especialista en echarle morro a la vida y que también asiste a estos grupos sin padecer ninguna enfermedad. Pronto empieza a sentir una mezcla de odio y fascinación hacia ella. En un viaje en avión también conoce a otro estrambótico personaje llamado Tyler Durden, vendedor de jabones que también lleva una vida bastante desestructurada y anárquica. Tras quedarse sin casa por una explosión de gas, el protagonista le pide ayuda a Tyler y éste le ofrece alojamiento a cambio de que le golpee en un aparcamiento. La casa de Tyler es un caserón en ruinas en un antiguo polígono abandonado, y pronto dejará de echar de menos las comodidades del mundo real. Tyler y nuestro protagonista se harán amigos y continuarán con sus peleas clandestinas, a las que se unirán más personas como ellos ávidos de emociones fuertes y ganas de sentir dolor. Lo llamarán “El Club de la Lucha”, y tendrá varias reglas*. Gracias al club de la lucha, los problemas en el trabajo no tendrán tanta relevancia, y Tyler empezará a seguir un plan trazado de antemano para hacer despertar las conciencias del mundo moderno, combinando las gamberradas con actos vandálicos cada vez más serios.

La verdad es que El Club de la Lucha es una película incómoda. Es difícil de entender la primera vez, con escenas y situaciones que no tienen mucho sentido. Incluso hasta el final es sorprendente y que te deja algo perplejo. Sin embargo, con cada posterior visionado la cinta gana enteros. Al igual que el del protagonista, empiezas a entender el plan marcado por el director cuyo objetivo no es otro que el de sacudir conciencias. A ello ayudan los diálogos, auténticas perlas de la subversión; y el guión, basado en la novela de Chuck Palahniuk y que también destila la misma mala leche. La cinta entera es un alegato en contra de la sociedad consumista y alienante de nuestros días. El toque Fincher en la realización, como esa espectacular introducción que recorre el interior de Edward Norton con el cañón de una pistola metido en la boca, ya se está convirtiendo en marca de la casa (recordemos la espectacular secuencia de créditos de Millenium). Y ya que hablamos de Norton, agradecer su presencia en un papel que borda el estereotipo de oficinista inane, gris e insomne, prototipo de todos los que vendrán después (estoy pensando en el James McAvoy de “Wanted”). La transformación que realiza su personaje con el devenir de la trama está al alcance de pocos actores. Y luego tenemos a Brad Pitt, con una interpretación atronadora que fue toda una declaración de intenciones acerca del tipo de carrera actoral que deseaba tener. En “El club de la lucha”, va derivando de guaperas chulesco a perturbado mental sin casi que nos demos cuenta de la transformación.

Con una nota que ronda el sobresaliente, lo bueno de esta cinta es el paso del tiempo, lo bien que está envejeciendo para los cambios sociales que llevan ocurriendo en estos últimos quince años. Internet, las redes sociales,… no hay nada de esto en la película (y de seguro que habría habido reflexión acerca de esta nueva forma de relacionarnos) y sin embargo no hace falta para entender el nuevo siglo al que se enfrentaba en el momento de su estreno. La frustración de seguir los consejos de nuestros padres para acabar sin conseguir lo que deseamos, la publicidad y la televisión, los trabajos alienantes,… Al final, como dicen en una escena, “en el club de la lucha luchas contra todas las cosas que odias en esta vida”.

Calificación: Muy buena/Imprescindible

Lo Mejor: El toque Fincher y la contribución de Pitt y Norton a una película clave para entender la época que nos ha tocado vivir.

Lo Peor: Demasiado áspera para entenderla en el primer visionado.

La vería de nuevo: Sí, en esto consiste su gracia.

La Recomiendo: Sí, pero no apta para todos los estómagos ni para los que solo vean un manifiesto anarquista antisistema.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0137523/combined

Tráiler en You Tube (español):

* Os incluyo las bizarras reglas del club de la lucha:

  1. La primera regla del Club de la Lucha es: Nadie habla sobre el Club de la Lucha.
  2. La segunda regla del Club de la Lucha es: Ningún miembro habla sobre el club de la Lucha.
  3. La tercera regla del Club de la Lucha es: La pelea termina cuando uno de los contendientes grita «basta», desfallece o hace una señal.
  4. La cuarta regla del Club de la Lucha es: Solo dos hombres por pelea.
  5. La quinta regla del Club de la Lucha es: Solo una pelea cada vez.
  6. La sexta regla del Club de la Lucha es: Se peleará sin camisa y sin zapatos.
  7. La séptima regla del Club de la Lucha es: Cada pelea durará el tiempo que sea necesario.
  8. La octava regla del Club de la Lucha es: Si esta es tu primera noche en El Club de la Lucha… TIENES que pelear.

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Película – La Red Social (Revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: The Social Network

Año: 2010

Director: David Fincher (The Game, Seven, El club de la lucha, Zodiac, Millenium)

Guión: Aaron Sorkin

Basado en el libro de Ben Mezrich, Multimillonarios por accidente: El nacimiento de Facebook. Una historia de sexo, talento, dinero y traición En versíón Kindle

Música: Trent Reznor

Fotografía: Jeff Cronenweth

Reparto

  • Jesse Eisenberg
  • Andrew Garfield
  • Justin Timberlake
  • Rooney Mara
  • Brenda Song
  • Rashida Jones
  • Max Mingella

Uno de los realizadores contemporáneos que más me gustan últimamente (con permiso de Christopher Nolan, que para mí juega en otra liga) es David Fincher. El director de Seven, El club de la lucha y la versión americana de Millenium gana con el tiempo conforme va dirigiendo nuevas películas y proyectos personales. La tercera entrega de Alien (su debut en la dirección) resultó excesivamente bizarra y la etiqueta de película de encargo pesó demasiado en su factura. Sin embargo, el toque que dio en El club de la lucha fue el de una cinta rompedora en todas sus facetas, desde el argumento con sorpresa final hasta el planteamiento antisocial y crítico que desprende toda la obra. Con Seven nos volvió a sorprender reformulando el género policíaco y de asesinos en serie, aunque con Zodiac no le salió tan redonda la jugada y nos brindó una película más densa todavía a lo que nos tiene acostumbrados.

La película es una adaptación libre de la biografía no autorizada de Mark Zuckerberg, y del proceso de creación que siguió para alumbrar uno de los mayores fenómenos de la informática del siglo XXI: la red social Facebook. De cómo una ruptura amorosa creó un proceso en cadena en la privilegiada y obsesionada mente del protagonista, ridiculizando a su novia en su blog primero y hackeando la base de datos estudiantil de Harvard después. El rápido número de visitas en una web creada para comparar las fotos de las chicas del campus y la caída del servidor del mismo le dio la idea para crear un sitio donde la gente crea amistades basadas en las invitaciones privadas para gente de la universidad. Mediante un oportuno juego de flashbacks y flashforwards simultáneos se nos muestra las múltiples demandas judiciales a las que se enfrenta por el robo de una de las mayores y más lucrativas ideas del siglo. Por un lado los gemelos Winklevoss, quienes se sienten estafados por Zuckerberg al que le contratan para desarrollar el código de una web similar. Por otro lado su amigo y cofundador Eduardo Saverin, quien colabora en la financiación del proyecto, se verá desplazado del mismo en cuanto aparezca la figura del oportunista Sean Parker, creador de Napster. La tensión empezará a aflorar en cuanto éste empiece a influenciar las relaciones entre los dos fundadores. Porque, como dice el lema de la película, “no haces 500 millones de amigos, sin hacer algunos enemigos”. Por mucho que empieces la empresa más lucrativa del momento por el desamor hacia una chica.

Que David Fincher es un director con un talento y carisma especial salta a la vista después de ver La Red Social. Nadie esperaba en 2010 que la insulsa historia de la creación de Facebook se convirtiera en un ensayo sobre la ambición y la envidia humanas, digno del mejor Shakespeare. Como suele ser habitual en sus películas, el protagonista es un tipo marginal con cualidades y obsesiones especiales que le hacen resaltar respecto al resto de la tipología humana que pueblan las tramas, como pueden ser Tyler Durden (El Club de la Ducha), Robert Graysmith (Zodiac) o Lisbeth Salander (Millenium). En este caso, la versión de Mark Zuckerberg que dibuja Fincher es la de un superdotado, un genio incomprendido que se sabe superior intelectualmente al resto de la humanidad y que suple con inteligencia sus carencias sociales. Sabe que nunca será un atractivo atleta del equipo de remo con una familia adinerada a sus espaldas, pero en agilidad mental nadie le gana y poca gente es capaz de seguirle en sus razonamientos. En la línea de Zodiac, donde la trama avanza incesantemente sin dar un respiro al espectador, con nuevos datos y giros argumentales, aquí asistimos como meros convidados de piedra al proceso mental del protagonista, donde a veces se nos hace cuesta arriba entender los diálogos del mismo. La diferencia con aquella será que en La Red Social, las conversaciones son más rápidas y fluidas, mejorando el ritmo de la cinta y haciendo que se nos pase en un suspiro.

Cinta fundacional de la era online en la que nos ha tocado vivir, en la que la paradoja de su planteamiento da pie a la tragedia que se articula después: el creador de una de las mayores herramientas de unión de nuestra época, es un marginado social que no logra integrarse en el sistema de exclusividad y fraternidades de la élite universitaria. El catalizador de tal creación que es la chica que rompe con él por considerarle un capullo y un creído con un ego desmedido, es medio y a la vez fin de tal proceso de creación intelectual, una excusa para mostrarnos el ascenso del genio y la caída de los que se encuentran a su lado. Los paralelismos que se despliegan entre la vida social que se destila por aquellos que forman parte de la élite, y el aislacionismo de los que permanecen al margen, alcanza su punto culmen en los momentos en que nuestro protagonista se bebe una cerveza mientras alumbra su idea frente al ordenador, mientras la fraternidad más exclusiva realiza una de sus fiestas más privadas con las mejores chicas y el mejor ambiente. La dificultad para formar parte de esa élite la plasma su amigo Saverin y las pruebas que pasa para entrar en el grupo de los más afortunados. Y la escena de la regata de los hermanos gemelos es brillante en su conjunción y mixtura formal de música e imágenes.

Salvo en estos detalles en los que se aprecia claramente el estupendo toque del director, la que puede que sea la película más redonda de Fincher es probablemente la que menos se nota su labor en detrimento del estupendo trabajo actoral y de guión. Es decir, que salvo algunas escenas, la mayor parte del mérito de la cinta es del guionista, Aaron Sorkin, y la visión de Zuckerberg que brinda Jesse Eisenberg, un tipo que roza la genialidad y la falta de cordura a partes iguales. Rooney Mara ya apuntaba maneras antes de ser la estrella en la versión USA de Millenium, mientras que Andrew Garfield dio motivos más que suficientes para que después le ofrecieran papeles de superhéroes.

Es una película que se convirtió en clásico instantáneo, imprescindible por ello y que ganó varios Globos de Oro y tres Óscar por su guión, música y montaje. Es de esas películas que es para ver varias veces, básicamente porque la primera vez los personajes irán demasiado rápidos para nuestro gusto. Y en posteriores visionados iremos captando más detalles de la trama y se nos desplegarán cada vez más matices en la cinta. Y eso, en mi opinión, sólo lo suelen conseguir las obras maestras.

Calificación: Imprescindible

Lo Mejor: El guión, el montaje, los actores, los diálogos,…

Lo Peor: Que nuestra inteligencia quede en entredicho al no seguir los diálogos con toda la rapidez que quisiéramos.

La vería de nuevo: Sí, los posteriores visionados son imprescindibles en esta cinta.

La Recomiendo: Totalmente, por la reflexión de la era de Internet en la que vivimos y la manera en que han evolucionado las relaciones sociales.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1285016/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Millennium (Revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

The Girl with the Dragoon Tattoo

Año: 2011

Director: David Fincher (Seven, El Club de la Lucha, Zodiac, El curioso caso de Benjamin Button, La Red Social)

Guión: Steven Zaillian

Basado en el libro de Stieg Larsson (enlace a la trilogía en Amazon).

Enlace a la reseña de la novela que hizo Malosa haciendo click aquí.

Música: Trent Reznor, Atticus Ross

Fotografía: Jeff Cronenweth

Reparto

  • Daniel Craig
  • Rooney Mara
  • Christopher Plummer
  • Stellan Skarsgârd
  • Steven Berkoff
  • Robin Wright
  • Goran Visnjic

En 2005 Stieg Larsson revolucionó la novela policíaca con su trilogía Millennium, creando el subgénero escandinavo del thriller de misterio y asesinatos. Semejante éxito editorial no pasó desapercibido y tuvo su correspondiente adaptación cinematográfica en 2009 made in Suecia, dando como dignísimo resultado tres películas y una versión para televisión con el exceso de material filmado. La verdad es que, al contrario de lo que suele suceder con las  adaptaciones de libros a películas, la versión del realizador Arden Oplev es bastante completa y fidedigna, y las dos horas y media no se hacen pesadas. El gran descubrimiento que fue Noomi Rapace supuso un nuevo fichaje para las grandes producciones posteriores del cine americano (Prometheus, Sherlock Holmes), su Lisbeth Salander estaba dibujada a base de retazos breves que sintetizaban muy bien lo descrito en la novela (y que no ralentizaban la marcha del metraje), y el resto de personajes estaban interpretados con solvencia y credibilidad. Además, no se metía demasiado en los jardines políticos que abundaban en el libro, y que resultaban especialmente irritantes por la polarización ideológica del personaje protagonista y la ausencia de réplicas coherentes en el bando contrario.

Parecía difícil superar este hito del cine nórdico, el material de partida no contenía excesivos requerimientos de alardes técnicos y escenas de acción, con lo que un remake americano se antojaba redundante cuando no destinado al fracaso por comparación con el original. Es decir, el original ya parecía una co-produción lo suficientemente vinculada a Hollywood, lo cual siempre es un éxito. Es por ello que cuando alguien del talento de David Fincher se hizo cargo del proyecto la perplejidad se instaló en sus seguidores más acérrimos, dado el buen hacer y la elevada calidad final de la mayoría de sus filmes, a medio camino entre el cine de autor con sello Indie propio y la gran producción típica de la industria. Uno de los mejores realizadores actuales para mi gusto, capaz de coger la insulsa historia de la creación de Facebook y convertirla en una metáfora épica de los conflictos empresariales y las relaciones sociales que ríase usted de Falcon Crest; o contar en El Club de la Lucha una historia con el mayor trasfondo anarquista que haya podido existir en el cine (¡nada que ver con V de Vendetta!).

Mikael Blomkvist es un periodista cofundador de la revista especializada en temas económicos Millennium. No está pasando por uno de sus mejores momentos debido a la condena por difamación impuesta por un tribunal tras escribir un artículo en contra de un gran magnate financiero llamado Wennerström. Debido a ello se ve obligado a esconderse una temporada cuando contacta con él Henrik Vanger, un empresario dueño de un gran imperio familiar sueco quien tiene una proposición que hacerle: resolver un misterio que le atenaza desde hace cuarenta años. Todos los años por su cumpleaños recibe un cuadro similar a los que le regalaba su sobrina Harriet, desaparecida y probablemente asesinada en 1966. Quien quiera que lo haga o es el culpable o está relacionado con el crimen, pero los investigadores locales han sido incapaces de resolver el misterio a lo largo de los años. Si Blomkvist decide colaborar para arrojar algo de luz sobre el caso, Vanger le aportará información sobre su rival Wennerström que le puede ayudar a recuperarse del golpe recibido por la denuncia por difamación. Para ello debe investigar durante unos meses a la familia Vanger con el pretexto de escribir una biografía sobre Henrik, pero pronto descubrirá en el seno de la familia oscuras historias relacionadas con el pasado nazi de varios de ellos, maltrato y religión, envidias y conspiraciones empresariales,… Pronto su vida correrá peligro conforme vaya avanzando en la investigación, así que para poder enfrentarse al caso requerirá los servicios de una colaboradora muy especial: Lisbeth Salander, una investigadora punk especializada en hackear ordenadores, con memoria fotográfica y problemas para integrarse en la sociedad.

Desde el inicio de la cinta, con unos títulos de crédito totalmente ciberpunk destinados a excitar nuestros sentidos, nos metemos en esta historia que nos muestra, tal como quería Larsson, la cara más oculta y sádica de la, supuestamente idílica, sociedad escandinava. Aparte de estas espectaculares introducciones, Fincher se está especializando en centrar sus películas en personajes con escasas habilidades sociales y/o marginales, de la que Lisbeth Salander es un gran ejemplo. La versión que hace aquí Rooney Mara quizá no supera a la de Noomi Rapace puesto que estaba el listón muy alto, pero por lo menos está a la altura al darle matices distintos tales como una cierta fragilidad inherente a su complexión física. Tampoco tenemos una explicación detallada de su pasado, y sin embargo aquí no hace falta para comprender la complejidad del carácter de Salander. En cambio, Daniel Craig hace suyo el personaje de Mikael siendo capaz de apartar ese halo de héroe de acción que le da el interpretar a 007, para sumergirse en la piel de un periodista gafapastil totalmente verídico, poco dado a la aventura y metido en una investigación muy a su pesar.

Porque lo interesante de la novela de Larsson era la manera que tenía de atrapar al lector con un misterio planteado en las primeras páginas y que luego le va sirviendo para desarrollar los personajes, centrados en torno a la incomprensión y falta de entendimiento que despierta Salander. Que por supuesto, es Mikael con su mente abierta uno de los pocos que es capaz de conectar con ella, claro. Todo ello lo tenemos en esta cinta, creándose una química entre los personajes que nos va guiando durante el metraje mientras nos llega el desenlace y se van cerrando tramas y cabos sueltos. Hasta el epílogo está mejor logrado que su equivalente sueca, metiéndose con material del inicio del segundo libro y sugiriéndonos a través de algunos planos la complejidad de esa relación triangular que lleva Mikael con Lisbeth y con su editora. Un punto a favor de la versión de Fincher que ahonda más en la compleja psicología del personaje de Rooney Mara, la auténtica protagonista de la trilogía. No se llevó el Óscar pero estuvo nominada a la estatuilla en 2011 (tuvo cinco nominaciones, al final se llevó el de Mejor Edición).

Otros secundarios como Christopher Plummer o Stellan Skarsgärd sobresalen con un gran trabajo (este último quizás algo menos que su equivalente sueco) haciendo que sus minutos en pantalla sean una delicia. A una gran labor actoral hay que añadir el trabajo del director de fotografía de la cinta, que hace que no sobre ni falte nada de lo que hay en pantalla. En esto también gana frente a la versión sueca, puesto que los planos están mejor enfocados y las texturas mejor mostradas en pantalla. Sirvan como ejemplo las escenas de flashbacks en las que se explica lo que ocurrió el día de la desaparición de Harriet, cambiando a una paleta de colores más asalmonados en línea con el color de las fotografías setenteras (en la versión sueca esto se cambia por el visionado de una película antigua rodada en super-8, lo que le resta dinamismo a la escena y no nos sumerge tanto en los incidentes narrados).

El gran mérito de Millennium es que funciona de manera autónoma; es decir, uno puede disfrutarla sin haberse acercado previamente al material previo, lo cual da idea del éxito de esta adaptación. La conclusión es que sólo directores con personalidad son capaces de levantar películas que, por distintas razones, estaban condenadas al fracaso. En este caso, la manía de Hollywood de usar material reciclado en sus películas actuales (remakes, reboots, secuelas, precuelas) suele volverse en su contra más veces de las debidas; como en el caso que nos ocupa que nos hacía pensar a priori sobre la poca necesidad de volver a llevar esta trilogía a la gran pantalla. David Fincher ha hecho la cuadratura del círculo y ha mejorado algo que ya era bueno, a base de ponerle su toque personal (en mi opinión, está mejor mostrada Suecia en esta cinta que en la anterior). Ahora sólo queda esperar a la continuación en 2014 (esperemos que no hagan la tontería de rodar las dos continuaciones a la vez, y se tomen su tiempo con la tercera), aunque de momento, Fincher no está confirmado como director. Lástima, esperemos que se acabe animando.

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Enlace a la reseña de la novela que hizo Malosa haciendo click aquí.

Calificación: Muy Buena

Lo Mejor: La secuencia de créditos, fundamental para engancharte desde el principio. Los actores, en particular Craig y su Blomkvist, y la versión de Salander que ha hecho Rooney Mara. La fotografía, y la manera de capturar el país nórdico.

Lo Peor: Que se tengan que hacer comparaciones con la versión sueca, y con la Salander de Rapace.

La vería de nuevo: Sí, aunque dura más de dos horas y media, no se hace muy larga.

La Recomiendo: Es bastante imprescindible para el que ha leído la novela y/o ha visto las otras versiones. También funciona viéndola por primera vez, sin saber a priori nada de ella.

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Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1568346/

Tráiler en You Tube (español):

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