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Película – Invictus (revisión)

Invictus poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Invictus

Año: 2009

Director: Clint Eastwood (Sin Perdón; Million Dollar Baby; Gran Torino)

Guión: Anthony Peckham

Basado en el libro de John Carlin Playing the enemy (El Factor Humano)

Música: Kyle Eastwood, Michael Stevens

Fotografía: Tom Stern

Reparto

  • Morgan Freeman
  • Matt Damon
  • Tony Kgoroge
  • Patrick Mofokeng
  • Matt Stern

Esta semana, en un alarde de oportunismo mediático, voy a reseñar el biopic más conocido de la vida del ex-presidente sudafricano y premio Nobel de la paz, Nelson Mandela; fallecido hace pocos días y, por lo tanto, de actualidad en estos momentos. Morgan Freeman llevaba años intentando encontrar el guión perfecto para encarnar al político más importante del continente africano, pues su parecido físico le convertía en el candidato más adecuado. Fue entonces cuando la casualidad hizo que se fijara en la novela aún no finalizada de Carlin, El Factor Humano. Que Clint Eastwood se involucrara en la realización del proyecto y Matt Damon aceptara el otro papel protagonista dio el espaldarazo definitivo e internacional a una historia con el material suficiente para desgranar el perfil político y humano de una leyenda comparable a Gandhi mientras busca su lugar en los anales de la épica deportiva moderna.

La cinta se centra en los momentos en que Mandela asumió en 1994 la presidencia de Sudáfrica tras las primeras elecciones democráticas en las que participó la mayoría poblacional negra, y se desterró el Apartheid. Visto como un antiguo terrorista por la minoría blanca, se enfrenta ante una ruptura social aún mayor en el país, agravada por el odio que ambos grupos poblacionales sienten recíprocamente. Buscando elementos de unión patriótica, Mandela pronto se fija en el equipo nacional de Rugby de Sudáfrica, los “Sprinbox”, el cual no atraviesa su mejor momento deportivo. Deporte nacional y casi religión para los blancos, símbolo de la opresión racial para los negros, el presidente logra evitar la abolición del equipo por el nuevo Comité Nacional de Deportes (de mayoría negra). En vista de que al año siguiente tiene previsto celebrarse la Copa Mundial de Rugby en Sudáfrica como país anfitrión, Mandela se reúne con el capitán de los Springbox, François Pienaar, y le induce a hacer todo lo posible para que ganen el mundial como medio para unir e inspirar a su país. En ese momento, y a pesar de que nadie considera que los Springbox puedan hacer un buen papel en la competición, Pienaar se esfuerza por llevar el mensaje de unión y superación transmitido por Mandela, y prepara a su equipo para llevarlo a lo más alto del éxito deportivo. Los sucesivos triunfos del equipo nacional contra todo pronóstico sorprenderán y entusiasmarán a todos los estamentos del país, desde los jugadores de la selección, hasta los guardaespaldas personales de Mandela, mientras se va divulgando un mensaje de cooperación que acabará ayudando al país a salir de la complicada situación social de la que se encontraba mientras vemos la clarividencia de una figura cuyo proyecto político se basó en el perdón y no en el odio y la confrontación.

Probablemente al no ser un proyecto tan personal para Eastwood esta película presenta menos claroscuros que otras del mismo realizador. El mensaje, con su final, es claramente optimista; a diferencia de otras cintas, en las que Eastwood no desdeña terribles golpes de efecto que te dejan sin aliento en los compases finales. Lo cual resultó para muchos críticos un defecto en esta cinta, pero para mí resulta un gran acierto, por el buen sabor de boca que te deja después de verla. Es por esto, y por lo extenso de su filmografía, por lo que es uno de nuestros directores favoritos de todos los tiempos. Supo quitarse las etiquetas que como actor de personajes icónicos se le adosaron al inicio de su carrera, y fue capaz de demostrar que también podía hacer cine romántico o drama, o filmar el digno y fabuloso epílogo del género por excelencia del cine americano. Se mueve con pasmosa facilidad por el cine bélico y por el drama contemporáneo. En esta ocasión, se aleja del biopic convencional (no tenemos un relato pormenorizado de la vida de Nelson Mandela, sino más bien un período concreto de su mandato) y lo adereza con un drama deportivo que por momentos derrocha destellos de Carros de Fuego.

Como en otras ocasiones, un partido de fútbol le sirve como excusa para desarrollar una historia que alcanza tintes épicos por suponer algo más que ganar un trofeo; es más bien una lucha por superar las diferencias y el odio interracial, para encontrar algo que sirva como punto de unión e inspiración a toda una nación. No estoy muy al tanto de cuál es la situación actual de Sudáfrica y de cuánto sirvió la labor de Mandela en la unión de su país o de su legado actual; pero desde luego que obviando las posibles licencias cinematográficas o literarias que se puedan haber tomado el bueno de Clint o de Carlin, uno sale del cine con una visión distinta de la vida y de los problemas. La película destila espíritu reconciliador a base del ensalzamiento de la figura de Mandela, y he de reconocer que en determinados momentos llega a poner las emociones a flor de piel. Puede resultar predecible e inverosímil en algunos momentos, pero ver los cambios graduales en el comportamiento inicialmente reticente de los guardaespaldas o del padre de Pienaar, resulta estremecedor. Como ejemplo, que los policías blancos acaben celebrando el triunfo con un niño negro de la calle puede resultar algo forzado, pero yo me quedo con la manera de rodar la escena, a base de sucesivos acercamientos (al principio temerosos, al final descarados). Al final, de lo que habla Invictus es de superación, de esperanza, de pensar más en lo que nos une que en lo que nos separa, de dejar el rencor a un lado y centrarse en construir, no en destruir.

Cualidades todas ellas que se reflejan en Nelson Mandela y al que da fiel reflejo Morgan Freeman, papel para el que había nacido. Su interpretación es magistralmente fidedigna como corresponde a semejante categoría de actor. Atrás quedan papeles suyos como La Hoguera de las Vanidades, Robin Hood, Cadena Perpetua, Sin Perdón, Seven, Batman y un largo etcétera, que nos recuerda la facilidad de cambio de registro que ofrece en cada nuevo papel. Para esta película sonó (y mucho) con fuerza para el Óscar de 2009, aunque finalmente no se lo llevó. Como también ocurrió con Damon, nominado pero no galardonado. En su caso, su interpretación está un escalón por debajo de la de Freeman, pero no creo que se mereciera ser tan denostado por la crítica como resultó. Es cierto que es más plano en sus papeles y no tiene tanta facilidad para cambiar de registro, pero aquí está correcto y el personaje no le exige más que prepararse físicamente y dar la réplica a Freeman. Sobre el resto de secundarios merece la pena rescatar las tensas relaciones entre los guardaespaldas blancos y negros, perfectos en su labor de servir como muestra de la realidad en la población del país.

En definitiva, Invictus es una cinta algo extraña en la carrera de Eastwood por su optimismo desbordante, pero que merece la pena ver por el mensaje que destila a través del personaje que describe, entrando en el terreno de la épica deportiva como medio para superar las diferencias. Con una banda sonora que recuerda por momentos a Sin Perdón, y sin llegar a ser una obra maestra, creo que es merecedora de una nota más alta de la que se le otorgó en su época porque tiene la habilidad de conmover en momentos muy concretos, sobre todo cada vez que se lee las frases del poema de William Henley que da título a la película “Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma”.

Calificación: Muy buena

Lo Mejor: El mensaje de optimismo, superación y perdón que transmite la película. Morgan Freeman está excelente, como siempre.

Lo Peor: Que como toda ficción, se nos nuble la visión de la realidad y pensemos que lo narrado es lo ocurrido realmente.

La vería de nuevo: Sí

La Recomiendo: Sí, es un excelente acercamiento a la figura de Mandela, a la vez que deja un buen sabor de boca a la salida del cine.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1057500/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – La Noche más Oscura (Zero Dark Thirty)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Año: 2012

Director: Kathryn Bigelow

Guión: Mark Boal

Música: Alexandre Desplat

Fotografía: Greig Fraser

Reparto

  • Jessica Chastain
  • Jason Clarke
  • Joel Edgerton
  • Taylor Kinney
  • Kyle Chandler
  • Mark Strong
  • Edgar Ramirez
  • Jennifer Ehle
  • Chris Pratt
  • James Gandolfini

Con esta reseña pongo punto y final a mi particular análisis de las cintas más oscarizables de 2012, haciendo un repaso a (casi) todas aquellas que estaban nominadas al Óscar a mejor película. Aunque ya hace unas semanas de la gala y sabemos que Zero Dark Thirty no se llevó más que un premio de las categorías menores  (mejor sonido), sí que era una de las favoritas y, tras el visionado de la película, hay que reconocerla su nivel y calidad, junto con la valentía del tema tratado.

El mundo que dejó los atentados del 11 de septiembre cambió en muchos aspectos y trajo muchas cosas nuevas. A nivel cinematográfico, que es lo que nos atañe aquí, se creó un nuevo subgénero a partir de dichos acontecimientos: el thriller de acción o espionaje ambientado en oriente medio. Kathryn Bigelow no es profana en el tema tras triunfar en los Óscars de hace tres años con En Tierra Hostil, dejando de ser conocida únicamente como la ex-mujer de James Cameron para convertirse en la primera mujer en ganar un Óscar a la mejor dirección. Pero es que más reciente tenemos el ejemplo de Argo, arrasando en los premios de la Academia de este año. Y si echamos un poco la vista atrás, podemos recordar títulos como Tres reyes, Syriana, Red de Mentiras, o la decepcionante Green Zone: Distrito protegido.

Precisamente Zero Dark Thirty tiene todo lo que le falta (o sobra) a la cinta de Paul Greengrass. Es más reposada, con un mejor uso de la cámara (no tan mareante como la manía de Greengrass de rodar en plan cámara en mano estilo amateur), e incluso hasta la selección del género es más adecuada que en Green Zone. Es decir, las dos cuentan lo mismo en esencia (la injerencia –por no decir invasión- de los USA en Oriente Próximo, como medio de buscar responsables y tomar represalias tras los atentados del 11S). Sin embargo, lo que en Green Zone era un confuso thriller de acción con dosis de espionaje en Oriente Medio, (un pseudo Bourne por tierras árabes), en Bigelow es una cinta de espionaje con toques de acción ambientado en los mismos lugares, sólo que más afortunado en el mensaje y en las formas.

El título hace referencia al momento más oscuro de la noche del 2 de mayo de 2011 (treinta minutos pasada la medianoche), en la que capturaron en Pakistán a Osama Bin Laden, el responsable de los fatídicos atentados del 11 de septiembre. Todo ello como metáfora de la oscuridad con que se gestan las operaciones más secretas y encubiertas de la CIA, en este caso contra el terrorismo internacional.

La película se inicia con la pantalla en negro mientras se oyen los gritos angustiados de las primeras llamadas de socorro tras los atentados de 2001. Acto seguido pasamos a 2003, donde se nos muestra a Maya, una joven agente de la CIA a su llegada a Pakistán dispuesta a hacerse cargo de las investigaciones resultantes de los interrogatorios a prisioneros. Todo ello con el único objetivo de descubrir el paradero de Osama Bin Laden, el hombre más buscado del mundo y responsable del mayor atentado de la historia USA. A lo largo de los años vemos una crónica centrada en la protagonista y basada en los hechos reales según los informes desclasificados de la investigación que culminó con la citada operación encubierta de la captura del terrorista, operación que está reflejada en la última parte de la cinta. Desde los primeros interrogatorios más o menos crueles en campos de prisioneros de la CIA, hasta los seguimientos, las escuchas, y las dudas gubernamentales sobre si realmente las pistas que siguen son las correctas o no. De la misma manera que vemos como el personaje de Maya va cambiando con el paso de los años, con su evolución personal: su reticencia inicial (e implícita, dado que no dice nada pero se la nota incómoda) a las torturas, y cómo se va tornando en fijación casi enfermiza con el paso de los años y los ataques y atentados (algunos de los cuales sufre en persona).

Bigelow logra una película inteligente que puede llegar a incomodar a los estamentos gubernamentales americanos, por entrar en el mundo de los recovecos más inconfesables de los servicios secretos americanos. Si en Argo la visión era más idílica, donde los agentes secretos no disparan a nadie y sólo se idea una operación secreta ante la ira de los fundamentalistas musulmanes y como defensa para los desafortunados funcionarios diplomáticos americanos, aquí tenemos la visión opuesta: torturas, juego sucio, el asalto a una fortaleza sin tener la certeza de los habitantes, etc. Todo ello como justificación de los atentados sufridos y por venir (durante el metraje vemos como suceden el resto de atentados reales que vinieron después del 11S: Londres, Islamabad, …).

He leído críticas en el sentido de que es una película bastante objetiva, dado que te muestra los hechos narrados sin involucrarse mucho emocionalmente, para que luego nosotros saquemos precisamente nuestras propias conclusiones, de ahí su valentía y capacidad de autocrítica americana. No estoy de acuerdo. Desde luego que la película no escatima en puyas hacia los métodos y las organizaciones, pero desde luego que el discurso es light. Las escenas de las torturas en nigún momento llegan a incomodar, porque sabemos (o por lo menos me imagino) que se pueden hacer cosas peores que poner una toalla en la cabeza de un prisionero y echarle un cubo de agua encima para que tenga la sensación de que se ahogue. Sufrí más por DiCaprio (y los dedos de sus manos) en Red de Mentiras que aquí. Como he dicho en el párrafo anterior, la visión es menos idílica que en Argo, pero Bigelow se cuida de que no nos olvidemos de las razones de porqué Bin Laden era el más buscado de la década. Evolucionamos con el personaje de Maya, vemos las noticias a la vez que ella, nos sobresaltamos con los intentos de atentados que sufre, nos enfurecemos con las altas esferas que no quieren arriesgarse en una operación encubierta (hay un personaje en una escena que dice que invadieron Irak con más porcentaje de certeza de la presencia de armas de destrucción masiva). No hay que meter tanta caña a los estamentos gubernamentales, a fin de cuentas, estamos en la era Obama, donde el demócrata presidente USA actual es más humanitario que la administración Bush. Vamos, que recomiendo ver esta película con la distancia crítica suficiente habitual en el cine americano (igual que dije en la reseña de Argo: hay que saber separar el grano crítico de la paja propagandística).

Una vez tengamos claro el sesgo en el que se mueve la película, sí que podremos disfrutar de las concesiones que hace Bigelow en aras de la objetividad de la trama, con detalles como los niños asustados en el asalto final, o algún detalle de los interrogados en el que se nos muestra su humanidad al disfrutar de un cigarrillo con la cara amoratada de los golpes. Así como también podremos disfrutar de las interpretaciones de Jessica Chastain y el resto del reparto (Kyle Chandler, que parece que se apunta a todo, tras La Trama y Argo, repitiendo papeles parecidos; el siempre reconfortante Mark Strong; Jason Clarke y su sorprendente transformación de agente de interrogatorios a oficinista con corbata en la CIA).

Como conclusión, destacar el alto nivel de Zero Dark Thirty frente a otros títulos del mismo género lo que da idea de su grandeza, con una trama que no se hace pesada, y que va avanzando lenta pero inexorablemente hacia un final que ya conocemos, pero que no por ello se hace menos interesante. Le pasa lo que a Argo (siendo ésta menos valiente y más convencional, y por ello la razón por la que se ha llevado el Óscar), que engancha poco a poco hasta que al final tenemos un clímax álgido y no muy previsible aunque sea conocido de antemano. Y aunque sea light en su tono, no deja de estar rodada con maestría, enganchando en su planteamiento, sorprendiendo en su nudo y aleccionándonos en su desenlace.

Calificación: Entre buena y muy buena

Lo Mejor: El ritmo de la trama, la protagonista y el resto del reparto. La objetividad con la que (en ocasiones) realza la historia.

Lo Peor: La crítica hacia las operaciones encubiertas de la CIA se ha quedado en un mero rapapolvo que hará que haya gente que no sepa ver más allá de un discurso proamericano. A veces la distancia objetiva con la que Bigelow cuenta la historia es en ocasiones engañosa y un poco manipuladora.

La vería de nuevo: Sí

La Recomiendo: Bastante recomendable, por el tema que trata, como por lo entretenida que resulta.

Películas similares: En tierra hostil [Blu-ray], Green Zone: Distrito protegido [Blu-ray], Argo, Black Hawk Derribado [Blu-ray], Syriana [Blu-ray], Red De Mentiras [Blu-ray], Tres Reyes [Blu-ray], United 93 [Blu-ray]

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1790885/

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Lincoln

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Año: 2012

Director: Steven Spielberg (La Lista de Schindler, Atrápame si puedes, War Horse)

Guión: Tony Kushner

Basado en el libro de Doris Kearns Goodwin ”Team of Rivals: the Political Genius of Abraham Lincoln”

Música: Janusz Kaminski

Reparto

  • Daniel Day-Lewis
  • Sally Field
  • Jospeh Gordon-Levitt
  • David Strathairn
  • Tommy Lee Jones
  • James Spader

Continúo con mi particular especial de reseñas de las películas más oscarizables de este año. En esta ocasión voy a comentar la gran favorita de esta temporada, que con doce nominaciones sitúa a Spielberg en el olimpo particular de los dioses cinematográficos al que ya está más que acostumbrado. En los Globos de Oro sólo ha conseguido uno de los siete a los que estaba nominado, siendo Daniel Day-Lewis premiado con el galardón a mejor actor, repartiéndose los premiados entre Argo, Los Miserables, La Noche Más Oscura y Django Desencadenado. Por lo tanto, la antesala de los Óscar ha renunciado a que Spielberg arrase en la toma de premios como ya ha hecho innumerables ocasiones. ¿Ocurrirá lo mismo en los premios de la Academia?

La historia de los últimos meses de Abraham Lincoln, decimosexto presidente americano que se enfrentó a un gran dilema moral mientras la guerra civil americana llegaba a sus últimos días tras años de sangrientas batallas. Su empeño por aprobar la decimotercera enmienda de la constitución, que aboliría la esclavitud como derecho constitucional de los estados sudistas, sería un gran avance humanitario si se hace antes de que acabe la guerra. El problema es que prolongar unas semanas más el conflicto supondría más bajas a las que añadir a la conciencia de toda una nación. Todo ello sumado al dilema moral de “convencer” a la mayoría de diputados de la cámara de representantes (incluyendo a los de su propio partido republicano y a los rivales demócratas), y a los problemas familiares que supone lidiar con su propia esposa (inestable psicológicamente tras la muerte de uno de sus hijos) y con la carrera militar que quiere emprender otro de sus hijos.

Decía un gran crítico de cine que Spielberg peca de pretencioso en muchas ocasiones, y que lo que más le fastidia de la historia del cine era que Orson Welles ya hubiera filmado Ciudadano Kane, puesto que es una película que le hubiera encantado rodar a él. Esta frase  resume perfectamente lo que es y lo que supone este cineasta para la industria de Hollywood y para los anales del séptimo arte. La verdad es que a mi me tiene dividido, porque sí que es verdad que muchas veces intenta hacer la película definitiva sobre el tema que le haya tocado filmar en el momento. El holocausto nazi, la segunda guerra mundial, el esclavismo…  Son temas recurrentes sobre los que da vueltas y, cuando se pone totalmente serio, pierde mucho fuelle y hace productos que a los académicos oficiales les encanta pero con el peligro de acabar siendo un solemne tostón. Spielberg cuando más gana y hace productos más reseñables es cuando se dedica al cine de evasión y deja de lado los grandes dramas históricos. Quizás pierde en profundidad del mensaje, pero gana en diversión y en memorabilidad. Tras sus inicios en los que diseñó el concepto actual de cine-espectáculo por medio del blockbuster de temporada por el que se rige el Hollywood actual (creando grande mitos cinéfilos como Indiana Jones o ET), tuvo una época en la que se pasó a los grandes dramas históricos (La Lista de Schindler, Salvar al Soldado Ryan), mientras se relegaba a sí mismo a labores de productor asociado para financiar cine de evasión dirigido por cineastas menores. Es esta época la del cine más aburrido de su filmografía, dedicado a ganar premios y a contar historias serias. Sólo me reconcilié con él cuando llegaron cintas con una profundidad moral mas ligera del estilo de “Atrápame si puedes”, “Minority Report”  o “Las Aventuras de Tintín”, que retoma el testigo del  cine de evasión de sus inicios pero con la capacidad de darnos un discurso ético escondido en el argumento, como técnica aprendida de sus grandes dramas.

La pregunta de si Lincoln pertenece al primer o al segundo grupo parece respondida de antemano (desde luego que es un drama histórico del que ya sabemos el final cogiendo el libro de historia), pero con matices. Con una segunda mitad que gana en ritmo narrativo (para ser un drama político), su primera hora resulta bastante lenta y farragosa, centrándose en los vericuetos legales y políticos que gobernaban Washington en la época, y exigiendo conocimientos medios-avanzados de historia americana, dificultando la labor al espectador no iniciado. Con una fotografía oscurantista y centrada en interiores, vemos al Lincoln político y al padre de familia, hombre ajado y friolero, envejecido por la guerra, aficionado a los discursos breves y a las anécdotas largas, que nos muestra las cloacas de la política americana (extrapolable a cualquier otro país). Aquí Spielberg no ahorra en críticas hacia el sistema político, demasiado envilecido para llevar tan poco tiempo, con congresistas vociferando e insultándose de forma creativa, periodistas al acecho del titular del siglo, lobbies de presión intentando que sus intereses prevalezcan sobre la mayoría y decisiones que se toman en despachos cerrados de una Casa Blanca que todavía está en construcción.

Daniel Day-Lewis hace suyo el personaje, junto con una labor de maquillaje excepcional, donde cada arruga de la cara parece contar una historia. Si ganara el Óscar, sería tremendamente merecido. El resto de secundarios están magníficos, destacando la escena que Lewis con Sally Field escenifican en un momento  de crisis matrimonial y que parece sacada de las bambalinas de un teatro de primer orden. Tommy Lee Jones parece haber esperado toda su vida para este papel, mientras que Gordon-Levitt está en gracia tras encadenar papeles de secundario en unas últimas películas de lujo.

Y destacar la delicadeza de Spielberg en el modo de contar el final de este presidente americano, quizás lo más conocido a priori por el espectador, alejado del magnicidio grandilocuente esperado.

En definitiva, una obra de madurez de Spielberg, que por momentos se acerca a lo más convencional de su cine dramático, con ese tono de gravedad que aporta siempre, pero que mejora en el tercio final.  No es mala película, dado que nos habla de los grandes dilemas morales de la vida y de la historia (¿el fin justifica los medios?), y que lo resume todo en la fabulosa frase del personaje de Tommy Lee Jones a su ama de llaves (“la medida más importante del siglo XIX, urdida gracias a la corrupción del hombre más puro de América”); pero recomiendo ir al cine con los ojos y los oídos bien abiertos por la densidad de la trama, que resulta muy didáctica pero algo apabullante por momentos. Y es que las comparaciones con la película que mejor ha reflejado la guerra de secesión americana y ha trascendido la lírica y la épica (con la historia de amor y coraje más tormentosa de todos los tiempos, me refiero por supuesto a Lo que el viento se llevó) resultan odiosas pero, en este caso, inevitables.

Calificación: Entretenida – Buena

Lo Mejor: Daniel Day-Lewis, y todos los demás secundarios de la historia. El tramo final.

Lo Peor: Un inicio algo renqueante, que resulta demasiado complejo para los no iniciados en historia americana.

La vería de nuevo: No

La Recomiendo: Sí, para todos aquellos que quieran ver los orígenes de “El ala oeste de la Casa Blanca”

Películas similares: Lo que el viento se llevó; Amistad; Salvar al soldado Ryan; War Horse; Invictus

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0443272/

Tráiler en You Tube (español):

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