Reseñado por 0017
Ficha técnica
Año: 2012
Director: Rich Moore
Guión: Phil Johnston, Jennifer Lee
Música: Henry Jackman
Reparto
- John C. Reilly
- Sarah Silverman
- Jack McBrayer
- Jane Lynch
¿Qué es lo que hacen los videojuegos de un salón recreativo cuando se marchan los clientes y se cierran las puertas? Creíamos que ya nos habían respondido a la pregunta no una, sino tres veces en Toy Story y sus secuelas (y de manera sobresaliente), sólo que en vez de videojuegos, aquéllos eran juguetes en la habitación de un niño. Pero visto los buenos resultados de la saga de animación de Pixar, no podemos menos que dejar que nos vuelvan a contar la historia por la empresa matriz, Disney.
Y hacemos bien en confiar en la fábrica de sueños, puesto que el resultado vuelve a ser fresco y novedoso, una apuesta segura para dejar que los más pequeños disfruten a nivel primario de la historia mientras que los mayores descubren relecturas más profundas y se diviertan aún más, si cabe, que los primeros.
En este caso Disney, otrora entidad dominante en la animación, perdió dicho estatus cuando su filial Pixar acabó fagocitando a sus jefes, y a punto estuvo de desaparecer cuando la animación digital hizo su aparición a finales de los noventa. Fue precisamente gracias a uno de los creadores de Pixar, John Lasseter, quien evitó el hundimiento de la empresa fundada por el tío Walt, ya que se negó en redondo a que desapareciera esa rama de la animación dibujada a mano (Tiana y el Sapo; Enredados).
En el caso en concreto de ¡Rompe Ralph!, puede parecer que la técnica digital ha ganado definitivamente la batalla y que Disney está empezando a recuperar el terreno perdido frente a Pixar en su propia especialidad, pero si investigamos un poco respecto a las técnicas usadas en la creación de la película vemos cómo el repaso del dibujo a mano todavía ha ocupado una parte importante del proceso creativo. Para que no quede ninguna duda, el corto que precede a la película –Paperman– es una joya en blanco y negro de animación tradicional con algún toque en 3D, que nos remite directamente a la época de Aladdin, y nos viene a decir que todavía puede haber lugar para la ternura y la poesía en la animación tradicional si se realiza con alma y buen hacer.
El protagonista de la historia es Ralph, un grandullón que trabaja como el malo de la historia rompiendo todo a su paso en el videojuego ¡Rompe Ralph!, un trasunto del popular Donkey Kong y los juegos de Mario. Aquí el álter-ego bonachón es Félix-arregla-todo, quien día tras día se dedica a derrotar al villano y a ganar medallas y la simpatía del resto de habitantes del videojuego. Pero Ralph no está contento con su vida y las antipatías que su trabajo genera, con lo que decide cambiar de videojuego con el trastorno (y el peligro de desenchufar la máquina) que ello conlleva. Tras su paso por un videojuego de guerra llamado Hero’s Duty, acaba en un empalagoso juego de carreras de golosinas llamado Sugar Rush, donde conocerá a la impertinente Vanellope von Schweetz, una marginada participante del juego con la que tendrá más cosas en común de las que él se pensaba…
Como ya he dicho antes, las películas infantiles se hacen pensando cada vez más en la doble lectura de los potenciales espectadores; decir, los padres y los niños, con lo que se garantiza que los mayores no vayan a ver esta clase de títulos como un mero trámite. En este caso es más que evidente que el mundo de los videojuegos de las recreativas de los últimos treinta años toca directamente la fibra de los padres de nueva generación, que son los que han crecido con este tipo de ocio. Aquí la película gana su primer tanto con la cantidad de guiños a la historia de los videojuegos que podemos ver. Están personajes de videojuegos reales como Street Fighter, Pacman, Sonic, …
Por otro lado, el atractivo fílmico que para los más pequeños pueda suponer las texturas y decorados de la película llega a su punto culminante en la parte que transcurre en el mundo de carreras de coches de gominolas que supone Sugar Rush; toda una delicia visual que, por muy empalagosa que pueda parecerle a los espectadores, le quita de manera subliminal oscuridad a la trama, aportando una personalidad y vida propia a la película. No olvidemos que es eso de lo que se trata, puesto que el primer objetivo de una buena película es que la misma perdure en nuestro imaginario individual después de salir de la sala.
Como segundo objetivo podemos considerar el conseguir una trama consistente y entretenida, hacer que la película avance rápidamente y sin darnos cuenta. Esto también lo logra, puesto que, como en toda buena película de Disney, cuando parece que el argumento se ha encallado con el conflicto inicial del protagonista, es cuando aparecen nuevos personajes y situaciones que le dan un empujón a la trama que la llevan a nuevos niveles temáticos, y es cuando cobra sentido detalles iniciales que habíamos pasado por alto. Puede que ocurra en muchas otras películas de cualquier otro género, pero hay que reconocer la maestría de Disney en manejar este tipo de situaciones a golpe de guión. Entre medias, la dosis habitual de buenrollismo temático que nos hace salir de la sala pensando en ser un poquito mejores. En este caso, ¡Rompe Ralph! nos enseña a aceptar nuestras limitaciones y a usarlas para hacer cosas positivas, y a aprender a ver lo bueno que hay en los demás, por muy diferente que sean las etiquetas que les hayan colgado.
Todo esto se logra gracias a la cantidad de secundarios que tiene la cinta, muy al estilo de Toy Story, donde cada uno tiene su momento/s de gloria y su propia personalidad. Ninguno desentona, todos están en su línea, interpretando el papel que los programadores de cada videojuego les han asignado (genial la agresiva soldado de Hero’s Duty), emocionándonos de una manera que ya quisieran muchos actores reales. Incluso la repelente niña de Sugar Rush, Vanellope, que muchos podrán encontrar cargante, a mí me pareció graciosísima y con un punto de ternura, a pesar de que en algún momento rozaba la escatología impertinente (quizá una de las situaciones menos afortunadas y apropiadas para el público infantil, junto con alguna otra situación como la del zombie en la terapia de villanos con el personaje de Mortal Kombat; en mi opinión, es en estos momentos en los que se aleja de Pixar y se acerca a Dreamworks, en los que sale perdiendo Disney).
En definitiva, un título con el que Disney eleva el listón de los títulos de sus últimos años, llegando casi a la altura de los clásicos instantáneos de Pixar, y estableciéndose como otra referencia a batir por el resto de compañías de animación.
Calificación: Muy buena
Lo Mejor: El personaje de Vanellope; el mundo visual que nos ha creado Disney para nuestro regocijo. La manera de encajar las piezas del puzzle del guión.
Lo Peor: Algún momento de humor burdo con el que intenta hacerse cómplices de los más pequeños.
La vería de nuevo: No (de momento)
La Recomiendo: Lo mejor de animación infantil que puede haber en la cartelera, hasta que Pixar traiga este 2013 la precuela de Monstruos, S.A. Para niños y padres, y sobre todo esos adultos que pasamos de veintimuchos y que hemos crecido con toda clase de generación de videojuegos.
0017
Link a la BSO en Amazon.es
Ficha en IMDB: http://www.imdb.es/title/tt1772341/
Tráiler en You Tube (español):
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