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Película – Monstruos University

Monstruos University Poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Año: 2013

Director: Dan Scanlon (Cars)

Guión: Robert L. Baird, Daniel Gerson, Dan Scanlon

Pete Docter, Andrew Stanton

Música: Randy Newman

Reparto (voces en el original)

  • John Goodman
  • Billy Crystal
  • Steve Buscemi
  • Helen Mirren
  • Alfred Molina

Sí, ya sé que corro el riesgo de repetirme con una nueva reseña de una cinta de Pixar, pero es que no he podido resistirme al último estreno de la productora con el mejor ratio actual de obras maestras por película estrenada de los últimos tiempos. En esta ocasión el planteamiento ha sido el retomar los personajes presentados hace diez años y darles una nueva vuelta de tuerca, haciendo una precuela sobre los años universitarios de nuestros monstruos favoritos. De esta manera sabremos más acerca de lo que estudiaron para llegar a ser asustadores profesionales de niños, y cómo se forjó la amistad -inicialmente fallida- de la pareja protagonista de Monstruos S.A.

Mike Wazowski es un pequeño y joven monstruo bastante incomprendido entre sus compañeros del colegio cuando en una visita a la factoría de gritos descubre que su verdadera vocación es ser asustador, un profesional del susto que sabe cómo meterles miedo en sus habitaciones para obtener la energía procedente de los gritos de los niños. Para ello se necesitan muchos años de estudios superiores y su empeño no cejará hasta que sea admitido en la Monstruos University, la Universidad más prestigiosa en estas enseñanzas. Es de esta manera como le seguimos en su primer año de carrera en el que conoce a James Sullivan, un monstruo procedente de una reconocida familia de asustadores que tiene el beneplácito y la admiración del resto de profesores y alumnos por este hecho. La facilidad con que Sullivan hará amigos e ingrese en el exclusivo sistema de castas y fraternidades de la universidad chocará con la dificultad de Mike para integrarse y ser reconocido en estas jerarquías, y el esfuerzo que realizará cada uno para estudiar y poder aprobar los exámenes será inversamente proporcional a estos factores. Estos hechos harán que su relación inicial sea tirante, y el orgullo de ambos chocará el día de los exámenes parciales, donde un malentendido provocará la expulsión de ambos de sus estudios por parte de la estricta decana de la  universidad. Este jarro de agua fría y desilusión para Mike hará que se junte con la fraternidad más desfavorecida y marginada del campus en una intentona desesperada por ser readmitido en la carrera, y le obligará a llevarse bien con Sullivan para sacar lo mejor de ambos e intentar demostrar que ambos son capaces de ser los mejores asustadores que la universidad haya conocido nunca. En el camino se forjará una amistad que perdurará a lo largo de los años…

Cuando se rinde al nivel al que Pixar nos tiene acostumbrados acaba pasando esto. Es decir, parece que si no hacen una obra maestra del estilo de Wall·E o Up, los comentarios generales es que han pinchado y hay recelo acerca de si han llegado al cambio de ciclo. Es lo que se dice acerca de Cars, considerada una obra menor, más dirigida a hacer caja con el merchandising entre el público infantil, y cuestionada la necesidad de hacer una segunda parte cambiando el tono desde una historia de carreras en el entorno de la América profunda hacia una aventura de espionaje internacional. Con Monstruos pasa lo mismo, mis compañeros de blog salieron del cine pensando que esta precuela no llegaba al nivel de la primera parte. En parte porque le faltaba el personaje de la niña, que era lo que le sumaba puntos y le daba el toque enternecedor con el que se salió Monstruos S.A. Es evidente que dicho personaje no tenía mucho sentido de volver a aparecer tal y como se cerró la primera entrega, con lo que las líneas argumentales tenían que ir sí o sí por los derroteros de contar la historia en sus inicios.

La verdad es que quizás con esta entrega se ha perdido la capacidad de sorpresa arriesgada que tuvo la primera parte. Esa capacidad de sacarse una historia tan buena de la manga a partir de la idea de los miedos infantiles de los -en teoría ficticios- monstruos que salen del armario por las noches, que nos muestra todo un mundo paralelo al nuestro construido sobre la industria del susto. Se puede aducir que, si John Lasseter fue capaz de rizar el rizo y dar una nueva vuelta de tuerca sobre el mundo oculto de los juguetes no sólo una, si no dos veces, en las secuelas de Toy Story (cada una mejor que la anterior, echando nuevas capas de complejidad dramática en cada entrega), aquí Scalon debería hacer lo mismo, y de hecho se lo exigimos.  En mi opinión, puede ser cierto que no llega al nivel de excelencia de la primera entrega, pero tampoco se debería menospreciar esta precuela. Lo cierto es que ya podrían el resto de cintas infantiles llegar a este nivel de animación. Las peores cintas de Pixar compiten de tú a tú con las mejores películas de la competencia, no hay más que ver el próximo estreno de la secuela de “Gru, mi villano favorito”. Una cinta con la que me lo pasé muy bien y disfruté de lo lindo, pero francamente, me lo he pasado mejor con Monstruos University por diversas razones. La primera y fundamental es la marca Disney. Desde el primer momento en que vemos en pantalla el logotipo de la productora, ese castillo de Disneyland, sabemos que estamos ante un producto marca de la casa, tenemos claro lo que nos vamos a encontrar y podemos estar seguros de que los niños a los que llevemos a ver este cine se lo van a pasar en grande sin preocuparnos de que vean contenido inapropiado. Me temo que Shreck es muy buena, por ejemplo, pero no puedo decir lo mismo de ella.

La segunda razón acerca de la bondad de esta precuela es que estuve todo el rato con una sonrisa de oreja a oreja. Desde que ves en pantalla a ese monstruito verde y con un solo ojo en una excursión infantil del colegio en el inicio de la historia ya te hace gracia todo lo que cuenta. Toda la película está plagada de gags visuales y bromas recurrentes sobre el mundo de los monstruos, y su paralelismo con el mundo de los humanos, desarrollando ese planteamiento inicial de la primera parte. En esta ocasión se mueve en torno a la comedia universitaria y tenemos malvados decanos, fiestas de hermandades y el habitual grupo de empollones inadaptados intentando llevarse el gato al agua en las competiciones extraescolares. Es aquí donde Pixar desarrolla su habitual ingenio y humor, explayándose en unos secundarios tronchantes que no desperdician ninguna escena para hacer esbozar una sonrisa al espectador, cualquier momento les sirve como excusa.

Como tercer factor a favor de Monstruos University tenemos que el ritmo de la trama avanza sin resultar excesivamente pesado. No tenemos una escena clímax como la persecución de las puertas en la primera parte, pero lo que nos brindan ahora (qué mejor momento para saber si un monstruo es capaz de asustar, que un campamento infantil al lado de un lago por la noche) tampoco está tan mal. Tal como señalaba mi compañera Malosa, quizás la resolución del argumento sea de lo más convencional y forzado, y puede ser ése uno de los factores por los que se salga del cine con un sabor agridulce pensando que quizás esta continuación era bastante prescindible. En mi opinión, puede ser que sí, pero a mí me gusta esta diversión que funciona sin grandes aspiraciones porque vas a tiro hecho al cine. No supone mucho riesgo el retomar a unos personajes a los que ya teníamos cariño de antemano, y el nivel de complejidad no es el típico de las grandes obras, pero aún así da resultado esta cinta para pasar un buen rato.

Una cinta que nos viene a decir que todo lo que nos propongamos, lo haremos. Un mensaje que quizás peca de exceso de optimismo dados los tiempos que corren pero necesario en mi opinión, mientras va desarrollando una historia que habla de los extraños compañeros de cama que hace la verdadera y profunda amistad, y de los miedos que podemos tener al fracaso de la vida real, verdaderas razones que nos pueden dar más miedo cuando crecemos que la puerta de un armario por la noche. Por todo esto, aunque no vamos a ver una historia al mismo nivel que otras anteriores de Pixar, sí que recomiendo para disfrutar un par de horas mejor que otras opciones.

Calificación: Buena

Lo Mejor: Retomar estos graciosos personajillos. Algunos gags de la cinta que son auténticos puntazos.

Lo Peor: Su poca capacidad de arriesgar.

La vería de nuevo: Sí.

La Recomiendo: Sí.

Películas similares: Monstruos S.A, La revancha de los novatos,

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1453405/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Argo

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Año: 2012

Director: Ben Affleck (Adiós, pequeña, adios; The Town)

Guión: Chris Terrio

Música: Alexandre Desplat

Reparto

  • Ben Affleck
  • Bryan Cranston
  • John Goodman
  • Alan Arkin
  • Tate Donovan
  • Kyle Chandler

Ante nosotros tenemos una de las sorpresas de 2012, dado que francamente no lo está haciendo mal en la temporada de premios y que, aunque se estrenó en octubre, todavía aguanta en algunas carteleras a la espera del premio gordo que puede suponer llevarse un Óscar frente a las grandes favoritas (Los Miserables, Lincoln, La Vida de Pi). En los Globos de Oro ya ha ganado los premios de Mejor Película Drama, y Mejor Director, igual que en los BAFTA británicos. Si por mí fuese, le daría la estatuilla a la mejor película (lamentablemente no va a ser así), porque le pasa al contrario que a Los Miserables: no destaca por interpretaciones fulgurantes (al menos, Ben Affleck como actor está plano) pero el trabajo del Ben Affleck-director es brillante y le da un ritmo a la película que ya quisiera la cinta de Tom Hooper. Y ya que estoy comparando con pasadas reseñas que no han salido bien paradas, nada que ver con la tensión narrativa de Tarantino. Durante toda la película se nos va poniendo en antecedentes mientras se va añadiendo tensión a la trama, para llegar a un último cuarto de película soberbio con las pulsaciones a todo trapo, a pesar de que es una historia basada en hechos reales y de la que sabemos el final.

Se trata de la operación que realizó la CIA para rescatar a seis miembros de la embajada americana a principios de 1980 en Teherán. Tras dar asilo político en USA por motivos de salud al derrocado Sha de Irán (Mohammed Pahlavi, el jefe de estado de Irán previo a la llegada de Jomeini que compartía simpatías con los países occidentales y gobernó a su país de manera un tanto déspota), estalla una revolución en las calles acompañada del típico odio anti-americano. Las muchedumbres se agolpan en la embajada americana y se produce un asalto por parte de los revolucionarios que culmina en la captura del personal civil y militar. Seis de los funcionarios americanos consiguen escapar de las hordas furiosas y se refugian en la embajada canadiense. El problema es que en por momentos Irán se convierte en un punto caliente para los occidentales y el embajador de Canadá no podrá darles cobijo por demasiado tiempo. El gobierno americano intenta pensar en todos los posibles planes de escape pero ninguno resulta satisfactorio. Es entonces cuando el agente de la CIA especializado en rescates Tony Mendez ofrece la solución más inverosímil con alguna posibilidad de éxito: simular que los funcionarios americanos son cineastas canadienses desplazados a Irán en búsqueda de localizaciones para una película de Ciencia Ficción llamada Argo. Rápidamente se dirige a Los Ángeles para montar toda la tapadera con ayuda de cineastas auténticos, desde la productora hasta la compra del guión. Incluso realizan una rueda de prensa auténtica, para que no quede ningún fleco sin atar en la historia. Todo ello realizado contrarreloj, para ofrecernos una historia de espionaje que nos explica la dualidad de las banalidades del mundo de Hollywood, y la dureza de la conflictividad en los países de Medio Oriente.

La verdad es que he disfrutado bastante de esta película, a diferencia de las últimas reseñas que he realizado. No en vano el espionaje es mi género preferido, y Argo es una muestra muy digna del género. Son dos horas de metraje que se me pasaron volando, con los nervios a flor de piel. Es la tercera película como director de Ben Affleck, y cada vez le está cogiendo más destreza al asunto, aunque en mi opinión la elección de la historia y del guión es lo fundamental aquí. Desde luego que Affleck apunta maneras al estilo de Clooney (que es coproductor) o Eastwood, otros grandes actores que se pasan a la dirección con gran éxito, haciendo un cine menos convencional del que los grandes estudios nos tienen acostumbrados. A pesar de que la carrera como actor de Affleck es bastante irregular (no hay un gran título que destaque por encima de todos, y las películas de alto presupuesto en las que ha trabajado no han sido gran cosa, léase Armaggedon), sí que tiene pequeñas joyas a descubrir entre su filmografía. Por no hablar de su fantástico debut como guionista ganador del Óscar por El Indomable Will Hunting.

Quizás a la hora de actuar su interpretación sea la más uniforme (que no pobre). La caracterización de su personaje, con una barba que le aleja de sus papeles de galán descarado habituales, está por encima de lo que suele realizar. Pero al final, se pasa todo el metraje poniendo la misma pose de cariacontecido preocupado por las circunstancias, con una mueca en la boca cerrada y mostrando la gravedad de su rostro. Lo bueno del asunto es que le va con el personaje; es decir, no resulta cargante ni histriónico. Está muy bien perfilado porque percibimos la dificultad de su profesión, así como unas pinceladas de la dificultad para simultanearla con su vida familiar.

Affleck como actor resulta muy buen reclamo para una película donde abundan los secundarios de lujo del estilo ¿dónde he visto yo a éste? Tenemos a John Goodman que nos recuerda el papel que hizo en Ed Wood; a un Bryan Cranston (el padre de Malcolm, Breaking Bad) que últimamente le vemos hasta en la sopa; Alan Arkin; Tate  Donovan; Kyle Chandler… Es decir, actores solventes que elevan el listón pero que por sí solos no podrían cargar el peso de una cinta (reconozcamos que muchas veces vamos al cine atraídos por los rostros conocidos, y por la mayor o menor simpatía que nos brinde un actor).

Un punto fuerte resulta la ambientación y la dirección de fotografía de la película. Si ya resulta difícil simular que ruedas en un país árabe o a finales de los años 70, imáginate juntar los dos supuestos. Las grandes aglomeraciones, las calles de Teherán, las panorámicas aéreas de la ciudad, los extras… En el montaje se mezcla metraje real de la época con escenas de la película, y llega un momento en que no eres capaz de distinguir cuál es cuál.

La temática de la cinta es controvertida. Por un lado nos muestra la conflictividad de los países árabes, desde la óptica americana. He leído alguna opinión en el sentido de que es bastante autocrítica con la política americana, dado que desde el principio (en la fabulosa introducción de una narradora con acento árabe) deja claro que la ola de odio hacia los USA viene dado por la política de intromisión exterior. En mi opinión, tiene algunos momentos de propaganda patriótica yanki, donde la banderita USA se ve quemar malamente en Irán, y ondear alegremente en el país de las libertades. Sin embargo, en otras ocasiones, la cinta es bastante dura con algunos estamentos occidentales. La escena de la rueda de prensa de la falsa película, donde se ve la parafernalia habitual de Hollywood para vender cine de manera frívola, es superpuesta con gran acierto por una rueda de prensa paralela en la televisión iraní, en la que informan de la captura de los rehenes americanos. Es decir, que si se ve con cierta distancia crítica, separando el grano realista de la paja propagandística habitual en el cine americano, podemos ver una película bastante verosímil, bien explicada, y muy entretenida.

Y al final eso es lo que yo le pido a una cinta, que sea entretenida. La trama, habitual en este género, hace que algunas veces te pierdas o intentes recordar el nombre de tal o cual personaje. Pero en ningún momento te descuelgas, la película sigue siempre hacia delante, mezclando la comedia metacinematográfica de Hollywood con la intriga política y de espionaje, para llegar a un tramo final de infarto. E incluso el epílogo, que dura unos diez o quince minutos después del clímax, te alegra y te dibuja una sonrisa (ese homenaje al cine de ciencia ficción de los 70, reflejado en la habitación del niño). Un final made in Hollywood, para una historia de Hollywood demasiado inverosímil para ser real, y que, sin embargo, sí que fue real.

 Calificación: Muy buena

Lo Mejor: La maña de Ben Affleck como director. La intro inicial, la escena de las ruedas de prensa simultáneas, el tramo final, el epílogo después del clímax final. Los secundarios, y el ritmo de la historia.

Lo Peor: Algunas lagunas en la interpretación del Ben Affleck actor.

La vería de nuevo: Sí.

La Recomiendo: Sí, es una de las mejores de 2012 y finalista a los Óscar.

Películas similares: Red De Mentiras [Blu-ray]; Syriana [Blu-ray]; Munich; Ed Wood (Edicion Especial) [DVD]; Todos los hombres del presidente; Los tres días del cóndor; La cortina de humo.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.es/title/tt1024648/

Tráiler en You Tube (español):

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Película – El lado bueno de las cosas

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Año: 2012

Director: David O. Rusell (The Fighter, Tres Reyes)

Guión: David O. Rusell

Basado en el libro de Matthew Quick El lado bueno de las cosas” («Silver Linings Playbook»)

Música: Danny Elfman

Reparto

  • Bradley Cooper
  • Robert De Niro
  • Jennifer Lawrence
  • Jacki Weaver
  • Chris Tucker

Con ocho nominaciones a los Óscar de este año en los mejores campos artísticos, El Lado Bueno de las Cosas puede ser la gran sorpresa o la gran derrotada de la ceremonia. Tanto actores principales como de reparto, director, guionista y mejor película están en la recta final para dar un posible campanazo frente a Spielberg, Tarantino, Ang Lee y compañía.

Esta circunstancia hace que uno se acerque al cine más cercano embaucado por semejante publicidad con una mezcla de recelo y expectación ante lo que puede ser el  posible tapado de este año, si bien su paso por ceremonias previas se ha saldado con pocos triunfos (mejor actriz principal en los Globos de Oro para Jennifer Lawrence y poco más).

Desde luego que lo que nos encontramos es una película muy atípica, una comedia romántica poco habitual que nos mete de lleno en un mundo muy particular y extraño, con un universo de personajes a cada cual más “particular”. Es una especie de viaje a la locura interior del protagonista, una locura que a veces se hace molesta porque nos resulta algo familiar, como si fuera algo que de vez en cuando también nosotros sufrimos. Viaje que se materializa de manera jocosa en el concurso de baile final, en el número que montan los dos protagonistas después de semanas de ensayos (y que a la vista de los mismos, parecían más serios de lo que acaba siendo).

La película empieza con el personaje de Pat saliendo de un sanatorio mental. Pat sufre trastorno bipolar y era profesor de historia en el instituto de un barrio de Filadelfia. Su enfermedad se agravó cuando tuvo un primer estallido de violencia al descubrir la infidelidad de su mujer con un compañero de trabajo. Desde entonces tiene una orden de alejamiento y debe medicarse para contener su enfermedad, a la vez que un policía le controla sus idas y venidas y debe hacer terapia con un psicólogo. Desde entonces, su vida girará en torno a fijaciones enfermizas para recuperar a su exmujer, tales como leer compulsivamente los libros que ella enseña en el instituto, o adelgazar a base de hacer deporte a diario con una bolsa de basura encima de la ropa, para favorecer la sudoración…

En su casa, las cosas no pintan mejor. Su padre está obsesionado con las apuestas y no puede ver un partido del equipo de fútbol local sin su ritual de manías y supersticiones, entre las que se incluye la presencia de Pat a menudo, mezclándose el empeño por ganar dinero con el intento de reconciliación paternofilial. El hermano mayor de Pat es el triunfador de la familia, lo que no mejora las cosas demasiado. En medio de todo este mundo de obsesiones y neurosis, Pat conoce a Tiffany, con quien comparte enfermedad. La diferencia está en que después de enviudar Tifanny se convirtió en ninfómana, con la consiguiente pérdida del empleo. Sin embargo, la obsesión de Pat por su exmujer es tal, que a ella solo la verá como una amiga y confidente, hecho que la subyugará por ser la primera persona en meses que no la perciba ni la trate como un objeto sexual. Conforme avance la trama, nos daremos cuenta de las cosas en común que tienen ambos, de que las fijaciones y las obsesiones no son exclusivas de las enfermedades mentales, y de que a veces la auténtica esencia de la felicidad no reside en las cosas que creíamos en un principio. Y que no es difícil encontrar dicha felicidad, siempre que seamos capaces de ver, como repite el protagonista en más de una ocasión, el lado bueno de las cosas.

Como decía más arriba, estamos ante un caso atípico de comedia romántica, porque se trata de la típica fórmula “chico-conoce-a-chica” con la variación de “pero-no-saben-que-quieren-estar-juntos-hasta-el-final-del-metraje”. Lo excepcional del caso es que aquí uno no se da cuenta del género de la película hasta que llevamos una hora de cinta aproximadamente. De manera afortunada, los primeros compases son una presentación de eventos derivados del trastorno bipolar de Pat, más próximo a “Alguien voló sobre el nido del cuco” que a las películas de Nora Ephron. El momento en que se produce el primer ataque neurótico de Pat en casa de sus padres es de lo mejor de la película, una joya del montaje que mezcla tomas rápidas con la música.

Conforme avanza la trama, ésta se vuelve más comercial. Los personajes que rodean al protagonista siguen siendo igual de excéntricos (la verdad es que no se salva ni uno), pero ya no están rodeados de ese amargor inicial que nos desconcertaba al principio de la película. Descubrimos que el psicólogo que hace terapia con Pat es un hincha del equipo de fútbol; la hermana de Tifanny casada con el amigo no es tan bruja como pensábamos. Y la exmujer de Pat hace acto de presencia al final, con lo que ya no tiene ese halo de misterio que supone la continua mención de su personaje a lo largo de la película. Robert De Niro hace un personaje fuera del corsé de lo que llevaba interpretando estos últimos años; tanto, que por primera vez hubiera deseado escucharlo en V.O, sin la voz tan carismática de su doblador oficial en España. Realmente emociona verlo tan maniatado respecto a la enfermedad de su hijo. Jennifer Lawrence es capaz de darle veracidad a su personaje de ninfómana desbocada sin que en ningún momento veamos ese pasado suyo tan turbador, sólo lo deja intuir. Y Bradley Cooper, al elegir este papel demuestra que es del grupo de los actores guapos que va a intentar construir una carrera alejada de los papeles estereotipados de galanes y de resacones (o por lo menos, simultaneándolos). Lo cual dice mucho de él y lo demuestra el estar nominado por esta cinta, en la que a veces nos hace dudar acerca de su enfermedad y de la naturaleza de su carácter. No sabemos si va a resultar un tipo violento, o, por el contrario, existencialista de él, no son más que las circunstancias las que le arrastran al mundo problemático en el que se ha metido.

En definitiva, a diferencia de otros títulos también nominados (y que es probable que sean los que arrasen en los Óscar), ésta es una cinta más entretenida por lo que siempre digo que tiene que tener una película: un buen ritmo que no haga decaer la trama. No embauca con historias grandilocuentes del gusto de los ajados académicos de Hollywood, y precisamente no ganará en las categorías  de mejor película y mejor director precisamente por eso. Y precisamente, ésa es la razón por la que animo a acercarse al cine a verla.

Calificación: Entre entretenida y buena.

Lo Mejor: La capacidad de los actores protagonistas. Los citados momentos de crisis del protagonista buscando el video de su boda, y el concurso de baile final. Los chispazos graciosos que nos brinda de vez en cuando.

Lo Peor: Que pueda desconcertar al empezar como una cosa y terminar como otra.

La vería de nuevo: No, de momento.

La Recomiendo: Sí, como alternativa intimista a las grandes historias nominadas de los Óscar de este año.

Películas similares: Alguien Voló Sobre El Nido Del Cuco; Notting Hill; Amor Y Otras Drogas

Link a la BSO en Amazon.es: B.S.O. Silver Linings Playbook

Ficha en IMDB: http://www.imdb.es/title/tt1045658/

Tráiler en You Tube (español):

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Película – ¡Rompe Ralph!

Rompe Ralph

Rompe Ralph

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Año: 2012

Director: Rich Moore

Guión: Phil Johnston, Jennifer Lee

Música: Henry Jackman

Reparto

  • John C. Reilly
  • Sarah Silverman
  • Jack McBrayer
  • Jane Lynch

¿Qué es lo que hacen los videojuegos de un salón recreativo cuando se marchan los clientes y se cierran las puertas? Creíamos que ya nos habían respondido a la pregunta no una, sino tres veces en Toy Story y sus secuelas (y de manera sobresaliente), sólo que en vez de videojuegos, aquéllos eran juguetes en la habitación de un niño. Pero visto los buenos  resultados de la saga de animación de Pixar, no podemos menos que dejar que nos vuelvan a contar la historia por la empresa matriz, Disney.

Y hacemos bien en confiar en la fábrica de sueños, puesto que el resultado vuelve a ser fresco y novedoso, una apuesta segura para dejar que los más pequeños disfruten a nivel primario de la historia mientras que los mayores descubren relecturas más profundas y se diviertan aún más, si cabe, que los primeros.

En este caso Disney, otrora entidad dominante en la animación, perdió dicho estatus cuando su filial Pixar acabó fagocitando a sus jefes, y a punto estuvo de desaparecer cuando la animación digital hizo su aparición a finales de los noventa. Fue precisamente gracias a uno de los creadores de Pixar, John Lasseter, quien evitó el hundimiento de la empresa fundada por el tío Walt, ya que se negó en redondo a que desapareciera esa rama de la animación dibujada a mano (Tiana y el Sapo; Enredados).

En el caso en concreto de ¡Rompe Ralph!, puede parecer que la técnica digital ha ganado definitivamente la batalla y que Disney está empezando a recuperar el terreno perdido frente a Pixar en su propia especialidad, pero si investigamos un poco respecto a las técnicas usadas en la creación de la película vemos cómo el repaso del dibujo a mano todavía ha ocupado una parte importante del proceso creativo.  Para que no quede ninguna duda, el corto que precede a la película –Paperman– es una joya en blanco y negro de animación tradicional con algún toque en 3D, que nos remite directamente a la época de Aladdin, y nos viene a decir que todavía puede haber lugar para la ternura y la poesía en la animación tradicional si se realiza con alma y buen hacer.

El protagonista de la historia es Ralph, un grandullón que trabaja como el malo de la historia rompiendo todo a su paso en el videojuego ¡Rompe Ralph!, un trasunto del popular Donkey Kong y los juegos de Mario. Aquí el álter-ego bonachón es Félix-arregla-todo, quien día tras día se dedica a derrotar al villano y a ganar medallas y la simpatía del resto de habitantes del videojuego. Pero Ralph no está contento con su vida y las antipatías que su trabajo genera, con lo que decide cambiar de videojuego con el trastorno (y el peligro de desenchufar la máquina) que ello conlleva. Tras su paso por un videojuego de guerra llamado Hero’s Duty, acaba en un empalagoso juego de carreras de golosinas llamado Sugar Rush, donde conocerá a la impertinente Vanellope von Schweetz, una marginada participante del juego con la que tendrá más cosas en común de las que él se pensaba…

Como ya he dicho antes, las películas infantiles se hacen pensando cada vez más en la doble lectura de los potenciales espectadores;  decir, los padres y los niños, con lo que se garantiza que los mayores no vayan a ver esta clase de títulos como un mero trámite. En este caso es más que evidente que el mundo de los videojuegos de las recreativas de los últimos treinta años toca directamente la fibra de los padres de nueva generación, que son los que han crecido con este tipo de ocio. Aquí la película gana su primer tanto con la cantidad de guiños a la historia de los videojuegos que podemos ver. Están personajes de videojuegos reales como Street Fighter, Pacman, Sonic, …

Por otro lado, el atractivo fílmico que para los más pequeños pueda suponer las texturas y decorados de la película llega a su punto culminante en la parte que transcurre en el mundo de carreras de coches de gominolas que supone Sugar Rush; toda una delicia visual que, por muy empalagosa que pueda parecerle a los espectadores, le quita de manera subliminal oscuridad a la trama, aportando una personalidad y vida propia a la película. No olvidemos que es eso de lo que se trata, puesto que el primer objetivo de una buena película es que la misma perdure en nuestro imaginario individual después de salir de la sala.

Como segundo objetivo podemos considerar el conseguir una trama consistente y entretenida, hacer que la película avance rápidamente y sin darnos cuenta. Esto también lo logra, puesto que, como en toda buena película de Disney, cuando parece que el argumento se ha encallado con el conflicto inicial del protagonista, es cuando aparecen nuevos personajes y situaciones que le dan un empujón a la trama que la llevan a nuevos niveles temáticos, y es cuando cobra sentido detalles iniciales que habíamos pasado por alto. Puede que ocurra en muchas otras películas de cualquier otro género, pero hay que reconocer la maestría de Disney en manejar este tipo de situaciones a golpe de guión. Entre medias, la dosis habitual de buenrollismo temático que nos hace salir de la sala pensando en ser un poquito mejores. En este caso, ¡Rompe Ralph! nos enseña a aceptar nuestras limitaciones y a usarlas para hacer cosas positivas, y a aprender a ver lo bueno que hay en los demás, por muy diferente que sean las etiquetas que les hayan colgado.

Todo esto se logra gracias a la cantidad de secundarios que tiene la cinta, muy al estilo de Toy Story, donde cada uno tiene su momento/s de gloria y su propia personalidad. Ninguno desentona, todos están en su línea, interpretando el papel que los programadores de cada videojuego les han asignado (genial la agresiva soldado de Hero’s Duty), emocionándonos de una manera que ya quisieran muchos actores reales. Incluso la repelente niña de Sugar Rush, Vanellope, que muchos podrán encontrar cargante, a mí me pareció graciosísima y con un punto de ternura, a pesar de que en algún momento rozaba la escatología impertinente (quizá una de las situaciones menos afortunadas y apropiadas para el público infantil, junto con alguna otra situación como la del zombie en la terapia de villanos con el personaje de Mortal Kombat; en mi opinión, es en estos momentos en los que se aleja de Pixar y se acerca a Dreamworks, en los que sale perdiendo Disney).

En definitiva, un título con el que Disney eleva el listón de los títulos de sus últimos años, llegando casi a la altura de los clásicos instantáneos de Pixar, y estableciéndose como otra referencia a batir por el resto de compañías de animación.

Calificación: Muy buena

Lo Mejor: El personaje de Vanellope; el mundo visual que nos ha creado Disney para nuestro regocijo. La manera de encajar las piezas del puzzle del guión.

Lo Peor: Algún momento de humor burdo con el que intenta hacerse cómplices de los más pequeños.

La vería de nuevo: No (de momento)

La Recomiendo: Lo mejor de animación infantil que puede haber en la cartelera, hasta que Pixar traiga este 2013 la precuela de Monstruos, S.A. Para niños y padres, y sobre todo esos adultos que pasamos de veintimuchos y que hemos crecido con toda clase de generación de videojuegos.

0017

Link a la BSO en Amazon.es

Rompe Ralph (Wreck It Ralph)

Ficha en IMDB: http://www.imdb.es/title/tt1772341/

Tráiler en You Tube (español):

Películas similares: Toy Story, Shrek, Alicia en el País de las Maravillas, Tron

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