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Película – El Hobbit, la desolación de Smaug

El Hobbit - La desoalción de Smaug Poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

The Hobbit: The Desolation of Smaug

Año: 2013

Director: Peter Jackson (El Hobbit, El Señor de los Anillos, The Lovely Bones, King Kong, Agárrame esos fantasmas, Criaturas Celestiales)

Guión: Fran Walsh, Philippa Boyens, Guillermo del Toro, Peter Jackson

Basado en el libro de J.R.R. Tolkien

Música: Howard Shore

Fotografía: Andrew Lesnie

Reparto

  • Martin Freeman
  • Ian McKellen
  • Richard Armitage
  • Ken Stott
  • Benedict Cumberbatch
  • Evangeline Lilly
  • Orlando Bloom
  • Cate Blanchett
  • Stephen Fry

Nos encontramos ante una nueva aventura en la Tierra Media, la segunda parte de la trilogía que primero iba a dirigir Guillermo del Toro y que luego retomó Peter Jackson, en su afán por devolvernos al fabuloso mundo creado por Tolkien y que arrasó en las taquillas de medio mundo con la trilogía de El Señor de los Anillos. Una segunda parte que inicialmente iba a ser el punto y final de la historia pero que ha acabado alargándose una entrega más, para deleite de fans acérrimos y entusiasmados ejecutivos de cine. Ya veremos con la tercera entrega (Historia de una ida y una vuelta, a estrenar en diciembre de 2014) si esta dilatación argumental ha sido necesaria o solo un truco financiero y de marketing para sacarnos los cuartos, pero de momento la respuesta se vislumbraba con la primera parte y se va perfilando más claramente en esta segunda. De momento, la pereza que le da a uno enfrentarse a las dos horas y media largas de película va aumentando con cada entrega, hartazgo que es también percibido en el público en general.

Continuamos donde había acabado la anterior película del Hobbit, “Un viaje inesperado”: Bilbo Bolsón, Gandalf y el inusual grupo de enanos (a los que se había unido para ayudarles a derrotar al maligno dragón Smaug) se encuentran en las cercanías de la Montaña Solitaria, el antiguo reino enano que guarda en su interior todas las riquezas robadas por el dragón, mientras éste permanece en un estado de hibernación que otorga tranquilidad a los habitantes de la zona. Bilbo se ha conseguido hacer con un anillo mágico adquirido tras un duelo de acertijos con Gollum, y esta joya le permitirá volverse invisible a su antojo, algo muy útil en su papel de saqueador de las riquezas confiscadas por Smaug (y en particular, para ayudarles a recuperar la Piedra del Arca). Para poder entrar en la Montaña Solitaria tendrán que pasar antes por un bosque lleno de arañas gigantes, conocer qué intención tienen los elfos de la zona (con Légolas y Tauriel a la cabeza), y escapar de los ataques de un grupo de orcos especialmente reunidos por una fuerza misteriosa para acabar con la expedición. En su última parada antes de enfrentarse a Smaug, llegarán a la ciudad de Esgaroth y conocerán al humano Bardo, quien les ayudará a pasar inadvertidos y de quien conocerán la historia de su antepasado en su lucha contra el dragón. El joven Bilbo demostrará la curiosa pasta de la que están hechos los hobbits, al aportar valor y decisión en realizar su misión cuando realmente la misión podría ser tildada de suicida para cualquiera que recapacitara acerca del peligro que supone despertar a Smaug.

Esta parte de Hobbit presenta varios problemas graves de estructura. Primero, el empacho de aventuras tolkenianas empieza a hacer mella tras un año de separación con la anterior entrega, cosa que no ocurrió con la otra trilogía. Quizás la primera parte del Hobbit jugaba a su favor con el efecto nostalgia de un universo que llevábamos sin ver bastante tiempo. Pero tras estrenarse, ningún conjunto de escenas de aquélla ha conseguido escapar del pozo del olvido. Para enfrentarse a esta segunda parte e intentar hacer memoria de la primera entrega, no hay ninguna escena que nos haga recordar momentos anteriores más allá de un breve esbozo del argumento. Y sin embargo, la sensación de deja-vu es continua a lo largo de La Desolación de Smaug. Perfectamente puede haber escenas intercambiables entre ambos títulos sin que nos demos cuenta, a pesar de las nuevas incorporaciones en personajes como los elfos (con personajes ya conocidos que tendrán relevancia en la siguiente trilogía, como Légolas y su chiste autorreferencial acerca del hijo de un enano que luego conocerá bien; o nuevos como Tauriel y la necesidad de hacer olvidar a Liv Tyler con una Evangeline Lilly que bien podría ser un trasunto del mismo personaje), el humano Bardo y las similitudes con la figura del personaje de Vigo Mortensen, o el dragón Smaug y la poderosa voz con la Benedict Cumberbatch le obsequia en la versión original. El problema es tan grave, que hay veces que incluso no sabríamos si hay escenas robadas directamente de alguna entrega del Señor de los Anillos que nos hacen pensar si realmente no se ha hecho algún tipo de salto temporal hacia delante en el argumento, tal es la sensación de repetitividad que hay. En este sentido, las escenas de Gandalf enfrentándose a un poder oscuro que nos referencia directamente a Sauron, resultan totalmente innecesarias por ralentizar (aún más) el ritmo de la pesada trama, a pesar de toda la relevancia que pueda tener en películas posteriores. Más acertados resultan los momentos dramáticos en los que el personaje de Bilbo se degrada moralmente como consecuencia de cierta joya que porta consigo mismo.

Otros fallos que le veo a al cinta, aparte del excesivo numero de entregas y la duración desmesurada del metraje, son un empleo exagerado de los travellings del estilo con los que nos obsequiaba -sin abusar- por los paisajes de la anterior trilogía. O la ridiculez del amor imposible que se sugiere, consecuencia de lo forzado que resulta introducir personajes que no están en la novela original pero que aparecen para contentar a una parte del público expectante de aventuras semejantes a las ya vividas diez años antes. También resultan forzados los combates de los elfos con los orcos, auténticos saltimbanquis que nos dejan indiferentes ante nuestra incredulidad por la fantasía aplicada en dichas luchas.

No todo va a ser malo. Hay que reconocer a Peter Jackson el logro de plasmar en imágenes y escenas, páginas de un libro altamente esperado por unas cuantas generaciones de lectores, como el dragón que llevaba latente tantos años sin ser despertado. Y el afán de transcendencia de cada situación hará que se toquen temas que Tolkien bordaba, como el conflicto personal de enfrentarnos al destino individual y ancestral, así como el desarrollo y la maduración de la personalidad de los protagonistas. Por otro lado, Jackson sigue siendo un experto en introducciones de tres minutos a películas de tres horas, con lo que se garantiza el interés inicial del espectador, al menos durante los primeros momentos de la cinta.

A pesar de todos estos aciertos, la sensación de que toda esta historia contada en más de siete horas y tres películas podría haberse hecho en no más de 120 minutos sigue rondando por el metraje; con lo que esta entrega del Hobbit alegrará a los fans acérrimos de Tolkien a la vez que el grupo cada vez más numeroso de espectadores neutrales quedarán más indiferentes ante semejante despliegue de orejas puntiagudas y espadas blandidas.

Calificación: Pasable

Lo Mejor: La introducción a la historia que nos pone en antecedentes, como todas las que hace Jackson. La madurez personal de Martin Freeman como Bilbo mejora en esta parte.

Lo Peor: Como siempre, su excesivo metraje no ayuda a evitar que acabe siendo una cinta olvidable en la mayoría de escenas, confundiéndose con otras cintas de las trilogías de Tolkien. Lo forzado de la aparición de los elfos.

La vería de nuevo: No creo

La Recomiendo: Para fans de Tolkien con ganas de lo mismo.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1170358/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – El Hobbit, un viaje inesperado

El-Hobbit_poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Año: 2012

Director: Peter Jackson (Trilogía El Señor de los Anillos, The Lovely Bones, King Kong, Agárrame esos fantasmas, Criaturas Celestiales)

Guión: Fran Walsh, Philippa Boyens, Peter Jackson, Guillermo del Toro

Basada en el libro “El Hobbit” (J.R. Tolkien)

Música: Howard Shore

Reparto

  • Martin Freeman
  • Ian McKellen
  • Richard Armitage
  • Ken Stott
  • Andy Serkins
  • Hugo Weaving
  • Cate Blanchett
  • Christopher Lee

Mucho se había hecho esperar esta historia previa de los acontecimientos contados en El Señor de los Anillos. Por esa lógica interna que rige los destinos monetarios de los proyectos que se llevan a cabo en Hollywood, la adaptación del Hobbit se ignoró hace unos años y se estrenó directamente la historia cronológicamente posterior escrita por Tolkien. Eso se notó en el nivel de madurez de la obra, puesto que el Señor de los Anillos es una historia épica que narra la lucha eterna entre el bien y el mal, mientras que el Hobbit es un cuento infantil que hace apología de la aventura y de los mundos que hay por descubrir más allá de nuestras fronteras interiores.

Ya pasó en 1977 con la Guerra de las Galaxias. El estudio cinematográfico que financia los sueños de los creadores pasa por alto las historias previas surgidas de la imaginación para centrarse (y con razón la mayoría de las veces) en las historias más jugosas que puedan dar más juego en taquilla. Es así como directamente se rodó el Episodio IV y nos metieron de lleno en una rebelión intergaláctica sin saber (ni falta que hacía) quién era padre de quién ni cuando se pasó al lado oscuro. Estos detalles de intrahistoria son los que enaltecen una película al crear un universo argumental cuya gracia está en imaginarlo implícitamente, más que mostrarlo explícitamente. El pasar de puntillas sobre estos detalles enriquece la trama y el carácter de los personajes.

Sólo cuando un estudio tiene una crisis de ideas acuciante y le puede la avaricia de la taquilla, es cuando vuelve sobre sus pasos y recicla historias ya contadas. En el caso del Hobbit, la gracia hubiera estado en rodarla antes que el Señor de los Anillos, la aventura como preludio de la épica. Pasar de puntillas sobre un anillo que se encuentra por casualidad, plantear a lo largo de varias entregas la importancia de un objeto como icono de la lucha del bien contra el mal, y acabar en clímax in crescendo haciendo desaparecer ese símbolo para siempre.

Es por eso que El Hobbit sabe a poco. Nos deja esa sensación de que es más de lo mismo, de que repite situaciones que nos gustaron anteriormente (vemos otra vez a Elrond, Saruman, Galadriel, Gollum; tiene el buen gusto de mostrarnos a Frodo y a Bilbo tal y como los vimos justo antes de que se formara la Comunidad del Anillo; la banda sonora nos traslada en momentos clave a las películas anteriores), pero que por muchos eventos que ocurran, no van a ser tan relevantes ni tener trascendencia como lo que vendrá después.

Vaya por delante que la trilogía anterior no me apasionó, ni entiendo ese entusiasmo que aunó a crítica y público (por una vez) culminando en una montaña de premios. Me gustó cómo se desarrolló el fenómeno, y me pareció bien su desenlace, pero visto con una cierta distancia crítica, desde la barrera. Reconozco que El Señor de los Anillos tenía una manufactura impecable, personajes carismáticos y una gran historia detrás, pero no me llegó al alma como a la mayoría de espectadores. Mi crítica principal es su excesivo metraje, el querer trasladar a la pantalla todo lo que ocurre en 1000 páginas, y eso no es posible. Son lenguajes artísticos distintos. Complementarios entre sí, pero diferentes en el tempo y ritmo narrativo. Y ese epílogo de El Retorno del Rey de más de tres cuartos de hora después del clímax final, me acabó de rematar.

Como Malosa ya reseñó el libro en su momento, el argumento ya es mayoritariamente conocido. Un hobbit, Bilbo Bolsón, habitante de la Comarca en la Tierra Media, recibe la visita de un mago conocido como Gandalf. Esa misma noche, inesperadamente irrumpen en su casa uno tras otro 13 enanos que se acomodan en su hogar y acaban con sus vituallas, sin saber muy bien porqué, hasta que empiezan a discutir el propósito de su reunión. El motivo es recuperar el antiguo reino perdido de los enanos, que años atrás fue invadido por un dragón atraído por sus inmensas riquezas, expulsando a los legítimos habitantes y condenándolos al destierro. Para el diminuto personaje, la aventura y el enfrentamiento con dragones no forma parte de su modo de vida, pero pronto se arrepiente y decide dar un vuelco a su tranquila existencia y es cuando arranca una historia que parece que no podrá ser contada en el metraje habitual, con lo que, para alegría de los productores, continuará durante dos entregas más.

La película la se ha estrenado en 3D (que es como la vi), con lo que flechas y bolas de fuego volarán hacia la pantalla para justificar el desembolso pecuniario que realizan los espectadores, aunque creo que la podría haber visto en normal sin perderme gran parte de la magia. Lo que no recomiendo para nada es realizar el desembolso adicional que supone verla en 48 fps (frames per second, o fotogramas por segundo, el doble de lo habitual). Una nueva técnica que se supone que aporta más realismo al acercarse a la visión humana, y que permite ver con toda claridad hasta los defectos del maquillaje de los protagonistas. Mi impresión es que toda la película me la pasé con la sensación de que estaba rodada a cámara rápida, como revolucionada (igual que los videos caseros de ataño), e incluso hasta el doblaje de las voces estaba desacompasado. Las opiniones son para todos los gustos (hay quien dice que uno se acaba acostumbrando a los pocos minutos) pero la polémica está servida. Para mí esto desmerece mucho la labor del encargado de la fotografía del filme.

Las interpretaciones las vi algo forzadas, sobre todo en el desigual caso de Martin Freeman, que en algunas escenas parece no saber qué hacer con las manos. En otras ocasiones, sin embargo, lo hace realmente bien al aportar una dignidad a su papel que me gustó mucho, realmente cae simpático. Tanto, que no parece el mismo personaje repelente que luego heredará Ian Holm en las siguientes entregas (a ver si es verdad que el anillo único puede cambiar a las personas… umm…). El Dr Watson de la contemporánea versión de Sherlock Holmes me gusta más como hobbit que el resto de versiones de los habitantes de la Comarca.

Los mejores momentos los encontramos en el inicio de la historia, con flashbacks que narran los sucesos pasados sobre los que se sustentará la trama, al igual que ya hacía Jackson con cada una de las películas de El Señor de los Anillos anteriores. Otra escena reseñable es la de la pelea de acertijos con Gollum, y la lucha de montañas con los protagonistas atrapados en un acantilado. Esta escena, que no estaba en el libro y que proporciona cierta perplejidad a los puristas de Tolkien, supone la culminación de la aventura en estado puro, viendo como nuestros héroes no pueden sino ser meros espectadores de la pelea. Otra licencia que se toma Jackson con respecto a la novela es la de la figura de un nuevo Orco Pálido, visto por la necesidad de rellenar metraje y enemigos adicionales antes de que el dragón Smaug tome un papel más protagonista en las sucesivas secuelas.

Entre los peores momentos encontramos aquellos que están sacados directamente de la novela, como por ejemplo el de las canciones, ya que creo recordar que cada dos páginas los enanos se ponían a cantar como si de un musical en plena Tierra Media se tratase, algo que me enojaba y me hacía perder el interés por la trama de lo que estaba leyendo. Si bien en la película no ocurre más que un par de veces al principio, el temor de que sea algo que se repita con más frecuencia sobrevuela la película.

En resumidas cuentas, esta primera parte del Hobbit nos ofrece un cierto alivio por pensar que podría haber sido peor, aunque sea más de lo mismo pero con un tono más ligero que la anterior trilogía. No nos quita la sensación de relleno artificial para adulterar una ración que se ha convertido por arte de magia en tres, pero tampoco malogra el universo de una historia previamente contada y elevada a la categoría de mito instantáneo (como sí pasó con las trilogías galácticas). Aunque esté totalmente enfocada para los adictos enganchados a la épica de Tolkien que se quedaron huérfanos tras El Retorno del Rey, y que quizá no logre calmar su síndrome de abstinencia por completo.

Calificación: Entre Entretenida y Pasable

Lo Mejor: Volver a este mundo después de tantos años. La introducción inicial ya habitual en Jackson a la historia. El encuentro por primera vez con el anillo que tanta lata dará después, y la pelea de acertijos. La lucha de montañas inédita en la novela.

Lo Peor: Los momentos musicales con las canciones de los enanos. Su metraje excesivo, como en toda la saga.

La vería de nuevo: Espero que no, antes debería volver a ver la anterior trilogía.

Lo Recomiendo: Para fanáticos empedernidos (y no tan empedernidos) de Tolkien. Para el resto, la recomiendo pero con la coletilla “consúmase con moderación bajo su responsabilidad”.

0017

Ficha en IMDB: http://www.imdb.es/title/tt0903624/?ref_=fn_al_tt_1

Tráiler en You Tube (español):

Películas similares: Trilogía anterior del Señor de los Anillos; Éragon; Harry Potter y la Piedra Filosofal; Harry Potter y el prisionero de Ázkaban; Las Crónicas de Narnia; Las Crónicas de Spyderwick; Willow; La Historia Interminable; Legend… La verdad es que las adaptaciones de Tolkien por Peter Jackson representan la cima del género, que en los 80 tenía buenos representantes y que después sólo ha conocido malas imitaciones.

Libros similares: Básicamente todas las películas que he nombrado en el apartado anterior están basadas en libros (y comentadas en el blog). Los dragones de Éragon y sus continuaciones (Eldest, Brisingr y Legado), de Christopher Paolini. Las 4 partes de Las Crónicas de Narnia (El león, la bruja y el armarioEl príncipe CaspianLa travesía del viajero del albaLa silla de plata), de C.S. Lewis. Las sagas de Harry Potter (Harry Potter y la piedra filosofalHarry Potter y la cámara secretaHarry Potter y el prisionero de AzkabánHarry Potter y el cáliz de fuegoHarry Potter y la orden del FénixHarry Potter y el misterio del príncipeHarry Potter y las reliquias de la muerte), de J.K.Rowling. La Historia Interminable (Michael Ende). Las crónicas de Spiderwick,  por Tony DiTerlizzi y Holly Black.

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