Pero qué decepción…
No puedo evitarlo, he sido una fanática de la serie de los Hijos de la Tierra desde el primer libro. Los 4 primeros me encantaron…fue un placer leerlos. Amenos, interesantes, pedagógicos, apasionantes…todos los calificativos positivos que se os ocurran.
El quinto libro (Los refugios de piedra) supuso un bajón importante en calidad…sobre todo a nivel de entretenimiento. Pero bueno, un libro más flojo en una saga lo tiene cualquier autor. Así que cogí el último libro (se supone) con unas ganas locas. Y me he quedado totalmente chafada. Sólo mi gran interés por la época y el cariño que le tengo a la historia y los personajes han hecho que me acabara el libro. La palabra que mejor define esta novela: ABURRIDA.
A grandes rasgos, podríamos dividir el libro en 3 partes (a partir de aquí hay algo de Spoiler…pero vamos, que tampoco es que descubra la rueda):
- Una primera parte es meramente introductoria. Vuelve a situar al lector en la historia. Ayla continúa viviendo con los Zelandonni, sigue emparejada con Jondalar y ambos tienen una hija, Jonayla. Ayla sigue siendo una persona de referencia entre los suyos y continúa destacando como curandera, por el control que tiene de sus animales y aprendiendo para llegar a ser un Zelandoni. Al final de esta primera parte, Ayla y los Zelandoni están disfrutando de la reunión de verano (otra vez…). En esta parte no nos cuentan nada nuevo, ni que no sepamos de otros libros.
- Una segunda parte supone el viaje que inicia Ayla con la Zelandoni que es la primera. Ayla, como acólita, debe conocer varios lugares sagrados entre los Zelandonii en su preparación como Zelandoni. En este viaje de la Donier, la autora nos describe las pinturas de numerosas cuevas del sur de Francia, sus posibles significados y la magia que se desprende de esta forma de arte de la prehistoria.
- La última parte está narrada 6 años después (el cambio de época se produce de una página a otra…no creáis que hay más transición). Se resumen un poco los esfuerzos que ha tenido que hacer Ayla para convertirse en Zelandoni. Se describe cómo Ayla recibe la llamada y se transforma en una que sirve a la madre. Y se incluyen las dificultades que atraviesa la pareja (Ayla y Jondalar), debido al poco tiempo que ésta puede dedicarle a él. Se pelean y se produce una situación de celos y malentendidos muy similar (por no decir igual) a la que vivieron durante su estancia con los Mamutoi (tercer libro, Los cazadores de Mamuts).
Fin de la historia. El principal problema del libro es que NO PASA NADA en sus más de 800 páginas. Y lo que pasa, o está metido con calzador, o ya nos lo había contado la autora antes.
PROBLEMA DE ARGUMENTO: El libro es totalmente descriptivo pero ni aporta ninguna historia nueva, ni entretiene, ni engancha. Entiendo una primera parte de resumen, pero después debería pasar algo. No se puede sostener un libro a base de descripciones del arte rupestre por todas las cuevas del sur de Francia. Para eso, nos cogemos un libro de historia y los leemos la lección dedicada al paleolítico superior. Yo acabé de cuevas, de los sentimientos que evocaban las pinturas y de leer estrofas (siempre las mismas) del canto a la madre…hasta las narices.
PROBLEMA DE REPETICIÓN: La historia de celos del final de Ayla y Jondalar, ya la habíamos visto en el tercer libro. Es que es clavada.
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Vamos, no fastidies…¿que Jondalar se lia con Marona porque se siente solo? ¿Es que no había otra? Y Ayla le pilla in situ y para vengarse se lía con Laramar? ¿Nos hemos vuelto locos o qué? Y para colmo, la parejita reacciona igual que en el libro 3º. Se quieren un montón pero dejan de hablarse. Y de nuevo Ayla se toma las dichosas raíces para viajar al otro mundo y es Jondalar con su amor infinito el que la trae de vuelta del mundo de los espíritus…YA ESTABA VISTO. Además, la autora nos podía contar de una vez qué son las dichosas raíces para que entendamos por qué flipa Ayla tanto.
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PROBLEMA DE PERSONAJES: Los personajes nuevos, que podían refrescar un poco la historia, están totalmente desaprovechados. Por ejemplo, la hija de Ayla y Jondalar. Es una niña repipi inaguantable. Además, no creo que tenga más de 10 diálogos en todo el relato…y el más profundo es: “…mamá, por qué Jondy ya no duerme con nosotras?…”. Mira que la autora insistió durante 2 libros en las ganas que tenía Ayla de tener una hija y cuando la tiene, ¡el personaje no añade nada a la historia!
Por otro lado, ya cansa la perfección de Ayla y la idílica relación de pareja que tiene. El papel de Jondalar se hace meramente secundario. De coprotagonizar la historia pasa a ser un hombre casi objeto. Y con reacciones bastante tontas…
En resumen, que el libro no merece la pena, no aporta nada y no entretiene en absoluto. Ya me gustaría a mí poder haber hecho una reseña totalmente distinta…
Por qué decidí leerlo: Porque siempre he sido fan de la saga. Y se supone que con este libro acaba la historia…aunque para mí debería haber acabado hace 2 libros.
Lo mejor: Que se supone que es el último. Y espero que así sea, porque si sale otro tengo la “obligación moral” de leérmelo…y puede que muera del aburrimiento.
Lo peor: Aburrido, aburrido, aburrido. Desaprovechado, desaprovechado, desaprovechado. Repetitivo, repetitivo, repetitivo.
¿Volvería a leerlo?: Lo dudo mucho. Y teniendo en cuenta la de veces que he releído los 4 primeros libros, es muy preocupante.
¿Lo recomendaría?: No. En casi ningún caso. Sólo para los muy fans de la serie. Si no, quédate en el 4º libro y guardarás un recuerdo muy bueno de la historia.
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Otros libros del estilo que podrían gustarte:
– Tras la huella del hombre rojo (Lorenzo Mediano)
– Vamireh (J.H. Rosny)
– El espíritu del trigo (Lorenzo Mediano)
– El médico (Noah Gordon)
Malosa.