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Película – El club de la lucha (revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Fight Club

Año: 1999

Director: David Fincher (Seven, Zodiac, El curioso caso de Benjamin Button, La red social, Millenium)

Guión: Jim Uhls

Basado en el libro El Club de la lucha, de Chuck Palahniuk

Música: Dust Brothers

Fotografía: Jeff Cronenweth

Reparto

  • Brad Pitt
  • Edward Norton
  • Helena Bonham Carter
  • Jared Leto

Está siendo un verano flojo de estrenos en la cartelera, lo sé. Ésta es la razón por la que estoy revisionando viejos clásico modernos. Hoy le toca el turno a una obra maestra que convirtió a David Fincher en el director de culto que es hoy, gracias a una cinta que rompió moldes e incomodó a crítica, público y todo orden social establecido. Se podría decir que es la película más anarquista de la historia (al menos que yo haya visto), mucho más que la influencia de “V de vendetta” y sus máscaras antisistemas de Guy Fawkes. Se estrenó en 1999 y dejó a la gente sin saber por donde coger el argumento de peleas callejeras voluntarias entre gente normal de a pie y el personaje de Brad Pitt en contra de todos los clichés sociales establecidos. Y es que quizás tengamos a Tyler Durden como uno de los personajes más carismáticos y complejos del cine de los últimos años, siendo El club de la lucha es una de las películas definitorias de la extraña sociedad de finales del siglo XX. Una sociedad que necesita la violencia para sentirse viva, donde la publicidad nos hace tener gustos y aspiraciones que nos obliga a tener trabajos que no queremos, y que busca en catálogos de Ikea objetos que encajen con nuestra personalidad. Y que el final sorpresa nos desvele el origen de tan estrambótico personaje no hace sino mejorar la visión de toda la película y darle un nuevo sentido a todo lo que hemos visto anteriormente; con lo que esta cinta, a pesar de su pobre acogida en taquilla en su día, fue ganando adeptos sobre todo con su estreno en DVD para ir adquiriendo la etiqueta de película de culto. Y aunque ya se desmarcó del cine convencional con Seven, aquí Fincher dio un puñetazo en la mesa del cine actual para posicionarse como uno de los cineastas más originales y solventes de la industria, capaz de dar la vuelta a cualquier proyecto e imprimirle un sello personal para que destaque entre el resto de producciones.

El protagonista es un joven con una vida aburrida y gris, trabajador de una compañía de seguros que recorre el país en avión por asuntos de trabajo. Como consecuencia del cambio continuo de hora tiene insomnio crónico, y su médico es incapaz de recetarle ninguna solución. Encuentra en los grupos de autoayuda de enfermedades terminales la respuesta al problema, pero pronto conoce a una chica bastante peculiar llamada Marla especialista en echarle morro a la vida y que también asiste a estos grupos sin padecer ninguna enfermedad. Pronto empieza a sentir una mezcla de odio y fascinación hacia ella. En un viaje en avión también conoce a otro estrambótico personaje llamado Tyler Durden, vendedor de jabones que también lleva una vida bastante desestructurada y anárquica. Tras quedarse sin casa por una explosión de gas, el protagonista le pide ayuda a Tyler y éste le ofrece alojamiento a cambio de que le golpee en un aparcamiento. La casa de Tyler es un caserón en ruinas en un antiguo polígono abandonado, y pronto dejará de echar de menos las comodidades del mundo real. Tyler y nuestro protagonista se harán amigos y continuarán con sus peleas clandestinas, a las que se unirán más personas como ellos ávidos de emociones fuertes y ganas de sentir dolor. Lo llamarán “El Club de la Lucha”, y tendrá varias reglas*. Gracias al club de la lucha, los problemas en el trabajo no tendrán tanta relevancia, y Tyler empezará a seguir un plan trazado de antemano para hacer despertar las conciencias del mundo moderno, combinando las gamberradas con actos vandálicos cada vez más serios.

La verdad es que El Club de la Lucha es una película incómoda. Es difícil de entender la primera vez, con escenas y situaciones que no tienen mucho sentido. Incluso hasta el final es sorprendente y que te deja algo perplejo. Sin embargo, con cada posterior visionado la cinta gana enteros. Al igual que el del protagonista, empiezas a entender el plan marcado por el director cuyo objetivo no es otro que el de sacudir conciencias. A ello ayudan los diálogos, auténticas perlas de la subversión; y el guión, basado en la novela de Chuck Palahniuk y que también destila la misma mala leche. La cinta entera es un alegato en contra de la sociedad consumista y alienante de nuestros días. El toque Fincher en la realización, como esa espectacular introducción que recorre el interior de Edward Norton con el cañón de una pistola metido en la boca, ya se está convirtiendo en marca de la casa (recordemos la espectacular secuencia de créditos de Millenium). Y ya que hablamos de Norton, agradecer su presencia en un papel que borda el estereotipo de oficinista inane, gris e insomne, prototipo de todos los que vendrán después (estoy pensando en el James McAvoy de “Wanted”). La transformación que realiza su personaje con el devenir de la trama está al alcance de pocos actores. Y luego tenemos a Brad Pitt, con una interpretación atronadora que fue toda una declaración de intenciones acerca del tipo de carrera actoral que deseaba tener. En “El club de la lucha”, va derivando de guaperas chulesco a perturbado mental sin casi que nos demos cuenta de la transformación.

Con una nota que ronda el sobresaliente, lo bueno de esta cinta es el paso del tiempo, lo bien que está envejeciendo para los cambios sociales que llevan ocurriendo en estos últimos quince años. Internet, las redes sociales,… no hay nada de esto en la película (y de seguro que habría habido reflexión acerca de esta nueva forma de relacionarnos) y sin embargo no hace falta para entender el nuevo siglo al que se enfrentaba en el momento de su estreno. La frustración de seguir los consejos de nuestros padres para acabar sin conseguir lo que deseamos, la publicidad y la televisión, los trabajos alienantes,… Al final, como dicen en una escena, “en el club de la lucha luchas contra todas las cosas que odias en esta vida”.

Calificación: Muy buena/Imprescindible

Lo Mejor: El toque Fincher y la contribución de Pitt y Norton a una película clave para entender la época que nos ha tocado vivir.

Lo Peor: Demasiado áspera para entenderla en el primer visionado.

La vería de nuevo: Sí, en esto consiste su gracia.

La Recomiendo: Sí, pero no apta para todos los estómagos ni para los que solo vean un manifiesto anarquista antisistema.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0137523/combined

Tráiler en You Tube (español):

* Os incluyo las bizarras reglas del club de la lucha:

  1. La primera regla del Club de la Lucha es: Nadie habla sobre el Club de la Lucha.
  2. La segunda regla del Club de la Lucha es: Ningún miembro habla sobre el club de la Lucha.
  3. La tercera regla del Club de la Lucha es: La pelea termina cuando uno de los contendientes grita «basta», desfallece o hace una señal.
  4. La cuarta regla del Club de la Lucha es: Solo dos hombres por pelea.
  5. La quinta regla del Club de la Lucha es: Solo una pelea cada vez.
  6. La sexta regla del Club de la Lucha es: Se peleará sin camisa y sin zapatos.
  7. La séptima regla del Club de la Lucha es: Cada pelea durará el tiempo que sea necesario.
  8. La octava regla del Club de la Lucha es: Si esta es tu primera noche en El Club de la Lucha… TIENES que pelear.

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Película – Abre los ojos (revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Abre los ojos

Año: 1997

Director: Alejandro Amenábar (Tesis, Los Otros, Mar Adentro)

Guión: Alejandro Amenábar, Mateo Gil

Música: Alejandro Amenábar, Mariano Marín

Fotografía: Hans Burman

Reparto

  • Eduardo Noriega
  • Penélope Cruz
  • Fele Martínez
  • Nawja Nimri
  • Chete Lera

Como ya comenté en la reseña de Ocho apellidos vascos, no soy usuario de cine español, con la excepción de Alejandro Amenábar que es de los pocos que hace un cine comercial, de calidad, y capaz de luchar de tú a tú con los estrenos USA. Abre los Ojos fue su segunda película y se estrenó en 1997. Tras el brillante debut que hizo con Tesis, tenía la presión de demostrar que su grandiosa ópera prima no había sido un espejismo, la típica flor de un día que con las sucesivas películas no demuestra estar a la altura. Sin embargo, ocurrió al revés, y Abre los Ojos vino a magnificar todas las virtudes que ya habíamos presenciado dos años antes, con grandes actores y mismo protagonista, un mayor presupuesto, un rodaje donde veíamos lo mejor de Madrid, mejores efectos especiales, la misma música desasosegante, y una historia que dejó perplejo al espectador patrio de la época. Y no sólo en España, puesto que impactó al mismísimo Tom Cruise, quien en 2001 compró los derechos para hacer un remake USA sin cambiar a Penélope Cruz como protagonista femenina, reservándose el papel principal que Noriega bordó. Palabras mayores que hizo sacar de su letargo al maltrecho cine español para darle nuevos aires y demostrar que aquí no sólo se hacen las mismas tramas repetitivas y bizarras. Es tal el éxito que alcanzó con esta película, que en sus siguientes películas Amenábar ya contó con grandes estrellas para realizar producciones internacionales de primer nivel (Nicole Kidman, Rachel Weisz), cintas que por su manufactura parecen salidas directamente desde Hollywood.

Desde la celda de una prisión, vemos como un psiquiatra intenta descubrir la historia detrás de uno de sus pacientes, un chico con una misteriosa máscara en la cara. César es un joven triunfador que lo tiene todo: es atractivo, con dinero y con amigos. La noche en que celebra su cumpleaños, su amigo Pelayo le presenta a una chica llamada Sofía de quien se queda prendado rápidamente. Sofía estudia arte dramático y se gana la vida como mimo en el parque a cambio de las monedas de la gente. Un antiguo ligue de César llamada Nuria, prototipo de mujer fatal, se obsesiona con él y le sigue al finalizar la fiesta. Le invita a subir en su coche y, despechada ante su indiferencia, intenta suicidarse estrellando el vehículo. César sobrevive al accidente pero su rostro queda terriblemente desfigurado, y dejará de ser el guapo triunfador con éxito en todas las facetas de la vida. César seguirá más enamorado de Sofía que nunca, y cuando parece que todo empieza a arreglarse de nuevo, las cosas se torcerán y la realidad se empezará a confundir con los sueños, para convertirse en una pesadilla en la que César hará todo lo que pueda por despertar.

Si bien la trama de Abre los Ojos es más compleja que la de Tesis, la estructura narrativa también está mejor lograda. La historia es menos lineal y el uso de flashbacks hace que todo avance más rápido. La manera de contar la historia no hace ninguna concesión al espectador ni convierte el final en predecible. El punto de vista está siempre en el protagonista, de modo que nos sorprendemos al igual que él con todo lo que le vaya ocurriendo. Es una trama que mezcla la ciencia ficción con el suspense más clásico, bebiendo del Hitchcock más extraño, ése del viaje a lo más profundo de los deseos y obsesiones humanas que nos ofrecía en Vértigo (con escena plagiada-homenajeada incluida). La manera de tratar al protagonista hace que no terminemos de sentir pena por él pero a la vez nos preocupará e inquietará su destino y estaremos ansiosos por conocer el desenlace. César es un narcisista preocupado sólo por valores materiales, capaz de anteponer un ligue de una noche a sus amigos, valorando la amistad sólo superficialmente. El destino le pondrá en su sitio pero no sabremos si habrá aprendido la lección, aunque la moraleja estará clara.

El mayor mérito de la cinta es su fabulosa puesta en escena, una gran fotografía que denota maestría a la hora de rodar. El montaje, la manera de presentarnos a los personajes, o la ciudad de Madrid como escenario de la cinta son grandes aciertos que pocas veces nos mostrarán cineastas españoles como hace Amenábar en esta película. Tendremos momentos oníricos que nos harán confundir la realidad a la vez que a los protagonistas, y pocas veces los veremos en pantalla tan bien reflejados (y con los que nos identifiquemos tanto; en este sentido la escena de la discoteca, con las luces láser reflejándose sobre la silueta del personaje con la máscara como si fuera su doble rostro, será revelador). Pocas veces seremos testigos de una cinta española con tantos y tan buenos hallazgos visuales, y es que hasta el momento a nadie se le había ocurrido vaciar la Gran Vía madrileña para rodar medio minuto de película. Son este tipo de escenas las que forman ya parte del imaginario colectivo español.

Si bien tanto Chete Lera como Eduardo Noriega hacen un gran trabajo actoral demostrando su buen hacer interpretativo (digamos que retoma el papel de joven galán triunfador con ese toque inquietante que tenía en Tesis, resultando por supuesto menos malvado que en aquella), como punto débil de la cinta tenemos a una Penélope Cruz más plana de lo habitual. Está bien en su papel de chica con una vida normal deseable para un triunfador como César, pero su indolencia a la hora de interpretar hace más atractivo el personaje de Nawja Nimri. Y lo mismo le pasa a Fele Martínez, quien a lo mejor debería haber tenido más minutos en pantalla para desenvolverse mejor en el papel de amigo segundón.

En definitiva, Abre los Ojos supuso un punto de inflexión en la manera de rodar cine patrio, abriendo un camino nuevo e inexplorado (y no muy usado, visto lo visto) para el resto de realizadores españoles. No sabría decir si es la gran obra maestra de Amenábar (me gustaría poder decir que dicha obra todavía está por venir), pero desde luego que elevó unos cuantos enteros el nivel de calidad de la industria.

Calificación: Muy buena

Lo Mejor: El Madrid reflejado aquí. Noriega y el argumento tan enrevesado que nos propone un viaje a la locura.

Lo Peor: La planicie interpretativa de Penélope Cruz. Que hubiera espectadores que no la supiesen interpretar en su día.

La vería de nuevo: Sí, es una joya para disfrutar de todos sus momentos.

La Recomiendo: Sí, como acercamiento a otro tipo de cien español

Películas similares: Tesis, Nadie conoce a nadie, Vanilla Sky

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0125659/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Licencia para matar (revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Licence to Kill

Año: 1989

Director: John Glen (Sólo para sus ojos, Octopussy, Panorama para matar, Alta Tensión)

Guión: Richard Maibaum, Michael G. Wilson

Basado en el personaje de Ian Fleming (parte de la trama de los libros “The Hildebrand Rarity” y “Vive y deja morir”)

Música: Michael Kamen

Fotografía: Alec Mills

Reparto

  • Timothy Dalton
  • Carey Lowell
  • Robert Davi
  • Talisa Soto
  • Benicio del Toro
  • David Hedison
  • Desmond Lewelyn
  • Robert Brown
  • Caroline Bliss

Como homenaje al 25 aniversario del estreno de 007 : Licencia para matar, he aquí mi acercamiento crítico y reivindicativo del título. Caí en la cuenta el otro día que leí un artículo de online de la revista Squire, que hablaba de “The most underrated Bond movie” como una de las películas más infravaloradas de la franquicia 007, algo en lo que no puedo estar más de acuerdo. Como fan acérrimo del personaje de Fleming, veo en la segunda incursión de la interpretación de Dalton una de las mejores historias jamás rodadas del agente secreto. Irónicamente, la cinta estuvo a punto de acabar con la franquicia más longeva del cine, puesto que a la fría acogida que tuvo en la taquilla se le unieron los postreros problemas legales entre United Artist y Metro Goldwyn Mayer, lo que hizo que expirara la posibilidad de que Dalton consolidase la visión del personaje en una tercera entrega mientras transcurrió el período más largo desde 1962 sin una cinta de 007 (de 1989 a 1995), antes de que Brosnan relanzara la saga con Goldeneye.

En mi línea de defender posturas marginales, he de decir que Dalton es mi 007 favorito de todos los tiempos. No digo que Connery sea malo ni que Craig esté haciendo un mal papel (para nada, no hay más que revisitar mi reseña de Skyfall). Pero esta visión de un 007 duro y vengativo, con problemas sentimentales y humanos detrás de ese frío cinismo que le convierte en la máquina perfecta de matar, ya se abordó con esta cinta mucho antes de Casino Royale (2006) y siguientes. La fina ironía y el humor caricaturesco de las décadas anteriores ya estaba en declive y el cine de acción en los 80 demandaba un cambio de modelo. Dalton quiso volver al Bond de las novelas, más terrenal y menos fantasioso. Su tipología de actor supuso que en Alta Tensión (1987) le tuvieran que readaptar los diálogos que estaban originalmente escritos para el humor autoparódico y socarrón de un Roger Moore que ya estaba en las lonas, muy envejecido para un personaje que exige gran vigor físico. Aún así, dicha primera incursión de Dalton resultó demasiado amable para el lado oscuro que quería resaltar para el oficio de agente secreto, que necesita de cierta tortura psicológica para justificar una profesión tan poco común y políticamente incorrectísima. Sin embargo, aquí en “Licencia para matar” (título que comparte en español con la película de Clint Eastwood de 1975 “The Eiger Sanction”) se hizo un Bond tan oscuro que la película fue clasificada con la clasificación PG-13 en USA por el uso de algunas escenas violentas, lo que seguro lastró su carrera comercial.

De hecho, al igual que otro de los títulos de culto de la franquicia “Al servicio secreto de su majestad”, uno de los puntos fuertes es el argumento que se sale de la clásica estructura del canon, donde no hay villano que quiera dominar el mundo ni una misión al uso. Lo que tenemos es una historia de venganza personal, con un 007 que se enfrenta su jefe y la consecuencia directa de que su licencia para matar es revocada por primera vez. La cinta comienza con Bond dirigiéndose a la boda de su antiguo colega de la CIA y amigo, Félix Leiter, de la que es padrino. En el camino se enteran de que un narcotraficante llamado Franz Sánchez del que llevan mucho tiempo detrás de él, ha cruzado la frontera y es la ocasión perfecta para atraparle, cosa que hacen antes de hacer una entrada triunfal en la iglesia y llegar con un leve retraso. El problema es que Sánchez logra escapar gracias a sobornos y lo primero que hace es tomar represalias contra Leiter y su mujer, a quien dejan gravemente malherido. Ante la pasividad de los compañeros de Leiter, Bond decide tomarse la justicia por su mano y es cuando su jefe le prohíbe ir detrás de Sánchez y le anula la licencia para matar. Perseguido por su propio gobierno, 007 se hará pasar por matón a sueldo en busca de trabajo y se intentará infiltrar en la organización de Sánchez para vengar a su amigo, en una de las misiones más peligrosas a la que se haya enfrentado.

La verdad es que “Licencia para matar” es un Bond serio y adulto, lo que probablemente impactó al espectador de 1989 (recordemos que en la taquilla de ese año teníamos a Indy, Arma Letal y Batman). Pasa algo similar a la escena final de “Al servicio secreto de su majestad” rodada 20 años antes, donde el público de la época no se esperaba un cambio de registro tan brutal. Es paradigmático pensar que precisamente el éxito del Bond actual de Craig tenga sus raíces en el de Dalton, solo que quizás el público de finales de los 90 no estaba todavía preparado. El registro interpretativo de Timothy Dalton, forjado en interpretaciones de personajes de Shakespeare, intentó sin éxito aproximarse al Bond de las novelas originales de Fleming, más terrenal y mundano, que es en lo que ha triunfado Craig. Una de las cosas que más me gustan de Dalton es que algunas veces como 007 da miedo, por la frialdad de su mirada no sabes lo que va a hacer ni lo que está pensando, aunque te puedes temer lo peor. Ejemplos en esta cinta lo tenemos cuando un personaje le da un puñetazo cariñoso en el brazo y le dice “tú debes de ser Bond”, lo cual suponemos que no le gusta; o el diálogo con el villano en el que éste le pregunta a qué se dedica y Bond le contesta que “elimina problemas”. Tampoco se anda con medias tintas en la manera que tiene de ir eliminando a los malos de la función, más directa y cruel que de costumbre. La idea de jugar con el miedo de Sánchez a que le traicionen y su manera de recompensar la lealtad hace novedosa la manera en que Bond menoscaba su organización. Y por primera vez el villano da realmente miedo, porque le crees capaz de las muertes más horribles. Y sobre todo, es un villano real, sacado de la época y de las mismas portadas de la prensa, con su plan de extender su imperio de la droga por todo el continente. Y además, el joven ayudante de Sánchez era un debutante Benicio del Toro, más mortífero si cabe que su propio jefe.

Las escenas de acción son muchas y variadas, y corresponden a la manera de hacer cine del momento, con lo que la franquicia se actualiza y se pone un poco al día frente a los principales competidores de la década (con quienes había perdido terreno, si tenemos en cuenta que Bond fue el padre fundador del género de evasión en los sesenta y setenta). La escena de los camiones cisterna llenos de gasolina nos retrotrae a las persecuciones de “En busca del arca perdida” y tienen su toque de fantasmada propio de Bond, pero totalmente creíble (más o menos…). Al igual que la mezcla de escenas aéreas y acuáticas, en las que la franquicia es especialista, y que están perfectamente insertadas en la trama; como ese momento en el que arponea lleno de furia a un secuaz para acto seguido lanzarse al agua y hacer esquí acuático con un hidroavión en marcha… vamos, Bond en estado puro, sólo que esta vez realmente furioso. Y la banda sonora acompaña magistralmente estas escenas, con una variación del clásico “James Bond Theme” que para muchos no alcanzó el nivel de las suites de John Barry, pero que para mí le dio un toque genial con ese aire hispano que pegaba con la ambientación de la película en una imaginaria república bananera sudamericana.

Otra razón por la que la cinta pasó sin pena ni gloria fue que las chicas Bond escogidas para la ocasión no alcanzaron la notoriedad típica de otras películas, como Ursula Andress o Barbara Bach. Y tremendamente injusto en mi opinión, puesto que Carey Lowell y Talisa Soto están magníficas aquí, alejadas del estereotipo machista de chicas tontas de otros títulos, y anticipando al estilo de chica Bond guerrera y peleona que vendrá años después, sobre todo el papel de piloto de la CIA de Lowell (Talisa Soto hace un papel de novia florero de Sánchez decorativo pero esencial en la trama, con ese toque de latina ardiente y temperamental). Además, las chispas que saltarán entre ellas por llevarse a 007 al huerto serán antológicas…

Pero no todo iba a ser nuevo y extraño en esta entrega, y de hecho tenemos otra vez al familiar personaje de Q interpretado por el incombustible Desmond Llewellyn. En una trama en la que Bond actúa por su cuenta, Q aparece por sorpresa y tendrá un papel un poco más extenso que de costumbre, lo cual siempre es de agradecer y le da un toque novedoso a la franquicia, donde los secundarios siempre han estado relegados al mismo tipo de escenas.

Por todas estas cosas, he de acabar mi reseña señalando a “Licencia para matar” como una de las tres mejores cintas de Bond; no es para los puristas de la saga, desde luego (a ellos les recomiendo mejor “Desde Rusia con amor” o “Goldfinger”), para los que adoran el humor socarrón de Moore (“La espía que me amó” u “Octopussy” son buenos títulos) o para los que prefieren la moderna visión de Craig (“Skyfall” les gustará más), pero desde luego que, junto con la ya mencionada “Al servicio secreto de su majestad” o “Casino Royale”, componen un acercamiento al personaje bastante atípico que merecen la pena por lo arriesgado de su propuesta de salirse de la estructura establecida de la época.

Calificación: Para mí, imprescindible. Una del top 3 de la saga Bond. Es posible que si fuera algo objetivo, hubiera algunas por encima de ésta.

Lo Mejor: Nunca hubo un Bond tan duro como el de Timothy Dalton, ni siquiera Craig. Las escenas de acción intercaladas con la versión musical del tema de 007 de esta película son de las mejores de la saga.

Lo Peor: Algunos momentos de la trama cogidos por los pelos. Que la cinta no tuviera una buena vida comercial y que por los problemas legales de la productora Dalton no hiciera una tercera entrega de 007.

La vería de nuevo: Sí.

La Recomiendo: No es un 007 para todos los gustos, por su dureza y por alejarse de la estructura habitual de la saga. No la recomiendo si eres de los que piensan que Connery sigue siendo el mejor.

Películas similares:

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0097742/combined

Tráiler en You Tube (inglés):

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Película – El fugitivo (revisión)

El fugitivo poster 

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: The Fugitive

Año: 1993

Director: Andrew Davis (Alerta Máxima, Reacción en cadena, Daño colateral)

Guión: David Twohy, Jeb Stuart

Música: James Newton Howard

Fotografía: Michael Chapman

Reparto

  • Harrison Ford
  • Tommy Lee Jones
  • Sela Ward
  • Jeroen Krabbé
  • Julianne Moore
  • Joe Pantoliano
  • Andreas Katsulas

Cuando todavía Hollywood no tenía esa falta de ideas acuciantes de hoy en día, la técnica de traspasar ideas de series de televisión de probada solvencia y convertirlas en una gran superproducción de cine con grandes actores apenas estaba probada. Fue en 1993 cuando la historia del doctor Richard Kimble (quien capítulo tras capítulo intentaba escapar de la ley por el asesinato de su esposa que nunca cometió, en busca de un hombre manco que era el verdadero culpable) fue la elegida para que Harrison Ford nos hiciera sentir las mismas sensaciones y el mismo tono de una serie mítica de los sesenta, algo que sólo había intentado Star Trek y poco más. Y lo cierto es que, al igual que haría Tom Cruise con Misión Imposible tres años después, y antes de que la maquinaria del cine USA empezara a estropear grandes ideas con proyectos apresurados y mal adaptados (léase El Equipo A, sin ir más lejos), El Fugitivo resultó ser una deliciosa propuesta en la que todo encajaba como un guante, ya fueran los actores, la trama y su desarrollo, el aroma de la serie original, o la música.

El doctor Richard Kimble, cirujano vascular de Chicago, encuentra una noche a su mujer moribunda en su casa. La llamada que hizo a la policía mientras estaba siendo atacada, y el resto de pruebas que había en su casa hacen que le encuentren culpable como principal sospechoso de su asesinato. Kimble no hace más que reclamar su inocencia y proclamar que el verdadero culpable era un hombre manco, a quien encontró en su casa y con quien forcejeó antes de que escapara. Por supuesto nadie le cree en el juicio, y es condenado a pena de muerte por dicho crimen. Una serie de circunstancias mientras es trasladado a la penitenciaría hace que el autobús de los presos tenga un accidente y sea arrollado tras caer a la vía de un tren. Gracias a la suerte consigue librarse de los grilletes y escapar in extremis del desastre, pero la maquinaria de la policía federal se pone en marcha y llegan poco tiempo después los Marshall, investigadores especializados en la persecución de fugitivos huidos de la justicia. Sam Gerard, el mejor de todos ellos, no cree desde el primer momento que Kimble haya fallecido en el accidente y se pone en marcha la maquinaria de persecución a través del condado para darle caza. En un primer momento le encuentran en un hospital de la zona y le persiguen hasta la presa de un embalse, pero consigue escabullirse tras una huída asombrosa y espectacular. Con más tranquilidad y algo de tiempo, el doctor Kimble vuelve a Chicago y decidido a encontrar al asesino de su mujer empieza a urdir un plan para probar su inocencia. La terquedad de Sam Gerard en encontrarle dificultará las cosas y las persecuciones a distintos niveles serán una constante durante la complicada tarea de encontrar al hombre manco.

Lo cierto es que El Fugitivo fue un gran acierto en su día, tanto por la elección de Harrison Ford como Tommy Lee Jones. El primero hacía encajar perfectamente la interpretación de hombre abrumado por las circunstancias que tan bien se le da hacer. En escenas anteriores a la muerte de su mujer tiene su punto de chulería pero tras el terrible drama la preocupación en su rostro será una constante el resto de la película y en su filmografía, ya que Ford se especializará en bordar este tipo de personajes corrientes superados por los acontecimientos. Y el segundo consiguió el Óscar aquel año por su interpretación de policía obcecado en el fugitivo (la cinta tuvo siete nominaciones, incluyendo la de mejor película). Y de hecho años después se hizo una especie de secuela/spin-off con su personaje, “U.S. Marshall”. Sin Harrison Ford porque era obvio que no pegaba mucho volver a traer el personaje de Kimble, lo carismático del personaje de Gerard y resto de su equipo de investigadores intentaron repetir el éxito de la película de Andrew Davis a base de calcar el planteamiento argumental y darle nuevas vueltas de tuerca a cada cual más espectacular e inverosímil (en vez de autobús los presos se fugan tras el accidente de un avión; en vez de médico inocente tenemos un espía algo culpable pero con encerrona; en vez de hospitales en Chicago tenemos Nueva York y el edificio de la ONU; etc). Por supuesto, la calidad fue bastante peor en esta segunda entrega que en la original…

Otro acierto fue el de reproducir el tono de la serie a lo largo de sus 130 minutos de metraje. No en las subtramas que se crearon durante los años de emisión, eso está claro; pero sí en la historia principal de persecución y fijación entre los personajes principales. La película va al grano desde el principio. Tras una introducción que te mete de lleno en la trama, tiene sus momentos álgidos de acción muy al principio y luego se va relajando hasta que llega la famosa escena de la presa que también nos pone taquicárdicos. En ese momento la película vuelve a calmarse durante la mayor parte del metraje para centrarse en la investigación hasta que volvemos a tener una nueva situación de tensión. La manera en que la trama juega con momentos de clímax y tranquilidad es digna de ser estudiada, con montañas rusas que continuamente nos llevan al borde del infarto (además de la presa, también es reseñable la persecución por las calles en medio de los desfiles de Saint Patrick). Y una nota que normalmente no tenemos en consideración: la banda sonora de Newton Howard está compuesta de manera magistral para encajar en la trama, con sus crescendos en las persecuciones y sus momentos de tensa relajación entre escenas (ese regreso a Chicago cuando las aguas parecen que se han calmado algo; la manera en que la música resalta esa languidez del protagonista mientras intenta recuperar su vida normal).

En definitiva, al igual que hago con todas las películas antiguas que reviso en mis reseñas, la recomiendo fervientemente porque no ha envejecido nada mal. Más de veinte años después (sí que pasa el tiempo… ¡todavía recuerdo el día que la vi en el cine!) no ha perdido la frescura original y nos permite recrearnos con la interpretación de estos dos actores que estaban en un gran momento de sus carreras interpretativas. Y la manera en que la trama combina momentos de relax con momentos de clímax hace que merezca la pena verla cada cierto tiempo.

Calificación: Muy buena.

Lo Mejor: La estructuración de los distintos clímax en la trama. Las interpretaciones de Ford y Lee Jones. El personaje de Sam Gerard. La manera en que se salvaguardó la esencia de la serie original.

Lo Peor: Que con esta película empezara el boom del transvase TV-cine, con más malos resultados que otra cosa.

La vería de nuevo: Sí

La Recomiendo: Sí

Películas similares: Frenético, U.S. Marshall,

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0106977/combined

Tráiler en You Tube (inglés):

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Película – Atrápame si puedes (revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Catch me if you can

Año: 2002

Director: Steven Spielberg

Guión: Jeff Nathanson

Música: John Williams

Fotografía: Janusz Kaminski

Reparto

  • Leonardo DiCaprio
  • Tom Hanks
  • Christopher Walken
  • Amy Adams
  • Martin Sheen
  • James Brolin
  • Nathalie Baye

Desde luego que las películas de Leo DiCaprio se están convirtiendo en perfectas para revisionarlas, por el hecho de que es uno de los actores del momento y también porque su carrera los últimos diez años ha estado plagada de aciertos en una gran variedad de géneros. A falta de que me atreva con la suprema “Origen”, de Nolan, ya hablé de la estupenda “Diamante de sangre” en su momento; de su papel de villano en “Django Desencadenado”; del protagonista que hacía en la fulgurante “El Gran Gatsby”, y de la alocada “El lobo de Wall Street”. Precisamente la referencia más directa de esta última puede ser esta “Atrápame si puedes” rodada diez años antes. Por tratarse ambas de comedias (menos ligera, más gamberra y de un humor más grueso la cinta de Scorsese que ésta de Spielberg), por tratarse de eventos basados en hechos reales, y por basarse en las memorias de personajes contemporáneos americanos que decidieron burlar al sistema y enriquecerse mediante el camino fácil y la estafa a niveles mastodónticos. Y de alguna manera estos pillos están tan mitificados en ambas cintas que nos caen simpáticos de alguna manera.

Por otro lado, esta película hizo que me volviera a reconciliar con Spielberg, gran director fundamental en el cine actual; su mayor problema es que con cada sucesiva película siempre ha querido hacer la obra definitiva de cualquier género, pecando de un gran egocentrismo y presuntuosidad. Siempre lo digo, su personaje del arqueólogo más famoso es uno de los mejores del cine, pero después tuvo una época muy aburrida en la que se puso demasiado serio con Schindler, Soldados Ryan y similares. Y es en estos momentos en cuanto peca de excesivo aburrimiento, por muy estupendas y lacrimógenas que resulten estas cintas. Afortunadamente, su filmografía se caracteriza por alternar este cine con el blockbuster más comercial, y de vez en cuando tiene grandes aciertos como éste de 2002, al que luego le siguió la increíble y sorprendente Minority Report, todo un hito de la ciencia ficción que se colocó inmediatamente por debajo de la obra maestra del género, Blade Runner. Pero de ella hablaré otro día.

La historia inverosímil pero real de Frank Abagnale Jr, un timador a gran escala que puso en jaque al departamento de robos y falsificaciones del FBI durante los años sesenta en los USA. El joven Frank era todavía un adolescente cuando el matrimonio de sus padres se fue a pique y a la vez perdieron todos sus ahorros. Obligado a ir a un instituto público, este desorden familiar le incita el primer día de clase a hacerse pasar por profesor y descubrir una gran faceta para adoptar y falsificar otras identidades. Cuando sus padres le hacen saber que piensan divorciarse, decide huir de casa y buscarse la vida por su cuenta. Pronto se le acaba el dinero y empieza a falsificar cheques bancarios y de líneas aéreas. Su capacidad de imitar otras personalidades llega al punto extremo de hacerse pasar por piloto de avión para cobrar cheques y viajar gratis de una punta a la otra del país. En ese momento, un agente del FBI llamado Carl Hanratty que trabaja para la división de fraudes bancarios recibe el encargo de poner fin a sus timos. Tras la pista de Frank, Carl le sigue por todo el país e incluso llegará a estar cara a cara con él, sin saber que realmente están buscando a un joven muchacho menor de edad que no ha acabado ni el instituto. Pero la capacidad camaleónica de Frank supondrá hacerse pasar por médico o abogado para salir adelante, conocer a la que pueda ser la mujer de su vida e impresionar a sus conservadores padres, u organizar una fastuosa huida en un aeropuerto internacional totalmente vigilado por agentes federales mediante el reclutamiento de un gran número de vistosas azafatas. A pesar de su escurridiza capacidad de escabullirse, entre perseguidor y perseguido se establecerá un vínculo especial que versará entre la antipatía y el respeto mutuo; y las disfuncionales carencias afectivas sufridas ante la necesidad de complacer a su padre tendrán su compensación con la relación entre Frank y Carl, plasmada a través de una persecución por varios países.

La verdad es que cuando uno ve los créditos iniciales de “Atrápame si puedes” lo primero que haces es frotarte los ojos y comprobar que realmente es una película de Steven Spielberg. La música de John Williams, excelente y en su tono habitual, pero sobre todo las imágenes estilo vodevil años 60 con muñecos dibujados que representan a los dos protagonistas persiguiéndose mutuamente ya nos preparan para el tono alegre y de comedia que presenciaremos durante casi dos horas y media. De hecho, hasta los Simpson parodiaron esta introducción en uno de sus capítulos. En los dos siguientes videos podemos comparar ambos segmentos:

Enlace a la versión de Los Simpsons:

http://www.boreme.com/posting.php?id=9556#.U7y_n_l_uYI

Lo dicho, una de las mejores secuencias de precréditos jamás rodadas, a la altura de los mejores trabajos del especialista del género Saul Bass (y su “El hombre del brazo de oro” de Otto Preminger, por ejemplo).

Después tenemos la historia narrada en forma de flashback que nos lleva directamente al meollo de la cuestión. De nuevo tenemos el gran foco de inquietud de Spielberg que es su preocupación por la familia y todos los problemas que se puedan derivar por los conflictos paterno-filiales. Solo que aquí no están metidos con calzador, sino que representan parte fundamental de la trama y encajan mucho con las motivaciones del protagonista y esa huida hacia delante que lleva durante toda la película. Sólo así se comprende esa necesidad imperiosa de intentar agradar a su padre o a su futuro suegro (interpretado por Martin Sheen) mediante las distintas profesiones por las que se hace pasar. Y siempre está el vínculo que siente con su perseguidor, ambos seres solitarios, que no tienen a quien llamar en Navidad, y que suponen el perfecto recambio familiar como si el personaje interpretado por Tom Hanks fuera el padre adoptivo de un DiCaprio, carente de afecto que cree que lo puede encontrar a base de saltarse las leyes.

Como ya pasó en las reseñas de X-Men que he hecho últimamente, uno de los logros de la cinta es el gran diseño de producción ambientado en los 60; lo que junto a las interpretaciones de los protagonistas y secundarios, y a un argumento que no da un respiro mientras nos desgrana las desgracias emocionales de los personajes, hace que esta película esté envejeciendo muy bien y se vea con agrado hoy en día. Lo cual supone un gran triunfo de un Spielberg que cuando se lo propone, puede divertir y hacer reflexionar a partes iguales sin necesidad de caer en el tópico lacrimógeno o histórico que tan bien se le da hacer de vez en cuando.

Calificación: Muy buena

Lo Mejor: La reflexión que nos brinda acerca de la familia.

Lo Peor: Que le cueste tanto hacer este tipo de cine.

La vería de nuevo: Sí, sus 140 minutos merecen algún visionado más.

La Recomiendo: Sí, dado que su argumento hace que se nos pase volando.

Películas similares: El lobo de Wall Street, La Terminal

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0264464/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Rebeca (revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Rebecca

Año: 1940

Director: Alfred Hitchcock (Encadenados, La Ventana Indiscreta, Con la Muerte en los Talones, Vertigo, Psicosis, Los Pájaros)

Producción: David O. Selznick

Guión: Philip MacDonald, Michael Hogan

Basado en el libro de Daphne Du Maurier

Enlace a la reseña de Malosa

Música: Franz Waxman

Fotografía: George Barnes

Reparto

  • Laurence Olivier
  • Jean Fontaine
  • George Sanders
  • Judith Anderson
  • Gladys Cooper
  • Nigel Bruce
  • Reginald Denny

Ya iba siendo hora de que me atreviera con los clásicos, y nada mejor que un Hitchcock para ir abriendo boca. Aunque “Rebeca” se trata de una de sus obras menores, rezuma clasicismo por los cuatro costados, no en vano es fruto del inicio de la época no dorada, si no más bien sagrada de Hollywood; es decir, la cinta data de 1940 y el productor es David O. Selznick, quien venía de rodar un año antes otro clásico imperecedero “Lo que el viento se llevó” (la escena del logo de precréditos de la productora es el mismo). Y Hitchcock comenzaba su exitosa aventura americana con esta cinta que todavía tiene un poso británico por los actores y ambientación ingleses. El realizador todavía no había empezado a dirigir sus inmortales obras maestras pero ya empezaba a coger velocidad de crucero para rodar grandes historias con unas técnicas magistrales de rodaje y, sobre todo, incorporando ese suspense a cualquier escena que pudiera acelerar el rimo cardíaco del espectador. Pero por encima de sus géneros cinematográficos (espionaje, terror, alguna comedia ocasional,…) tenemos siempre las grandes historias de amor, verdaderos mcguffins de sus tramas en las que la relación tormentosa de los protagonistas se antepone (sin saberlo muchas veces) al desarrollo de un enrevesado argumento con giros de guión durante o al final del metraje. Y ése es el gran legado del realizador británico.

“Anoche soñé con que volvía a Manderley” … y así empieza esta historia en modo de flashback en la que una protagonista sin nombre trabaja como ayudante de una ricachona y algo déspota mujer en la Costa Azul monegasca. Allí conoce a Maximilian de Winter, un desgraciado aristócrata inglés recientemente viudo dueño de una fabulosa mansión en el sur de Inglaterra conocida como Manderley. Pronto se enamoran y, ante la súbita partida hacia Nueva York por parte de la mujer, deciden casarse y dar a nuestra protagonista una nueva oportunidad de ser feliz. Pero cuando llegan a Manderley para que asuma el papel de la nueva señora de Winter, pronto descubrirá la alargada sombra de la fallecida Rebeca en los muros y las estancias de la mansión. Sus iniciales en todos sus objetos, sus vestidos o el recuerdo de su persona en los integrantes del servicio y familiares supondrán una pesada losa para nuestra nueva señora de Winter. Pero sobre todo la odiosa ama de llaves, la señora Danvers, quien con su sola presencia es capaz de aterrorizar y despertar todos los miedos y complejos de inferioridad. Las sombras y misterios que se arrojan sobre la mansión, la ama de llaves y la propia Rebeca irán in crescendo hasta alcanzar un punto álgido en la cadena de acontecimientos en Manderley, y descubriremos el mayor secreto que esconde el lugar…

“Rebeca” es una historia de amor, como casi todas las cintas de Hitchcock, aunque nos dé la impresión de que es una historia de suspense e intriga. Y desde luego que estos ingredientes están presentes en la trama, con ese inicio tenebroso que se asemeja a una historia gótica de fantasmas. No en vano tenemos el espíritu de una persona que no está físicamente entre los protagonistas pero su recuerdo y su presencia perduran continuamente en la trama. La verdad es que no hay una película que trate mejor el tema del recuerdo del misterioso ausente: ese predecesor al que nunca se llegará a estar a la altura, todos mantendrán su recuerdo imborrable y no sabremos cómo era o qué hacía más que a base de retazos y pinceladas sueltas que el protagonista irá encajando para unir las piezas de un puzzle mitificador per se. El blanco y negro irá de perlas a esta cinta que aporta tantas luces y sombras en los decorados y paisajes como en los personajes y la psicología.

Porque de entre tantos puntos fuertes de esta película tenemos sobre todo la fotografía y la realización. Las transparencias, como en tantas cintas de la época, se notan pero no molestan ni interrumpen la trama. Sabemos que están ahí y lo asumimos como parte del juego. Igual que las maquetas que reproducen el decorado de la mansión, las cuales no dejan de fascinarnos por mucho que el cine actual haya superado estos trucos. Ya le gustaría a la inmensa mayoría de títulos tener la calidad artística que destila este cine. Pero cuando pasamos a los interiores y vemos a la iluminación jugar con los intérpretes y los rostros, las estancias y los pasillos, sabemos que nos están contando otra historia por medio de la maestría visual y de las imágenes que sugieren antes de que se diga una sola palabra. ¿Y qué decir de esos primeros planos de objetos, notas, y cartas? A destacar también los movimientos de cámara y planos del bueno de Sir Alfred, donde podemos percibir grandeza simplemente con que la protagonista gire la cabeza hacia la cámara mientras el otro personaje queda en plano pero desenfocado.

¿Más puntos fuertes? La intensidad de la trama que va cogiendo carrerilla conforme avanza el metraje. De unas soleadas escenas al inicio en Montecarlo donde todo parece idílico hasta la atmósfera opresora y agobiante de la mansión en la que los celos, las pasiones y los nuevos personajes soberbiamente introducidos que se van incorporando a la historia hacen que la intriga se convierta en desasosegante e insoportable. No, no es una historia de espías a lo “Con la muerte en los talones” o “Encadenados”, ni tampoco es terror como “Psicosis” o “Los Pájaros”, pero las sorpresas y los giros estarán a la orden del día, para servirnos un final en bandeja digno de sus mejores filmes o de las obras de Agatha Christie.

La protagonista, Jean Fontaine, hermana de Olivia de Havilland y enemistada durante décadas con ella, ganó un Óscar en 1941 por la siguiente cinta de Hitchcock, “Sospecha”. Aquí, e igual que en la novela, está insoportable y abofeteable, una de las peores heroínas de la historia del cine. Su indolencia ante los acontecimientos que la superan y la anulan pone de los nervios al espectador actual, quienes nos sentimos indignados por las injusticias a las que se ve sometido semejante personaje ante las circunstancias que se le presentan. Fruto del machismo de la época y de la supeditación femenina al marido, encontró su réplica en el misógino Hitchcock y las jugarretas a las que sometía a sus protagonistas femeninas. El propio director ayudó a crear el rumor del odio que destilaba el equipo de rodaje hacia Fontaine, lo que vino de perlas para bordar la interpretación desvalida del personaje. Como resultado, tenemos justamente lo que se necesita de la historia: una chica que no hace más que dar pasos en falso y equivocarse en todas las acciones que comete, con una actitud tímida y reservada fruto de la actitud del resto de personajes hacia ella.

Laurence Olivier está a la altura del papel que se le presenta aquí, ganándose la fama de uno de los mejores intérpretes de la historia. Su personaje tiene tantos matices y está tan atormentado, que lo fácil hubiera sido caer en algún cliché. A ratos duro, a ratos tierno, se comporta como el gran galán que era; y su interpretación está barnizada de un gran desdén que impregna toda la cinta y hace que estemos deseosos de conocer los profundos secretos que esconde su personaje. Al igual que el papel de la señora Danvers, Judith Anderson, que desde su primera irrupción en pantalla (su aparición no puede llevarse otro nombre) nos inquieta y hace que sintamos escalofríos por los tejemanejes que se destilan en esa mansión. Y por supuesto, no quiero desvelar nada, pero el papel que desempeñará en la trama será esencial…

Poco más que decir de este gran clásico del que se han escrito ríos de tinta, salvo que espero haber despertado un poco la curiosidad para acercarse a esta cinta y añorar la época clásica de un cine que ya no volverá.

 

Calificación: Imprescindible obra maestra, no encuadrada en el top cinco del cineasta pero sí un gran clásico de todas maneras.

Lo Mejor: La trama, el final, Laurence Olivier, Judith Anderson, Manderley, la fotografía, los planos, las luces, las sombras…

Lo Peor: El personaje (que no la interpretación) de Joan Fontaine.

La vería de nuevo: Por supuesto.

La Recomiendo: Por supuesto

Películas similares: Sospecha, Encadenados, Recuerda, Stoker.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0032976/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película: X-Men, días del futuro pasado

X Men dias del futuro pasado poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: X-Men: Days of future past

Año: 2014

Director: Bryan Singer

Guión: Simon Kinberg, Matthew Vaughn, Jane Goldman, Bryan Singer

Música: John Ottman

Fotografía: Newton Thomas Sigel

Reparto

  • Hugh Jackman
  • James McAvoy
  • Michael Fassbender
  • Jennifer Lawrence
  • Peter Dinklage
  • Ian McKellen
  • Patrick Stewart
  • Halle Berry
  • Ellen Page
  • Nicholas Hoult
  • Famke Janssen
  • James Mardsen

Si la anterior semana hice la reseña del reboot de esta franquicia con superhéroes mutantes, esta toca la continuación del reinicio en la que además se entronca con los mismos personajes interpretados por los actores de la anterior saga, con lo que da como resultado una película que, por lo menos cabe señalar como fascinante sólo por el reparto que reúne. Y lo malo es que la noticia más destacable de esta entrega ha sido la acusación de abusos sexuales del director Bryan Singer, quien tuvo que retirarse de la promoción de la película para no empañar la carrera comercial de la misma. La verdad es que, lejos de la polémica creada por este asunto, Singer no lo hizo mal con las dos primeras entregas de la saga X-Men, las cuales supusieron el inicio del boom de las películas de superhéroes adaptadas de la Marvel allá por el año 2000. Sin X-Men no hubiera habido Spiderman, Hulk, Vengadores, Capitán América,… Ni tampoco se hubieran aventurado la casa de cómics rival, la DC, a realizar nuevas versiones de Batman y Superman. Por desgracia, Singer no acertó cuando declinó rodar la tercera entrega de X-Men para retomar el personaje de Superman en Superman Returns. Ambas cintas no estuvieron a la altura de lo que se esperaba y ha costado lo suyo hacer borrón y cuenta nueva con unos personajes que han llegado a dar peligrosos síntomas de agotamiento. Tampoco hay que olvidar que el director que sorprendió con Sospechosos Habituales pero no entusiasmó con Valkiria, hizo los primeros capítulos piloto de la serie de TV House, la cual ha llegado a convertirse en serie de culto gracias a un personaje carismático y odioso a partes iguales. Todo esto hace preguntarse qué tipo de cinta será esta entrega de X-Men, en la que ha podido tanto errar el tiro y realizar un producto del montón, como acertar de pleno y hacer una película sobresaliente. Y la verdad es que parece que se trata más bien de los segundo.

En un futuro apocalíptico los mutantes y gran parte de resto de la población humana han sido aniquilados por los Centinelas, un ejército de máquinas diseñadas específicamente para detectar y destruir esta anomalía de la raza humana. Los pocos que quedan intentarán sobrevivir y entre ellos están el Profesor Xavier, Magneto y Lobezno. Al borde de la extinción, consiguen trazar un plan por el que envían a Lobezno al pasado para encontrar a sus versiones jóvenes y evitar que el científico Bolivar Trask sea asesinado por la versión joven de Mística. Trask es el responsable directo de la creación de los Centinelas, y la intervención de Mística supondrá además que su ADN mutante sea clonado e incorporado a las armas de aquéllos. El joven Charles está muy lejos de ser el brillante Profesor que unirá, guiará y hará ver a los mutantes el lado positivo de su poderes, ya que en los años 70 (once años después de los sucesos narrados en la cinta X-Men: Primera Generación) luchará por superar la decepción vital que supuso que Magneto y Mística le abandonaran y siguieran sus propios y criminales caminos. La escuela de adiestramiento para jóvenes mutantes de los X-Men estará clausurada y Lobezno deberá intentar convencer al descarriado Xavier de que le ayude a evitar el asesinato de Trask y a la vez, la creación de los Centinelas. En una carrera contrarreloj, sin tener mucha idea de cómo manejar los jóvenes e impulsivos espíritus de los mutantes que se convertirán en los más poderosos, Lobezno intentará salvar el destino de la humanidad en una época en la que prevalecerá la ambigüedad moral acerca de la naturaleza del bien y del mal.

El mayor cambio respecto a la anterior entrega ha sido la ambientación setentera de la cinta, época más estridente que los elegantes 60 en la que se ambientaba la anterior. Además, tenemos una trama paralela ambientada en el futuro en el que nuestros protagonistas están ciertamente abrumados por las circunstancias. Si bien estas escenas con las versiones adultas de los protagonistas no suponen más que una pequeña parte del metraje, su importancia en la trama es capital. Lo verdaderamente importante de esta entrega es la evolución del inicio de unos personajes definidos claramente en la anterior cinta pero con una evolución en sus personalidades que continua aquí. Fassbender sigue igual de estupendo y además se enfrenta ahora al duro de la función, Lobezno (en la anterior entrega solo había un cameo fugaz y genial de Hugh Jackman, el único que ha salido en todas las entregas), y saltarán chispas de las interpretaciones de estos antagónicos personajes. Pero es que lo que yo consideraba el mayor defecto en la anterior película, aquí se transmuta en otro de sus puntos fuertes. Me refiero a la interpretación de McAvoy y su versión joven de Xavier, quien vemos como pasa de ser un jovial idealista con la vida resuelta, a un amargado cínico desilusionado y de vuelta de todo. Aquí sí que es más creíble que el personaje entronque con el paciente y filosófico profesor interpretado por Patrick Stewart, todo gracias a la evolución moral que presenciaremos en esta entrega. E incluso Hugh Jackman está más reposado y menos peléon de lo habitual (sus escenas de acción no son tantas como cabría esperar del papel protagonista). Lo que destaca en esta cinta es la ambigüedad moral de los personajes y los diferentes estadios que atraviesan durante el metraje. Con la excusa de viajar al pasado para salvar el futuro, los dilemas morales que suponen los viajes en el tiempo y los cambios que ocurren si se realizan determinadas acciones nos harán replantearnos continuamente si el fin justificaría los medios o no. Y el personaje del joven Magneto oscila continuamente entre la maldad y la bondad, de tal manera que corremos el riesgo de sufrir trastorno bipolar a base de identificarnos o no con él en determinados momentos.

La verdad es que la cinta intenta corregir los errores argumentales que cerraban X-Men 3, con la técnica ya usada en las nuevas películas de Star Trek de la excusa del viaje en el tiempo para modificar eventos que sucedían en las anteriores entregas clásicas. De esta manera se abre un nuevo esquema argumental que permite usar personajes como Cíclope o Jean Grey para próximas películas. Las similitudes con la saga de la nave Enterprise también afloran no solo con Patrick Stewart recordándonos su papel icónico como Capitán Pickard; además tenemos momentos en el que el mismo personaje se enfrenta a sus versiones en distintas épocas para darnos una idea de por dónde evolucionará a nivel moral.

Salvo algunas incoherencias argumentales (esa escena espectacular de Magneto levantando el estadio que no tiene sentido para atacar a algunos personajes), la cinta está a la altura de su predecesora. Nos ofrece acción y buen ritmo las más de dos horas de metraje, y en algunos momentos nos recuerda incluso a la desigual Watchmen, otra película de superhéroes más adulta y profunda si cabe. Con lo que la recomiendo para todos aquellos que disfrutaron con la anterior entrega. ¡Ah! Y un aviso para los impacientes: después de los títulos de crédito del final, tenemos escena sorpresa que nos da un jugoso avance sobre futuras entregas de la saga…

Calificación: Muy buena

Lo Mejor: Que McAvoy mejora su anterior interpretación mientras que Fassbender continua con su alto nivel.

Lo Peor: Algunas vueltas de tuerca argumentales.

La vería de nuevo: Sí

La Recomiendo: Sí, si te gustó X-Men: Primera Generación

Películas similares: Watchmen, saga X-Men

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1877832/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película: X-Men, Primera Generación (revisión)

X Men primera generación póster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: X-men: First Class

Año: 2011

Director: Matthew Vaughn (Layer Cake; Kick-Ass)

Guión: Ashley Miller, Zack Stentz, Jane Goldman, Matthew Vaughn

Música: Henry Jackman

Fotografía: John Mathieson

Reparto

  • James McAvoy
  • Michael Fassbender
  • Jennifer Lawrence
  • Kevin Bacon
  • Rose Byrne
  • Nicholas Hoult
  • January Jones

La idea esta semana era reseñar X-Men: Días del futuro pasado, por ser la única película atrayente de la cartelera, pero problemas de agenda me lo han impedido. En su lugar, me pondré en antecedentes con la predecesora X-Men: Primera generación. El problema con esta saga es que entre secuelas, reboots, y spin-offs uno acaba por perder la cuenta no de la línea argumental de cada cinta, sino más bien de los personajes que aparecen y desaparecen de la trama y su relación entre ellos. Y la gracia que tiene un reboot es que se pueden redefinir y explicar estas relaciones desde el inicio, mientras los guiños argumentales al espectador sobre el futuro de la trama son continuos. Uno de los aciertos de esta cinta fue el aire sesentero que desprendía en cada fotograma y su tono a lo cinta de James Bond que consiguió, con una trama que mezclaba los superhéroes mutantes (y los problemas de personalidad, autoconfianza y superación personal que eso generaba) con los espías y los supervillanos en mitad de una crisis nuclear en plena guerra fría.

Antes de que los más importantes mutantes se convirtieran en Magneto y el Profesor Xavier (líder de los X-Men), ellos eran simplemente Erik y Charles. Estamos en 1944, en un campo de concentración para judíos en Polonia durante la segunda guerra mundial. Un joven es sometido a un experimento y para ello su madre es cruelmente asesinada delante de él. El joven en cuestión se llama Erik Lehnsherr y descubre en ese momento que tiene una extraña mutación genética por la que puede mover o manipular el metal a distancia como si de un poder magnético se tratase. El responsable es el doctor Klaus Schmidt e intentará aprovecharse de este don. A la vez, en una lujosa mansión de Nueva York un niño llamado Charles Xavier descubre una intrusa en su casa con la habilidad para transformarse en cualquier persona. Se trata de una niña llamada Raven y su estado natural es con la piel azul. El joven Xavier tiene poderes psíquicos con los que leer las mentes, comunicarse e influir en los pensamientos de la gente. Decide acoger a Raven en su casa al descubrir con alegría alguien más con una extraña mutación genética como la suya. Al pasar los años y adentrarnos en la década de los sesenta, el joven Xavier está a punto de presentar su tesis acerca de la evolución y mutaciones genéticas de la humanidad y graduarse en Oxford, mientras que Erik está obsesionado con la búsqueda del asesino de su madre, el doctor Klaus. Sus caminos se cruzan y deciden aunar fuerzas para colaborar en la creación de la “División X”, una sección ultrasecreta de la CIA formada por individuos que presentan mutaciones genéticas y diversos poderes sobrehumanos, para luchar contra otros mutantes que supongan una amenaza para la humanidad. Gracias a los poderes de Xavier pueden buscar por todo el mundo mutantes que no encajen en su entorno social para ofrecerles un modo de ganarse la vida. Pero Erik seguirá obsesionado con la venganza y no cesará en su empeño de encontrar a Klaus Schmidt, ahora convertido en Sebastian Shaw, quién también tiene su grupo de mutantes para unos fines menos pacíficos. La guerra fría está en su apogeo y las tensiones entre los USA y la URSS alcanzarán su punto álgido con la crisis de los misiles en Cuba. Y estando Shaw y demás mutantes invencibles detrás de la escalada militar, la única salvación será este extraño grupo de superhéroes mutados a los que ni el resto de los humanos verán con buenos ojos por suponerlos una amenaza contra su existencia. La ambigüedad moral acerca del uso de los poderes mutantes para el bien o para el mal estará servida…

El principal punto fuerte de “X-Men: Primera Generación” fue su originalidad al hacer un reinicio de franquicia ambientado en los años 60. El diseño de producción está muy logrado y le da un tono agradable a la cinta, lo cual le permite diferenciarse claramente del resto de secuelas, algunas de las cuales no eran poseedoras de una elevada calidad. Y además, el argumento de espionaje también encaja muy bien en la época retratada. Entre medias, tenemos los orígenes de estos personajes cada uno con entidad y personalidad propia, sus propias motivaciones y su explicación acerca de los caminos que tomarán en un futuro.

Lo que entronca con el segundo punto fuerte de la cinta, las interpretaciones de McAvoy pero sobre todo de Fassbender, quien despuntó levemente en “Malditos Bastardos” pero que aquí se coronó como uno de los actores más prometedores de los últimos años. El tono cínico y cruel que le da a su tempranero Magneto se engarzará perfectamente con el que Ian McKellen ha interpretado previamente con más edad. Sólo que aquí le vemos sufrir y comprenderemos los orígenes de dicho sufrimiento, será más vulnerable y el espectador empatizará más con él, en esa tendencia del cine actual de hacer a los villanos más creíbles y justificables.

Quizás por el nivel demostrado por Fassbender es por lo que McAvoy no brilla tanto en esta cinta. De su papel en Trance maduro y serio pasa a éste rol más infantil y diseñado para caer bien al adolescente hormonalmente revuelto, en la línea de la mamarrachada de Wanted. McAvoy se empeña en presentar la parte jovial y ligona de un Profesor Xavier que después se convertirá en un adulto responsable, reposado y cerebral atado a su silla de ruedas. Es posible que una minusvalía haga que la personalidad de alguien se vuelva más amargada, pero no cuela demasiado para mi gusto. Aunque nadie puede culpar a McAvoy de intentarlo, eso está claro; y el resto de engranajes de la cinta encajan tan bien que se le puede perdonar a su interpretación exagerada.

El resto de actores engalanan esta cinta tal como por ejemplo el villano trasnochado de Kevin Bacon, o la chica de moda que es Jennifer Lawrence y su versión de Mística que nos hace olvidar a Rebeca Romijn. Además, tal como ocurría en la tercera parte de X-Men, la película no está dulcificada y vemos personajes que fallecen justificados por el guión, y la moralina típica del cine USA no empaña las actuaciones de algunos de los personajes, encajando con su perfil perfilado en el argumento.

Película de reparto multicoral y aroma sesentero, las lecturas entre líneas y las referencias a los personajes en que se convertirán en un futuro son continuas. Se trata de una cinta fundamental -y fundacional- para entender los capítulos anteriores de la saga y las motivaciones de los personajes. El juego de referencias funciona e incluso algunas veces no será fácil percibir la fina ironía de determinadas situaciones que luego serán claves para entender la personalidad y la manera de actuar de personajes clave en la saga. Por supuesto que el fan purista detectará algunos fallos de continuidad entre el canon original de los cómics y las películas originales, pero como compensación tenemos un cameo inimitable de Hugh Jackman como Lobezno mandando a paseo a nuestros dos protagonistas, y eso es compensa hasta los fallos de racord*, si los hubiera.

Y lo que verdaderamente importa, para el fan ocasional que no se haya asomado antes a ninguna de las aproximaciones a este mundo, tanto cinematográficas como impresas, su disfrute no se resentirá ni se agobiará por una carencia de conocimientos de esta parte del Universo Marvel. Vamos, que esta entrega funciona de manera autónoma y el desarrollo de la trama no se ve entorpecido por la ausencia o exceso de referencias cruzadas de los personajes, épocas o situaciones. Es por esta razón por la que esta “X-Men: Primera Generación” se lleva una buena nota y merece que preste mi atención a su secuela que lleva más lejos el reparto, expande el universo de estos personajes, y enlaza con las anteriores trilogías.

Calificación: Muy buena.

Lo Mejor: Fassbender y su personaje que nos muestra cómo era Magneto antes de ser Magneto. La ambientación de los 60 está muy conseguida y le da un buen toque a la cinta.

Lo Peor: Algún detalle en la caracterización del personaje de McAvoy hace que se pase un poco de frenada al versionar a Xavier de joven.

La vería de nuevo: Sí, sus más de dos horas no se hacen pesadas y dosifica muy bien la trama e incluso el largo clímax.

La Recomiendo: Sí, es una digna adaptación del cine de superhéroes.

Películas similares: Los Increíbles, saga de X-Men,

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1270798/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – El caso Bourne (Revisión)

El caso Bourne Poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: The Bourne Identity

Año: 2002

Director: Doug Liman (Sr .y Sra. Smith, Al filo del mañana)

Guión: Tony Gilroy, William Blake

Basado en el libro de Robert Ludlum

Música: John Powell

Fotografía: Oliver Wood

Reparto

  • Matt Damon
  • Franka Potente
  • Chris Cooper
  • Clive Owen
  • Brian Cox
  • Julia Stiles

Con el estreno la pasada semana de “Al filo del mañana”, he aprovechado para revisitar uno de los primeros éxitos de Doug Liman que fue El Caso Bourne. La cinta de 2002 supuso un punto y aparte en el género de espionaje por combinar lo mejor del género heredado de los años 60 y 70 con una puesta al día de las escenas de acción basadas en artes marciales y persecuciones adrenalíticas. El buen hacer de Liman y su solvencia a la hora de presentarnos la trama y rodar las grandes escenas tiene su contrapunto en las dos secuelas que dirigió Paul Greengrass (El Mito de Bourne y el Ultimátum de Bourne); también de igual o mayor éxito que esta primera aunque para mí peores por intentar ofrecernos más de lo mismo y cambiarnos a un estilo de rodaje y fotografía más agresivo y movido. Greengrass tiene un estilo de rodar “cámara en mano” nervioso e inquieto que personalmente no me ha acabado nunca de gustar. Hay una cuarta secuela de Bourne ya sin Damon, Liman ni Greengrass (El Legado de Bourne) que intentaba seguir la trama de manera paralela con nuevos agentes secretos y que Jeremy Renner se encargó de capitanear en el papel principal pero la buena es la primera, por el soplo de aire fresco que supuso en el género y lo bien rodada que resultó.

La historia está basada en los libros de Robert Ludlum, quien murió un año antes de que estrenara la película y, por lo tanto, no llegó a presenciar el éxito de su personaje. También hay una película anterior protagonizada por Richard Chamberlain pero que, evidentemente, no llegó a cuajar ni a tener la acogida que supuso la recreación de Damon del personaje.

Un barco pesquero marsellés rescata en mitad de una tormenta en el Mediterráneo a un hombre joven inconsciente y con varias heridas de bala. El médico del barco después de curarle descubre que tiene implantado un microchip con un número de cuenta de un banco suizo. Tras recuperar la consciencia el hombre no recuerda nada de su vida ni de su pasado, ni tan siquiera su nombre. Sin embargo, sabe hablar varios idiomas y domina la lucha cuerpo a cuerpo. Después de varios días a bordo desembarca en tierra firme y decide dirigirse a la sede suiza del banco donde tiene la cuenta para descubrir que tiene una caja de seguridad a su nombre. Dentro de la misma hay dinero, una pistola, pasaportes con su foto y distintas identidades. Una de ellas, la del pasaporte americano, está a nombre de Jason Bourne, y también descubre que tiene su domicilio en París. Decide visitar la embajada americana al día siguiente, pero antes se enfrenta a dos policías urbanos a los que deja fuera de combate sin pretenderlo, dándose cuenta de que es más letal de lo que había pensado en un momento. Al día siguiente, en la embajada, es detectado por los servicios de inteligencia y se da orden a todos los operativos del edificio de detenerle e impedir que escape. De nuevo deja fuera de combate a varios guardias y en su huida conoce a una chica alemana llamada Marie, a quien la ofrece dinero a cambio de que le ayude a llegar a París en su modesto Mini rojo. Durante el camino decide confiar plenamente en la chica y le cuenta toda su historia, y Marie ayudará a Bourne en su empeño para conocer su identidad y la de quien le persigue; y a partir de este momento se verán envueltos en un peligroso juego a través del continente donde asesinos profesionales intentarán darles caza y evitar que conozcan la verdad.

La verdad es que “El Caso Bourne” es una delicia para los amantes del género de espías, heredado directamente de la fundacional “Con la muerte en los talones” de Hitchcock y su continua huida hacia adelante argumental. Es decir, la historia es el punto fuerte de una trama que nos presenta un misterio que resolver acerca de la enigmática identidad de un hombre que no tiene más que interrogantes a los que responder, y que en un determinado momento activa todas las alertas del Servicio Secreto para comenzar una persecución a través de los escenarios clásicos del género. Suiza, Marsella, Francia, estaciones de tren, consignas de un banco, pisos francos,…

En un momento del rodaje, a Damon le preocupó el intentar enfocar de manera realista y científico el tema de la amnesia parcial (no saber nada de tu pasado pero recordar idiomas y destrezas varias relacionadas con la peligrosa profesión anterior) pero rápidamente Liman le sugirió que no se preocupase de ello, puesto que no se trataba de realizar un tratado médico sobre la enfermedad sino de usar un recurso narrativo para que la trama avanzase como una mera excusa argumental. Y en eso consiste esta cinta, en no dar un minuto de respiro al espectador y sorprender en sus giros narrativos. Además, el personaje resulta atractivo desde el punto de vista físico (es igual de bueno que el resto de asesinos entrenados para capturarle, verdaderas máquinas de matar en las que la gente de a pie no tienen ninguna opción contra ellos) y moral (tiene remordimientos y conciencia, y aunque era uno de los mejores en su antiguo trabajo, al perder los recuerdos decide resetear de nuevo y llevar una vida normal). Matt Damon resultó ideal para el papel, dando ese aspecto de americano perdido por Europa, desvalido al principio pero de armas tomar al final, conforme va experimentando una transformación moral durante la trama y conforme nuevas piezas de información se van desvelando. Y el contrapunto perfecto lo aporta Franka Potente, ya que no es una belleza al uso como podríamos esperar en una cinta similar de gran presupuesto y actrices despampanantes. La actriz alemana, famosa por la experimental “Corre, Lola, Corre”, aporta ese toque de normalidad que podríamos encontrar en cualquier chica europea que viaje de Interrail, y la relación que mantendrán ambos personajes es totalmente definitoria sobre la clase de persona en la que el personaje de Damon se convierte y desea llegar a ser.

Pero actores semidesconocidos europeos (también tenemos a un excelente Clive Owen que ya empezaba a despuntar por la época) no significa que sea una cinta barata. De hecho parece que el presupuesto no se lo gastaron en grandes deportivos que luego destrozan en persecuciones, sino en las persecuciones en sí mismas. Me refiero, está claro, a la icónica escena del Mini rojo por las calles de París, conduciendo por escaleras peatonales y avenidas en dirección prohibida, mientras la gendarmería francesa y la Interpol tiene a todas las patrullas detrás de los huidizos personajes. Gracias a “El Caso Bourne” y su gran éxito, se cambió en parte la manera de rodar este tipo de cine en Hollywood. De hecho, las peleas y escenas de lucha cuerpo a cuerpo incorporaron un novedoso arte marcial rápido y coreografiado que luego personajes como 007 y Batman no dudaron en usar para sus propias franquicias.

En definitiva, todo un clásico instantáneo del género que lo actualizó y lo puso al día. Se agradece que la trama se desarrollara por Europa dándole ese aire de clasicismo y vieja decadencia, pero con el toque del mejor cine de evasión actual. Totalmente recomendable.

Calificación: Imprescindible, fue un clásico instantáneo del género en su día y vuelta a ver no pierde ni un ápice de su frescura.

Lo Mejor: La factura con la que está rodada y la manera con la que se integra la acción con la trama de espionaje. Revisita los clichés clásicos del género de manera afortunada.

Lo Peor: Que Liman no continuara con posteriores películas de la saga y se encargara Paul Greengrass

La vería de nuevo: Sí.

La Recomiendo: Como película de espionaje es una de las mejores que he visto.

Películas similares: Ronin, Los últimos días del cóndor, Con la muerte en los talones

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0258463/combined

Tráiler en You Tube (inglés):

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Película – Al filo del mañana

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Edge of tomorrow

Año: 2014

Director: Doug Liman (El Caso Bourne, Sr. y Sra. Smith)

Guión: Christopher McQuarrie, Jex Butterworth, Jon-Henry Butterworth

Basado en el libro de Hiroshi Sakurazaka

Enlace a la reseña de Bitterblink

Música: Christophe Beck

Fotografía: Dion Beebe

Reparto

  • Tom Cruise
  • Emily Blunt
  • Bill Paxton
  • Kick Gurry
  • Brendan Gleeson
  • Jonas Armstrong

Como siempre que ocurre cuando es anunciada la adaptación a la gran pantalla de alguno de los libros favoritos de Malosa o Bitterblink, permanecemos a la expectativa a ver en qué desemboca el proyecto. En este caso, la novela ligera de Hiroshi Sakurazaka “All you need is kill” no tardó en encontrarse en el punto de mira de los grandes estudios americanos y el anuncio de la incorporación de Tom Cruise al papel protagonista le dio un relumbre especial a la película. Desde luego no se le puede negar al actor olfato para unirse a blockbusters de éxito, como ya ocurrió en Oblivion o Jack Reacher.

Lo que sobre todo me apasionó del planteamiento fue saber que el responsable elegido fue Doug Liman, director de “Sr. y Sra. Smith” y sobre todo “El caso Bourne”. Se trata de dos ejemplos de cine de acción actual rodados con impecable factura y grandes dosis de entretenimiento puro y duro. Si en la primera hace una comedia de acción acerca de la lucha de sexos en sentido literal (que ríase usted de “La guerra de los Rose”), la segunda redefinió el cine de espionaje en el siglo XXI heredando las estructuras clásicas del género de los 60 y 70. De hecho se trata de una de mis cintas favoritas del género a pesar de que no comparto en absoluto la visión que le dio Paul Greengrass en las secuelas. Quedaba por ver si Liman era capaz de aportar su grandioso toque en el cambio de registro que supone un argumento de ciencia ficción futurista mezclando invasiones alienígenas estilo Oblivion, acción militar como “Salvar al soldado Ryan”, trajes de batalla exoesqueléticos parecidos al de Elysium o los de las secuelas de Matrix (Reloaded y Revolution) y, por encima de todo, la inverosímil situación de un personaje encerrado en un bucle temporal infinito (condenado a vivir el mismo día una y otra vez) vista en “Atrapado en el tiempo”, la comedia de culto que protagonizó Bill Murray en 1993.

Porque la referencia más inmediata de All you need is kill y Al filo del mañana es precisamente la película de Harold Ramis, que recrea el mito de Sísifo (condenado a empujar la misma piedra repetidas veces). En el caso que nos ocupa, estamos en un futuro cercano en el que una invasión alienígena tiene a casi toda Europa conquistada. La única esperanza para la humanidad consiste en una invasión de la costa francesa desde las islas británicas. El coronel Bill Cage, un oficial americano más preocupado en el marketing que en la guerra, llega a Londres para enterarse de que va a participar en la que puede ser la batalla más decisiva y sangrienta de la humanidad. Ante su renuncia, es trasladado forzosamente y contra su voluntad al frente, donde sin entrenamiento militar le obligan a enfundarse un traje militar de batalla y luchar contra los invasores. En pocos minutos se da cuenta que la invasión será una completa carnicería sin ninguna posibilidad para los humanos, y es abatido junto a uno de los alienígenas. Sin embargo, de manera inexplicable, en vez de morir vuelve a despertarse en el comienzo del día justo antes de la batalla. Vuelve a vivir el desembarco y vuelve a presenciar la masacre de los batallones, para volver a morir de nuevo. Y vuelve a despertarse antes de la batalla. Se da cuenta de que está condenado a revivir el mismo día una y otra vez como consecuencia de haber heredado el poder de uno de los alienígenas, atrapado en un ciclo temporal infinito. Es entonces cuando conoce a la soldado Rita Vrataski, una heroína de guerra famosa por haber exterminado ella sola a cientos de invasores en una batalla, quien le explica el origen del misterioso fenómeno que sufre ya que ella también tuvo ese don antes de perderlo. Le dice que la busque todos los días cuando se despierte para que se entrene con ella y aprenda a luchar en combate contra los invasores, y juntos trazan un plan para evitar que la invasión aliada sea un fracaso condenado a la extinción de la raza humana. De esta manera, iremos viendo como el coronel Cage no solo se convierte en una valerosa arma de aniquilación y la única esperanza para la humanidad, sino que también evolucionará moralmente para conseguir evitar un destino al que parece que, hagamos lo que hagamos, estaremos condenados a sufrir.

El reto que presenta Al filo del mañana es, precisamente, el enfoque que se le debe dar a un argumento que va a repetir lo mismo una y otra vez, y es precisamente en lo que triunfa la cinta. La película gana enteros cuando presenta y resuelve los conflictos a los que se enfrenta el protagonista cada día, la manera en la que evoluciona el personaje de Tom Cruise. Un personaje que al igual que el de Bill Murray, es moralmente reprobable desde el comienzo del metraje, un farsante que se ha aprovechado de una situación tempestuosa al que el karma le juega una mala pasada (o buena según se mire). Y entre momentos realmente dramáticos y épicos como por ejemplo las distintas muertes que presencia de sus compañeros una y otra vez, Liman nos cuela pequeñas cápsulas cómicas que nos harán esbozar una sonrisa entre tanta batalla trágica.

Sin embargo, este gran acierto que es mantenerte pegado a la pantalla durante dos tercios de la película fascinado por como avanza la trama y resuelve el argumento y la relación chico – chica entre Tom Cruise y Emily Blunt, se acaba diluyendo en un último acto que hace concesiones al género de acción más convencional. Todo el ritmo frenético del inicio se desperdicia y ralentiza en la misión final, peor rodada (la fotografía nocturna es bastante insulsa) y menos sugerente. Este defecto de resolución del argumento, junto con el diseño de producción de los alienígenas invasores (se nota demasiado su artificialidad a la hora de ser creados con animación digital y los combates contra ellos no resultan tan espectaculares) son, en mi opinión, los mayores defectos de la cinta.

A pesar del agridulce sabor de boca que te deja la película por esto, hay que reconocer los atributos positivos de este blockbuster por encima de la media del género, infinitamente superior a la saga Transformers, por citar un ejemplo. Tom Cruise cada vez tiene más arrugas y ya no puede hacer papeles de jovencito engreído estilo aviador en Top Gun. En su lugar, y sin renunciar a las piruetas acrobáticas, asume cada vez más dramatismo y matices sombríos en los personajes que interpreta. El contrapunto perfecto se lo da una Emily Blunt de armas tomar (al igual que en Looper), perfectamente creíble y con un toque vulnerable al que nos costará llegar.

En resumen, Liman nos ofrece casi dos horas de entretenimiento con un declive al final pero en las que nos ofrece interesantes reflexiones entre disparo y persecuciones (al igual que en sus otros trabajos) acerca del destino y de la naturaleza del honor y el valor (la escena en la que se toma una cerveza en un pub de Londres). Y ya solo por eso, merece la pena acercarse al cine.

Calificación: Muy buena

Lo Mejor: El dúo protagonista y la manera de resolver las distintas situaciones que supone estar atrapado en un loop temporal en medio de una guerra

Lo Peor: El último tercio está rodado de manera poco brillante y convencional

La vería de nuevo: Puede

La Recomiendo: Sí

Películas similares: Oblivion, Atrapado en el Tiempo, Matrix Reloaded, Matrix Revolution, Elysium, Starship Troopers, Salvar al soldado Ryan,

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1631867/combined

Tráiler en You Tube (español):

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