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Película – Descifrando Enigma

Descifrando Enigma poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: The Imitation Game

Año: 2014

Director: Morten Tyldum

Guión: Graham Moore

Basado en el libro de Andrew Hodges “Alan Turing: The Enigma”

Música: Alexandre Desplat

Fotografía: Oscar Faura

Reparto

  • Benedict Cumberbatch
  • Keira Knightley
  • Mathew Goode
  • Mark Strong
  • Rory Kinnear
  • Charles Dance

The Imitation Game es una de esas películas oscarizables desde la base misma de su creación. Partiendo del hecho de que quedan pocas semanas para la ceremonia de 2015, y que esta película lleva unas cuantas nominaciones en el bolsillo (mejor película, actor, director, actriz, guión, banda sonora, etc), no es de extrañar que pueda convertirse en la película del año (que no la mejor). Además, se trata de un biopic histórico sobre un momento heroico de la II Guerra Mundial, es una historia de superación sobre el conflicto interno de un hombre por superar sus hándicaps mientras lidia con el defecto de ser un genio, combina la emoción de una historia de espionaje al más alto nivel con la de una intriga policiaca convencional, para acabar hablando de cómo puede haber totalitarismos en el país teóricamente más civilizado del mundo (mientras su mensaje nos inunda de corrección política por todos lados).

A través de diversos flashbacks, se nos narra los momentos más importantes en la vida de Alan Turing, joven matemático que ingresó en el servicio secreto inglés durante la guerra para ayudar a descifrar las comunicaciones enemigas. Los alemanes llevaban años usando la máquina descodificadora Enigma, con la que diariamente se encriptan las claves que usan en todo tipo de mensajes, desde la posición de la flota o los ejércitos, hasta las órdenes de ataque en los diversos frentes. El MI6 está reclutando a todo tipo de criptógrafos y lingüistas para romper el código en una carrera contrarreloj diaria, pero Turing es más ambicioso en sus planes y sueña con construir la máquina definitiva que se convierta en el antecesor de lo que hoy conocemos como computadora. Su inteligencia desmesurada, combinada con su prepotencia y su evidente incapacidad para la interacción social creará continuos conflictos con sus superiores y sus propios compañeros criptógrafos, y reviviendo su infancia y juventud en la escuela comprenderemos donde puede estar la raíz de todos sus problemas; a la vez que un policía en una investigación años después de la guerra intentará descifrar el enigma con el que este extraordinario personaje se muestra de cara al mundo y a la puritana sociedad británica de mediados del siglo XX.

Con una trama que deja cierta sensación de dejá-vu (en 2001 Michael Apted ya trató el tema de la maquinita de códigos en “Enigma”), hay que decir que “The Imitation Game” es deudora sobre todo de la cinta de Ron Howard “Una mente maravillosa” (por no resaltar las más que también evidentes similitudes de la recién estrenada “La Teoría del todo”, sobre la vida de Stephen Hawkings y que reseñaré en breve). En efecto, tenemos puntos en común con el biopic del Nobel de Economía, y se tocan tangencialmente temas similares en ambos filmes. No es de extrañar teniendo en cuenta que la cinta de Howard triunfó en los Óscar de 2001, lo que justifica el repetir los ingredientes de la receta para conseguir similares resultados. La vida tortuosa y torturada de un genio de las matemáticas; una época caracterizada por el romanticismo propio de la guerra; la enfermedad que acecha a un genio ensimismado en su propio caparazón antisocial; el daño a los más cercanos que provoca su anormalidad; la posibilidad de hacer grandes cosas con la mente allá donde las armas no tienen efecto (es decir, descifrando códigos, ya saben, “la pluma es más fuerte que la espada”); un espíritu de superación encomiable ante la adversidad,… En ambas cintas tenemos papelones de sus protagonistas, y si bien Rusell Crowe tenía que luchar contra su propia imagen para dar el pego como matemático esquizofrénico, aquí tenemos a un Benedict Cumberbatch que se sale desde el principio, demostrando por qué es el actor de moda. Su papel hereda matices de su Sherlock televisivo, sobre todo en lo que a carácter antisocial se refiere, para ir derivando conforme avanza la trama hacia un personaje más torturado de lo que parecía en un principio, y logrando conmover al final de la cinta. Los inteligentes flashbacks pueden despistar en algún momento, pero no cabe duda de que pocas veces son tan clarificadores como para justificar la extravagante personalidad del protagonista en cuestión. Sobre todo la película gana enteros con el juego metáforico y dramático del enigma que supone descifrar la personalidad de Turing, aunque en algún momento se nos dé la respuesta. Y un consejo: para disfrutar al 100% de la experiencia de este joven actor, hay que escucharle en versión original con su propia voz, uno de sus puntos fuertes actorales (como hacía en “Los pingüinos de Madagascar” o como dragón Smaug en las dos últimas entregas de “El Hobbit”).

Más desafortunada resulta una Keira Knitghley que no la acabo de ver en todos los papeles que aborda, más allá que como presencia femenina en la saga de Piratas del Caribe. Le ocurre lo que ya comenté en la reseña de “Jack Ryan: Operación Sombra”: demasiado estática y falta de pasión en sus personajes. Para ser el único personaje femenino de la trama no está a la altura y no es creíble en su papel de cara bonita con una gran inteligencia. Hacen un mejor papel sus otros compañeros secundarios, como el siempre excelente Mathew Goode (desde Watchmen y sobre Stoker, el chico llena la pantalla con su sola presencia mejor que muchos actores protagonistas) o Mark Strong. Y un reparto tan británico siempre es de agradecer en una cinta que combina las nacionalidades americanas e inglesas en su firma. La verdad es que la recreación de la campiña inglesa de los años 40 y 50 es bastante evocador, con lo cual tenemos otro punto a favor.

Es por todas estas cosas por las que The Imitation Game deja un sabor agridulce. La película plantea un amplio espectro dramático de temas y dilemas que van saliendo poco a poco. Lo hace tan sutilmente al principio que corre el riesgo de que pase inadvertido al espectador, para hacernos descubrir ante nuestra sorpresa, que en el último tercio la cinta ha derivado hacia otros temas sin darnos cuenta. Y éste puede que sea su mayor punto débil, el no conseguir enganchar al espectador desde el principio, quien en su ingenuidad puede pensar que va a presenciar una película de espionaje convencional aderezada con tonos dramáticos propios en el género. Lo que no quita que sea una de las favoritas para los próximos Óscar, veremos que pasa a finales de febrero. Sin ánimo de menospreciarla, es una gran cinta y merecedora de fama y fortuna, aunque en mi opinión se queda a un par de pasos de ser una gran obra.

Calificación: Buena/Muy buena

Lo Mejor: Sin duda, Benedict Cumberbatch, el actor del momento.

Lo Peor: El poco peso específico que le da Keira Knightley, cada vez más sosa en sus papeles. Una deriva dramática que no esperábamos en ningún momento.

La vería de nuevo: Sí, está plagada de guiños en todo el metraje y de vuelcos argumentales.

La Recomiendo: Sí.

Películas similares: Una mente maravillosa

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2084970/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Exodus: Dioses y Reyes

Exodus poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Exodus: God and Kings

Año: 2014

Director: Ridley Scott (Alien, el Octavo pasajero; Blade Runner; Black Rain; Thelma y Louise; Gladiator; El reino de los cielos; Red de mentiras; Robin Hood)

Guión: Adam Cooper, Bill Collage, Jeffrey Caine, Steven Zaillian)

Música: Alberto Iglesias

Fotografía: Dariusz Wolski

Reparto

  • Christian Bale
  • Joel Edgerton
  • Aaron Paul
  • María Valverde
  • Sigourney Weaver
  • Ben Kingsley
  • John Turturro

Viendo la filmografía de Ridley Scott uno podría preguntarse de dónde sacó la inspiración para la creación de obras maestras tan tempranas como “Blade Runner” y “Alien, el octavo pasajero”. Creador de blockbusters poderosos (Black Rain, Thelma y Louise), entre sus películas tenemos algunos fiascos de taquilla (“La teniente O’Neill”, “El reino de los cielos”), el resurgimiento de antiguos géneros (Gladiator) y cintas que pasan sin pena ni gloria (Robin Hood, Prometheus). Pero solo por habernos sembrado de dudas con la historia del cazareplicantes Rick Deckard y asustarnos en el espacio donde nadie puede oír los gritos de Ripley, ya merece la pena el hueco que se le ha abierto en la historia del cine y la atención mínima que hay que prestarle con cada nuevo estreno. Y tras la última película de Darren Aronofsky, que resucita la figura de Noé, parece que resurge el género bíblico con fuerza de la mano de directores como este Ridley Scott. En este caso merece la pena mencionar la producción en la que se ha involucrado con un alto porcentaje de participación española, pues no sólo se ha rodado en tierras almerienses y canarias; también ha contado con la española María Valverde para un papel de relevancia (Séfora, la esposa de Moisés) y con el músico Alberto Iglesias para la confección de la banda sonora.

La historia bíblica de Moisés, el liberador del pueblo de Israel que siglos antes del nacimiento de Jesucristo guió a los judíos a la Tierra Prometida y les libró del yugo de los egipcios que los esclavizaban para la construcción de obras megalómanas. Rescatado de una cesta del río, adoptado por la familia del faraón, y hermanastro de Ramsés, cuando descubre su origen es exiliado y tras una travesía por el desierto descubre una tribu de pastores y conoce a Séfora, la que será su mujer. Pero Dios se le manifiesta indicándole que él es el elegido para rescatar a su pueblo y que debe volver a Egipto para convencer a Ramsés  de que deje marchar a los esclavos. Por supuesto que esta tarea no será tan fácil frente al que fue su amado hermanastro en otros tiempos, y es entonces cuando Dios envía las diez plagas que diezman la población egipcia para que los judíos sean liberados, dando comienzo al Éxodo judío y la búsqueda de la tan ansiada Tierra Prometida, en una huída hacia la libertad en la que la fe pondrá a prueba las creencias del pueblo elegido y de uno de los mayores profetas de la historia.

Lo primero que uno piensa al conocer el rodaje de esta cinta es si resultaba necesario volver a contar una de las historias más conocidas del cine, de la que tenemos dos películas filmadas por el megalomaníaco Cecil B. De Mille (la segunda de ellas celebérrima por la actuación de Charlon Heston y sus fabulosos efectos especiales para la época) y uno de los mejores ejemplos de animación fuera de la factoría Disney (“El príncipe de Egipto”). Después de ver Exodus, no se puede dejar de dar vueltas a esta idea por muy bien resuelta que esté y la puesta al día de la historia. Es decir, se cambian detalles para hacerlos más creíbles en el siglo XXI y mostrar las plagas como algo científico y plausible, y el paso por el Mar Rojo como un efecto de mareas y tsunamis. Las apariciones divinas de Moisés no dejan de recordarnos que tienen algo de psicológico más que de real, y que  está más relacionado con el cambio interior que se produce cuando Dios se nos ha revelado para someternos a un cambio profundo (en este sentido Moisés es al inicio un guerrero valiente alejado de la figura mística que conduciría al pueblo).

Porque no se puede negar el esfuerzo de Scott en que la cinta tenga buena presencia. Renunciando a los efectos digitales actuales (la famosa pantalla verde con la que se pueden recrear escenarios y pirotecnia variada), el diseño de producción es más real que nunca. Al igual que en Gladiator, tenemos un inicio legendario, con batallas que nos introducen en la historia, para ir luego mostrándonos la historia épica de un hombre que fue guiado por la mano de Dios para ser pastor de su pueblo. En este sentido, un siempre formidable Christian Bale está más que correcto. Hace olvidarnos en algunos momentos que ha sido un superhéroe y un psicokiller, de la misma que la barba postiza de Charlton Heston no impedía que viéramos al vaquero o policía de los años cincuenta y aún así no nos importaba. Y aunque su actuación puntúa en niveles elevados, en ocasiones es superado por su réplica en pantalla de Ramses, el australiano Joel Edgerton (que éste sí que nos hace olvidarnos de Yul Brinner), transmitiéndonos todos los matices posibles para que no caigamos en la trampa de culparle como villano de la función; hasta el propio Dios se muestra más cruel y sanguinario que él.

Sin embargo, y a pesar de todos los esfuerzos, se nota alguna carencia en Exodus, precisamente por ser una historia mil veces contada. La sensación de que aporta poco y que faltan pasajes que hemos visto en otras cintas es latente en toda la cinta. La acción de las batallas no pega mucho para un personaje religioso como Moisés, a pesar del cambio moral que sufre durante el metraje y que no nos acabamos de creer. Los secundarios están igual de desaprovechados, y se echan en falta más minutos de Sigourney Weaver o John Turturro, por ejemplo. Quizás sea porque a mí Gladiator nunca me llegó a entusiasmar (aunque reconozco su grandeza), y todo lo que sea repetir ese éxito a base de copiar sus fórmulas no me acaba de convencer. Con todo, recomiendo ver este Exodus que llega al notable raspado (por ser el director y el protagonista quienes son), siendo una buena opción para estas fiestas navideñas que se acercan ahora, y por la sequía de títulos que lleva asolando la cartelera los últimos meses. Pero que no quita la sensación de añoranza de los grandes clásicos de Ridley Scott y su aportación tempranera a la ciencia ficción.

Calificación: Buena

Lo Mejor: El diseño de producción, y el personaje de Joel Edgerton que no desentona ante un Christian Bale siempre correcto.

Lo Peor: La sensación de una historia que tiene poco que aportar al género.

La vería de nuevo: Puede.

La Recomiendo: Sí, a pesar de todo no está mal.

Películas similares: Los Diez Mandamientos, El príncipe de Egipto, La pasión de Cristo, Noé, El reino de los cielos, Gladiator.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1528100/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Los tres días del cóndor (revisión)

los tres dias del condor2 poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Three days of the condor

Año: 1975

Director: Sydney Pollack (Tootsie, Memorias de África, La tapadera, La intérprete)

Guión: Lorenzo Semple Jr, David Rayfiel

Basado en el libro ‘Six Days of the Condor”, de James Grady

Música: Dave Grusin

Fotografía: Owen Roizman

Reparto

  • Robert Redford
  • Faye Dunaway
  • Cliff Robertson
  • Max Von Sydow

De vez en cuando no está de más echar la vista atrás y analizar clásicos modernos, películas que fueron rompedoras en su momento y de las cuales la influencia en el género de las actuales está todavía patente. Y para el aficionado al género de espías, tras las cintas de Hitchcock en la época dorada del cine, y las de 007 a partir de los 60, tenemos el cine conspiranoico que se inauguró en los 70 con “Los tres días del cóndor”. De hecho hoy en día tenemos todo un subgénero donde el argumento no es un superespía que trabaja solo conquistando mujeres y salvando al mundo de maneras inverosímiles, sino que se nos muestran las cloacas del sistema, las operaciones encubiertas y los tejemanejes de los gobiernos occidentales para mantener el status quo de primeras potencias. Ya sea mostrando el lado lúdico como las cintas de Bourne, o el lado serio y realista (Syriana, Red de mentiras, Argo, Zero Dark Thirty). Pero todo esto empezó con la cinta de Sydney Pollack que trajo las conspiraciones propias de los 70 (el escándalo Watergate estaba en su punto álgido) suponiendo el fin de la inocencia de la sociedad americana. Los malos ya no eran tan malos y los buenos podían ser tan malos como los que más, y el enemigo podía estar dentro de la casa. La crisis energética del petróleo había demostrado un nuevo tipo de crisis económica y social, y esto añadía un nuevo prisma a la complejidad de las relaciones internacionales.

Joseph Turner es un analista de la CIA que trabaja en un piso franco de Nueva York con varios compañeros más. Su trabajo consiste en leer todo tipo de libros y publicaciones para descifrar conspiraciones ocultas y tramas inverosímiles que se podrían aplicar a las operaciones encubiertas de la agencia. Su labor, por tanto, se limita a la de simple rata de biblioteca sin ninguna experiencia militar o de combate como agente de campo. Pero un día vuelve del almuerzo y se encuentra a todos sus compañeros asesinados. Tras este golpe de suerte que le salva la vida, se pone en contacto con sus superiores de Washington para informarles del trágico suceso y que le pongan a salvo. Sin embargo, tras ser víctima de nuevos intentos de asesinato se da cuenta que los responsables están más infiltrados en su propia organización de lo que creía, y el peligro de una conspiración dentro de la CIA hará que Turner agudice el ingenio para sobrevivir como simple aficionado en un mundo de sicarios y asesinos a sueldo profesionales.

Reconozco que como aficionado al género no tenía muy localizada esta película, tal vez porque siempre la confundía con “Todos los hombres del presidente”, también con Robert Redford y de la misma época y estética, aunque en vez de espías y CIA tenemos periodistas y Watergate. Pero resulta que esta película es clave en el género desde hace 40 años por ser un punto y aparte, y sentando a la vez lo que fueron las nuevas bases del espionaje a partir de ese momento. Es fundacional y a la vez continuadora del cine de Hitchcock, y tiene un toque setentero que resultó bastante innovador para la época. La música distorsionada con sintetizadores, los peinados a base de litros de laca y los pantalones acampanados, y una tecnología que hoy nos hace sonreír pero que el espectador del momento tuvo que frotarse los ojos (atentos al escáner automático de libros y los ordenadores que codifican la información). Los más superficiales considerarán que esta película ha envejecido mal por estas razones (los mismos que puedan decir que Ridley Scott erró al considerar que en 2019 tendríamos coches voladores tal como aparecen en “Blade Runner”) pero si obviamos la estética lo que nos queda es una cinta con muy mala leche, con un final agridulce y abierto, y toda una crítica al gobierno que maneja los destinos de occidente desde hace casi un siglo. Es cierto que peca de cierta inocencia e infantilidad en algunos momentos: la relación de Redford con Faye Dunaway está metida con calzador y su papel es de mujer florero clarísimo. Eran los 70 y la revolución femenina no había hecho más que comenzar, todavía quedaba mucho camino para que los papeles de mujeres en el cine superasen el ser meras comparsas decorativas en la trama. O por ejemplo la adaptabilidad de Robert Redford para pasar de mero ratón de biblioteca a hombre de recursos frente a asesinos y espías experimentados (el momento en que cruza las llamadas de teléfonos es poco creíble).

Pero si contextualizamos la película en su época adecuada, podremos disfrutar de un Nueva York que hoy en día ya no se puede ver (esa sucursal de la CIA en las torres gemelas) y que es un personaje más, con sus alcantarillas humeantes y sus callejones con cubos de la basura metálicos (donde puede ocurrir cualquier trapicheo a punta de pistola), sus puentes conectando Manhattan con el resto de barrios,… También tenemos alguna pelea memorable sin necesidad de los artificios de explosiones y persecuciones habituales, y Pollack no tiene necesidad de ser excesivamente explícito con la violencia mostrada en pantalla. Los fallecimientos de algunos personajes impresionan sin más florituras, y dan ese toque a la cinta para que nos la tomemos en serio.

Por el contrario, a pesar que Dunaway luce bien en pantalla, resulta muy forzado su personaje y las interacciones con el de Redford, digamos que es lo más débil de la cinta y lo que le resta enteros a su nota final. Gracias a ella avanza la trama y nos tomamos un respiro gracias al giro argumental de tener que explicarla la situación, pero podría haber sido de un modo más fluido. Redford está genial, como siempre; llenando la pantalla con su sola presencia e interactuando con el resto de secundarios como Cliff Robertson (famoso por ser años mas tarde el famoso tío Ben de Peter Parker en “Spiderman”) o un sobresaliente Max Von Sydow, con unos diálogos finales con Redford impresionantes. Y aunque la escena del ascensor se sostiene con palillos (tiene poco sentido), por lo menos crea la tensión necesaria en una cinta de estas características.

En resumen, cinta muy recomendable para el público en general e imprescindible para el amante del género en particular, fundamental para entenderlo de aquí en adelante. Muy superior a la posterior cinta de Pollack “La intérprete”, donde los defectos que aquí se vislumbran pero se pasan por alto, allí se acentúan y lastran la cinta protagonizada por Nicole Kidman.

 Calificación: Muy buena

Lo Mejor: El planteamiento de la trama resulta fundacional en el género.

Lo Peor: El personaje de Dunaway es poco creíble con los cánones de hoy en día

La vería de nuevo: Sí.

La Recomiendo: Sí

Películas similares: Todos los hombres del presidente, La intérprete, El caso Bourne, Misión Imposible, Syriana, Red de mentiras, Argo, Zero Dark Thirty

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0073802/combined

Tráiler en You Tube (inglés):

[http://youtu.be/hq_NjOePAC4]

 

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Película – Boyhood

Boyhood poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Boyhood

Año:

Director: Richard Linklater (Antes del amanecer, Antes del atardecer, A Scanner Darkly)

Guión: Richard Linklater

Música: Megan Currier, Randall Poster

Fotografía: Lee Daniel, Shane F. Kelly

Reparto

  • Ellar Coltrane
  • Ethan Hawke
  • Patricia Arquette
  • Lorelei Linklater

En 2002 Richard Linklater reunió a un grupo de actores (incluyendo un niño de siete años elegido en un casting entre varios cientos) para realizar uno de los experimentos cinematográficos más especiales que haya podido alumbrar el séptimo arte. Durante doce años, juntaría a todos los actores una semana para rodar unas pocas escenas de una película que fuese mostrando el paso del tiempo y el cambio físico que supone ver crecer al mismo personaje sin maquillaje ni actores distintos para cada época. No sé si habréis visto el video en Internet de un chico que se hizo una foto al día durante varios años y luego las montó juntas resultando un video de pocos minutos espectacular; o seguro que tenéis en mente cualquier serie de TV de éxito que dure varias temporadas, en las que vemos el crecimiento físico de los actores infantiles año tras año. Pues bien, aquí tenemos el mismo efecto conseguido en formato película con su argumento, su montaje y su puesta en escena. El resultado es que el rodaje de esta película se ha prolongado de 2002 a 2014, y es ahora cuando se estrena esta crónica del paso de la infancia a la juventud rodada en tiempo real, y donde asistimos con asombroso pasmo a un viaje iniciático de los protagonistas al mundo de su propio crecimiento (o envejecimiento, según se mire).

Mason es un niño de siete años hijo de divorciados. Tanto él como su hermana mayor fueron errores de juventud de sus padres, quienes intentan proseguir con sus vidas mientras les intentan criar lo mejor que pueden. El padre, buscavidas sin oficio ni beneficio, con un coche deportivo americano de los años 70, les inculca lo mejor de la vida los ocasionales momentos que pasa con ellos. La madre, más responsable y madura, se dedica a acabar sus estudios universitarios mientras intenta rehacer su vida con nuevos y fallidos amores. Desde los años de escuela de Mason hasta su entrada en la universidad, seremos testigos mudos de sus cambios de ciudad, de los diferentes amigos que pasarán por su vida, de los distintos hogares en los que parará su madre, y de sus primeros amores así como decepciones amorosas. Todo ello a base de pequeños retazos, de momentos y escenas puntuales, de un costumbrismo inusitado que no se centra en acontecimientos centrales sino en las conversaciones cotidianas que podemos tener en cualquier momento pero que son las que nos van forjando nuestras personalidades poco a poco sin saberlo.

Richard Linklater ya nos tenía acostumbrados a sus experimentos centrados a festejar la cotidianeidad del paso del tiempo en el cine. Suya es esa curiosa trilogía de un amor que se va encontrando cada nueve años de manera casual: “Antes del amanecer”, “Antes del atardecer” y “Antes del anochecer” y protagonizada por el mismo Ethan Hawke de aquí. De una inicial película etérea y platónica que nos narra la relación soñadora de dos desconocidos que deciden pasar una impulsiva noche en Viena, se nos obsequia con sendas secuelas con los mismos personajes que nos muestra la evolución en su madurez y en la de los propios actores y el director; para dar paso al triunfo de la realidad sobre lo pasional en una reflexión contada tras 20 años de intervalo temporal.

Pero es que en Boyhood ha ido más allá, y este proyecto personalísimo supone casi tres horas de apabullantes imágenes cuya mera sucesión sin apenas aspavientos dramáticos logra conmover tan solo con los cambios físicos de los protagonistas. Al igual que en la trilogía “Antes del…”, no esperéis grandes momentos argumentales en la trama. Salvo alguna escena concreta relacionada con los nuevos amoríos de la madre, la grandeza de esta cinta está en el encadenamiento de conversaciones fluidas, reflexiones que tienen los protagonistas entre ellos, momentos cotidianos sin deriva dramática. No vemos el momento en que se divorcian los padres, ni sabemos los motivos; no vemos el primer beso ni el primer encuentro sexual del protagonista; no vemos en qué momentos los padres rehacen sus vidas con nuevas personas, ni cuándo ni porqué cambian de trabajo. A modo de documental, se nos presentan las situaciones conforme pasan los años, y vamos aprendiendo de ellas por los datos al azar que se desprenden de charlas casuales. Una compañera que da un paseo al salir de clase con el protagonista, una acampada con su padre, unas cervezas con un grupo de amigos: cualquier situación que no se salga de lo corriente sirve para apreciar la evolución que se produce en el viaje iniciático de cualquier persona que busque su lugar en el mundo en el difícil tránsito de la niñez a la madurez.

Boyhood evolucion

Es posible que en algún momento esto se vuelva pesado para el que busque una narración convencional de una película más al uso (con el planteamiento de sus conflictos y sus resoluciones); y es que lo que es “acción”, hay poca (en el sentido de que pasan pocas cosas), pero es que el mero hecho de encadenar años de una vida aporta una carga de significado contextualizado que es el que le da la coherencia a la película. El tono es el mismo al empezar el rodaje que cuando finaliza doce años después (una de las cosas que tenía claro el director desde el principio era cuál iba a ser la última escena de la cinta). Al no enfatizar las desgracias de los momentos más ásperos, “Boyhood” presenta una humildad inusitada para la grandeza de este proyecto, y ése es de hecho el punto fuerte de esta pequeña joya. Al igual que con los cortes de pelo de los personajes, también el espectador va creciendo en madurez con los cambios que se describen. Valga como ejemplo los distintos videojuegos a los que juega el protagonista, la ropa, el cine (Star Wars o el fenómeno de Harry Potter), la política (Bush u Obama) o la música, todo un viaje por la sociedad de estos últimos años donde se nos muestra que también nosotros envejecemos y evolucionamos, al igual que Mason. Y que la suma de los pequeños momentos también nos impactan en nuestro moldeo como personas.

La acertada elección del niño protagonista, su hermana y la solvencia de los protagonistas adultos (Ethan Hawke y Patricia Arquette) ayudan a la grandeza del proyecto grandioso pero a la vez humilde que es “Boyhood”. Quizás no sea una cinta del agrado de todos, puesto que el espectador impetuoso la encontrará algo lenta en su desarrollo; por otro lado, la crítica especializada la está encumbrando a los altares de las obras maestras. Si nos posicionamos en un punto medio, podemos decir que es una gran película que merece ser descubierta, sólo por lo innovador de su propuesta.

Calificación: Muy buena

Lo Mejor: La belleza está en los pequeños momentos.

Lo Peor: Que el espectador convencional hambriento de acontecimientos no sepa entenderla.

La vería de nuevo: Puede

La Recomiendo: Sí, por lo menos merece ser vista por su planteamiento innovador.

Películas similares: Antes del amanecer, Antes del atardecer, Antes de anochecer

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1065073/fullcredits

Tráiler en You Tube (español):

 

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Película – El juez

el juez poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: The Judge

Año: 2014

Director: David Dobkin (Fred Claus, De boda en boda)

Guión: Nick Schenk, Bil Dubuque

Música: Thomas Newman

Fotografía: Janusz Kaminski

Reparto

  • Robert Downey Jr
  • Robert Duvall
  • Vera Farmiga
  • Billy Bob Thorton
  • Vincent D’Onofrio
  • Jeremy Strong

Otra de esas películas que en principio uno no tendría en mente ir a ver, en parte por su escasa publicidad (y eso que tiene grandes actores-reclamo), en parte por no ser de un género atractivo para las multisalas. En efecto, “El juez” es un melodrama de manual, con todos los ingredientes para sufrir por las desgracias de los protagonistas que no se basan ni más ni menos que en el día a día que nos podría pasar a cualquiera. Camuflada como thriller judicial al estilo de “Algunos hombres buenos”, tiene la fabulosa cualidad de hacer que la coartada judicial sea lo suficientemente atrayente como para que no nos despeguemos de la butaca, mientras se nos despliega una tragicomedia humana y familiar (porque también presenta momentos desternillantes) que va enganchando de manera gradual, de modo que al final no nos interesa el destino último del juez, sino por la deteriorada relación paterno filial presentada. No tiene un “happy end” como nos tiene acostumbrado Hollywood en general, y eso es otro punto a favor de esta pequeña joya de pocas pretensiones pero sorprendente resultado. Y más sorprendente si investigamos la filmografía de su director, David Dobkin, especializado en comedias gamberras de poco recorrido comercial de ésas en las que salen actores como Vince Vaughn u Owen Wilson. Ya con eso digo todo, y es por eso que, viendo el resultado final de “El juez”, resulta difícil encuadrarle en ese tipo de cine.

Hank Palmer es un abogado de éxito de Chicago, aunque su vida familiar no pasa por su mejor momento debido a su deteriorada relación con su mujer. Debido al fallecimiento de su madre, se ve obligado a volver por unos días a Carlinville, su pueblo natal, una idílica población de Indiana, uno de esos sitios donde todo el mundo se conoce y se saluda por la calle. Pero Hank hace años que no pisa por la casa de su familia, dado que la relación con su padre, el juez titular del condado, es tensa y agria. Hank no siempre fue el aplicado estudiante de derecho y siempre se culpó por el accidente que frustró la carrera de baseball de su hermano mayor. Y su padre es un hombre de leyes duro e inflexible con un carácter no siempre fácil de sobrellevar. Ambas personalidades antagónicas chocarán entre sí cuando el coche del juez aparezca con una abolladura, y le acusen del homicidio de un antiguo delincuente del pueblo al que el juez no pudo encarcelar por un motivo extrajudicial. En ese momento, el mejor abogado de la gran ciudad deberá defender al juez más inflexible del condado, aunque para ello padre e hijo deberán limar las asperezas acumuladas durante años y retomar una relación anquilosada por el orgullo y la soberbia.

Aunque “El Juez” no es la película dramática definitiva por la que será recordado Robert Downey Jr., sí que es un buen hito en su carrera. Una demostración de porqué el actor que sorprendió en “Chaplin” y se malogró con las drogas y la justicia ha conseguido reflotar su carrera en los últimos años gracias a Iron Man y Sherlock Holmes. La verdad es que su personaje es de lo más atractivo y seductor, un abogado implacable de gran rapidez mental y léxico fluido y poderoso, a veces con gran poder de deducción (al estilo del personaje de Holmes), contrapunto perfecto de la ingenua e idílica comunidad en donde el resto de los suyos decidieron seguir viviendo. Tanto su personaje como los demás están perfectamente perfilados a base de retazos y golpes de carácter, donde vamos adivinando poco a poco la historia personal detrás de cada uno. Desde el matrimonio fracasado del protagonista, su amor por su hija y sus amores de juventud, hasta su pasado macarra y su tensa relación con su padre. También tenemos al hermano mayor con su carrera deportiva truncada (Vincent D’Onofrio), al hermano pequeño con su ligero retraso mental y su amor por las grabaciones en super 8 (un Jeremy Strong que hace un personaje delicioso y emotivo, todo hay que decirlo; suyo es el momento íntimo en que Hank se enfrenta a su madre fallecida y que captura con su cámara). Y al patriarca de la familia, el juez que da nombre a la película, un Robert Duvall perfectamente acorde con la edad y autoridad que representa el personaje. Enfermo tanto por dentro como por fuera, autoritario y respetable, idealista y coherente. Hay actores que envejecen muy bien y escogen papeles que les vienen muy bien a su edad y condición. El trío de interpretaciones lo completa un sobrio y comedido Billy Bob Thorton, gélido tal y como lo exige su papel. Y acierto también lo es una Vera Farmiga que cada vez sale más del tipo de papeles de secundaria semidesconocida, para hacerse un hueco en la retina del espectador medio.

Porque el punto fuerte de la cinta no es sólo el ramillete de interpretaciones que nos obsequia el realizador. También tenemos una mezcla de drama y comedia muy de agradecer y que están integrados perfectamente en la trama, así como el toque justo de intriga judicial que no disimula ni distrae el desarrollo del género en que se mueve. Y unos planos de cámara que enfatizan determinados momentos de los actores (esos momentos de superioridad del fiscal en el juicio). Es por todo esto, por lo que “El juez” resulta una sorpresa francamente agradable que recomiendo ver.

Calificación: Buena

Lo Mejor: Robert Downey Jr. en su mejor momento, enfrentándose a Robert Duvall y Billy Bob Thorton sin complejos. El resto de secundarios, y la mezcla de drama y comedia tan bien avenida (es tan fácil reir como llorar viendo esta cinta).

Lo Peor: Comprobar la carrera fílmica del director.

La vería de nuevo: Sí

La Recomiendo: Sí

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1872194/

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Watchmen (revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Watchmen

Año: 2009

Director: Zack Snyder (300, El hombre de acero)

Guión: Alex Tse, David Hayter

Basado en el cómic de Alan Moore y David Gibbons

Música: Tyler Bates

Fotografía: Larry Fong

Reparto

  • Jackie Earle Haley
  • Patrick Wilson
  • Billy Cudrup
  • Jeffrey Dean Morgan
  • Malin Akerman
  • Matthew Goode
  • Carla Gugino

En 2009 se decidió llevar a la gran pantalla una de las novelas gráficas más importantes de todos los tiempos. Se trataba del cómic que cambió la manera de ver el género, con el que perdió la inocencia y pasó a ser para adultos, sin significar eso pornografía o violencia. Se trata de la obra magna de Alan Moore, un cómic editado en 12 números en 1986 que revolucionó el género no sólo por el argumento o temas que trataba, también por el uso estilístico de la imagen y el dibujo o los trucos metalingüísticos insertados en la trama. De esta manera, tenemos cómics dentro del cómic; páginas dibujadas de manera simétrica entre ellas; flashbacks continuos y revolucionarios; narraciones en viñetas que se corresponden a otras escenas pero que cobran dobles significados por el mero hecho de estar descontextualizadas; una historia desmitificadora del superhéroe clásico de toda la vida… Toda una obra maestra compleja que usaba al 120% las capacidades del dibujo impreso para innovar y darle la vuelta a mitos como Superman, Batman, el Capitán América, etc. Es por ello que la trasposición al cine de esta historia no ha estado nunca exenta de problemas y polémicas, tanto por el lado del autor del cómic (quien nunca ha querido que se prostituyese su obra) como por directores que se han visto abrumados por la cantidad de guiños y detalles inadaptables al celuloide.

Y es que, como siempre digo, literatura (o cómic en este caso) y cine son lenguajes artísticos diferentes, y lo que en uno triunfa, en otro no tiene porqué hacerlo; y más cuando hablamos de obras revolucionarias cumbres en un género. Es por ello que hubo mucho recelo y desconfianza cuando este proyecto empezó a cobrar forma después de varios años en dique seco. Pero Zack Snyder ya había demostrado músculo con la adaptación de otra novela gráfica, 300, saliendo muy bien parado del periplo. Y aunque Watchmen como película tiene momentos en que se desinfla, la mayor parte de la trama le hace justicia al cómic y resulta solvente, si tenemos en cuenta de donde proviene la historia original. De hecho, el nivel de detalles y guiños a la novela gráfica es bastante exhaustivo; y, al igual que ésta, se exige volver varias veces a disfrutar de la obra para captar todos los matices. La lástima es que los revisionados de una película no son tan gratificantes como en una novela, pero digamos que la adaptación al cine, sin ser una obra maestra, resultó bastante digna en este caso.

Estamos en un 1985 alternativo y distópico. La historia, tal y como la conocemos, fue alterada por un grupo de superhéroes llamados los Watchmen, que surgieron a imitación de otro grupo de los años cuarenta llamado Minutemen. Estos superhéroes decidieron ponerse máscaras y luchar contra el crimen, y entre ellos tenemos al Dr Manhattan (el único con superpoderes, un físico de partículas que tuvo un accidente de laboratorio y se convirtió en un ser superior capaz de controlar la materia a su antojo), al Búho Nocturno (un aventurero con dinero suficiente para crear artefactos que le ayuden en la lucha contra el crimen), a Espectro de Seda (una atractiva luchadora de armas tomar), a Ozzimandias (otro joven adinerado con un coeficiente intelectual altísimo, apasionado de la cultura clásica y admirador de Alejandro Magno) a Roscharch (un encapuchado idealista y violento que usa una máscara que simula las manchas del test de psicoanálisis del mismo nombre) o al comediante (un psicópata que trabaja para el gobierno y que ve la sociedad americana como una broma). Precisamente la historia empieza con la muerte de este último, y el resto del grupo se pone sobreaviso ante algún tipo de ajuste de cuentas de los otrora héroes enmascarados. Gracias a la aparición de los Watchmen y del Dr. Manhattan principalmente, los EEUU consiguieron ganar la guerra de Vietnam en los setenta y Richard Nixon fue reelegido sucesivamente como presidente del país. La historia, por lo tanto, cambió en ese punto de tal manera que en 1985 la Unión Soviética está al borde del enfrentamiento nuclear con los USA. Todo esto hace degenerar la sociedad americana a un nivel de paranoia nunca visto, y mientras los Watchmen se vuelven a reunir para investigar el asesinato del Comediante, el reloj del juicio final que mide la posibilidad de extinción de la raza humana se sitúa más cerca que nunca de las doce de la noche. ¿En qué acabará todo? Y sobre todo… ¿quién vigila a los vigilantes?

Desde luego que a Watchmen hay que reconocerle una capacidad de detallismo exhaustivo que no desmerece la novela gráfica en la que está basada. Desgraciadamente, esto funciona perfectamente en los primeros compases de la película, pero luego se va desinflando como un globo que pierde aire lentamente. Los brillantes títulos de crédito (precisamente de lo poco que no estaba en el cómic) al ritmo de Dylan, es lo mejor de la cinta, toda una declaración de intenciones. Ya desde ahí vemos el universo alternativo que nos brinda la historia, mediante icónicas imágenes modificadas de los últimos cincuenta años. Sin embargo, durante dos horas y media la trama se presenta poco amigable y confusa para el no iniciado en la novela, que es el mayor de los pecados que una película puede cometer con sus espectadores, entre los que no pueden ni se deben hallar los incondicionales del cómic. Es por ello que al final podamos tener una cierta sensación de atropello y asfixia ante lo que estamos viendo; lo que en papel impreso nos permite reposar siempre que queramos posponer la lectura para otros momentos, en cine nos obliga a tragárnoslo del tirón y a digerirlo en poco tiempo.

Entre medias, aunque la visión del Apocalipsis nuclear y de la guerra fría quede un poco anacrónica en los tiempos que vivimos, la degradación moral que muestra la historia de la película podría tener su equivalencia en el mundo post 11 de septiembre que nos hemos encontrado después (y no nos olvidemos que en un plano Zack Snyder cuela a las torres gemelas). Y la deconstrucción y desmitificación de las historias de superhéroes que plantea Watchmen (ya sea la novela o la película) tampoco es baladí y solo por eso merece la pena asomarse a esta visión del aventurero enmascarado.

Calificación: Entretenida/buena

Lo Mejor: La secuencia inicial con música de Dylan; el nivel de detalle a la hora de trasvasar una novela gráfica “inadaptable”.

Lo Peor: Demasiada condensación en la historia; un maquillaje que acartona demasiado a los personajes para simular su envejecimiento con el paso de los años.

La vería de nuevo: Sí, tiene muchas aristas que entender.

La Recomiendo: Sí, para el entusiasta de los cómics

Películas similares: Kick Ass, El caballero oscuro

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0409459/

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Película – Perdida

perdida poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Gone Girl

Año: 2014

Director: David Fincher (Seven, El club de la lucha, La Red Social, El curioso caso de Benjamin Buton, Millenium)

Guión: Gillian Flynn

Basado en el libro Gone Girl, de Gillian Flynn

Música: Trent Reznor, Atticus Ross

Fotografía: Jeff Cronenweth

Reparto

  • Ben Affleck
  • Rosamund Pike
  • Neil Patrick Harris
  • Tyler Perry
  • Carrie Coon
  • Kim Dickens
  • Sela Ward

Ante nosotros tenemos la última película de David Fincher, convertido en realizador de culto por sus sobresalientes y personalísimas películas, y uno de mis favoritos del panorama actual. Ya he reseñado varias de sus películas aquí y la verdad es que algunas de ellas han alcanzado la categoría de obras maestras instantáneas (La Red Social), otras han supuesto la demostración de la maestría en el género suspense-policíaco (Los hombres que no amaban a las mujeres) y otras han levantado tanto perplejidad como admiración en su estreno (El club de la lucha). También hay algunas películas de Fincher que te dejan con un sabor de boca agridulce, por la complejidad de la trama o del planteamiento narrativo como por su resolución, dejándote sin saber que pensar una vez se encienden las luces de la sala y siendo necesario reposar lo visto por lo menos un par de días. Pasó con Zodiac (2007) y pasa también con ésta, cintas en las que a primera vista no hay demasiada complejidad argumental pero que conforme avanza el metraje, los detalles se acumulan y los matices pueden llegar a pasar inadvertidos, mientras nos esforzamos por asimilar la información que nos ofrece el realizador.

En este caso, David Fincher ha optado por adaptar la sorprendente novela de Gillian Flynn sin modificar el planteamiento principal y la estructura argumental de la misma. Para poder trasvasar los giros argumentales al lenguaje cinematográfico, ha sido la misma escritora la que se ha reservado las funciones de guionista de la cinta, con lo que nos garantizamos de esta forma que la película no traicionará los principios del libro, a diferencia de lo que suele ocurrir en la mayoría de los casos.

Es el día en que se cumple el quinto aniversario de boda de Nick y Amy Dune. Al llegar a casa Nick ve que hay muebles rotos pero ni rastro de su mujer, lo que supone indicios de secuestro. Inmediatamente notifica a la policía el asunto y en las pesquisas iniciales los inspectores observan una actitud poco usual en el marido, así como escaso conocimiento sobre la vida social de su mujer. A través de flashbacks empezamos a ver que no se trataba de un matrimonio modélico y que los problemas financieros y de confianza acechaban a la pareja, y pronto el asunto se convierte en dominio público. Las distintas televisiones, los programas de entrevistas, las redes sociales y los foros de Internet se convierten en el sitio propicio para que la opinión pública diseccione a la aparentemente feliz pareja y juzgue a Nick como el posible culpable de la desaparición de su esposa. Pronto empezará a sobrevolar la acusación de homicidio sobre el marido mientras los giros argumentales se suceden uno tras otro para llevarnos a un final sorprendente e inesperado.

Comentaba que la cinta te deja un sabor agridulce al salir del cine, y es que uno no sabe que pensar una vez acabada la proyección. Lo que durante buena parte de la trama se nos presenta como una película de intriga y suspense al más puro estilo Hitchcock, con un protagonista que oscila a los ojos del espectador entre la culpabilidad y la inocencia absoluta, en un determinado momento el argumento da varios giros inesperados para cambiar el tono de misterio y hacerlo más inverosímil si cabe. Éste es para mí el mayor defecto de la película: la sorpresa de guión se hace demasiado pronto y con bastante metraje por desarrollar. Si en la obra maestra de Hitchcock, Vértigo, el personaje de Kim Novak optaba por explicar por carta la gran sorpresa de la película (en un monólogo interior que sólo servía como guiño y aclaración al espectador), esta revelación argumental se hacía en el último tercio de la película y a partir de ahí todo iba cuesta abajo y sin frenos. Sin embargo, aquí Fincher nos revela el gran secreto demasiado pronto, en la mitad de la trama. Hecho con la intención de no desviar la atención en los giros argumentales y centrarnos más en las reflexiones acerca del matrimonio y del nivel de conocimiento que tenemos de nuestra pareja; o en las disquisiciones acerca del poder de la opinión pública, y de la capacidad de juicio que tenemos las personas de a pie basada el bombardeo de información y confusión que suponen las redes sociales en nuestras vidas. El poder que tiene un programa de televisión que da opinión sesgada de las noticias, una sonrisa nerviosa captada en un pequeño instante de bombardeo fotográfico, o un selfie en un momento poco apropiado, son elementos que confunden a las masas e inducen a la formación de opiniones erróneas (y alimentado con nuestra insana costumbre de prejuzgar sin conocimiento).

El problema es que llega un momento en que todas las sorpresas de guión pecan de inverosímiles conforme va pasando el metraje y no se resuelve la trama. Mostrándonos un exhaustivo nivel de detalle en la investigación policial de la esposa desaparecida, cuesta creer luego todo lo que ocurre sin que queden flecos sueltos en el argumento, por el citado interés de Fincher de centrarse en otras reflexiones. Es decir, que a la cinta le sobran minutos y le falta capacidad de resolución. Si se centrara un poco en su tono, quizá funcionaría mejor como cinta de thiller en vez de perderse en el melodrama. Y ni la hierática pose de Ben Afleck, que le servía para el papel que hacía en Argo, le ayuda aquí a remontar la película en un papel de marido abrumado por las circunstancias. Al menos se salva la banda sonora, que desborda de intriga momentos puntuales (demasiados) de la cinta.

Calificación: Entretenida/pasable

Lo Mejor: La sorpresa argumental de la cinta

Lo Peor: Que esa sorpresa ocurre demasiado pronto

La vería de nuevo: Sí, pero sólo para ver si mi impresión inicial estaba equivocada.

La Recomiendo: Sí

Películas similares: Zodiac, Lo que la verdad esconde

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2267998/combined

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Película – El niño

El niño poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: El niño

Año: 2014

Director: Daniel Monzón (El corazón del Guerrero, Celda 211)

Guión: Daniel Monzón, Jorge Guerricaechevarría

Música: Roque Baños

Fotografía: Carles Gusi

Reparto

  • Luis Tosar
  • Jesús Castro
  • Eduard Fernández
  • Sergi López
  • Mariam Bachir
  • Bárbara Lenie
  • Ian McShane
  • Luis Motilla
  • Jesús Carroza
  • Mousa Maaskri

Como suele pasar con las películas producidas por determinado grupo audiovisual español, de vez en cuando tenemos una avalancha mediática del último gran bombazo del cine español, siempre carente de grandes taquillazos que destaquen por sí mismos. En esta ocasión, el ex-crítico de cine Daniel Monzón sigue puliendo su estilo y mejorando su obra con este thriller policíaco de sugerente trasfondo. Con una mediocre inicial ópera prima (El Corazón del Guerrero), deslumbró a propios y extraños con la fabulosa “Celda 211” (pura intriga carcelaria con algún altibajo en su ritmo pero que en general rindió a niveles muy altos de calidad). Ahora tenemos esta incursión en el mundo del narcotráfico sureuropeo/norteafricano con persecuciones policíacas al más puro estilo Hollywood (salvando las distancias, no hay que pedir peras al olmo) y con un plantel de actores que aprovecha las mejores interpretaciones de veteranos consolidados (Luis Tosar, Eduard Fernández), recupera algún exiliado del cine francés (Sergi López) y brinda la gran oportunidad a jóvenes noveles y desconocidos (Jesús Castro). Y a mí que no me apasiona demasiado el cine español por su falta de acierto a la hora de combinar el cine de género con temas exclusivamente patrios (ya comenté que solo Amenábar y pocos más consiguen trascender las tramas bizarras y ofrecer entretenimiento que arrastren a la gente al cine), he de decir que en muchos momentos “El Niño” sabe dar en la tecla para cautivar con la mezcla de imágenes, argumento y personajes. Por fin se usa de una vez historias reconocibles sacadas de nuestros periódicos, para envolver una intriga con las dosis de acción justas sin decaer en su atractivo (¡y que no se queda a medio camino como las cintas de Enrique Urbizu y su “No habrá paz para los malvados”!).

El estrecho de Gibraltar, el punto más al sur de la península ibérica es una encrucijada de narcotráfico y contrabando donde se juntan dos continentes y tres países distintos (España, Reino Unido y Marruecos). Desde el punto de vista de un policía y su compañera, vemos la labor de los agentes de aduanas por frenar el trabajo de las bandas organizadas que operan al más alto nivel, así como de los trapicheos iniciáticos de todos aquellos jóvenes que buscan dinero fácil. Es aquí donde tenemos a un ambicioso chaval del sur apodado “El Niño”. Con su moto naútica, le encanta recorrer a diario las aguas del estrecho que separan los dos continentes sólo por diversión. Siendo consciente de su habilidad para moverse por estas zonas extremadamente vigiladas, decide hacer del contrabando su modo de vida y junto con un amigo (“El Compi”) se alía con un joven marroquí (Rachid) que les pone en contacto con las mafias del norte de África que controlan todos los movimientos de hachís. Lanchas rápidas y helicópteros de la policía, contrabando y narcotráfico, traiciones y engaños, doble juego e infiltrados… y sobre todo la joven hermana de Rachid, Amina, que fascina al Niño y le da motivos para que éste piense que, por una vez, quizás las cosas no sean un juego y merezca la pena pensar en un futuro más estable y menos peligroso.

La mayor gracia de esta “El Niño” es su habilidad para coger unos escenarios exóticos pero a la vez cercanos, y usarlos como trasfondo argumental que reviste de romanticismo al conjunto. Son habituales los momentos en los que la cámara se recrea con el paisaje en segundo plano, ya sea con el peñón al fondo, la zona portuaria, las aguas calmadas del estrecho que son el punto de encuentro entre un mar y un océano, o la pintoresca puerta al continente africano que es Marruecos. Todo ello con el oportuno simbolismo que supone la confluencia de dos mundos separados por pocos kilómetros. Ya se abordó este tema con la novela de Fernando Lalana “Morirás en Chafarinas” y su decente adaptación cinematográfica, donde teníamos una intriga cuartelaria en Melilla con los ingredientes exóticos adecuados para cautivar al lector. Ahora Daniel Monzón nos da esto y más, revisado con una puesta al día de la problemática del tráfico de drogas marroquí actual, el contrabando de Gibraltar, las porteadoras de la frontera con Ceuta, el desempleo español…

La verdad es que lo que tenemos delante es una buena muestra de género, aunque el mayor defecto que le veo es que en algún momento del metraje la cinta se va por las ramas y renquea un poco en su desarrollo argumental. De los 130 minutos se podría haber recortado una buena parte mejorando con ello el ritmo. Las persecuciones en lancha se quedan algo diluidas tras la adrenalina inicial y se echa en falta algo más de presupuesto para los fuegos artificiales, aunque Mozón lo suple muy bien con destreza cinematográfica (el derribo del helicóptero y su punto de vista interior en vez de exterior).

En el capítulo actoral, decir que tenemos un festival de interpretaciones. Tenemos a un Tosar totalmente creíble a pesar del (o gracias al) peluquín que le ha crecido, que nos demuestra que es un todoterreno capaz de hacernos creer que es un maltratador, un reo de voz rasgada, un conserje psicópata o un policía curtido. Junto a él, un debutante sin experiencia previa que se lleva la otra parte de los planos de la película: Jesús Castro, quien se revela como un auténtico Paul Newman patrio con pendientes de macarra, mirada glacial y boca torcida incluidos. La única parte negativa que achaco es la del marcado acento andaluz necesario para su personaje pero que le hace al espectador perder comba en los diálogos. Los otros veteranos del cine español, Sergi López y Eduard Fernández, también elevan el nivel de la cinta (ya era hora de recuperar al actor catalán autoexiliado en el cine francés para buenos papeles). Ambos echan chispas en sus duelos cara a cara con Tosar, sobre todo Fernández. Y tanto las chicas (la española y la marroquí) como el resto del reparto están a la altura de la historia que se nos ofrece.

En definitiva, buena muestra de por dónde deben ir los tiros en los thriller españoles, aunque habría que ir puliendo la manera de resolver las tramas: el planteamiento y nudo están más o menos bien, y el desenlace debería ir más al grano. Los personajes son lo suficientemente profundos como para que en momentos nos identifiquemos con ese ratero buscavidas al margen de la ley, pero que busca redimirse; o el policía que se debate entre el idealismo y la amistad. Bastante recomendable, a pesar de la publicidad incesante que tendremos en semanas venideras.

Calificación: Buena.

Lo Mejor: El inteligente uso de la trama para crear un thriller inusual en nuestro país, combinado con paisajes bien fotografiados y el trasfondo exótico que se le da al conjunto. Actores bien aprovechados, tanto los consolidados como los nuevos fichajes.

Lo Peor: En algún momento el metraje y la duración se van de las manos. El exagerado acento andaluz que impide seguir algunos diálogos.

La vería de nuevo: Sí.

La Recomiendo: Sí.

Películas similares: Morirás en Chafarinas, Celda 211, No habrá paz para los malvados, Grupo 7

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2093990/combined

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Película – El Truco Final (el prestigio)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: The Prestige

Año: 2006

Director: Christopher Nolan (Memento, Batman Begins, El Caballero Oscuro, Origen, Interstellar)

Guión: Jonathan Nolan, Christopher Nolan

Basado en el libro The Prestige, de Christopher Priest

Música: David Julyan

Fotografía: Wally Pfister

Reparto

  • Hugh Jackman
  • Christian Bale
  • Michael Caine
  • Scarlett Johansson
  • Piper Perabo
  • Rebecca Hall
  • Andy Serkins
  • David Bowie

Con la reseña de esta película me sumerjo de lleno en el mundo del que para mí puede que sea el mejor director mainstream del panorama cinematográfico actual, Christopher Nolan. Este puesto puede que sea compartido a veces por David Fincher, quien también me gusta mucho y del que ya llevo unas cuantas revisiones de su obra (El Club de la Lucha, La Red Social, Millenium). Sin embargo, la predilección que profeso por Nolan es especial. Sus películas suelen ser cine de evasión, con acertadas incursiones en el género puro de acción y aventura, como en la saga Batman o la genial “Origen”. No fui de los primeros que fue a ver “Batman Begins” al cine, y cuando me hablaron bien de ella reconozco que me gustó la versión de un superhéroe que ya creíamos todos más que trillado e imposibilitado de por vida por la visión Burton y continuaciones para darle nuevos aires. Sin embargo, no sé como lo hizo para que saliera de ver “El Caballero Oscuro” con una mezcla de asombro y perplejidad ante lo que había visto: la mejor película de superhéroes hasta el momento, una de las películas de acción más maduras de los últimos veinte años. Que el cierre de la trilogía no fuera tan brillante ya daba igual, Nolan ya había demostrado de lo que era capaz y había creado un clásico instantáneo, que el paso del tiempo se encargará de poner en su sitio. Ya haré una reseña propia para comentar “Origen”, otra de las películas que más me han entusiasmado en los últimos años, pero como adelanto decir que su manera de estructurar una trama onírica y perturbadora en distintos clímax fue rompedora a todos los niveles.

Pero todo esto ya había empezado unos cuantos años antes, cuando deslumbró a todos con “Memento”. Demasiado experimental para que compitiera con la cartelera y los blockbusters del momento, pocas películas han apelado tanto a mi inteligencia como aquélla. La sensación de que el cineasta no te llama tonto a la cara, que te da todas las piezas del puzzle durante la trama y un final que te hará pensar durante días en lo que has visto se convertirá en paradigma de su obra ya estaba presente en la insana historia del tipo que pierde la memoria reciente cada pocos minutos mientras busca al asesino de su mujer. Junto con estructuras temporales rompedoras, flashbacks dentro de flashbacks, vueltas de tuerca de guión bien pensadas de antemano (y no improvisadas sobre la marcha)… todo esto formará parte de la piedra angular de su filmografía, y ayudará a que cada cinta que estrene sean auténticas delicias para el espectador. De momento, en noviembre tendremos “Interstellar”, con Matthew McConaughey y Anne Hathaway. Y mientras esperamos, qué mejor que analizar el duelo interpretativo que tuvieron en 2006 Hugh Jackman y Christian Bale en “El truco final (El Prestigio)”. Avanzar que lo único malo de la película es la tontería de título y subtítulo que se tradujo al español (hubiera quedado mejor llamarla sólo “El prestigio”, como en el original, pero ya sabemos cómo se trasladan los títulos originales a nuestra cinematografía).

En la época victoriana, donde los ilusionistas hacían espectáculos que el público iba a ver en masa y se entusiasmaban con trucos inimaginables con la tecnología del momento, dos magos se enfrentarán en una rivalidad cada vez mayor por conocer los secretos del otro y tener la mejor reputación del momento.

A falta de ver “El ilusionista”, con la que compitió en taquilla el mismo año, “The Prestige” puede que sea la película de magia definitiva. Es difícil no compararla con la payasada ya reseñada de “Ahora me ves” de 2013, cinta estúpida donde las haya que intentaba ser una reflexión del mundillo de los prestidigitadores y de la magia en sí, pero que era tramposa en cada fotograma y sobre todo en su final. En “El Truco Final (El prestigio)” lo que tenemos es a Nolan haciéndonos un truco de magia desde la primera escena sin hacernos trampa. Todas las claves están presentadas y somos los espectadores los que elegimos qué creernos. Al buscar por Internet explicaciones a la cinta, se puede observar la cantidad de gente que se cree el macguffin de ciencia ficción que nos cuenta Nolan al final de la película, pero no es más que un resumen de todos los trucos de magia que hemos ido viendo (similar al final de “Origen” que también resulta igual de ambiguo pero que una reflexión pausada deja claro el mensaje). La maestría con que Nolan cambia el punto de vista de cada personaje al contar la historia es fundamental para que entendamos los engaños y las verdades de la trama, y hace difícil al final saber quién de los dos ha engañado en última instancia al otro. Uno de los mayores aciertos de la cinta es el protagonismo compartido de los dos actores principales. Es inevitable que el espectador tome partido por uno o por otro a lo largo del metraje; lo que desconcierta es la ambigüedad moral por la que se van moviendo ambos que hará replantearnos continuamente nuestra filiación al personaje por el que nos hayamos decantado.

Y de eso se trata “The Prestige”: como el resto de la filmografía de Nolan, ésta es una película sobre la obsesión llevada a sus últimas consecuencias. Las venganzas y rencillas personales entre dos hombres que se culpan de sus desgracias mutuas, que aspiran a ser el mejor profesional a base de sabotear al contrario. Donde hay dos estilos claramente diferenciados: el que hace el mejor truco frente al que tiene la mejor puesta en escena (uno usa una pequeña pelota y el otro un sombrero de chistera). Donde nos creeremos a pies juntillas la mayor fantasía de la película, que es la del sacrificio extremo de los personajes para cumplir sus sueños y realizar sus venganzas. A base de mostrarnos distintas capas argumentales y símiles que interpretan los giros en la trama (ya he dicho que todos los trucos de magia presentados en la cinta sirven para explicar y entender el sorprendente final) Nolan nos brinda una golosina para paladear durante un buen rato.

De Hugh Jackman y Christian Bale hay poco que decir. Lobezno y Batman enfrentados en un duelo de estilo, quizás el monólogo final de Jackman sea lo que más artificioso me pareció. Pero la transformación de su personaje durante el metraje es una muestra de su buen hacer. La interpretación de Bale es algo más plana y uniforme, lo que tampoco es malo. Michale Caine se ratificó como uno de los actores comodín del realizador, lo que demuestra el buen gusto de Nolan al proporcionar grandes papeles en la madurez del excelente actor británico. Y para quitarse el sombrero resulta el episódico papel de David Bowie, al que no había visto en ningún otro papel pero que desde luego es reconfortante en su interpretación del científico Tesla. E ir descubriendo a Andy Serkins (el famoso Gollum del Señor de los Anillos), Piper Perabo o Scarlett Johansson nos irá sorprendiendo gratamente y serán puntos a favor de la cinta.

Como conclusión, decir que “The Prestige” es una de esas cintas que merecen la pena ser vistas varias veces. Cada nuevo visionado aportará nuevas lecturas y descubrimientos a la trama y, como todo en la obra de Nolan, perdurará en el recuerdo una vez acabe la cinta. Por esto y mucho más, le considero realizador fundamental en el cine actual, y cada película suya estrenada merece ser digna de consideración, esperando cada estreno con impaciencia.

Calificación: Muy buena

Lo Mejor: Como si de un cuadro se tratara, esta cinta es un Nolan: gran puesta en escena, poderío visual y una trama con múltiples giros de guión que no se hace cansina. Dos actorazos enfrentados y unos secundarios que fascinan.

Lo Peor: Que su enrevesado argumento sea malinterpretado.

La vería de nuevo: Por supuesto.

La Recomiendo: Sí, para todos aquellos que les guste la magia del cine, y que les encante buscar las piezas ocultas por el metraje.

Películas similares: El ilusionista, Ahora me ves

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0482571/combined

Tráiler en You Tube (inglés):

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Película – El club de la lucha (revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Fight Club

Año: 1999

Director: David Fincher (Seven, Zodiac, El curioso caso de Benjamin Button, La red social, Millenium)

Guión: Jim Uhls

Basado en el libro El Club de la lucha, de Chuck Palahniuk

Música: Dust Brothers

Fotografía: Jeff Cronenweth

Reparto

  • Brad Pitt
  • Edward Norton
  • Helena Bonham Carter
  • Jared Leto

Está siendo un verano flojo de estrenos en la cartelera, lo sé. Ésta es la razón por la que estoy revisionando viejos clásico modernos. Hoy le toca el turno a una obra maestra que convirtió a David Fincher en el director de culto que es hoy, gracias a una cinta que rompió moldes e incomodó a crítica, público y todo orden social establecido. Se podría decir que es la película más anarquista de la historia (al menos que yo haya visto), mucho más que la influencia de “V de vendetta” y sus máscaras antisistemas de Guy Fawkes. Se estrenó en 1999 y dejó a la gente sin saber por donde coger el argumento de peleas callejeras voluntarias entre gente normal de a pie y el personaje de Brad Pitt en contra de todos los clichés sociales establecidos. Y es que quizás tengamos a Tyler Durden como uno de los personajes más carismáticos y complejos del cine de los últimos años, siendo El club de la lucha es una de las películas definitorias de la extraña sociedad de finales del siglo XX. Una sociedad que necesita la violencia para sentirse viva, donde la publicidad nos hace tener gustos y aspiraciones que nos obliga a tener trabajos que no queremos, y que busca en catálogos de Ikea objetos que encajen con nuestra personalidad. Y que el final sorpresa nos desvele el origen de tan estrambótico personaje no hace sino mejorar la visión de toda la película y darle un nuevo sentido a todo lo que hemos visto anteriormente; con lo que esta cinta, a pesar de su pobre acogida en taquilla en su día, fue ganando adeptos sobre todo con su estreno en DVD para ir adquiriendo la etiqueta de película de culto. Y aunque ya se desmarcó del cine convencional con Seven, aquí Fincher dio un puñetazo en la mesa del cine actual para posicionarse como uno de los cineastas más originales y solventes de la industria, capaz de dar la vuelta a cualquier proyecto e imprimirle un sello personal para que destaque entre el resto de producciones.

El protagonista es un joven con una vida aburrida y gris, trabajador de una compañía de seguros que recorre el país en avión por asuntos de trabajo. Como consecuencia del cambio continuo de hora tiene insomnio crónico, y su médico es incapaz de recetarle ninguna solución. Encuentra en los grupos de autoayuda de enfermedades terminales la respuesta al problema, pero pronto conoce a una chica bastante peculiar llamada Marla especialista en echarle morro a la vida y que también asiste a estos grupos sin padecer ninguna enfermedad. Pronto empieza a sentir una mezcla de odio y fascinación hacia ella. En un viaje en avión también conoce a otro estrambótico personaje llamado Tyler Durden, vendedor de jabones que también lleva una vida bastante desestructurada y anárquica. Tras quedarse sin casa por una explosión de gas, el protagonista le pide ayuda a Tyler y éste le ofrece alojamiento a cambio de que le golpee en un aparcamiento. La casa de Tyler es un caserón en ruinas en un antiguo polígono abandonado, y pronto dejará de echar de menos las comodidades del mundo real. Tyler y nuestro protagonista se harán amigos y continuarán con sus peleas clandestinas, a las que se unirán más personas como ellos ávidos de emociones fuertes y ganas de sentir dolor. Lo llamarán “El Club de la Lucha”, y tendrá varias reglas*. Gracias al club de la lucha, los problemas en el trabajo no tendrán tanta relevancia, y Tyler empezará a seguir un plan trazado de antemano para hacer despertar las conciencias del mundo moderno, combinando las gamberradas con actos vandálicos cada vez más serios.

La verdad es que El Club de la Lucha es una película incómoda. Es difícil de entender la primera vez, con escenas y situaciones que no tienen mucho sentido. Incluso hasta el final es sorprendente y que te deja algo perplejo. Sin embargo, con cada posterior visionado la cinta gana enteros. Al igual que el del protagonista, empiezas a entender el plan marcado por el director cuyo objetivo no es otro que el de sacudir conciencias. A ello ayudan los diálogos, auténticas perlas de la subversión; y el guión, basado en la novela de Chuck Palahniuk y que también destila la misma mala leche. La cinta entera es un alegato en contra de la sociedad consumista y alienante de nuestros días. El toque Fincher en la realización, como esa espectacular introducción que recorre el interior de Edward Norton con el cañón de una pistola metido en la boca, ya se está convirtiendo en marca de la casa (recordemos la espectacular secuencia de créditos de Millenium). Y ya que hablamos de Norton, agradecer su presencia en un papel que borda el estereotipo de oficinista inane, gris e insomne, prototipo de todos los que vendrán después (estoy pensando en el James McAvoy de “Wanted”). La transformación que realiza su personaje con el devenir de la trama está al alcance de pocos actores. Y luego tenemos a Brad Pitt, con una interpretación atronadora que fue toda una declaración de intenciones acerca del tipo de carrera actoral que deseaba tener. En “El club de la lucha”, va derivando de guaperas chulesco a perturbado mental sin casi que nos demos cuenta de la transformación.

Con una nota que ronda el sobresaliente, lo bueno de esta cinta es el paso del tiempo, lo bien que está envejeciendo para los cambios sociales que llevan ocurriendo en estos últimos quince años. Internet, las redes sociales,… no hay nada de esto en la película (y de seguro que habría habido reflexión acerca de esta nueva forma de relacionarnos) y sin embargo no hace falta para entender el nuevo siglo al que se enfrentaba en el momento de su estreno. La frustración de seguir los consejos de nuestros padres para acabar sin conseguir lo que deseamos, la publicidad y la televisión, los trabajos alienantes,… Al final, como dicen en una escena, “en el club de la lucha luchas contra todas las cosas que odias en esta vida”.

Calificación: Muy buena/Imprescindible

Lo Mejor: El toque Fincher y la contribución de Pitt y Norton a una película clave para entender la época que nos ha tocado vivir.

Lo Peor: Demasiado áspera para entenderla en el primer visionado.

La vería de nuevo: Sí, en esto consiste su gracia.

La Recomiendo: Sí, pero no apta para todos los estómagos ni para los que solo vean un manifiesto anarquista antisistema.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0137523/combined

Tráiler en You Tube (español):

* Os incluyo las bizarras reglas del club de la lucha:

  1. La primera regla del Club de la Lucha es: Nadie habla sobre el Club de la Lucha.
  2. La segunda regla del Club de la Lucha es: Ningún miembro habla sobre el club de la Lucha.
  3. La tercera regla del Club de la Lucha es: La pelea termina cuando uno de los contendientes grita «basta», desfallece o hace una señal.
  4. La cuarta regla del Club de la Lucha es: Solo dos hombres por pelea.
  5. La quinta regla del Club de la Lucha es: Solo una pelea cada vez.
  6. La sexta regla del Club de la Lucha es: Se peleará sin camisa y sin zapatos.
  7. La séptima regla del Club de la Lucha es: Cada pelea durará el tiempo que sea necesario.
  8. La octava regla del Club de la Lucha es: Si esta es tu primera noche en El Club de la Lucha… TIENES que pelear.

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