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Película – Sr. y Sra. Smith (revisión)

sr y sra smith poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Mr. And Mrs. Smith

Año: 2005

Director: Doug Liman (El Caso Bourne, Al filo del mañana)

Guión: Simon Kinber

Música: John Powell

Fotografía: Bojan Bazelli

Reparto

  • Brad Pitt
  • Angelina Jolie
  • Vince Vaughn
  • Kerry Washington
  • Adam Brody

Mira que me gusta horrores esta película… y eso que es una comedia sin demasiadas pretensiones y que el tiempo se ha encargado de poner en su lugar, que es el de las cintas con un notable raspado, sin llegar al sobresaliente. Pero guardo un gran recuerdo de ella cuando la vi en el cine en su estreno en 2005, y este arte va parejo precisamente de las sensaciones subjetivas que nos provocan las películas al verlas en pantalla grande, el sabor que nos dejan al salir de la sala, las personas con quien íbamos o el momento de nuestras vidas que nos tocó vivir. Y “Sr. y Sra. Smith” mezcla genialmente la acción con la comedia en un tema no por explotado en el cine, menos ocurrente, que es el de la lucha de sexos y el hastío que produce la rutina del matrimonio en las relaciones de pareja. Pero sobre todo, esta cinta será mundialmente recordada por una cuestión extra cinematográfica: fue la película en la que Brad Pitt y Angelina Jolie se conocieron, se arrejuntaron, y pasaron a ser una de las parejas más icónicas, reconocibles y extrañamente altruistas del momento. Aunque Doug Liman pueda no resultar excesivamente reconocible como realizador de cine, sí que es responsable de la fascinante “El Caso Bourne” y “Al filo del mañana”. Y su estilo de filmación es claro, conciso y rueda especialmente bien las escenas de acción, sin abusar de los movimientos de cámara pero usando adecuadamente los zooms y las ralentizaciones en las peleas.

John y Jane Smith son un matrimonio que llevan cinco años casados (o seis, no se ponen de acuerdo), y la rutina se ha apoderado de ellos. Desde la consulta de un psicólogo de pareja intentan arreglar lo que sea que ha dejado de funcionar en sus vidas. Tras conocerse y derrochar pasión en un convulso país sudamericano, con una vida aparentemente normal y acomodada, sus trabajos y su casa, ambos viven de espaldas a las realidades que se ocultan entre ellos: son expertos asesinos a sueldo que trabajan para organizaciones ultrasecretas rivales. Cuando les asignen sin saberlo el mismo trabajo, será cuando choquen frontalmente para descubrir las mentiras en las que han vivido durante cinco (o seis) años; y las discusiones de pareja pasarán a un nuevo nivel que el resto de los mortales jamás podrán imaginar…

Si juntamos la icónica “La Guerra de los Rose” (aquella cinta ochentera donde Michael Douglas y Kathleen Turner se tiraban los trastos a la cabeza hasta extremos violentamente insospechados) con el tono paródico de “Mentiras Arriesgadas” (donde James Cameron nos contó, Arnold Schwarzenegger y Jamie Lee Curtis mediante, lo que pasa cuando los espías esconden los secretos de su trabajo hasta a su propia familia), obtenemos este resultado que explota la excelente química de Brad Pitt y Angelina Jolie antes de que supieran que tenían química. Lo bueno de “Sr. y Sra. Smith” funciona a todos los niveles en que se mueve. Como película de acción es buena, mostrándonos las distintas maneras en que cada uno de los cónyuges hace su trabajo y llevando al paroxismo las explosiones, los tiros y las persecuciones. Pero como comedia se supera, con una espesa capa de ironía que recubre todo el metraje y hace de la citada lucha de sexos su estandarte. El contraste de la sutileza femenina frente a la rudeza masculina sobrevuela continuamente para hacer que los chascarrillos funcionen y hagan avanzar la trama. Angelina con un cierto toque perverso, mientras que Pitt le imprime a su personaje numerosos matices cómicos que hacen imposible no esbozar una sonrisa cada cinco minutos. La película avanza rápidamente y casi sin que te des cuenta, y la sucesión de situaciones ayudan a que la trama no caiga en la monotonía; quizás en sus escenas finales ya se haga un poco pesada y no sepa rematar el argumento con tantos disparos y persecuciones, cayendo en los errores más claros del cine de John Woo.

Decía que la química de los protagonistas es excelente, y de seguro que las interpretaciones de los protagonistas es de lo mejor de la cinta (y eso que Angelina no es santo de mi devoción). Y el secundario que hace Vince Vaughn de típico amigote que sirve de escape para Pitt no tiene desperdicio, con unas salidas de tono descacharrantes clavando la disección que hace del matrimonio de su amigo. Quizás se echa en falta un personaje simétrico en el lado femenino que dé la réplica a la esposa, pero no se le puede exigir más a esta cinta. Entretiene, hace reír, y en definitiva, pasamos un buen rato mientras vemos una radiografía del matrimonio, con sus virtudes y defectos, y  sin pocas pretensiones más.

Calificación: Entretenida

Lo Mejor: La química de los protagonistas. La lucha de sexos llevada al límite. Los detalles payasiles de Brad Pitt rozan la genialidad. El toque de su director, Doug Liman, rodando acción.

Lo Peor: Un final que cae en el cansancio.

La vería de nuevo: Sí

La Recomiendo: Sí

Películas similares: Mentiras Arriesgadas, El Caso Bourne, La Guerra de los Rose

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0356910/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Wall Street (revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Wall Street

Año: 1987

Director: Oliver Stone (Platoon, Nacido el 4 de julio, JFK (caso abierto), Alejandro Magno, World Trade Center)

Guión: Stanley Weiser, Oliver Stone

Basado en el libro de

Música: Stewart Copeland

Fotografía: Robert Richardson

Reparto

  • Charlie Sheen
  • Michael Douglas
  • Martin Sheen
  • Daryl Hannah
  • Sean Young

Ante nosotros tenemos una de las películas más influyentes de los últimos 30 años, probablemente la que mejor ha reflejado el mundo de las finanzas y el de la bolsa. Y es que Oliver Stone dio en el clavo con esta historia que retrataba la codicia de un mundillo fiel reflejo de la cúspide del capitalismo. El propio padre del realizador fue corredor de bolsa en Wall Street, y la película le rinde homenaje en forma de dedicatoria. Oliver Stone venía de dirigir Platoon un año antes, con la que desgranó el declive moral de una guerra y un país de manera bastante acertada. Y lo cierto es que la calidad de su cine cayó rápidamente en picado después de estas obras, sin volver a tener una película tan redonda como estos ejemplos que he puesto aquí. No sabemos si por sus tendencias políticas que dejaron de ser sutiles o porque perdió el carisma para contar historias, el caso es que podríamos que Wall Street fue la cima de su obra, y donde la crítica a un país y a un sistema económico nunca estuvo tan bien explicada.

Bud Fox es un joven y ambicioso broker de Wall Street, que lucha por abrirse camino en la agencia de valores en la que trabaja como gestor de cuentas, buscando clientes y ofreciéndoles oportunidades de inversión. Estamos en 1985, y el centro financiero de Nueva York, en pleno Manhattan, es un hervidero de yuppies tratando de hacer dinero fácil en la década de los 80, en la que los excesos y el buen clima económico marcaban la tónica general. Pero Fox apunta alto, y consigue unirse al genio de las finanzas Gordon Gekko, multimillonario experto en todo tipo de inversiones que carece de escrúpulos a la hora de hacer dinero fácil en el complicado y saturado mundo de la bolsa. Los dilemas éticos y morales que le surgirán a Fox por la manera de enriquecerse, junto con el modo de vida por todo lo alto que supone ser uno de los amos de Wall Street, contrastarán con los principios sobre el trabajo y la honradez que el padre de Bud, Carl Fox, le ha inculcado desde siempre.

Para los que hemos estudiado o trabajamos en el sector financiero, Wall Street resulta sencillamente perfecta en su descripción de este mundillo, tanto por la manera de mostrar las distintas operaciones, como por la forma en que capta el ambiente mezcla de caos y ambición que pueblan el mercado de valores y las agencias de bolsa. Y aunque en todas las grandes capitales hay mercados financieros, el centro de Nueva York es la meca profesional y financiera de todas las transacciones a nivel mundial. La manera en que se nos muestra la ciudad desde los créditos iniciales es insuperable, de tal manera que ya forma parte del imaginario colectivo del cine junto a otros iconos como Woody Allen o Audrey Hepburn. Ha habido después muchas otras (la segunda parte con la que intentó repetir éxito de manera descarada es infumable), siendo la última muestra de grandeza “El lobo de Wall Street”: Martin Scorsese dio en el clavo con esta descacharrante cinta de un tono menos grave y más ligero, pero tampoco exenta de mala leche. Sin embargo, la grandeza de Wall Street es la crítica al sistema sin caer en la visión maniqueísta de estos últimos años azotados por crisis económicas de distintos tipos, denunciando sobre todo los excesos de la década de los ochenta donde todo valía. Se rodó en 1987, justo el año de uno de los cracks bursátiles más importantes de la época, y también en un momento en que surgió el escándalo del Insider Trading (operar en bolsa con información privilegiada, uno de los ejes del argumento de la película), pero se ambientó en 1985 para evitar que se asociara con hechos reales.

El gran tema de la cinta es la codicia y la ambición, y su contraposición con el trabajo duro y el esfuerzo a la hora de ganar dinero en el país más capitalista del mundo. No es una crítica al sistema en sí, más bien pone en tela de juicio la falta de ética y la moral a la hora de triunfar. Y de hecho, el final tiene una moraleja bien clara en este sentido, al conocer el destino último estilo tragedia griega de los personajes principales (la segunda parte ya se encarga de fastidiar esta situación en la escena del cameo de un ya pasado de tuerca Charlie Sheen, pero yo me quedo con el final de ésta). Cada uno de los diferentes personajes es definitorio en este sentido, y reflejan distintos arquetipos de personalidad que pueden presentar el sistema: tenemos al jefe trepa e hipócrita, al compañero impulsivo pero generoso, al trabajador veterano e íntegro, al padre sindicalista y de grandes principios,… y por supuesto a los grandes protagonistas. Uno, el joven novato y ambicioso, listo y con hambre para prosperar, que se da cuenta que como él hay millones, y que se enfrenta a los grandes dilemas de la cinta. Un papel que podía haber sido para Tom Cruise pero que cazó antes Charlie Sheen (repitiendo con Stone tras Platoon), y que muestra un gran hacer por su parte antes de que se volviera estúpido entero por las drogas y las fiestas (fiel reflejo del personaje de su serie “Dos hombres y medio”). A través de sus ojos vemos la dureza de levantarse cuando todavía no ha amanecido, el que no llegues nunca a final de mes a pesar de ganar un buen sueldo, el creer que tienes un buen traje pero resultar ser barato a ojos de las grandes fortunas… todo lo cual hace más creíble la situación al alcanzar la cima del éxito y empezar a vivir el verdadero lujo. Pero el verdadero protagonista de la función, villano de lujo en esta cinta tan ambivalente, es el tiburón de las finanzas Gordon Gekko, ejemplo de triunfador sin escrúpulos y dueño y señor de Wall Street. Suyos son los mejores discursos de la película, como ése que dice en una junta de accionistas que “la codicia, a falta de una palabra mejor, es buena”. Michael Douglas hizo suyo al personaje y le hizo pasar a la historia de manera instantánea, ganando un Óscar por el camino y diversos premios más. Bordó un personaje tan carismático de tal manera, que muchos brokers desde entonces le ha parado por la calle para decirle que su papel fue una inspiración para trabajar en la bolsa (cuando realmente su personaje es un alegato para lo contrario).

A pesar de lo que puedan decir algunas críticas, Wall Street es una película que ha envejecido muy bien, sin perjuicio de la tecnología de la época. Sí, es posible que los primeros teléfonos móviles gigantes, los ordenadores con monitores de cotizaciones verde monocromo o las camisas con tirantes causen cierta sonrisa en el espectador actual, pero el ambiente y la descripción de personajes han permanecido inalterables desde entonces, así como los conflictos que plantea el filme. Y los recursos narrativos que emplea Oliver Stone encajan perfectamente en la trama sin abusar (momentos en que divide la pantalla en varias más pequeñas mientras hay una fiebre compradora en el mercado, o cuando Gekko toma una decisión y la cámara le enfoca fundiendo su figura a negro y resaltando el escenario de atrás). Que luego haya usado los mismos trucos en la secuela y resulten pueriles y absurdos no hacen sino confirmar que fue aquí cuando alcanzó la madurez creativa de su obra. Por todo ello, es una cinta clave en los 80, fundamental para entender una estética y una manera de pensar que todavía perdura en la actualidad.

 Calificación: Imprescindible.

Lo Mejor: Todo: el ritmo, el ambiente, la ciudad de NY, los personajes, la trama, la temática,…

Lo Peor: Que luego Stone lo estropeara todo con la secuela y su infame tratamiento de los personajes.

La vería de nuevo: Sí, es una película para ver mil veces sin cansarte.

La Recomiendo: Absolutamente, fue la película definitiva acerca del mundo de la bolsa.

Películas similares: Wall Street 2: el dinero nunca duerme; Margin Call; El lobo de Wall Street, El gran farol

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0094291/combined

Tráiler en You Tube (versión original):

 

 

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Película – Predestination

Predestination poster

 

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Predestination

Año: 2014

Director: Michael  Spierig, Peter Spierig (Daybreakers)

Guión: Michael Spierig, Peter Spierig

Basado en el libro de Robert A. Heinlein, “All You Zombies”

Música: Peter Spierig

Fotografía: Ben Nott

Reparto

  • Ethan Hawke
  • Sarah Snook
  • Noah Taylor

Predestination es una película de viajes en el tiempo dirigida en 2014 por Michael y Peter Spierig. Protagonizada por Ethan Hawke, se publicitó como “la respuesta de 2014 a Looper” y, francamente después de ver el tráiler, sentí la misma emoción que cuando descubrí la cinta de Ryan Johnson por primera vez. Es decir, ciencia ficción en estado puro, con acción a raudales y paradojas temporales que dan pie a sesudas reflexiones metafísicas. Una historia de un policía perteneciente a una brigada especial que intenta atrapar a un escurridizo maleante. Y bueno, con Looper tuve mi primera polémica cinematográfica al darle la calificación máxima a una cinta que consideré excelente en aquel momento. La cuestión es que, pasados dos años, sigo pensando que Looper fue una pequeña obra maestra de la ciencia ficción que rompió moldes pese a pasar totalmente inadvertida, que revolucionó  a una pequeña escala el género, y que con el paso de los años se convertirá en una película de culto. Y de hecho a la sombra de Looper aparece Predestination, la cual con las mismas armas conceptuales intenta sobrepasarla en capacidad de sorpresa y vuelta de tuerca, en la línea del cine de Nolan (me viene a la mente El truco final, por ejemplo). Pero Predestination, pese a tener un comienzo prometedor y una parte central un poco desconcertante, acaba siendo de una manera tan singular, que sólo se puede decir tras un tiempo para digerirla, que los hermanos Spierig han creado una de las películas más extrañas del género.

Un agente de policía perteneciente a una brigada especial viaja a través del tiempo para evitar crímenes antes de que se produzcan. El protagonista en concreto está obsesionado con el llamado “terrorista fallido”, un criminal que en 1975 puso una bomba que mató a miles  de personas. Tras varios intentos para atraparle, en un enfrentamiento con su archienemigo llega tarde al desactivar una bomba y tiene un accidente que le dejan secuelas en el rostro. Tras recuperarse, se enfrenta a su última misión antes de retirarse y viaja a 1975 para establecer contacto con un individuo en un bar haciéndose pasar por barman. Mientras está en el bar, el hombre le cuenta al falso camarero una historia totalmente increíble que deja perplejo a cualquiera: la historia de su extraña vida. A pesar de todo, este misterioso hombre decide ayudar al barman y empezará una cadena de acontecimientos que estaban, desde el principio, predestinados a que ocurrieran.

La verdad es que Predestination ha recibido críticas mixtas entre el público. Es una cinta extraña, que parece otra cosa cuando te enfrentas a ella por primera vez. Desde luego que es seguro que a no deja a nadie indiferente cuando la ve. Es tan peculiar, que toda la gracia de la misma está en un argumento que no se puede analizar sin destripar las sorpresas argumentales. El esbozo de la sinopsis que he hecho puede que sea incluso hasta excesivo, puesto que, cuanto menos sepas de la cinta, más sorprendente te dejará. Y, al ser una película de viajes en el tiempo, uno pasará varios días dándole vueltas a lo que ha visto y buscando información en Internet que arroje algo de sentido al argumento, mientras intenta atar todas las paradojas temporales para descubrir las posibles incoherencias (que, de hecho, las hay). ¿Mi opinión? Yo creo que los hermanos Spierig han errado el tiro intentando copiar a Looper y han hecho una cinta que no tiene pies ni cabeza. Han experimentado demasiado con las piruetas argumentales para crear paradojas que dejen boquiabierto al espectador y usarlo como excusa para hablar de la predestinación a la que hace referencia el título. Tras la sorpresa inicial, y a pesar de asumir ciertas licencias narrativas que hacen avanzar la trama, hay que decir que ésta está cogida con pinzas para que nos creamos el argumento. A lo que hay que sumar el segundo problema principal de la película, que es el parón en el ritmo que se sufre en la parte central de la cinta. En efecto, la historia que se nos cuenta en la escena del bar es, desde luego, fundamental para la trama, pero deja perplejo un buen rato al espectador mientras esperamos a ver qué nos quieren contar los realizadores. Es un parón narrativo muy arriesgado (algo parecido ya ocurría en Looper con la trama de amor intimistas de los protagonistas, que ocurría en el segundo tercio de la película, pero de manera más afortunada y mejor narrado), que luego intenta compensar con las sorpresas argumentales citadas. Pero insuficiente, para mi gusto.

A los actores no se les puede negar buena predisposición, desde luego, siendo Ethan Hawke el habitual salva películas de serie B al que nos tiene acostumbrados. Interpretación correcta, del estilo de Gattaca, aportando su presencia cada vez más icónica. De Sarah Snook podemos decir que lo intenta, pero los fallos de credibilidad en su papel no son culpa suya sino más bien del guión. Una pena, pues Predestination podría haber sido una gran película pero que, por miedo a caer en el encasillamiento del género, se decanta más por la ciencia ficción experimental para acabar dejando un regusto amargo que, no es que caiga en la mediocridad, pero no gustará a todos por la extrañeza de sus derroteros.

Calificación: Pasable

Lo Mejor: El planteamiento

Lo Peor: El nudo y el desenlace

La vería de nuevo: No es posible

La Recomiendo: Puede, quizá para los acérrimos del género que les gusten las vueltas de tuerca

Películas similares: Looper

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2397535/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – La conspiración de noviembre

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: The November Man

Año: 2014

Director: Roger Donalson (Cocktail, Species, Un pueblo llamado Dante’s Peak, Trece Días, La Prueba)

Guión: Michael Finch, Karl Gajdusek

Basado en el libro de Bill Granger “There Are No Spies

Música: Marco Beltrami

Fotografía: Romain Lacourbas

Reparto

  • Pierce Brosnan
  • Luke Bracey
  • Olga Kurylenko
  • Eliza Taylor

Seguimos con el cine de espionaje en este 2015 que vislumbra grandes aportaciones al género. Si la semana pasada con Kingsman: Servicio Secreto teníamos una nueva vuelta de tuerca resultando un actioner gamberro y alocado, con esta The November Man volvemos a la visión seria y dura del mundo de los espías. Y para ello nada como un viejo especialista del género tirando de canas y experiencia, un Pierce Brosnan al que la sombra de 007 le perseguirá siempre (ya sea como Thomas Crown, como “El sastre de Panamá”, o en “Matador”), pero que en este título nos recuerda más al frío antagonista de “El cuarto Protocolo” más que al jovial espía británico. Y es que esta cinta retoma los oscuros derroteros marcados por la narrativa de Frederick Forsyth o John Lecarré, para hacer un thriller sobrio y sin grandes aspavientos de presupuesto o escenas, centrándose en una trama retorcida e intrincada y con frecuentes giros de guión, más del estilo de la saga Bourne. Con tan pocas aspiraciones nace esta cinta, que de hecho se estrenó en agosto de 2014 y no ha sido hasta marzo de 2015 que en España se han decidido a distribuirla, como si la desgana se hubiera apoderado de los distribuidores.

Peter Deveraux es un veterano operativo de la CIA ya retirado. Con un pequeño negocio en Suiza, no ve la necesidad de retomar su antiguo trabajo cuando su antiguo jefe le hace una visita para pedirle que vuelva. Un asesino a sueldo está eliminando a antiguos compañeros suyos relacionados con el nuevo hombre fuerte de Rusia, Fedorov, un antiguo militar metido a político con fuertes expectativas de ser el próximo presidente del país. Tras saber que puede estar en peligro una antigua compañera suya, la cosa cambia y decide volver una vez más al terreno de juego para intentar sacarla del país y ponerla a salvo. Pero la misión fracasa, y los propios agentes de la CIA intentan matar a Deveraux sin saber que están frente a uno de los hombres más peligrosos que hayan sido entrenados por la agencia. Precisamente a quién ponen en su búsqueda es a David Mason, joven agente que fue el alumno y protegido de Deveraux en el pasado, a quien enseñó todo y que es igual de mortífero o más que su ex-profesor. Entre ellos se pone en marcha un peligroso juego del gato y el ratón, y mientras Mason trata de cazar a Deveraux, éste intenta buscar a una chica llamada Mira Filipova, con conexiones con el pasado de Fedorov, y la clave de toda la operación de la CIA. Traiciones, relaciones rotas y las cloacas del sistema serán las constantes en esta oscura trama, en la que se demuestra que hay profesiones que nunca se pueden dejar atrás.

Dirigida por Roger Donalson, se puede decir que ya tiene cierta experiencia en el género, tras ser el responsable en 2003 de una de las mejores muestras del género, La Prueba (The Recruit), donde teníamos a un Colin Farrell intentando saber qué era real y qué mentira en un proceso de reclutamiento de la CIA. Siguiendo con el juego de referencias, la película de Tony Scott “Spy Game” es también fundamental en la construcción de la trama, con el espía veterano dando lecciones al espía joven e impulsivo. Aunque por momentos esta cinta juega más en la liga de “Tres días para matar” o “La fría luz del día” (grandes repartos en títulos que no consiguieron transcender la gloria), no nos engañemos: la sombra de Jason Bourne es alargada, y el intento de mezclar su brutalidad amnésica con la elegancia bondiana que Brosnan le imprime a todos sus papeles desde que dejó la franquicia da como resultado esta cinta; donde lo mismo se dispara a sangre fría, que se bebe un licor con elegancia. La violencia está justificada por los vínculos emocionales que se le atribuyen al protagonista, dando como resultado un personaje atrayente y poco convencional. Al igual que en otros títulos del género, las cloacas del sistema salen a la luz, y tenemos una trama donde se ven los oscuros tejemanejes de la CIA en la Rusia postsoviética y moderna, y donde resulta difícil saber quien está en contra y quien es aliado. La puesta al día de la profesión es patente en un mundo de móviles, cámaras en cada esquina y drones aéreos.

Al final lo que tenemos es un producto divertido sin complicaciones, aunque la trama se haga enrevesada por momentos. Las sorpresas en el argumento funcionan, y los secundarios que rondan le van a la zaga y hacen bien sus papeles. Olga Kurylenko no sólo aporta una cara bonita, y Luke Bracey es el contrapunto perfecto de juventud frente a la experiencia de Brosnan. El ritmo de la trama es adecuado y la cinta no dura mucho (algo más de hora y media) con lo que no llega a aburrir en ningún momento. Y las escenas de acción y persecuciones no tienen sus dosis de fantasía propias de la industria, cosa que es de agradecer para que no se nos atragante ninguna secuencia. Digamos que esta “The November Man” pasa el examen con buena nota, es correcta para las aspiraciones que traía, y no comete errores de bulto, aunque tampoco arriesga más de lo debido. Para el género en el que se mueve, es una buena muestra del mismo.

Calificación: Buena.

Lo Mejor: Brosnan siempre imprime carácter y buen gusto a sus papeles, aunque tenga tics interpretativos difíciles de quitar ya a su edad.

Lo Peor: Algún momento de vuelta de tuerca en una trama ya de por sí enrevesada.

La vería de nuevo: Sí.

La Recomiendo: Sí, es espionaje en estado puro, y se deja ver.

Películas similares: La Prueba, Spy Game, La fría luz del día, Tres días para matar

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2402157/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Kingsman: Servicio Secreto

Kingsman Servicio Secreto poster

 

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Kingsman: The Secret Service

Año: 2014

Director: Mathew Vaughn (Layer Cake, Crimen Organizado; Kick Ass; X-Men: Primera Generación)

Guión: Jane Goldman, Matthew Vaughn

Basado en el cómic de Dave Gibbons y Mark Millar

Música: Henry Jackman, Matthew Margeson

Fotografía: George Richmond

Reparto

  • Colin Firth
  • Taron Egerton
  • Samuel L. Jackson
  • Mark Strong
  • Michael Caine
  • Mark Hamill

Basada en un cómic de Dave Gibbons y Mark Millar, Kingsman es el último gran estreno basado en grandes fanfarrias de fuegos artificiales y peleas espectaculares que nos brinda la cartelera. Y yo, amante purista del género de espionaje, he de reconocer que al principio me asomé con una mezcla de incredulidad e indiferencia a esta nueva vuelta de tuerca al mundo de las agencias secretas, ya visto en innumerables ocasiones. Mezcla confesa de “La Prueba” (The Recruit”, con Colin Farrell y Al Pacino) con “Los Vengadores” (la serie de los 60 llevada al cine por Ralph Fiennes y Uma Thurman en 1998), tenemos al aprendiz recibiendo lecciones del mentor mientras la elegancia y la flema británica se lleva al extremo. El estilo comiquero de la cinta es patente desde el mismo trailer, donde se puede entrever acción a raudales, junto con la historia iniciática de un aprendiz a espía de origen callejero y look rapero, pugnando por superar distintas pruebas no sólo físicas sino de modales y buen gusto. Como se bromea en el afortunado guiño de una escena, ésta es una versión de Pigmalión adaptada al sofisticado mundo de los espías popularizados por 007. Y es una mezcla de géneros tan disparatada, que podemos definir a Kingsman, Servicio Secreto como una comedia de acción y espionaje con toques de violencia de cómic adulto.

Eggsy es un joven londinense descarriado y macarra, pero de espíritu noble y preocupado por su madre. Su padre perteneció a una agencia ultrasecreta de inteligencia y cuando murió en combate, su compañero y mentor Harry Hart prometió ocuparse de su familia. Harry le dejó un medallón con un número grabado al que llamar cuando estuviese en problemas, y Eggsy decide usarlo tras un altercado con unos matones del barrio y acabar encerrado en los calabozos de la comisaría de policía. Harry ve potencial en el joven delincuente y le sugiere la posibilidad de que se una a la agencia de espías a la que perteneció su padre, llamada Kingsman, y cuya tapadera es una sastrería en Savile Row, el barrio más elegante de Londres. Los Kingsmans son agentes secretos refinados, elegantes y mortíferos, expertos en todo tipo de lucha, tanto con armas como cuerpo a cuerpo. El proceso de entrenamiento y selección será duro, teniendo Eggsy que competir contra otros jóvenes candidatos procedentes de orígenes menos humildes y más adinerados. Mientras recibe su instrucción, Harry investiga a un millonario y falso filántropo llamado Richmond Valentine, que parece estar detrás de la desaparición de grandes personalidades a nivel mundial. Sólo Eggsy y Harry serán capaces de descubrir qué maléficos planes están detrás de las maquinaciones de Valentine, y como siempre, la salvación del mundo estará en manos de nuestros protagonistas.

Con un argumento tan manido y usado, es fácil que un título como Kingsman caiga en la repetición de clichés mil veces vistos. En su lugar, Matthew Vaughn usa el cómic original para hacer una película gamberra y descarada, más cercana al tono burlesco y satírico de Kick-Ass (con sus buenas dosis de violencia incluidas), que al recto e íntegro de X-Men: Primera Generación. Las bromas al agente secreto por antonomasia son inevitables pero necesarias para no tomarse en serio a sí misma, así como las reflexiones acerca de los clichés propios del género (enfrentamiento protagonista – villano) y de las imaginativas e inesperadas soluciones que se dan para no caer en las repeticiones inevitables. Vaughn consigue escapar del tono de parodia por poco, y para eso usa herramientas de Tarantino tales como una violencia controladamente explícita. En algunos momentos a la cinta se le va la olla, literalmente; como con las peleas coreografiadas, que uno se espera herencia de los Wachowski pero que en ocasiones se pasan de frenada (la escena de la iglesia es, sencillamente, brutal). Éstos momentos violentos son en mi opinión, los puntos débiles de la cinta (aunque ya sabéis que yo tolero poco la sangre), pero que tienen su contrapunto irónico en el personaje de Valentine, quien tampoco soporta la sangre a pesar de todas sus contradicciones como villano de la función y sus poco íntegros planes. Y toda esta ironía de puntadas gruesas plaga toda la película, con lo que al final se compensan los desvaríos del realizador al estar todos y cada uno de los minutos del metraje justificados.

Entre medias, tenemos una buena historia de lealtad y nobleza. Un guiño a los tiempos convulsos que traen nuevos cambios y a la regeneración desde dentro de las instituciones. Una reflexión acerca de si la educación, la distinción y los modales nacen o se hacen, con humor británico inundando toda la cinta. Al final Kingsman es tremendamente divertida y dinámica, al mezclar sabiamente varias líneas argumentales ya vistas anteriormente a lo largo del planteamiento, nudo y desenlace, de manera que el tiempo pasa que da gusto sin que apenas uno mire el reloj. Quizás mis gustos en relación al género del espionaje sean más ortodoxos y no tan gamberros, pero hay que reconocer que los hallazgos visuales de la cinta hacen que deseemos que el protagonista se quite la gorra de rapero y se ponga las gafas y el traje marca de la casa de los Kingsman. Esta película tiene variados aciertos y por ello merece ser recomendada antes que otras opciones de la cartelera.

 Calificación: Buena

Lo Mejor: El ritmo endiablado de la película hará que el tiempo pase volando sin darte cuenta.

Lo Peor: Que a Vaughn se le va la pinza con la violencia.

La vería de nuevo: Sí.

La Recomiendo: Sí.

Películas similares: Los Vengadores, La Prueba.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2802144/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – La Isla Mínima

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Año: 2014

Director: Alberto Rodríguez (7 vírgenes, Grupo 7)

Guión: Alberto Rodríguez, Rafael Cobos

Música: Julio de la Rosa

Fotografía: Álex Catalán

Reparto

  • Raúl Arévalo
  • Javier Gutiérrez
  • Nerea Barros
  • Antonio de la Torre
  • Jesús Castro

“La Isla Mínima” fue la gran triunfadora de la pasada ceremonia de los premios Goya 2015. Con diez galardones incluyendo la mejor película, director, actores, guión,… se puede decir que arrasó en la gala barriendo a sus rivales por las estatuillas, y es el intento del cine español de dar respuesta a las grandes producciones americanas a base de usar películas de género para atraer espectadores, en este caso cine negro policíaco de época. En este sentido recuerda a otros estrenos recientes como “Grupo 7” (policías en la Sevilla de los años ochenta) o “El niño” (repitiendo Jesús Castro como personaje con marcado acento andaluz). Sin embargo, a pesar de su paso triunfal por los premios, y de las palmaditas en la espalda de toda la industria patria (que se empeña en culpar de su mediocridad al stablishment político que no sea de su cuerda), el cine español está todavía a años luz de hacer películas que atraigan a espectadores, y que visionadas no dejen una sensación agridulce de falta de interés a mitad de metraje. Su planteamiento está logrado, y la idea conceptual de partida puede llegar a ser hasta atrayente. Pero al final los fantasmas del pasado que se empeñan todos los realizadores en sacar a flote (guerra civil, dictadura) acaban destacando por encima del puro género de evasión. Todo lo que avanzó Daniel Monzón con “El niño” para hacer, por fin, un producto entretenido y sin complejos (que no terminaba de cuajar en sus escenas de acción aunque abría buenos senderos para posteriores títulos) se retrocede aquí al intentar mostrarnos la España profunda con sus mitos y sus supersticiones, desaprovechando unos escenarios naturales magníficos en la creación de una atmósfera asfixiante y opresiva.

Dos inspectores de homicidios se dedican a investigar el asesinato de un par de jovencitas en la España de 1980. La dictadura ha acabado hace pocos años, y la incipiente democracia se empeña en aflorar incluso en los rincones más profundos del país. Las chicas han sido asesinadas cerca de su pueblo, en la zona de las marismas del Guadalquivir, un terreno pantanoso y a la vez semidesértico en lo más profundo de Andalucía, donde los jóvenes pocas salidas de futuro tienen, y donde la gente todavía tiene creencias políticas y religiosas que rozan la superstición. El más joven de los policías, de ideas progresistas, será el que menos disfrute con la situación de investigar en una zona atrasada culturalmente, en la que todos parecen culpables, y donde la gente se mostrará reacia a colaborar. Su otro compañero le ayudará a sobrellevar la situación, en una carrera contrarreloj para evitar que más chicas mueran por un asesino en serie que opera en la zona.

“La Isla Mínima” tiene un buen punto de partida. La ambientación, la historia, unos actores creíbles, el género que usa, los temas que toca… La labor de fotografía es espectacular desde los mismos títulos de crédito, que nos muestran las espectaculares vistas aéreas de la zona. La recreación de una atmósfera opresiva basada en los excelentes exteriores que se han usado suma enteros a la producción, a lo que hay que reconocer el esfuerzo por hacernos trasladar 30 años en el tiempo, con un diseño de producción logrado a base del vestuario o los vehículos adecuados. Raúl Arévalo y Javier Gutiérrez están, sencillamente, perfectos como policías de la época, con el trasfondo político que se vislumbra en la subtrama. ¿Cuál es el problema de la cinta? Pues que, sencillamente, se desinfla conforme avanza el metraje, sin llegar a enganchar en ningún momento. La investigación del crimen se desarrolla ante nuestros ojos sin que se nos dé tiempo a asimilar los detalles del argumento ni que lleguemos a entender los motivos del asesino. Se usa el argumento como excusa para realizar una tesis documental de la tipología humana de la región y la época, sin en ningún momento centrarse en la historia, salvo para desarrollar sutilmente -a su manera, claro- la intriga política paralela, verdadero leitmotiv de la cinta. Al final, la pesadez se apodera del espectador que asiste impávido a una sucesión de tópicos sobre la España profunda y vieja, frente a la nueva e incipiente reflejada en el joven policía, tan maniqueo que repugna.

El resultado es una nueva ocasión desaprovechada por la industria nacional para dejar de hacer panfletos propagandísticos y meterse de lleno en el cine de género de una vez por todas. La subtrama política no hubiera estado de más (y hubiera enriquecido la cinta) si se hubiera cuidado el argumento a base de capturar más el interés del público y no limitarse a un retrato costumbrista de la época. Pero al final, ocurre lo de siempre en este cine, y se intenta suplir la falta de presupuesto con escenas y conversaciones que no llevan a ningún sitio salvo al que le interesan al realizador. Las comparaciones con la cinta de Daniel Monzón, “El niño”, son odiosas y, sin embargo, inevitables. Esperemos que, de los dos tipos de cine que promueven ambas películas, prevalezca la segunda.

Calificación: Pasable

Lo Mejor: La recreación del thriller en el entorno y la época.

Lo Peor: Por momentos puede llegar a ser sumamente olvidadiza.

La vería de nuevo: Puede, para darle una segunda oportunidad en un futuro.

La Recomiendo: No, ya se ha llevado bastante publicidad con los Goya.

Películas similares: El niño, Grupo 7

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt3253930/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Corazones de acero

corazones de acero poster

 

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Fury

Año: 2014

Director: David Ayer

Guión: David Ayer

Música: Steven Price

Fotografía: Roman Vasyanov, Jay Cassidy

Reparto

  • Brad Pitt
  • Shia LaBeouf
  • Logan Lerman
  • Jon Bernthal
  • Michael Peña

El cine, como cualquier obra de arte, es un testimonio contemporáneo de la época en que se presenta al público el artista. Los gustos de la taquilla, la manera en que evoluciona la sociedad, y la sensibilidad a la hora de tratar determinados dilemas morales van cambiando con el paso de las décadas, y la misma mirada en torno al mismo tema va a ser distinta según sea la época en que se aborda dicha mirada. La segunda guerra mundial, por ejemplo, ha sido tratada infinidad de veces por el cine americano. El triunfo sobre las sombras que se cernían en Europa en aquellos años ha merecido que a lo largo de las décadas se primaran visiones épicas y románticas de un conflicto sangriento como pocos. No fue hasta los años noventa en que Spielberg empezó a traernos la realidad en forma de drama como fue “La lista de Schindler”, y no empezó la sociedad a comprender la verdadera tragedia de los que vivieron aquellos años en el bando y lugar equivocados. En ese sentido, parecía que no podía mostrar más crudeza en sucesivas películas relacionadas con el conflicto, pero entonces llegó “Salvar al soldado Ryan” y su escena inicial nos dejó mudos por la brutalidad de la narración. Este y otros estrenos del momento, como “La delgada línea roja” o “Enemigo a la puertas” nos mostraron que no todo estaba contado en la guerra contra los nazis, que quedaban más visiones del conflicto menos edulcoradas que las de los años clásicos del género, y que no sólo Vietnam iba a tener su visión pesimista por parte de Hollywood. La visión cruda y violenta del conflicto se ha asentado entre nosotros, y es en este entorno de desmitificación en el que se inserta esta “Corazones de acero”, donde se nos enseña el escaso valor de la vida humana cuando se trata de conflictos bélicos. Si bien por el título en español se nos recuerda a aquella descarnada “Corazones de hierro” (Casualties of war, 1989), que también era un brutal alegato antibelicista con Michael J. Fox en pleno Vietnam, en otros momentos parece que estemos ante Platoon con su visión del joven novato horrorizado ante las atrocidades de los soldados. Con todo este cóctel de referencias, llega una nueva aportación de Brad Pitt al género (recordemos que ya interpretó a un sanguinario soldado americano en su lucha contra los nazis en “Malditos Bastardos”).

Estamos en 1945, con la finalización de la Segunda Guerra Mundial en ciernes. Los nazis se repliegan sobre Alemania, y los aliados avanzan sobre el terreno ganando terreno. Es en este escenario en el que el sargento Collier perteneciente a la 2ª división acorazada, comanda un escuadrón de hombres con su tanque Sherman apodado “Fury”. El último artillero ha muerto en combate y su reemplazo es un joven novato llamado Norman, recién salido del instituto y sin experiencia en batalla. Mientras el escuadrón se abre paso por terreno enemigo en las últimas batallas de la guerra, donde las misiones cada vez tienen más importancia, Norman aprenderá de la brutalidad de la guerra y a matar en combate sin contemplaciones, necesario para sobrevivir en un entorno donde la humanidad se ha ido sin dejar rastro. En este terrible viaje iniciático aprenderá el horror pero también el honor y el compañerismo, en una de las mayores situaciones límites a las que se puede enfrentar el ser humano.

Hace pocos meses reseñé Monuments Men, también otra visión de los últimos días de la II Guerra Mundial pero más amable y blanda que la que se nos presenta. La verdad es que uno de los puntos que más me gustó de la cinta de George Clooney era el pensar que se cambiaba de tendencia al dejar de mostrar tanta violencia explícita para caer en una narración más edulcorada. Craso error, y este “Fury” nos lo demuestra. Parece que la consigna ahora es desmitificar la segunda guerra mundial igual que se hizo con la guerra de Vietnam, y para ello David Ayer no duda en mostrar casquería variada en pantalla, muertes desagradables e impactantes (en uno y otro bando), y una actitud más que reprobable y carente de escrúpulos entre los que se suponen que son los protagonistas. Por supuesto que de eso va la historia: la visión novata del recién llegado que asiste impávido a un recital de violencia entre hombres curtidos que, precisamente son supervivientes por actuar así. Este es el lenguaje que habla esta cinta desde los primeros minutos, con lo que no se le puede reprochar nada salvo el que no se avise previamente del tono para evitar que los espíritus sensibles vayan al cine con una idea preconcebida errónea. Y así, a lo largo de más de dos horas vemos desfilar esta historia repleta de crudeza con aciertos esporádicos como el cambio de ritmo en las batallas libradas. Sólo en la escena final, y después del trato dispensado a todos los personajes, se vislumbra cierta epopeya épica y poética (no voy a decir cuál o por qué, so pena de cometer spoiler) que nos chirría bastante después de todo lo visto hasta el momento.

Con unas grandes interpretaciones, Brad Pitt está como siempre en su línea sobresaliendo entre el reparto con un nuevo cambio de registro que, si bien recuerda a su personaje en “Malditos bastardos”, el vehículo de lucimiento que tiene aquí es mayor. El resto de actores están a la altura, si bien Shia LaBeouf hace esfuerzos por salirse del papel de jovenzuelo sin que nos lo acabemos de creer del todo. Al joven actor le quedan todavía unos cuantos años de carrera profesional para imprimir credibilidad a todo lo que interprete. A pesar de esto, “Corazones de acero” es una película recomendable siempre que no se tenga el estómago sensible, pues el nivel de dureza que se muestra en pantalla es cada vez mayor. El alegato antibelicista es manifiesto, y las ocasionales rendiciones a la emoción y la adrenalina son siempre bienvenidas.

Calificación: Buena

Lo Mejor: Brad Pitt elevando el listón.

Lo Peor: El tono del filme.

La vería de nuevo: No.

La Recomiendo: Siempre que se esté inmunizado contra la crudeza y el realismo

Películas similares: Salvar al Soldado Ryan, Platoon, Malditos Bastardos, Monuments Men

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2713180/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – El Hobbit, la batalla de los cinco ejércitos

El Hobbit - la batalla de los cinco ejércitos poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original:

Año: 2014

Director: Peter Jackson (El Señor de los anillos, King Kong, Agárrame esos fantasmas, Criaturas Celestiales, The Lovely Bones)

Guión: Philippa Boyens, Peter Jackson, Guillermo del Toro, Fran Walsh

Basado en el libro de J.R.R Tolkien, El Hobbit

Música: Howard Shore

Fotografía: Alan Ferertor, Jammie Bag

Reparto

  • Martin Freeman
  • Ian McKellen
  • Richard Armitage
  • Evangeline Lilly
  • Orlando Bloom
  • Lee Pace
  • Luke Evans
  • Benedict Cumberbatch
  • Cate Blanchett
  • Ian Holm
  • Christopher Lee
  • Hugo Weaving

Con un retraso de un par de meses tras el estreno del cierre de esta trilogía desde navidades, al final he sacado un hueco para reseñar la última entrega del Hobbit, más por falta de tiempo y de ocasiones para ir al cine que otra cosa, aunque tampoco descarto la desgana a la hora de dedicarle un rato a esta cinta. Y es que las sensaciones con el final de esta saga-precuela son las mismas que cuando se empezó: un exceso de metraje hecho ex profeso para estirar las entregas y sacar más tajada en taquilla. Donde en “El señor de los anillos” podía tener cierto sentido por el abrumante material literario al que nos enfrentábamos, en “El Hobbit”, resulta todo redundante y excesivo, con unos clímax sacados de la novela original y colocados en partes estratégicas de la trama para dar la sensación de consistencia y continuidad al ritmo de la trama. Al final, lo que se preveía como precuela que saciara la añoranza del espectador medio y ya no digo nada del fan, se ha convertido en un producto vacío y carente de vida interna imposibilitado para hacer destacar estas distintas partes entre el cine actual sobrado de fantasía y aventuras. Sólo falta poner el epitafio de “Descanse en paz”, y rezar para que pasen los años suficientes antes de que nadie se decida a resucitar este mundo y estos personajes algo usados ya.

Retomando lo ocurrido al final de “El Hobbit, la desolación de Smaug”, tenemos al equipo compuesto por los enanos y el Hobbit Bilbo Bolsón habiendo despertado al dragón Smaug de su letargo de años, para quedarse con su tesoro y el antiguo reino de los antepasados de Thorin, escudo de roble, en el interior de la Montaña Solitaria. Smaug está furioso y desata su ira sobre la cercana Ciudad del Lago, donde los humanos que la habitan intentan desalojarla en mitad del caos, sabiendo del desastre que supone el ataque del dragón. Solo el valeroso Bardo reúne la valentía y la destreza para atacar a la criatura con flechas negras, consiguiendo derribarla para alegría de su gente. Mientras tanto, los enanos se dedican a buscar enfervorecidamente la Piedra del Arca, la mayor pieza de joyería del tesoro, sin éxito, tarea que consumirá a Thorin haciendo que su carácter cambie y le convierta en un déspota. Esta preocupación impedirá a los enanos ver el verdadero problema al que se enfrentarán: la noticia de la muerte del dragón se extenderá como un reguero de pólvora por toda la zona, y huestes de todo tipo de ejércitos serán atraídos por el fabuloso tesoro que ahora ha quedado desprotegido: desde los orcos de Azog hasta los elfos de Thranduil, pasando por los habitantes de Ciudad del Lago comandados por Bardo en busca de refugio. Pronto, lo que parecía una batalla para defender unas cuantas monedas, se convertirá en una lucha entre el bien y el mal, con distintas alianzas para evitar que éste triunfe, y donde Thorin, Bilbo, Gandalf, y el resto de implicados descubrirán la faceta más heroica y menos egoísta de ellos mismos, en una búsqueda del honor y la integridad.

¿Es una película mala esta última entrega de las aventuras del Hobbit? Bueno, yo no diría eso, pero al igual que le pasaba a su anterior entrega, sí que es harto repetitiva y poco destacable en su imaginería visual. La abrumadora sucesión de secuencias y planos contrapicados de grandes paisajes da una sensación de deja-vu de la que esta saga es incapaz de quitarse. Sigo diciendo que contar en tres películas de más de dos horas y media lo que ocurre en las páginas de un librito medio juega en contra de la narración, por hacer ésta poco ágil y demasiado abigarrada. Lo que en “El Señor de los Anillos” era estilo gótico, en “El Hobbit” se ha hecho barroco, donde el exceso de épica ya resulta cansino y poco novedoso. Que el clímax del dragón se haya dividido entre varias entregas no ayuda en nada a la fluidez de la narración; y puede que haya gente que al inicio de esta cinta tenga frescos los acontecimientos de la película anterior, pero que tras un año desde el estreno de ésta, a la mayoría nos cuesta recordar qué pasó entre los personajes y sus historias. Esta costumbre cada vez más extendida en el cine actual de rodar películas de manera industrial, con las segundas y terceras partes ya en la mente de los guionistas dispuestas a ser rodadas tras el estreno de las primeras, hace que cada vez se prodiguen más los finales abiertos como si de una serie de televisión se tratase, dejando al espectador con las ganas de más para el siguiente episodio. Y es lo que pasa aquí, que durante media película estamos pensando en lo que pasó en la anterior.

El resto de piezas de la obra están correctas, en su sitio. Las interpretaciones son buenas, no hay ningún pero que hacer. Martin Freeman se convierte en el mejor Hobbit que haya visto antes, mucho mejor que Frodo o su predecesor en el papel, tal es el desparpajo y la nobleza que le imprime a su personaje. Los personajes de Orlando Bloom y Evangeline Lilly están demasiado forzados, al igual que en anteriores entregas, denotando unos personajes que no estaban en el libro original, al igual que las escenas con Christopher Lee, Cate Blanchet y Hugo Weaving, viniendo a cuento de poco salvo para el guiño al espectador del Señor de los anillos. Todo ello hace una película correcta pero innecesaria. Dejemos que este mundo y estos personajes se queden donde están y los nuevos proyectos decidan ir por otros derroteros y se exploren nuevas ideas.

 Calificación: Entretenida

Lo Mejor: Martin Freeman como Bilbo se confirma una de las mejores interpretaciones de la cinta.

Lo Peor: La sensación de hartazgo y repetición es continua en la trilogía.

La vería de nuevo: Cuando pase algún tiempo.

La Recomiendo: Solo para fans irredentos de Tolkien.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2310332/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – 50 sombras de Grey

50 sombras de Grey poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Fifty Shades of Grey

Año: 2015

Director: Sam Taylor-Wood (Nowhere Boy)

Guión: Kelly Marcel, Patrick Marber y Mark Bomback

Basado en el libro de E.L. James, 50 Sombras de Grey (enlace a la reseña de Malosa)

Música: Danny Elfman

Fotografía: Seamus McGarvey

Reparto

  • Jamie Dornan
  • Dakota Johnson
  • Jennifer Ehle
  • Eloise Mumford

Y como era de esperar, el mayor fenómeno editorial de los últimos años ha tenido su esperada adaptación a la gran pantalla. Las majors de Hollywood, ávidas de ideas para nuevas historias, personajes y conceptos argumentales que den pie a sagas que arrasen taquillas, pronto hacen suyo cualquier fenómeno que se convierta en viral en esta época en la que a los espectadores pocas cosas nos sorprenden en la gran pantalla. Y hay que reconocerlo, el sexo vende, así que una historia picante que confronte romanticismo femenino frente a rudeza masculina era la película perfecta para empaquetarla y venderla en San Valentín. Y aquí tenemos el resultado; de momento, la expectación que ha levantado la película en todo el mundo está batiendo récords de taquilla y de preventa de entradas. Las grandes preguntas que surgen son: ¿está justificado todo este revuelo? ¿Superará el éxito de la versión cinematográfica al del propio libro? ¿Tendremos más películas que continúen la historia del liberal señor Grey y la recatada señorita Steel? ¿Merece la pena la historia que Sam Taylor-Wood ha adaptado de la novela de E.L. James?

Anastasia Steele es una joven universitaria que tiene que hacer una entrevista a Christian Grey, joven magnate dueño de un imperio empresarial que lo tiene todo: es elegante, rico y atractivo. A pesar de su imagen intimidante,  fría y distante está claro desde el primer momento que hay atracción entre ambos y la recatada Anastasia, poco iniciada en las artes amatorias, se irá sintiendo cada vez más atraída por la autoridad y la confianza en sí mismo que emana del enigmático millonario. El contrato de confidencialidad que le hará firmar Grey para tener una relación esconderá grandes secretos consecuencia de los poco convencionales gustos de éste, y Anastasia se irá sumergiendo en un mundo de perversiones sexuales y parafilias propias del bondage y el sadomasoquismo; mientras intenta acceder a los sentimientos del Sr. Grey y conocer la parte oscura de su personalidad.

La reseña a esta película era casi obligada dada la naturaleza de este blog y el análisis de estos últimos años centrado en una buena parte de la narrativa erótica contemporánea, surgida al abrigo de esta saga literaria que tantos tabúes ha roto así como polémicas ha creado. Y tras ver “50 Sombras de Grey”, la película, no puedo menos que sentir que estamos ante el mayor insulto a la inteligencia que hemos tenido en los últimos años, el mayor timo que un fenómeno de masas haya podido crear desde la nada. Puedo entender que el libro haya levantado pasiones entre las lectoras femeninas consecuencia de lo novedoso del argumento que supone explorar el mundo del sadomasoquismo, combinado con un romanticismo propio de novelas para adolescentes con las hormonas en ebullición. Puedo entender que la prosa fácil excite las bajas pasiones femeninas de la misma manera que los estímulos visuales de imágenes sugerentes (hablo de porno) levante el ánimo al sexo masculino, por aquello de que las mujeres responden a otro nivel de estimulación diferente. Pero que un personaje como Christian Grey se convierta en el protohombre de fantasías femeninas de las mujeres actuales me parece retroceder siglos de evolución social en unos pocos meses. Y es que E.L. James ha sabido dar en la diana al crear una fantasía a la imagen y semejanza de lo que su más profundo subconsciente podría nunca imaginar, pero que de darse en la realidad sería algo abominable. Y solo por el mero hecho de convertirlo en protagonista sobre el papel me parece de una irresponsabilidad manifiesta. El personaje encarnado por Jamie Dornan es un trastornado posesivo y celoso que tiene un claro desorden sexual. Por supuesto que este desorden sexual no trascendería más si sólo lo restringiese a su círculo íntimo de practicantes, cada cual es libre de practicar lo que quiera en su cama, el problema viene cuando se encapricha de la virginal protagonista y la intenta introducir en su mundo. E intentar justificar con traumas de infancia no ya desviaciones sexuales, sino una posesividad manifiesta y un control absoluto de tu pareja es lo que te convierte en un monstruo. Lo más flagrante no es que este monstruo se vista con trajes caros, coches deportivos y modales exquisitos, sino que sirva como justificación para que miles de mujeres se autoengañen disfrazándolo de fantasía sexual reprimida. Lo abominable no es que le gusten las pulseras de cuero y las varas de azotar, lo terrible es que le haga firmar un contrato a la protagonista acerca del ginecólogo al que asistirá, las prácticas sexuales a las que se someterá, o le prohíba ser infiel sin que se mencione nada de lo que le ataña a él. O que sea tan posesivo y celoso que aparezca en una noche en la que ella está borracha de fiesta, exigiéndola volver a casa y apartándola de uno de sus mejores amigos que pretendía sobrepasarse (y encima disfrazar la escena de galantería caballeresca a ojos de ella).

Porque lo peor de todo no es que 50 Sombras de Grey haya construido un protagonista masculino atormentado y oscuro, con gustos y lujos que compensen sus desvaríos y con secretos ocultos que justifiquen sus trastornos. Lo peor de todo es haber creado la heroína más estúpida de la historia del cine, que está a años luz de la Scarlett O’hara de “Lo que el viento se llevó”. Una chica que va de virginal y casta (algo perfectamente entendible, de la misma forma que entiendo al que practique el sado aunque no lo comparta) a la vez que presume de carácter y personalidad pero que, llegado el momento, se deja arrastrar por una cara bonita y un mundo de lujos a una relación autodestructiva y sin compensaciones sentimentales. La atracción del hombre malote y dominante, que no hace más que usar el truco del palo y la zanahoria para conseguir el último juguete del que se ha encaprichado (ella), no tendría mayores consecuencias de no ser porque ella decide jugar y caer continuamente en su trampa, a pesar de que se deja claro desde el principio de que será una relación basada en el sexo duro y el BDSM. Y el problema es que esta estupidez se hace patente en todos los guiños premeditados a la novela, como cada vez que se muerde el labio en un gesto tan obvio como descarado y pueril. La chica se hace odiar desde la primera escena hasta la última; y por más que Dakota Johnson intente remontar con su interpretación un personaje tan insulso como insultante, el resultado final es una historia con poca moraleja para llevarse a la boca. Quizás se podría hablar de una historia de amor no correspondido, pero luego uno piensa todas las estupideces que realiza su personaje y resulta difícil sentir empatía por ella. Que Jamie Dornan se pase media película vistiendo trajes caros y la otra media enseñando su torso desnudo, no hace sino confirmar que su personaje apunta directamente a las bajas pasiones del público femenino como manera de justificar los sentimientos desmedidos de ella. Su nivel interpretativo se limita a poner cara de cabreado continuamente, y su registro es tan limitado que ni siquiera es capaz de dar el pego vistiendo de traje con elegancia. Es una lástima que, salvo un par de papeles haya pocas interpretaciones más, y la película se reduzca solo a los dos protagonistas y a sus desvaríos sentimentales y sexuales.

Si a todo esto le unimos una manera de rodar aséptica y neutral, de un estilo “porno chic” que abruma (a pesar de la carga erótica del argumento y de las escenas que muestran la carne de los protagonistas, el nivel de piel mostrada en pantalla está más que estudiado para que la cinta no rebase el nivel de edades recomendado), tenemos una película que no funciona ni siquiera como competidora de las películas clásicas del erotismo (El imperio de los sentidos, El último tango en París, La vida de Ádele, Ninphomaniac). Y lo peor de todo es que, al igual que la saga literaria se alargó innecesariamente para hacer caja por el último bombazo editorial, los resultados en taquilla prevén próximas entregas de esta saga erótica cuya calidad  literaria disminuyó en sus continuaciones.

Calificación: Muy mala.

Lo Mejor: Nada. Hasta la ciudad en que se desarrolla la trama (Seattle) resulta poco cinematográfica.

Lo Peor: Que nos torturen con nuevas entregas.

La vería de nuevo: No.

La Recomiendo: No.

Películas similares: El imperio de los sentidos, El último tango en París, La vida de Ádele, Ninphomaniac

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2322441/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – La Teoría del Todo

La teoria del todo poster

 

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: The Theory of Everything

Año: 2014

Director: James Marsh

Guión: Anthony McCarten

Basado en el libro Travelling to Infinity: My kife with Stephen, de Jane Hawking

Música: Jóhan Jóhannsson

Fotografía: Benoît Delhomme

Reparto

  • Eddie Redmayne
  • Felicity Jones
  • Charlie Cox
  • Emily Watson
  • Simon McBurney
  • David Thewlis

Siguiendo con el listado de películas candidatas a arrasar en los premios Óscar este año, aquí tenemos otra cinta muy del gusto de los académicos, con bastantes puntos en común con mi anterior reseña y, sobre todo y tal como dije en la misma, con la película que se llevó unas cuantas estatuillas en 2001 dirigida por Ron Howard, “Una mente maravillosa”. En este caso en vez de matemático tenemos a físico, y en vez de esquizofrenia tenemos una enfermedad degenerativa del sistema locomotor del cuerpo como obstáculo a superar a modo de ejemplo vital. Y en vez de un ganador del premio Nobel, tenemos a un caballero del Imperio Británico.

En 1963 el joven Stephen J. Hawkings es un prometedor estudiante de Físicas que busca tema para realizar su tesis en Cosmología y doctorarse en la Universidad de Cambridge. En una fiesta del campus conoce a la joven Jane, estudiante de Filología y bastante atractiva. A pesar de que ella es creyente y él ateo y de que el joven Hawkings tiene el perfil de típico empollón, su sentido del humor pronto la cautiva. Mientras su tutor le apremia para que busque tema para su tesis, los primeros síntomas de una grave enfermedad degenerativa aparecerán para mermar su capacidad motora. Los médicos le darán dos años de vida, y en ese tiempo Jane le declarará su amor incondicional, se casarán y tendrán hijos, mientras consigue doctorarse con una teoría sobre los agujeros negros y el desarrollo espacio-temporal. Poco a poco necesitará bastones, una silla de ruedas e incluso un ordenador para hablar, y los dos años de vida iniciales se convertirán en décadas, mientras desafía a la ciencia tanto como para superar una enfermedad incurable, como para desarrollar nuevas teorías que supongan el mayor avance en Física desde que Albert Einstein formulara medio siglo antes la teoría de la relatividad.

Muchas veces la coincidencia hace que películas similares en temática o estilo coincidan en cartelera durante algún tiempo. En el caso que nos ocupa, además dichas películas son competidoras en la recta final de los premios Óscar. En efecto, con “La teoría del todo” y con “The Imitation Game” ya tenemos nuestra dosis para este año de películas de época británicas, sobre la vida de dos genios incomprendidos en un principio, y con un mensaje claro de superación personal ante las adversidades. Sin embargo, como ya he comentado más arriba, la presente cinta recuerda en unos cuantos matices a la impecable “Una mente maravillosa”, la cual sale más triunfadora en las comparaciones. Lo cierto es que tiene más trasfondo dramático la cinta de Ron Howard donde cada escena, cada dificultad en la superación de la enfermedad, o cada formulación de nuevas teorías, tenía más dosis de épica que este biopic de Hawkings que parece se limite a ser una sucesión costumbrista de pasos en la degeneración de su enfermedad. Eso parece motivado sobre todo por el punto de vista de la narración, donde Felicity Jones se convierte en la verdadera protagonista de la función. La película está basada en el libro que escribió la exmujer de Hawkings, y eso se nota en la manera en que todo orbita en torno a ella. Actriz desmesuradamente guapa (demasiado si queremos que sea creíble su relación con el típico nerd al que da vida Eddie Redmayne), la cinta no es tanto una película sobre un genio en silla de ruedas, sino más bien una crónica sobre el amor y el desamor; y cómo el paso del tiempo aboca al fracaso cualquier relación. El juego metáforico acerca de la continuidad del espacio-tiempo está servido, y a ello contribuyen algunos planos especiales que juega con los guiños del espectador. Un baño de agua caliente, con el vapor fluyendo por la habitación, será el universo con todas las constelaciones en continua expansión. La pareja protagonista, girando mientras se agarran de las manos, serán las manecillas del reloj que muestran el paso inexorable del tiempo.

Es, indudablemente, una película de interpretaciones, y Felicity Jones (auténtico centro de la película) está que se sale; ello sin desmerecer a Redmayne, que se esfuerza sobremanera en todos los gestos y muecas que caracterizan al sabio de Cambridge. Son de esas interpretaciones que han nacido para el Óscar, veremos si Benedict Cumberbatch le da tregua y quien de los dos se lleva el gato al agua. Más difícil está el tema del premio a la mejor película, donde ahí “La teoría del todo” no supera el notable bajo y se queda a las puertas de las grandes películas. Recomendable, sí, pero algo previsible y falta de épica.

 Calificación: Buena

Lo Mejor: Las interpretaciones de los protagonistas

Lo Peor: No llega al nivel de otros biopics geniales.

La vería de nuevo: No creo.

La Recomiendo: Sólo para amantes de las historias de superación personal.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2980516/combined

Tráiler en You Tube (español):

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