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Película – Atrápame si puedes (revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Catch me if you can

Año: 2002

Director: Steven Spielberg

Guión: Jeff Nathanson

Música: John Williams

Fotografía: Janusz Kaminski

Reparto

  • Leonardo DiCaprio
  • Tom Hanks
  • Christopher Walken
  • Amy Adams
  • Martin Sheen
  • James Brolin
  • Nathalie Baye

Desde luego que las películas de Leo DiCaprio se están convirtiendo en perfectas para revisionarlas, por el hecho de que es uno de los actores del momento y también porque su carrera los últimos diez años ha estado plagada de aciertos en una gran variedad de géneros. A falta de que me atreva con la suprema “Origen”, de Nolan, ya hablé de la estupenda “Diamante de sangre” en su momento; de su papel de villano en “Django Desencadenado”; del protagonista que hacía en la fulgurante “El Gran Gatsby”, y de la alocada “El lobo de Wall Street”. Precisamente la referencia más directa de esta última puede ser esta “Atrápame si puedes” rodada diez años antes. Por tratarse ambas de comedias (menos ligera, más gamberra y de un humor más grueso la cinta de Scorsese que ésta de Spielberg), por tratarse de eventos basados en hechos reales, y por basarse en las memorias de personajes contemporáneos americanos que decidieron burlar al sistema y enriquecerse mediante el camino fácil y la estafa a niveles mastodónticos. Y de alguna manera estos pillos están tan mitificados en ambas cintas que nos caen simpáticos de alguna manera.

Por otro lado, esta película hizo que me volviera a reconciliar con Spielberg, gran director fundamental en el cine actual; su mayor problema es que con cada sucesiva película siempre ha querido hacer la obra definitiva de cualquier género, pecando de un gran egocentrismo y presuntuosidad. Siempre lo digo, su personaje del arqueólogo más famoso es uno de los mejores del cine, pero después tuvo una época muy aburrida en la que se puso demasiado serio con Schindler, Soldados Ryan y similares. Y es en estos momentos en cuanto peca de excesivo aburrimiento, por muy estupendas y lacrimógenas que resulten estas cintas. Afortunadamente, su filmografía se caracteriza por alternar este cine con el blockbuster más comercial, y de vez en cuando tiene grandes aciertos como éste de 2002, al que luego le siguió la increíble y sorprendente Minority Report, todo un hito de la ciencia ficción que se colocó inmediatamente por debajo de la obra maestra del género, Blade Runner. Pero de ella hablaré otro día.

La historia inverosímil pero real de Frank Abagnale Jr, un timador a gran escala que puso en jaque al departamento de robos y falsificaciones del FBI durante los años sesenta en los USA. El joven Frank era todavía un adolescente cuando el matrimonio de sus padres se fue a pique y a la vez perdieron todos sus ahorros. Obligado a ir a un instituto público, este desorden familiar le incita el primer día de clase a hacerse pasar por profesor y descubrir una gran faceta para adoptar y falsificar otras identidades. Cuando sus padres le hacen saber que piensan divorciarse, decide huir de casa y buscarse la vida por su cuenta. Pronto se le acaba el dinero y empieza a falsificar cheques bancarios y de líneas aéreas. Su capacidad de imitar otras personalidades llega al punto extremo de hacerse pasar por piloto de avión para cobrar cheques y viajar gratis de una punta a la otra del país. En ese momento, un agente del FBI llamado Carl Hanratty que trabaja para la división de fraudes bancarios recibe el encargo de poner fin a sus timos. Tras la pista de Frank, Carl le sigue por todo el país e incluso llegará a estar cara a cara con él, sin saber que realmente están buscando a un joven muchacho menor de edad que no ha acabado ni el instituto. Pero la capacidad camaleónica de Frank supondrá hacerse pasar por médico o abogado para salir adelante, conocer a la que pueda ser la mujer de su vida e impresionar a sus conservadores padres, u organizar una fastuosa huida en un aeropuerto internacional totalmente vigilado por agentes federales mediante el reclutamiento de un gran número de vistosas azafatas. A pesar de su escurridiza capacidad de escabullirse, entre perseguidor y perseguido se establecerá un vínculo especial que versará entre la antipatía y el respeto mutuo; y las disfuncionales carencias afectivas sufridas ante la necesidad de complacer a su padre tendrán su compensación con la relación entre Frank y Carl, plasmada a través de una persecución por varios países.

La verdad es que cuando uno ve los créditos iniciales de “Atrápame si puedes” lo primero que haces es frotarte los ojos y comprobar que realmente es una película de Steven Spielberg. La música de John Williams, excelente y en su tono habitual, pero sobre todo las imágenes estilo vodevil años 60 con muñecos dibujados que representan a los dos protagonistas persiguiéndose mutuamente ya nos preparan para el tono alegre y de comedia que presenciaremos durante casi dos horas y media. De hecho, hasta los Simpson parodiaron esta introducción en uno de sus capítulos. En los dos siguientes videos podemos comparar ambos segmentos:

Enlace a la versión de Los Simpsons:

http://www.boreme.com/posting.php?id=9556#.U7y_n_l_uYI

Lo dicho, una de las mejores secuencias de precréditos jamás rodadas, a la altura de los mejores trabajos del especialista del género Saul Bass (y su “El hombre del brazo de oro” de Otto Preminger, por ejemplo).

Después tenemos la historia narrada en forma de flashback que nos lleva directamente al meollo de la cuestión. De nuevo tenemos el gran foco de inquietud de Spielberg que es su preocupación por la familia y todos los problemas que se puedan derivar por los conflictos paterno-filiales. Solo que aquí no están metidos con calzador, sino que representan parte fundamental de la trama y encajan mucho con las motivaciones del protagonista y esa huida hacia delante que lleva durante toda la película. Sólo así se comprende esa necesidad imperiosa de intentar agradar a su padre o a su futuro suegro (interpretado por Martin Sheen) mediante las distintas profesiones por las que se hace pasar. Y siempre está el vínculo que siente con su perseguidor, ambos seres solitarios, que no tienen a quien llamar en Navidad, y que suponen el perfecto recambio familiar como si el personaje interpretado por Tom Hanks fuera el padre adoptivo de un DiCaprio, carente de afecto que cree que lo puede encontrar a base de saltarse las leyes.

Como ya pasó en las reseñas de X-Men que he hecho últimamente, uno de los logros de la cinta es el gran diseño de producción ambientado en los 60; lo que junto a las interpretaciones de los protagonistas y secundarios, y a un argumento que no da un respiro mientras nos desgrana las desgracias emocionales de los personajes, hace que esta película esté envejeciendo muy bien y se vea con agrado hoy en día. Lo cual supone un gran triunfo de un Spielberg que cuando se lo propone, puede divertir y hacer reflexionar a partes iguales sin necesidad de caer en el tópico lacrimógeno o histórico que tan bien se le da hacer de vez en cuando.

Calificación: Muy buena

Lo Mejor: La reflexión que nos brinda acerca de la familia.

Lo Peor: Que le cueste tanto hacer este tipo de cine.

La vería de nuevo: Sí, sus 140 minutos merecen algún visionado más.

La Recomiendo: Sí, dado que su argumento hace que se nos pase volando.

Películas similares: El lobo de Wall Street, La Terminal

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0264464/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Rebeca (revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Rebecca

Año: 1940

Director: Alfred Hitchcock (Encadenados, La Ventana Indiscreta, Con la Muerte en los Talones, Vertigo, Psicosis, Los Pájaros)

Producción: David O. Selznick

Guión: Philip MacDonald, Michael Hogan

Basado en el libro de Daphne Du Maurier

Enlace a la reseña de Malosa

Música: Franz Waxman

Fotografía: George Barnes

Reparto

  • Laurence Olivier
  • Jean Fontaine
  • George Sanders
  • Judith Anderson
  • Gladys Cooper
  • Nigel Bruce
  • Reginald Denny

Ya iba siendo hora de que me atreviera con los clásicos, y nada mejor que un Hitchcock para ir abriendo boca. Aunque “Rebeca” se trata de una de sus obras menores, rezuma clasicismo por los cuatro costados, no en vano es fruto del inicio de la época no dorada, si no más bien sagrada de Hollywood; es decir, la cinta data de 1940 y el productor es David O. Selznick, quien venía de rodar un año antes otro clásico imperecedero “Lo que el viento se llevó” (la escena del logo de precréditos de la productora es el mismo). Y Hitchcock comenzaba su exitosa aventura americana con esta cinta que todavía tiene un poso británico por los actores y ambientación ingleses. El realizador todavía no había empezado a dirigir sus inmortales obras maestras pero ya empezaba a coger velocidad de crucero para rodar grandes historias con unas técnicas magistrales de rodaje y, sobre todo, incorporando ese suspense a cualquier escena que pudiera acelerar el rimo cardíaco del espectador. Pero por encima de sus géneros cinematográficos (espionaje, terror, alguna comedia ocasional,…) tenemos siempre las grandes historias de amor, verdaderos mcguffins de sus tramas en las que la relación tormentosa de los protagonistas se antepone (sin saberlo muchas veces) al desarrollo de un enrevesado argumento con giros de guión durante o al final del metraje. Y ése es el gran legado del realizador británico.

“Anoche soñé con que volvía a Manderley” … y así empieza esta historia en modo de flashback en la que una protagonista sin nombre trabaja como ayudante de una ricachona y algo déspota mujer en la Costa Azul monegasca. Allí conoce a Maximilian de Winter, un desgraciado aristócrata inglés recientemente viudo dueño de una fabulosa mansión en el sur de Inglaterra conocida como Manderley. Pronto se enamoran y, ante la súbita partida hacia Nueva York por parte de la mujer, deciden casarse y dar a nuestra protagonista una nueva oportunidad de ser feliz. Pero cuando llegan a Manderley para que asuma el papel de la nueva señora de Winter, pronto descubrirá la alargada sombra de la fallecida Rebeca en los muros y las estancias de la mansión. Sus iniciales en todos sus objetos, sus vestidos o el recuerdo de su persona en los integrantes del servicio y familiares supondrán una pesada losa para nuestra nueva señora de Winter. Pero sobre todo la odiosa ama de llaves, la señora Danvers, quien con su sola presencia es capaz de aterrorizar y despertar todos los miedos y complejos de inferioridad. Las sombras y misterios que se arrojan sobre la mansión, la ama de llaves y la propia Rebeca irán in crescendo hasta alcanzar un punto álgido en la cadena de acontecimientos en Manderley, y descubriremos el mayor secreto que esconde el lugar…

“Rebeca” es una historia de amor, como casi todas las cintas de Hitchcock, aunque nos dé la impresión de que es una historia de suspense e intriga. Y desde luego que estos ingredientes están presentes en la trama, con ese inicio tenebroso que se asemeja a una historia gótica de fantasmas. No en vano tenemos el espíritu de una persona que no está físicamente entre los protagonistas pero su recuerdo y su presencia perduran continuamente en la trama. La verdad es que no hay una película que trate mejor el tema del recuerdo del misterioso ausente: ese predecesor al que nunca se llegará a estar a la altura, todos mantendrán su recuerdo imborrable y no sabremos cómo era o qué hacía más que a base de retazos y pinceladas sueltas que el protagonista irá encajando para unir las piezas de un puzzle mitificador per se. El blanco y negro irá de perlas a esta cinta que aporta tantas luces y sombras en los decorados y paisajes como en los personajes y la psicología.

Porque de entre tantos puntos fuertes de esta película tenemos sobre todo la fotografía y la realización. Las transparencias, como en tantas cintas de la época, se notan pero no molestan ni interrumpen la trama. Sabemos que están ahí y lo asumimos como parte del juego. Igual que las maquetas que reproducen el decorado de la mansión, las cuales no dejan de fascinarnos por mucho que el cine actual haya superado estos trucos. Ya le gustaría a la inmensa mayoría de títulos tener la calidad artística que destila este cine. Pero cuando pasamos a los interiores y vemos a la iluminación jugar con los intérpretes y los rostros, las estancias y los pasillos, sabemos que nos están contando otra historia por medio de la maestría visual y de las imágenes que sugieren antes de que se diga una sola palabra. ¿Y qué decir de esos primeros planos de objetos, notas, y cartas? A destacar también los movimientos de cámara y planos del bueno de Sir Alfred, donde podemos percibir grandeza simplemente con que la protagonista gire la cabeza hacia la cámara mientras el otro personaje queda en plano pero desenfocado.

¿Más puntos fuertes? La intensidad de la trama que va cogiendo carrerilla conforme avanza el metraje. De unas soleadas escenas al inicio en Montecarlo donde todo parece idílico hasta la atmósfera opresora y agobiante de la mansión en la que los celos, las pasiones y los nuevos personajes soberbiamente introducidos que se van incorporando a la historia hacen que la intriga se convierta en desasosegante e insoportable. No, no es una historia de espías a lo “Con la muerte en los talones” o “Encadenados”, ni tampoco es terror como “Psicosis” o “Los Pájaros”, pero las sorpresas y los giros estarán a la orden del día, para servirnos un final en bandeja digno de sus mejores filmes o de las obras de Agatha Christie.

La protagonista, Jean Fontaine, hermana de Olivia de Havilland y enemistada durante décadas con ella, ganó un Óscar en 1941 por la siguiente cinta de Hitchcock, “Sospecha”. Aquí, e igual que en la novela, está insoportable y abofeteable, una de las peores heroínas de la historia del cine. Su indolencia ante los acontecimientos que la superan y la anulan pone de los nervios al espectador actual, quienes nos sentimos indignados por las injusticias a las que se ve sometido semejante personaje ante las circunstancias que se le presentan. Fruto del machismo de la época y de la supeditación femenina al marido, encontró su réplica en el misógino Hitchcock y las jugarretas a las que sometía a sus protagonistas femeninas. El propio director ayudó a crear el rumor del odio que destilaba el equipo de rodaje hacia Fontaine, lo que vino de perlas para bordar la interpretación desvalida del personaje. Como resultado, tenemos justamente lo que se necesita de la historia: una chica que no hace más que dar pasos en falso y equivocarse en todas las acciones que comete, con una actitud tímida y reservada fruto de la actitud del resto de personajes hacia ella.

Laurence Olivier está a la altura del papel que se le presenta aquí, ganándose la fama de uno de los mejores intérpretes de la historia. Su personaje tiene tantos matices y está tan atormentado, que lo fácil hubiera sido caer en algún cliché. A ratos duro, a ratos tierno, se comporta como el gran galán que era; y su interpretación está barnizada de un gran desdén que impregna toda la cinta y hace que estemos deseosos de conocer los profundos secretos que esconde su personaje. Al igual que el papel de la señora Danvers, Judith Anderson, que desde su primera irrupción en pantalla (su aparición no puede llevarse otro nombre) nos inquieta y hace que sintamos escalofríos por los tejemanejes que se destilan en esa mansión. Y por supuesto, no quiero desvelar nada, pero el papel que desempeñará en la trama será esencial…

Poco más que decir de este gran clásico del que se han escrito ríos de tinta, salvo que espero haber despertado un poco la curiosidad para acercarse a esta cinta y añorar la época clásica de un cine que ya no volverá.

 

Calificación: Imprescindible obra maestra, no encuadrada en el top cinco del cineasta pero sí un gran clásico de todas maneras.

Lo Mejor: La trama, el final, Laurence Olivier, Judith Anderson, Manderley, la fotografía, los planos, las luces, las sombras…

Lo Peor: El personaje (que no la interpretación) de Joan Fontaine.

La vería de nuevo: Por supuesto.

La Recomiendo: Por supuesto

Películas similares: Sospecha, Encadenados, Recuerda, Stoker.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt0032976/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – La Red Social (Revisión)

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: The Social Network

Año: 2010

Director: David Fincher (The Game, Seven, El club de la lucha, Zodiac, Millenium)

Guión: Aaron Sorkin

Basado en el libro de Ben Mezrich, Multimillonarios por accidente: El nacimiento de Facebook. Una historia de sexo, talento, dinero y traición En versíón Kindle

Música: Trent Reznor

Fotografía: Jeff Cronenweth

Reparto

  • Jesse Eisenberg
  • Andrew Garfield
  • Justin Timberlake
  • Rooney Mara
  • Brenda Song
  • Rashida Jones
  • Max Mingella

Uno de los realizadores contemporáneos que más me gustan últimamente (con permiso de Christopher Nolan, que para mí juega en otra liga) es David Fincher. El director de Seven, El club de la lucha y la versión americana de Millenium gana con el tiempo conforme va dirigiendo nuevas películas y proyectos personales. La tercera entrega de Alien (su debut en la dirección) resultó excesivamente bizarra y la etiqueta de película de encargo pesó demasiado en su factura. Sin embargo, el toque que dio en El club de la lucha fue el de una cinta rompedora en todas sus facetas, desde el argumento con sorpresa final hasta el planteamiento antisocial y crítico que desprende toda la obra. Con Seven nos volvió a sorprender reformulando el género policíaco y de asesinos en serie, aunque con Zodiac no le salió tan redonda la jugada y nos brindó una película más densa todavía a lo que nos tiene acostumbrados.

La película es una adaptación libre de la biografía no autorizada de Mark Zuckerberg, y del proceso de creación que siguió para alumbrar uno de los mayores fenómenos de la informática del siglo XXI: la red social Facebook. De cómo una ruptura amorosa creó un proceso en cadena en la privilegiada y obsesionada mente del protagonista, ridiculizando a su novia en su blog primero y hackeando la base de datos estudiantil de Harvard después. El rápido número de visitas en una web creada para comparar las fotos de las chicas del campus y la caída del servidor del mismo le dio la idea para crear un sitio donde la gente crea amistades basadas en las invitaciones privadas para gente de la universidad. Mediante un oportuno juego de flashbacks y flashforwards simultáneos se nos muestra las múltiples demandas judiciales a las que se enfrenta por el robo de una de las mayores y más lucrativas ideas del siglo. Por un lado los gemelos Winklevoss, quienes se sienten estafados por Zuckerberg al que le contratan para desarrollar el código de una web similar. Por otro lado su amigo y cofundador Eduardo Saverin, quien colabora en la financiación del proyecto, se verá desplazado del mismo en cuanto aparezca la figura del oportunista Sean Parker, creador de Napster. La tensión empezará a aflorar en cuanto éste empiece a influenciar las relaciones entre los dos fundadores. Porque, como dice el lema de la película, “no haces 500 millones de amigos, sin hacer algunos enemigos”. Por mucho que empieces la empresa más lucrativa del momento por el desamor hacia una chica.

Que David Fincher es un director con un talento y carisma especial salta a la vista después de ver La Red Social. Nadie esperaba en 2010 que la insulsa historia de la creación de Facebook se convirtiera en un ensayo sobre la ambición y la envidia humanas, digno del mejor Shakespeare. Como suele ser habitual en sus películas, el protagonista es un tipo marginal con cualidades y obsesiones especiales que le hacen resaltar respecto al resto de la tipología humana que pueblan las tramas, como pueden ser Tyler Durden (El Club de la Ducha), Robert Graysmith (Zodiac) o Lisbeth Salander (Millenium). En este caso, la versión de Mark Zuckerberg que dibuja Fincher es la de un superdotado, un genio incomprendido que se sabe superior intelectualmente al resto de la humanidad y que suple con inteligencia sus carencias sociales. Sabe que nunca será un atractivo atleta del equipo de remo con una familia adinerada a sus espaldas, pero en agilidad mental nadie le gana y poca gente es capaz de seguirle en sus razonamientos. En la línea de Zodiac, donde la trama avanza incesantemente sin dar un respiro al espectador, con nuevos datos y giros argumentales, aquí asistimos como meros convidados de piedra al proceso mental del protagonista, donde a veces se nos hace cuesta arriba entender los diálogos del mismo. La diferencia con aquella será que en La Red Social, las conversaciones son más rápidas y fluidas, mejorando el ritmo de la cinta y haciendo que se nos pase en un suspiro.

Cinta fundacional de la era online en la que nos ha tocado vivir, en la que la paradoja de su planteamiento da pie a la tragedia que se articula después: el creador de una de las mayores herramientas de unión de nuestra época, es un marginado social que no logra integrarse en el sistema de exclusividad y fraternidades de la élite universitaria. El catalizador de tal creación que es la chica que rompe con él por considerarle un capullo y un creído con un ego desmedido, es medio y a la vez fin de tal proceso de creación intelectual, una excusa para mostrarnos el ascenso del genio y la caída de los que se encuentran a su lado. Los paralelismos que se despliegan entre la vida social que se destila por aquellos que forman parte de la élite, y el aislacionismo de los que permanecen al margen, alcanza su punto culmen en los momentos en que nuestro protagonista se bebe una cerveza mientras alumbra su idea frente al ordenador, mientras la fraternidad más exclusiva realiza una de sus fiestas más privadas con las mejores chicas y el mejor ambiente. La dificultad para formar parte de esa élite la plasma su amigo Saverin y las pruebas que pasa para entrar en el grupo de los más afortunados. Y la escena de la regata de los hermanos gemelos es brillante en su conjunción y mixtura formal de música e imágenes.

Salvo en estos detalles en los que se aprecia claramente el estupendo toque del director, la que puede que sea la película más redonda de Fincher es probablemente la que menos se nota su labor en detrimento del estupendo trabajo actoral y de guión. Es decir, que salvo algunas escenas, la mayor parte del mérito de la cinta es del guionista, Aaron Sorkin, y la visión de Zuckerberg que brinda Jesse Eisenberg, un tipo que roza la genialidad y la falta de cordura a partes iguales. Rooney Mara ya apuntaba maneras antes de ser la estrella en la versión USA de Millenium, mientras que Andrew Garfield dio motivos más que suficientes para que después le ofrecieran papeles de superhéroes.

Es una película que se convirtió en clásico instantáneo, imprescindible por ello y que ganó varios Globos de Oro y tres Óscar por su guión, música y montaje. Es de esas películas que es para ver varias veces, básicamente porque la primera vez los personajes irán demasiado rápidos para nuestro gusto. Y en posteriores visionados iremos captando más detalles de la trama y se nos desplegarán cada vez más matices en la cinta. Y eso, en mi opinión, sólo lo suelen conseguir las obras maestras.

Calificación: Imprescindible

Lo Mejor: El guión, el montaje, los actores, los diálogos,…

Lo Peor: Que nuestra inteligencia quede en entredicho al no seguir los diálogos con toda la rapidez que quisiéramos.

La vería de nuevo: Sí, los posteriores visionados son imprescindibles en esta cinta.

La Recomiendo: Totalmente, por la reflexión de la era de Internet en la que vivimos y la manera en que han evolucionado las relaciones sociales.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1285016/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Al encuentro de Mr. Banks

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Reseñado por 0017

Ficha técnica

Título original: Saving Mr. Banks

Año: 2013

Director: John Lee Hancock (Un sueño posible, El Álamo – La Leyenda)

Guión: Kelly Marcel, Sue Smith

Música: Thomas Newman

Fotografía: John Schwartzman

Reparto

  • Emma Thompson
  • Tom Hanks
  • Paul Giamatti
  • Colin Farrel
  • Jason Schwartzman
  • Bradley Whitford

Un0 de los biopics que faltaban por hacer en estos tiempos era el de la figura de Walt Disney, el creador de la mayor factoría de entretenimiento audiovisual que ha dado el cine. Con “Saving Mr Banks” (desafortunado título en español el que se ha propiciado) se intenta suplir estas carencias gracias a la narración de cómo se forjó uno de los mayores éxitos de la compañía, Mary Poppins, toda una odisea creativa. De esta manera y a través de este pequeño episodio sobre el rodaje, la productora Walt Disney nos cuenta una historia de la factoría Disney, basada en la vida de Walt Disney; con lo que ya asumimos de antemano que va a haber poca capacidad de sorpresa y autocrítica en esta producción.

La mágica historia imperecedera de Mary Poppins que le llevó veinte años al bueno de Walt adaptarla a la gran pantalla, todo debido a la tozudez de la escritora P. L. Travers que se negó en redondo a ceder los derechos sobre su personaje. Sólo cuando los problemas económicos asomaron a la vuelta de al esquina,  se vio en la obligación de coger un vuelo a Los Ángeles y reunirse con el equipo creativo de la Disney para intentar que no arruinaran con fantasías estrambóticas un personaje en el que había vertido todos sus traumas vitales e infantiles. La película, de esta manera, nos cuenta las tensas reuniones con los hermanos Sherman (creadores de los arreglos musicales del clásico) y el guionista Don DaGradi, todas a puerta cerrada y bajo los micrófonos de una grabadora, según instrucciones de la propia Travers. Los tiras y aflojas respecto al tratamiento del señor Banks, padre de los niños protagonistas; la inclusión de canciones con letras absurdas; la combinación de dibujos animados y actores reales; un chófer parlanchín y optimista; el exceso de almíbar edulcorado en todos los aperitivos de trabajo; la inmensidad de peluches de todo tipo de referentes animados… cualquier situación estaba diseñada para irritar a la escritora y ponía en peligro el rodaje de la cinta. A la par, se nos va mostrando por medio de flashbacks la infancia australiana de Travers, donde un padre enfermo no hará que su hija sienta menos admiración por el, y donde se podrá ver el origen de la verdadera inspiración de la niñera más famosa del cine.

Uno no esperaba una mirada demasiado crítica a la figura de este creador de sueños, teniendo en cuenta que no se trata de un biopic imparcial. En su lugar, tenemos una divertida comedia con sus toques de melodrama en los que la peor parte se la lleva la escritora P. L. Travers, puesto que su personaje está dibujado a base de manías sociópatas en las que de antemano nos predispone en su contra. Sin embargo, la justificación de tales manías no está para nada explicado en la cinta aunque se suponga que ése es el objetivo último de la misma. Es decir, por medio de flashbacks cada vez más largos se nos narran los traumas infantiles de la escritora con su padre. Historia redentora acerca de la culpabilidad y la paternidad, el problema es que  lo que los paralelismos de la ficción con la realidad no acaban de estar demasiado claros ni definidos, con lo que es inevitable verla como la mala de la película y difícil sentir empatía por ella.  Teniendo en cuenta estos factores, cada vez tiendo a creerme menos la presunta verosimilitud de las películas que llevan la etiqueta de “basado en hechos reales” o son biopics de personajes reales. Todo depende de quien esté contando la historia, y en este caso es de suponer que, ni Disney era ese genio bonachón (poco se deja entrever acerca de su conocido autoritarismo), ni Travers una bruja intentando sabotear el trabajo de la fábrica de sueños. Entre un punto y otro, tenemos alguna puñalada certera (los reproches de Travers acerca del poder mercantilista de Disney) para pasar a un momento en el metraje en el que acaba rindiéndose -como era de esperar- al poder redentor de Walt. En ese sentido, hay escenas mejores que otras (el momento en el que empieza a mover los pies al son de una de las canciones claves de la cinta, la “Let’s go fly a kite” del final de Mary Poppins, es más revelador que los momentos más forzados en los que vemos la noche del estreno mundial).

Y ciertamente, si asumimos esta falta de objetividad manifiesta que sobrevuela todo el metraje, por lo menos nos quedamos con una cinta que funciona a otros niveles de sensibilidad pero siempre usando como espejo la cinta clásica en la que se basa la historia. Tenemos risas, tenemos las mismas canciones, tenemos alegrías y tenemos lágrimas. Y eso complementado con las interpretaciones de un gran grupo de actores encabezado por un mimético y excelente Tom Hanks, continuando por una Emma Thompson que está a la altura de su réplica masculina, y con unos secundarios fabulosos (Paul Giamatti, Jason Schwartzman). El menos creíble quizás es Colin Farrell, pero también es posible que las escenas de sus flashbacks sean las más pesadas de la cinta por prolongarse demasiado. Una cinta más que correcta, con un gran diseño de producción ambientado en los 60, que hace que el metraje pase casi sin darnos cuenta  mientras que nos intentamos imaginar los momentos mágicos en los que un clásico vio la luz hace ya 50 años.

Calificación: Buena

Lo Mejor: Los actores, sobre todo Tom Hanks, Emma Thompson y Paul Giamatti.

Lo Peor: Una cierta falta de verosimilitud manifiesta.

La vería de nuevo: Si

La Recomiendo: Si

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt2140373/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – La gran estafa americana

American Hustle Poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

American Hustle

Año: 2013

Director: David O. Russell (El lado bueno de las cosas, The Fighter, Tres Reyes)

Guión: David O. Russell, Eric Warren Singer

Música: Danny Elfman

Fotografía: Linus Sandgren

Reparto

  • Christian Bale
  • Bradley Cooper
  • Amy Adams
  • Jennifer Lawrence
  • Jeremy Renner
  • Robert De Niro

Ahora mismo hay en la cartelera dos películas que se están llevando el gato al agua en la taquilla, tanto por crítica como por público. Las dos son comedias; las dos hablan de estafas y fraudes; las dos están ambientadas en Nueva York en décadas pasadas (los 70 y los 90); las dos nos presentan una clase de personajes un poco gañanes que se mueven entre el honor y la cicatería, la infidelidad y la ética. Las dos están regadas de nominaciones a las mejores categorías para los Óscar de 2014, incluyendo mejor película, mejor director, mejores actores, mejor guión. Una es El lobo de Wall Street, de la que ya di cuenta hace unas semanas, con cinco nominaciones y una de las mejores interpretaciones de DiCaprio que haya visto nunca. La otra es la presente La gran estafa americana, de David O. Rusell, quien busca repetir el éxito que nadie se esperaba el año pasado cuando irrumpió con les mejores nominaciones en la anterior edición de los Óscar con El lado bueno de las cosas, que hizo llevarse la estatuilla a Jennifer Lawrence. La verdad es que aunque similares en  el planteamiento, a la cinta de David O. Russell destaca por tener una moraleja distinta y un mayor respeto a sus personajes principales. El protagonista interpretado por un soberbio e irreconocible Christian Bale, tiene unos principios y una ética de los que carece completamente el personaje que hace Leonardo DiCaprio; al contrario que los agentes del FBI que intentan dar caza a estos timadores, donde aquí vemos a un cargante Bradley Cooper víctima de su falta de integridad (al contrario que el bueno del personaje de Kyle Chandler que intentaba dar caza al lobo de Wall Street).

Nueva York, finales de los 70. Irving Rosenfeld es un timador de poca monta que tiene unos cuantos negocios repartidos por la ciudad. Un día conoce a la buscavidas Sydney Prosser y se enamora de ella. Sydney es muy lista y tiene un talento innato para las estafas, con lo que encaja a la perfección con los trabajos que realiza Irving y se convierte en su socia y cómplice. El único (y mayor problema) es que Irving está casado con la insoportable Rosalyn, con la que la vida a su lado es sumamente desagradable. Rosalyn tiene un hijo al que Irving ha adoptado como suyo, y al que le trata como si fuera su padre de verdad. Por esta razón y por el hecho de que Rosalyn es incapaz de enfrentarse a los problemas, a Irving le resulta imposible romper con su mujer e irse a vivir con Sydney. Un día, el agente del FBI Richi DiMaso descubre los negocios ilegales de nuestros protagonistas, y a cambio de no arrestarlos, les pide colaboración con el gobierno para atrapar a delincuentes especializados en fraudes y estafas financieras. Dentro de este objetivo aparece Carmine Polito, el nuevo alcalde de Nueva Jersey, a priori un tipo íntegro y familiar, y a DiMaso le brillarán los ojos de ambición ante la posible detención de un pez gordo de la política. La trama se irá complicando cuando nuevos elementos de la política y el crimen organizado aparezcan en el plan. Toda esta situación hará tensar no solo la integridad de los protagonistas sino también la relación de Irving y Sydney, y la pondrá a prueba.

Lo primero que llama la atención de esta película es la metamorfosis setentera a la que han sido sometidos los protagonistas, con un diseño de vestuario que merece la nominación al Óscar, o una lograda ambientación en los decorados y las escenas urbanas. Christian Bale no sólo ha hecho uno de sus sorprendentes cambios físicos engordando varios kilos de más, sino que la escena inicial con su falso y ridículo peluquín mientras se peina a lo cortinilla es toda una declaración de intenciones del personaje, al igual que los falsos rizos de Bradley Cooper o el imposible tupé mega lacado de Jeremy Renner. Son una metáfora de que los personajes no son como realmente son, sino que todos tienen una fachada tras la que se ocultan sus verdaderas personalidades. El timador profesional de poca monta realmente tiene un corazón de oro y su problema es que está atrapado en un matrimonio sin salida. El agente del FBI en realidad busca reconocimiento profesional y que le tomen en consideración, a pesar de que se autoengaña continuamente diciendo que quiere acabar con la corrupción del sistema. El político de clase baja que acepta sobornos porque realmente está preocupado por su electorado. La verdad es que todos los actores hacen un gran trabajo y están irreconocibles en sus papeles. De Bale ya nos lo esperábamos, de Cooper o de Renner también. Amy Adams está deliciosa con maquillaje o sin él, a pesar de sus generosos escotes que distraen la atención continuamente. Y Jennifer Lawrence (también con escotes) resulta fabulosamente repugnante e irritante como esposa con pocas -poquísimas- luces que está harta de que su marido no la tenga en consideración (a pesar de que es ella misma es la causa de dicha situación). Hasta Robert De Niro nos obsequia con el mismo papel de mafioso con el que se ha especializado en su trayectoria, en una episódica aparición.

A pesar de todos los claroscuros iniciales de los personajes, O. Russell ha sido claro en  la definición y, sobre todo, en la resolución argumental de los mismos. El final presenta una moraleja clara y otorga absolución a los buenos, y condenación a los malos. Por ello, aunque forzado en algunos aspectos, me gusta que se premie al que es en esencia bueno porque le da una adecuada lectura moral a la cinta; al contrario que en El lobo de Wall Street, donde DiCaprio no hace más que drogarse y pasar de su familia para, al final, traicionar a sus compinches y obtener gracias a ello una rebaja en su condena. Aquí, por el contrario, vemos a un personaje engañar, esnifar cocaína y engañar a su prometida; mientras que a otro le vemos en una escena clave tomar algún tipo de sustancia que más tarde descubriremos que es por una dolencia cardiaca. Ni que decir tiene que cada uno de dichos personajes tendrá un final distinto en función de sus actos y sus motivaciones. El director aquí es muy hábil en mostrarnos distintas caras de los mismos pecados. No son iguales todas las infidelidades que aparecen en la película, ni la relación de los protagonistas con sus respectivas familias, ni la manera en que quebrantan la ley unos y otros. Unos y otros tendrán una catadura moral distinta, en función de sus motivaciones éticas.

Como aspectos negativos, tenemos que la cinta intenta ser una reedición de El Golpe, la obra maestra del cine de timos y estafas, pero se queda a medio camino. Al argumento le falta empaque y cautivación, puesto que engancha en el principio pero a mitad de cinta pierde fuelle e interés, para recuperarlo en el segmento final. Pero la verdad sea dicha, se trata más bien de una película de personajes, donde no es tan importante el argumento sino los conflictos que surgen al abrigo del mismo. Es por esto por lo que, si bien La gran estafa americana no es una película redonda, sí que es una buena opción y por lo tanto recomendable dada la cartelera actual.

Calificación: Buena

Lo Mejor: Todos los actores y las distintas lecturas a nivel ético y moral que le dan todos a la cinta. La ambientación y el vestuario, algo exagerados pero tal y como corresponde a la década.

Lo Peor: Pierde ritmo e interés a medida que avanza el metraje.

La vería de nuevo: Puede

La Recomiendo: Sí.

Películas similares: El Golpe, Casino, El lobo de Wall Street,

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1800241/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Los juegos del hambre: en llamas

Los juegos del hambre - en llamas poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

The Hunger Games: Catching Fire

Año: 2013

Director: Francis Lawrence (Constantine, Soy leyenda, Agua para elefantes)

Guión: Simon Beaufoy, Michael Arndt

Basado en el libro En llamas, de Suzanne Collins

Música: James Newton Howard

Fotografía: Jo Willems

Reparto

  • Jennifer Lawrence
  • Josh Hutcherson
  • Liam Hemsworth
  • Woody Harrelson
  • Elizabeth Banks
  • Lenny Kravitz
  • Philip Seymour Hoffman
  • Jeffrey Wright
  • Stanley Tucci
  • Donald Sutherland

Hace pocos días hemos tenido la triste noticia del fallecimiento del actor de 46 años Philip Seymour Hoffman, victima de una sobredosis en su propio apartamento de Nueva York. La casualidad hace que tuviera pensado reseñar esta semana uno de sus últimos trabajos estrenados recientemente, la adaptación de la segunda parte de la trilogía de Suzanne Collins, Los juegos del hambre – En llamas. A pesar de que al fallecido actor le quedan un par de filmes por estrenar este 2014, se tiene pensado desdoblar el último título de esta saga (Sinsajo, o Mockingjay en el original), en dos partes (para 2014 y 2015). Y estaba tan adelantado el proyecto, que Seymour Hoffman tenía rodadas la práctica totalidad de las escenas de la primera parte, y sólo le quedaba una semana de rodaje de la segunda. Esto hace que, a diferencia de otros casos fílmicos en los que la prematura muerte de uno de los actores principales obligaba a los responsables a agudizar el ingenio (el caso de Brandon Lee en “El Cuervo” o Heath Ledger en “El imaginario del doctor Parnasus”), aquí no vaya a haber grandes problemas para continuar esta saga que mezcla circo, reality show y opresión gubernamental a partes iguales.

El malogrado actor interpreta a Plutarch Heavensbee, el relevo de Seneca Crane (el personaje de Wes Bentley en la anterior entrega) como la mano ejecutora del malvado presidente Snow (Donald Sutherland), el organizador de los Juegos del Hambre que se dedica a controlar el desarrollo de los mismos. Ha pasado un año desde que Katniss Everdeen y su compañero del Distrito 12, Peeta Mellark, ganaron contra todo pronóstico la 74ª edición de los Juegos del Hambre, una herramienta del Capitolio (la capital de un país futurista conocido como Panam construido sobre lo que una vez fueron los Estados Unidos) usada para controlar las revueltas de la población del país y recordar a sus habitantes el aplastamiento de una insurrección años atrás. Ahora se dedican a ir de gira por el resto de distritos  mientras ven la realidad de las zonas más pobres del país. La insatisfacción cada vez es mayor en la población, y Katniss es vista como una heroína del pueblo para muchos, lo que irrita al presidente Snow porque crea inestabilidad y descontento social. De hecho, es lo que piensa el amor frustrado de Katniss, Gale, que la revolución cada vez está más cerca, y que ella debería jugar un papel activo en la misma. Para que esto no ocurra, Snow y Heavensbee idean que para conmemorar el 75 aniversario de los Juegos del Hambre, se realizará el Vasallaje de los 25: una edición especial en el que participarán ganadores de ediciones pasadas y en el que nuestros protagonistas del Distrito 12 se enfrentarán a todo tipo de contrincantes y asesinos especializados. El triángulo amoroso en el que se verá envuelta de nuevo Katniss (simulando un amor que no siente por Peeta como medio para sobrevivir), y la delicada situación social en que se encuentran los Distritos contrastará con la brutalidad del Capitolio para aplacar sus problemas. ¿Serán capaces nuestros protagonistas de volver a salir indemnes de esta edición de los Juegos del Hambre?

En esta ocasión se ha cambiado al director de la primera entrega Gary Ross, por Francis Lawrence, ya conocido por la mediocre Soy Leyenda, quien se hará cargo de las siguientes entregas que cierren esta saga, alargada innecesariamente en su tomo final mediante el recurso actual de dividir en dos algo que en libros se contaba de una vez. Veremos si ocurre como siempre en estos casos y resulta un error, de momento la sensación de deja vu en esta cinta es total. Hemos cambiado el estilo caótico de Ross por un mayor presupuesto y una fotografía más oscura (hay escenas rodadas de noche en las que no se aprecia nada de lo que ocurre en pantalla), pero el esquema de la primera parte es el mismo: una parte inicial sobre la vida en las zonas pobres, que intenta recordar en las formas totalitarias de control de la población a la obra maestra de Orwell, 1984; un interludio en el que volvemos a ver al personaje de Woody Harrelson y el resto de aliados mientras les instruyen para el combate y las pasarelas como medio de caer bien a la audiencia y sobrevivir a cualquier medio; y por último, las escenas finales en la Arena, con los combates muerte a muerte entre los protagonistas y las distintas alianzas que se forman. Salvo el final de la película (lo único sorprendente y realmente diferente a la anterior entrega), el resto del metraje es un calco y no aporta nada nuevo, ni siquiera el interés por ver cómo evolucionará el argumento. El exceso de secundarios de lujo son incapaces de darle calidad a la cinta, solo el ya mencionado Seymour Hoffman hace un papel algo reposado y para nada excéntrico, lo que se agradece viendo las tonterías en las que caen Stanley Tucci o hasta un inverosímil Jeffrey Wright. Y por supuesto, Jennifer Lawrence, auténtico descubrimiento y acierto de la saga, que se va haciendo una gran carrera con títulos como “El lado bueno de las cosas” o la reciente “La gran estafa americana”.

Lawrence es, junto con Seymour Hoffman, la única que le da cierto empaque emocional y profundidad a la historia, que repite los problemas de la primera parte. Es decir, la película es un subproducto para adolescentes con el toque Crepúsculo (triángulos amorosos imposibles, en esta ocasión el planteamiento de lo que le ocurre a la protagonista parece existencialista), aderezado con una crítica social estilo orwelliano que no llega ni a la altura de la obra maestra crítica con los totalitarismos. Y el estilismo de los personajes sigue rayando el ridículo. Como resultado, tenemos una película que a mí me resultó tremendamente aburrida y carente de interés, y no dejo de pensar lo que se podría haber hecho si se hubiera destinado el dinero de la producción a otros proyectos. Es lo que tiene que los responsables de esta industria estén buscando continuamente la gallina de los huevos de oro.

Calificación: Mala

Lo Mejor: El final, que nos da esperanzas acerca de un cambio de rumbo en los títulos que cerrarán la saga. Jennifer Lawrence sigue haciendo el buen trabajo con el que sorprendió en la primera entrega.

Lo Peor: Que es más de lo mismo

La vería de nuevo: No

La Recomiendo: Sólo si sois fans de la saga literaria.

Películas similares: Los Juegos del Hambre; Battle Royale

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1951264/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Los Juegos del Hambre

Los Juegos del Hambre - Poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

The Hunger Games

Año: 2012

Director: Gary Ross (Pleasantville, Seabiscuit)

Guión: Gary Ross, Suzanne Collins, Billy Ray

Basado en el libro de Suzanne Collins (enlace a la reseña)

Música: James Newton Howard

Fotografía: Tom Stern

Reparto

  • Jennifer Lawrence
  • Joss Hutcherson
  • Liam Hemsworth
  • Woody Harrelson
  • Donald Sutherland
  • Elisabeth Banks
  • Stanley Tucci
  • Lenny Kravitz

No suelo aficionarme a las franquicias cinematográficas creadas desde las sagas literarias (refiriéndome siempre al boom del género que ha estallado en los últimos años), por tratarse de obras prefabricadas con el único objetivo de dar con la gallina de los huevos de oro y explotar la misma fórmula una y otra vez. La franquicia de J.K. Rowling supo dar en el clavo al crear a Harry Potter sin tener idea del éxito que éste iba a tener en la gran pantalla entre el público infantil y adolescente (y la evolución de los mismos durante el paso de los años, paralela a la de los personajes y los actores que los interpretaron). Sin embargo, toda la procesión de Narnias y Crepúsculos que han venido luego han resultado películas nefastas, rodadas de manera atropellada y muchas veces sin la coherencia argumental que una trilogía o saga exige tanto por separado y como en conjunto global.

Es lo que yo llamo el síndrome Matrix: la primera película de los Wachowski fue genial por funcionar perfectamente por separado al rodarse sin expectativas de posteriores secuelas. Tenía un final lo suficientemente abierto para dar pie a interpretaciones varias, pero a la vez todo lo planteado en el metraje encajaba perfectamente como un mecanismo de relojería y se cerraba en su momento. Pero la pifiaron al hacer las continuaciones como dos obras complementarias entre sí, donde el tempo narrativo se alargaba de manera considerable con la consiguiente pérdida de interés del espectador. Algo parecido a lo que hizo Peter Jackson -de manera exitosa con la primera, más pesado y repetitivo con la segunda- en sus trilogías de la Tierra Media (El Señor de los Anillos y El Hobbit, respectivamente).

Por este motivo es por lo que, animado por una compañera de trabajo, me acerco con cierto recelo a estos Los Juegos del Hambre, poseedor de una etiqueta teen que le otorga un parecido sospechoso a las tramas sentimentales de Crepúsculo que tantas histerias han desatado entre el público adolescente. Decidido a darle una oportunidad, y con curiosidad acerca del argumento (¿una especie de Battle Royale para adolescentes?), esta primera entrega tiene algún acierto aislado pero su calificación final no pasa del aprobado raspado.

La protagonista es Katniss Everdeen, una joven que vive en el Distrito 12 con su madre y su hermana pequeña. El Distrito 12 es uno de los distintos territorios en que se divide Panem, un futuro país resultante de lo que queda de unos EEUU post-apocalípticos. En el pasado, uno de los Distritos suburbiales que dependen de la capital del país, El Capitolio, provocó una insurrección que fue aplacada y, para recordar este acontecimiento y mantener el orden preestablecido en el país, cada año se realiza La Cosecha, para participar en Los Juegos del Hambre. Se trata de seleccionar a una pareja de jóvenes de cada distrito y ofrecerlos a modo de sacrificio para que peleen entre sí en una competición que está a medio camino del reality show y el control gubernamental de la población (sobre todo la parte más deprimida y paupérrima de ella, como son los distritos más alejados, de mayoría obrera). La vida de Katniss se ve truncada cuando su hermana pequeña es elegida como tributo, y en ese momento se ofrece ella misma voluntaria para salvarla de una muerte segura. Katniss es elegida junto a otro joven, Peeta Mellark, y ambos son llevados al Capitolio para recibir entrenamiento y participar en una nueva edición de los juegos. Allí conocerán a personajes cada cual más extravagante, como su mentor y entrenador particular, Haymitch Abernathy, único ganador de los juegos de su distrito en los últimos años, y con graves problemas de alcoholismo y motivación de funciones. Haymitch se ocupará de darles valiosas lecciones de supervivencia y explicarles la mecánica de los juegos, así como del valor reputacional de caer bien a la audiencia para obtener patrocinadores (gente con elevado poder adquisitivo que pueden financiar ayudas para los jugadores en medio del espectáculo). Otros colaboradores serán los estilistas Cinna y Portia, que tratarán de darles una imagen sofisticada para atraer patrocinadores. La tarea para Katniss de sobrevivir a los juegos se antojará difícil, teniendo en cuenta que los jóvenes rivales de otros distritos están preparados desde su infancia para luchar a muerte en esta competición; y también se enfrentará a la estrategia de Peeta por sobrevivir, que es la de confesar su amor en público por Katniss y ganarse así prestigio frente a los patrocinadores. El drama humano y sentimental está servido… ¿quién ganará la 74ª edición de los Juegos del Hambre de este año?

Ante este planteamiento que a todo el mundo le recuerda a Battle Royale (película que Suzanne Collins prometió no tener constancia de ella, pero sin la crueldad y su mala leche), mezclado con las dosis de telerealidad extrema de películas como El Show de Truman (la gente pegada a la pantalla maravillándose por la vida real ajena), Perseguido (el bueno de Schwarzenegger obligado a pelear por su vida con las cámaras pegadas a la espalda) y Rollerball (un futuro de deportes extremos y sangrientos); se le une el toque de quebraderos de cabeza sentimentales y triángulos amorosos adolescentes de Crepúsculo; y se le corona con la crítica orwelliana de 1984 y Farenheit, para describir el control y la manipulación de las altas esferas del poder frente a una mayoría oprimida y con carencias materiales.

Supongo que será efecto de la crisis de los últimos años y esa lucha de clases subyacente en el cine reciente (me vienen a la cabeza la ya reseñada aquí Un amor entre dos mundos, y Elysium, con esa dicotomía totalmente diferenciada entre sociedades de ricos y pobres), pero aquí viene el primer punto débil de esta cinta: ya no cuela. No sé la novela, pero que se manipule así a la audiencia (y más si entendemos que el público target al que está dirigida es el de los más jóvenes) es bastante irresponsable. Manipuladoramente irresponsable, porque la narración se centra en los protagonistas pobres en todo momento, les vemos sufrir en su mundo gris con esa ambientación sacada de Gran Depresión americana (y a pesar de ello felices en su pobreza). Mientras que la única visión que tenemos de los estamentos privilegiados es la de los maléficos responsables de la estructura social (Sutherland y Bentley), la del estrambótico presentador de los juegos (un Stanley Tucci totalmente pasado de vueltas, y centrado en el morbo fácil), y la de las masas enfervorecidas preocupadas únicamente en el ámbito recreacional de los personajes y del espectáculo, sin ninguna motivación aparente (¿a qué se dedica la gente del Capitolio? ¿Cómo son sus vidas?). Se nos presenta una sociedad estrafalaria, excéntrica y extravagante, y aquí viene el segundo punto débil de la película: el futuro distópico que propone Suzanne Collins sobre el papel y plasma en imágenes Gary Ross no tiene ningún hallazgo visual aparte de las horteradas estéticas de sus personajes, que caen en el ridículo también a nivel moral.

A pesar de contar con un reparto de secundarios conocidos para que salven el nivel medio de la cinta (y que no consiguen, aparte de los citados Sutherland, Tucci y Bentley, un Woody Harrelson con un personaje totalmente desaprovechado del que ganaríamos más si nos explican algo del pasado que se deja entrever) hay alguna sorpresa más que no sé si es buena o mala (me refiero a Lenny Kravitz con ese papel de estilista amanerado a más no poder). Los chicos protagonistas están al mediocre nivel de hormonas masculinas adolescentes que necesita la cinta, pero la sorpresa grata de Los Juegos del Hambre fue ver la consagración de Jenifer Lawrence llevando todo el peso ella sola de la trama, y que confirma que su Óscar de 2013 por El lado bueno de las cosas fue un merecido premio que mostró la confianza del sector por un tímido relevo generacional que de vez en cuando gusta de producirse. La película gana enteros cuando se muestran los conflictos humanos por los que atraviesa (la incertidumbre que muestra acerca de quién será sus aliados; su rabia por la muerte de una compañera; el momento en qué está desorientada por la picadura de las avispas; la química -o ausencia de ella- con su compañero de distrito) aunque los pierde cuando volvemos al lado recreacional de la cinta y el guión/novela nos ofrece soluciones para que avance la trama (no me acaba de convencer los ítems que se van dejando como ayuda para los concursantes).

Si a ello le añadimos una pobre labor por parte del director con las imágenes rodadas con estilo cámara en mano, el resultado final es una película que pretende ser la inauguración de una trilogía con más sombras que luces, con un éxito de taquilla que tuvo el año pasado que le otorga licencia para tener más secuelas (como la que se acaba de estrenar hace poco). Le reconozco lo positivo que supone el toque de originalidad referido a su planteamiento conceptual, así como un ritmo que hace funcionar correctamente el metraje. Pero la cinta no aporta mucho más, aparte de ver por donde van a intentar que la secuela avance. Veremos.

Calificación: Pasable

Lo Mejor: La facilidad con la que Jenifer Lawrence se hace con los planos cada vez que aparece en pantalla.

Lo Peor: El estilismo hortero-futurista de las clases pudientes; la lectura social que hace.

La vería de nuevo: No.

La Recomiendo: Para los jovencitos huérfanos de vampiros y hombres-lobo, hasta que llegue la nueva franquicia palomitera.

Películas similares: Battle Royale, El Show de Truman, Crepúsculo, Rollerball, The Running Man, Death Race, La Isla, 1984

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1392170/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Invictus (revisión)

Invictus poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

Invictus

Año: 2009

Director: Clint Eastwood (Sin Perdón; Million Dollar Baby; Gran Torino)

Guión: Anthony Peckham

Basado en el libro de John Carlin Playing the enemy (El Factor Humano)

Música: Kyle Eastwood, Michael Stevens

Fotografía: Tom Stern

Reparto

  • Morgan Freeman
  • Matt Damon
  • Tony Kgoroge
  • Patrick Mofokeng
  • Matt Stern

Esta semana, en un alarde de oportunismo mediático, voy a reseñar el biopic más conocido de la vida del ex-presidente sudafricano y premio Nobel de la paz, Nelson Mandela; fallecido hace pocos días y, por lo tanto, de actualidad en estos momentos. Morgan Freeman llevaba años intentando encontrar el guión perfecto para encarnar al político más importante del continente africano, pues su parecido físico le convertía en el candidato más adecuado. Fue entonces cuando la casualidad hizo que se fijara en la novela aún no finalizada de Carlin, El Factor Humano. Que Clint Eastwood se involucrara en la realización del proyecto y Matt Damon aceptara el otro papel protagonista dio el espaldarazo definitivo e internacional a una historia con el material suficiente para desgranar el perfil político y humano de una leyenda comparable a Gandhi mientras busca su lugar en los anales de la épica deportiva moderna.

La cinta se centra en los momentos en que Mandela asumió en 1994 la presidencia de Sudáfrica tras las primeras elecciones democráticas en las que participó la mayoría poblacional negra, y se desterró el Apartheid. Visto como un antiguo terrorista por la minoría blanca, se enfrenta ante una ruptura social aún mayor en el país, agravada por el odio que ambos grupos poblacionales sienten recíprocamente. Buscando elementos de unión patriótica, Mandela pronto se fija en el equipo nacional de Rugby de Sudáfrica, los “Sprinbox”, el cual no atraviesa su mejor momento deportivo. Deporte nacional y casi religión para los blancos, símbolo de la opresión racial para los negros, el presidente logra evitar la abolición del equipo por el nuevo Comité Nacional de Deportes (de mayoría negra). En vista de que al año siguiente tiene previsto celebrarse la Copa Mundial de Rugby en Sudáfrica como país anfitrión, Mandela se reúne con el capitán de los Springbox, François Pienaar, y le induce a hacer todo lo posible para que ganen el mundial como medio para unir e inspirar a su país. En ese momento, y a pesar de que nadie considera que los Springbox puedan hacer un buen papel en la competición, Pienaar se esfuerza por llevar el mensaje de unión y superación transmitido por Mandela, y prepara a su equipo para llevarlo a lo más alto del éxito deportivo. Los sucesivos triunfos del equipo nacional contra todo pronóstico sorprenderán y entusiasmarán a todos los estamentos del país, desde los jugadores de la selección, hasta los guardaespaldas personales de Mandela, mientras se va divulgando un mensaje de cooperación que acabará ayudando al país a salir de la complicada situación social de la que se encontraba mientras vemos la clarividencia de una figura cuyo proyecto político se basó en el perdón y no en el odio y la confrontación.

Probablemente al no ser un proyecto tan personal para Eastwood esta película presenta menos claroscuros que otras del mismo realizador. El mensaje, con su final, es claramente optimista; a diferencia de otras cintas, en las que Eastwood no desdeña terribles golpes de efecto que te dejan sin aliento en los compases finales. Lo cual resultó para muchos críticos un defecto en esta cinta, pero para mí resulta un gran acierto, por el buen sabor de boca que te deja después de verla. Es por esto, y por lo extenso de su filmografía, por lo que es uno de nuestros directores favoritos de todos los tiempos. Supo quitarse las etiquetas que como actor de personajes icónicos se le adosaron al inicio de su carrera, y fue capaz de demostrar que también podía hacer cine romántico o drama, o filmar el digno y fabuloso epílogo del género por excelencia del cine americano. Se mueve con pasmosa facilidad por el cine bélico y por el drama contemporáneo. En esta ocasión, se aleja del biopic convencional (no tenemos un relato pormenorizado de la vida de Nelson Mandela, sino más bien un período concreto de su mandato) y lo adereza con un drama deportivo que por momentos derrocha destellos de Carros de Fuego.

Como en otras ocasiones, un partido de fútbol le sirve como excusa para desarrollar una historia que alcanza tintes épicos por suponer algo más que ganar un trofeo; es más bien una lucha por superar las diferencias y el odio interracial, para encontrar algo que sirva como punto de unión e inspiración a toda una nación. No estoy muy al tanto de cuál es la situación actual de Sudáfrica y de cuánto sirvió la labor de Mandela en la unión de su país o de su legado actual; pero desde luego que obviando las posibles licencias cinematográficas o literarias que se puedan haber tomado el bueno de Clint o de Carlin, uno sale del cine con una visión distinta de la vida y de los problemas. La película destila espíritu reconciliador a base del ensalzamiento de la figura de Mandela, y he de reconocer que en determinados momentos llega a poner las emociones a flor de piel. Puede resultar predecible e inverosímil en algunos momentos, pero ver los cambios graduales en el comportamiento inicialmente reticente de los guardaespaldas o del padre de Pienaar, resulta estremecedor. Como ejemplo, que los policías blancos acaben celebrando el triunfo con un niño negro de la calle puede resultar algo forzado, pero yo me quedo con la manera de rodar la escena, a base de sucesivos acercamientos (al principio temerosos, al final descarados). Al final, de lo que habla Invictus es de superación, de esperanza, de pensar más en lo que nos une que en lo que nos separa, de dejar el rencor a un lado y centrarse en construir, no en destruir.

Cualidades todas ellas que se reflejan en Nelson Mandela y al que da fiel reflejo Morgan Freeman, papel para el que había nacido. Su interpretación es magistralmente fidedigna como corresponde a semejante categoría de actor. Atrás quedan papeles suyos como La Hoguera de las Vanidades, Robin Hood, Cadena Perpetua, Sin Perdón, Seven, Batman y un largo etcétera, que nos recuerda la facilidad de cambio de registro que ofrece en cada nuevo papel. Para esta película sonó (y mucho) con fuerza para el Óscar de 2009, aunque finalmente no se lo llevó. Como también ocurrió con Damon, nominado pero no galardonado. En su caso, su interpretación está un escalón por debajo de la de Freeman, pero no creo que se mereciera ser tan denostado por la crítica como resultó. Es cierto que es más plano en sus papeles y no tiene tanta facilidad para cambiar de registro, pero aquí está correcto y el personaje no le exige más que prepararse físicamente y dar la réplica a Freeman. Sobre el resto de secundarios merece la pena rescatar las tensas relaciones entre los guardaespaldas blancos y negros, perfectos en su labor de servir como muestra de la realidad en la población del país.

En definitiva, Invictus es una cinta algo extraña en la carrera de Eastwood por su optimismo desbordante, pero que merece la pena ver por el mensaje que destila a través del personaje que describe, entrando en el terreno de la épica deportiva como medio para superar las diferencias. Con una banda sonora que recuerda por momentos a Sin Perdón, y sin llegar a ser una obra maestra, creo que es merecedora de una nota más alta de la que se le otorgó en su época porque tiene la habilidad de conmover en momentos muy concretos, sobre todo cada vez que se lee las frases del poema de William Henley que da título a la película “Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma”.

Calificación: Muy buena

Lo Mejor: El mensaje de optimismo, superación y perdón que transmite la película. Morgan Freeman está excelente, como siempre.

Lo Peor: Que como toda ficción, se nos nuble la visión de la realidad y pensemos que lo narrado es lo ocurrido realmente.

La vería de nuevo: Sí

La Recomiendo: Sí, es un excelente acercamiento a la figura de Mandela, a la vez que deja un buen sabor de boca a la salida del cine.

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1057500/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – After Earth

After earth poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

After Earth

Año: 2013

Director: M. Night Shyamalan (El Sexto Sentido, El Protegido, Señales, La joven del agua, Last Airbender

Guión: Gary Whitta, Will Smith

Música: James Newton Howard

Fotografía: Peter Suschitzky

Reparto

  • Will Smith
  • Jaden Smith
  • David Denman
  • Sophie Okonedo

El caso de M. Night Shyamalan es uno de los más extraños en el cine actual. Su trayectoria artística se puede definir como la de un globo aerostático que se ha ido desinflando paulatinamente con cada estreno sucesivo, conforme la calidad ha ido disminuyendo. El Sexto Sentido fue un agradable soplo de aire fresco en el cine de sustos, casi creando per se un nuevo subgénero cinematográfico, el de terror psicológico. El Protegido supuso un cambio en el tono, siendo más reflexiva pero conservando la capacidad de sorpresa con ese final que no defraudó por resultar inesperado. Pero con Señales se inició un declive del que ya no se recuperaría por culpa de la fama de aburrido que se ha ido granjeando progresivamente su cine. Desde entonces no ha habido género en el que se haya encontrado a gusto (con Airbender ya se le fue la olla directamente); y  la temática que ha ido trascendiendo en sus argumentos no ha logrado ser lo suficientemente cautivadora para que justificara la historia contada. Sus conflictos familiares y la incomunicación entre padres e hijos están mejor contados en el cine de Spielberg, mientras que la intriga de sus tramas son un remedo mal hecho del suspense de las cintas de Hitchcock (cameos del director incluídos).

Es por ello por lo que uno se acerca a After Earth con mucho recelo. Tanto por ser su primera incursión en la ciencia ficción (sus últimos cambios de género no han sido afortunados), como por estar protagonizada por Will Smith y lo que es peor, el propio hio de éste como co-protagonista.  Además, en el último año estamos asitiendo a todo un festival del género, con cintas que abordan de distintas maneras la Space Opera y la vertiente distópica de nuestro futuro más lejano (o cercano, según se mire), con lo que el nivel de saturación está siendo importante.

La base del argumento es la distante relación entre Cypher Raige, un capitán perteneciente al ejército de los Rangers y su hijo Kitai, aspirante a cadete que percibe el fracaso de su carrera militar como una forma de alejarse de su padre. Han pasado varios cientos de años desde que la humanidad abandonó la tierra por su falta de habitabilidad ante los desastres naturales. Se han intentado colonizar otros planetas aunque la guerra contra los alienígenas ha deparado una lucha contra los mayores depredadores del hombre vistos nunca: los ursas, unas criaturas especialistas en aniquilar humanos prácticamente sin visión y que sólo se guían por las feromonas desprendidas al asustarse sus presas (vamos, que huelen el miedo). Únicamente mediante la fantasmación puede un humano tener alguna oportunidad frente a estas criaturas; se trata de una técnica que consiste en inhibir el miedo para pasar desapercibido y poder luchar frente a frente con ellos. En un viaje interestelar en una nave espacial en el que viajaban padre e hijo, se produce un accidente y deben realizar un aterrizaje forzoso en el planeta más cercano. Resulta que se trata de la tierra mil años después del abandono de la humanidad, ahora convertida en uno de los entornos más hostiles del universo para el ser humano tanto por fauna, flora o condiciones climáticas. En el accidente el padre queda malherido y debe ser el hijo quien se guíe a través del planeta en una peligrosa carrera contrarreloj para conseguir resolver la situación. Aparte de los peligros inherentes del inhóspito planeta (y de una de las temibles criaturas que viajaban en la nave), padre e hijo deberán esforzarse para entenderse y poder sobrevivir en condiciones tan duras.

Bueno, lo primero que he de decir es que no me ha parecido tan mala como está siendo juzgada por toda la crítica y público. Lo mismo es que tenía tan pocas aspiraciones respecto a esta cinta que al final no me ha resultado demasiado aburrida. Y eso que tiene grandes  defectos principales, a saber: apesta a cienciología (la secta favorita de Hollywood) en cada fotograma, y la actuación del hijo de Will  Smith resulta bastante pésima. No podemos dejar de pensar en que se trata de uno de los enchufes más descarados del cine reciente, dando como resultado una labor actoral pobre e irritante. Su personaje está compungido en todo momento, preocupándose por la relación distante con su padre e intentando mejorarla. Y sin embargo, no hace más que mostrarse rebelde e ir en contra de las normas con cada decisión que toma, mostrando una incoherencia que hace que le tengamos poca empatía desde la butaca. Y la interpretación de Will Smith tampoco es que sea para tirar cohetes, con un personaje que por guión no mueve una ceja en todo el metraje (básicamente la trama gira en torno a la idea de que las emociones merman las posibilidades de supervivencia de los humanos). Nunca ha sido un actor del que tenga predilección, con lo que mi opinión no iba a cambiar viendo esta película, aunque por lo menos esta vez no se hace el graciosete.

Podría seguir enumerando más defectos (como por ejemplo, la previsibilidad de la trama) pero lo cierto es que al final de su hora y media escasa uno tiene la sensación de que podría haber sido peor. Ni el director ha hecho piruetas de guión para dejar su sello personal en esta obra de encargo, ni se han metido más minutos de los necesarios para hacer una cinta trascendente. El mensaje es pueril pero va al grano: ya que vamos camino del colapso ecológico (y con la revelación conceptual de que en un futuro los papeles de la humanidad y una revanchista naturaleza se invertirán), por lo menos que no perdamos nuestra capacidad de tener emociones como rasgo definitorio del ser humano. El diseño de producción nos aporta una visión minimalista y oriental de la tecnología del futuro, lo que no deja de ser una aportación algo original a un género tan manido por el cine.

El resultado es una cinta que se deja ver, a pesar de tantas críticas malas. Tiene lo que le pido básicamente a una película: que me haga pasar el tiempo rápidamente. No es una obra cumbre del género, ni llega siquiera al notable  (se queda en el aprobado raspado), y hay mejores opciones para ver en la cartelera, pero sirve para pasar el rato. No la recomiendo encarecidamente, pero después de ver tremendos rollos como El Hipnotista o Ahora me ves (que la reseñaré la semana que viene), al final resulta que After Earth gana en lo que a diversión sin más se refiere, sin demasiadas aspiraciones, y sirve para pasar esos ratos muertos que no sabemos qué hacer con ellos ahora en verano.

Calificación: Pasable

Lo Mejor: Con su noventa minutos escasos, que va directa al grano y no se hace pesada.

Lo Peor: Pensar que el joven protagonista haya sido elegido por ser hijo del actor principal, quien además ha escrito la historia. Que su personaje sea odiable no mejora mucho la situación, mientras que el de su padre resulta tan hierático que parece una que estemos viendo actuar a una piedra.

La vería de nuevo: No.

La Recomiendo: Para los amantes de la ciencia ficción con conflicto paterno-filial incluido y mensaje ecologista en el trasfondo.

Películas similares: Starship Troopers, Avatar, Perdidos en el espacio, Oblivion, Star Trek

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1815862/combined

Tráiler en You Tube (español):

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Película – Millennium (Revisión)

millennium los hombres que no amaban a las mujeres poster

Reseñado por 0017

Ficha técnica

The Girl with the Dragoon Tattoo

Año: 2011

Director: David Fincher (Seven, El Club de la Lucha, Zodiac, El curioso caso de Benjamin Button, La Red Social)

Guión: Steven Zaillian

Basado en el libro de Stieg Larsson (enlace a la trilogía en Amazon).

Enlace a la reseña de la novela que hizo Malosa haciendo click aquí.

Música: Trent Reznor, Atticus Ross

Fotografía: Jeff Cronenweth

Reparto

  • Daniel Craig
  • Rooney Mara
  • Christopher Plummer
  • Stellan Skarsgârd
  • Steven Berkoff
  • Robin Wright
  • Goran Visnjic

En 2005 Stieg Larsson revolucionó la novela policíaca con su trilogía Millennium, creando el subgénero escandinavo del thriller de misterio y asesinatos. Semejante éxito editorial no pasó desapercibido y tuvo su correspondiente adaptación cinematográfica en 2009 made in Suecia, dando como dignísimo resultado tres películas y una versión para televisión con el exceso de material filmado. La verdad es que, al contrario de lo que suele suceder con las  adaptaciones de libros a películas, la versión del realizador Arden Oplev es bastante completa y fidedigna, y las dos horas y media no se hacen pesadas. El gran descubrimiento que fue Noomi Rapace supuso un nuevo fichaje para las grandes producciones posteriores del cine americano (Prometheus, Sherlock Holmes), su Lisbeth Salander estaba dibujada a base de retazos breves que sintetizaban muy bien lo descrito en la novela (y que no ralentizaban la marcha del metraje), y el resto de personajes estaban interpretados con solvencia y credibilidad. Además, no se metía demasiado en los jardines políticos que abundaban en el libro, y que resultaban especialmente irritantes por la polarización ideológica del personaje protagonista y la ausencia de réplicas coherentes en el bando contrario.

Parecía difícil superar este hito del cine nórdico, el material de partida no contenía excesivos requerimientos de alardes técnicos y escenas de acción, con lo que un remake americano se antojaba redundante cuando no destinado al fracaso por comparación con el original. Es decir, el original ya parecía una co-produción lo suficientemente vinculada a Hollywood, lo cual siempre es un éxito. Es por ello que cuando alguien del talento de David Fincher se hizo cargo del proyecto la perplejidad se instaló en sus seguidores más acérrimos, dado el buen hacer y la elevada calidad final de la mayoría de sus filmes, a medio camino entre el cine de autor con sello Indie propio y la gran producción típica de la industria. Uno de los mejores realizadores actuales para mi gusto, capaz de coger la insulsa historia de la creación de Facebook y convertirla en una metáfora épica de los conflictos empresariales y las relaciones sociales que ríase usted de Falcon Crest; o contar en El Club de la Lucha una historia con el mayor trasfondo anarquista que haya podido existir en el cine (¡nada que ver con V de Vendetta!).

Mikael Blomkvist es un periodista cofundador de la revista especializada en temas económicos Millennium. No está pasando por uno de sus mejores momentos debido a la condena por difamación impuesta por un tribunal tras escribir un artículo en contra de un gran magnate financiero llamado Wennerström. Debido a ello se ve obligado a esconderse una temporada cuando contacta con él Henrik Vanger, un empresario dueño de un gran imperio familiar sueco quien tiene una proposición que hacerle: resolver un misterio que le atenaza desde hace cuarenta años. Todos los años por su cumpleaños recibe un cuadro similar a los que le regalaba su sobrina Harriet, desaparecida y probablemente asesinada en 1966. Quien quiera que lo haga o es el culpable o está relacionado con el crimen, pero los investigadores locales han sido incapaces de resolver el misterio a lo largo de los años. Si Blomkvist decide colaborar para arrojar algo de luz sobre el caso, Vanger le aportará información sobre su rival Wennerström que le puede ayudar a recuperarse del golpe recibido por la denuncia por difamación. Para ello debe investigar durante unos meses a la familia Vanger con el pretexto de escribir una biografía sobre Henrik, pero pronto descubrirá en el seno de la familia oscuras historias relacionadas con el pasado nazi de varios de ellos, maltrato y religión, envidias y conspiraciones empresariales,… Pronto su vida correrá peligro conforme vaya avanzando en la investigación, así que para poder enfrentarse al caso requerirá los servicios de una colaboradora muy especial: Lisbeth Salander, una investigadora punk especializada en hackear ordenadores, con memoria fotográfica y problemas para integrarse en la sociedad.

Desde el inicio de la cinta, con unos títulos de crédito totalmente ciberpunk destinados a excitar nuestros sentidos, nos metemos en esta historia que nos muestra, tal como quería Larsson, la cara más oculta y sádica de la, supuestamente idílica, sociedad escandinava. Aparte de estas espectaculares introducciones, Fincher se está especializando en centrar sus películas en personajes con escasas habilidades sociales y/o marginales, de la que Lisbeth Salander es un gran ejemplo. La versión que hace aquí Rooney Mara quizá no supera a la de Noomi Rapace puesto que estaba el listón muy alto, pero por lo menos está a la altura al darle matices distintos tales como una cierta fragilidad inherente a su complexión física. Tampoco tenemos una explicación detallada de su pasado, y sin embargo aquí no hace falta para comprender la complejidad del carácter de Salander. En cambio, Daniel Craig hace suyo el personaje de Mikael siendo capaz de apartar ese halo de héroe de acción que le da el interpretar a 007, para sumergirse en la piel de un periodista gafapastil totalmente verídico, poco dado a la aventura y metido en una investigación muy a su pesar.

Porque lo interesante de la novela de Larsson era la manera que tenía de atrapar al lector con un misterio planteado en las primeras páginas y que luego le va sirviendo para desarrollar los personajes, centrados en torno a la incomprensión y falta de entendimiento que despierta Salander. Que por supuesto, es Mikael con su mente abierta uno de los pocos que es capaz de conectar con ella, claro. Todo ello lo tenemos en esta cinta, creándose una química entre los personajes que nos va guiando durante el metraje mientras nos llega el desenlace y se van cerrando tramas y cabos sueltos. Hasta el epílogo está mejor logrado que su equivalente sueca, metiéndose con material del inicio del segundo libro y sugiriéndonos a través de algunos planos la complejidad de esa relación triangular que lleva Mikael con Lisbeth y con su editora. Un punto a favor de la versión de Fincher que ahonda más en la compleja psicología del personaje de Rooney Mara, la auténtica protagonista de la trilogía. No se llevó el Óscar pero estuvo nominada a la estatuilla en 2011 (tuvo cinco nominaciones, al final se llevó el de Mejor Edición).

Otros secundarios como Christopher Plummer o Stellan Skarsgärd sobresalen con un gran trabajo (este último quizás algo menos que su equivalente sueco) haciendo que sus minutos en pantalla sean una delicia. A una gran labor actoral hay que añadir el trabajo del director de fotografía de la cinta, que hace que no sobre ni falte nada de lo que hay en pantalla. En esto también gana frente a la versión sueca, puesto que los planos están mejor enfocados y las texturas mejor mostradas en pantalla. Sirvan como ejemplo las escenas de flashbacks en las que se explica lo que ocurrió el día de la desaparición de Harriet, cambiando a una paleta de colores más asalmonados en línea con el color de las fotografías setenteras (en la versión sueca esto se cambia por el visionado de una película antigua rodada en super-8, lo que le resta dinamismo a la escena y no nos sumerge tanto en los incidentes narrados).

El gran mérito de Millennium es que funciona de manera autónoma; es decir, uno puede disfrutarla sin haberse acercado previamente al material previo, lo cual da idea del éxito de esta adaptación. La conclusión es que sólo directores con personalidad son capaces de levantar películas que, por distintas razones, estaban condenadas al fracaso. En este caso, la manía de Hollywood de usar material reciclado en sus películas actuales (remakes, reboots, secuelas, precuelas) suele volverse en su contra más veces de las debidas; como en el caso que nos ocupa que nos hacía pensar a priori sobre la poca necesidad de volver a llevar esta trilogía a la gran pantalla. David Fincher ha hecho la cuadratura del círculo y ha mejorado algo que ya era bueno, a base de ponerle su toque personal (en mi opinión, está mejor mostrada Suecia en esta cinta que en la anterior). Ahora sólo queda esperar a la continuación en 2014 (esperemos que no hagan la tontería de rodar las dos continuaciones a la vez, y se tomen su tiempo con la tercera), aunque de momento, Fincher no está confirmado como director. Lástima, esperemos que se acabe animando.

Enlace al Blu-ray en Amazon.

Enlace a la reseña de la novela que hizo Malosa haciendo click aquí.

Calificación: Muy Buena

Lo Mejor: La secuencia de créditos, fundamental para engancharte desde el principio. Los actores, en particular Craig y su Blomkvist, y la versión de Salander que ha hecho Rooney Mara. La fotografía, y la manera de capturar el país nórdico.

Lo Peor: Que se tengan que hacer comparaciones con la versión sueca, y con la Salander de Rapace.

La vería de nuevo: Sí, aunque dura más de dos horas y media, no se hace muy larga.

La Recomiendo: Es bastante imprescindible para el que ha leído la novela y/o ha visto las otras versiones. También funciona viéndola por primera vez, sin saber a priori nada de ella.

Películas similares: El hipnotista

Ficha en IMDB: http://www.imdb.com/title/tt1568346/

Tráiler en You Tube (español):

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